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El Perú desde la intimidad
- 888 páginas
- Spanish
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- Disponible en iOS y Android
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El Perú desde la intimidad
Descripción del libro
Las casi cuatrocientas cartas que integran este epistolario son especialmente valiosas por su carácter personal y espontáneo, ya que la mayor parte de ellas, enviadas desde Chile —donde Candamo estuvo desterrado entre 1882 y 1883, durante la Guerra del Pacífico—, estuvieron dirigidas a su mujer, Teresa Álvarez Calderón Roldán.
Gracias a un minucioso trabajo de edición, se ofrecen las cartas con breves comentarios sobre los personajes aludidos, así como anotaciones que explican el contexto histórico. En lo que se refiere al carácter de epistolario íntimo, se trata del más interesante que hasta hoy se haya publicado en el Perú. En efecto, el lector podrá encontrar en estas cartas comentarios irónicos sobre diversas situaciones, pesimismo y desaliento por los tiempos difíciles que el país atravesaba y críticas a líderes políticos; a la vez, se muestran sentimientos personales como la preocupación por la seguridad de los seres queridos, la incertidumbre ante el futuro y la confianza en que el Perú se levantaría tras la tragedia de la guerra. En definitiva, este epistolario es una suerte de ventana, sin duda fascinante, para contemplar la intimidad de una familia de la clase dirigente peruana del siglo XIX.
Manuel Candamo (Lima, 1841-Arequipa, 1904) fue un importante protagonista de la vida política peruana. Miembro del Partido Civil, se constituyó en figura clave durante el resurgimiento de esa agrupación después de la guerra con Chile. Fue senador durante muchos años, encabezó la Junta de Gobierno que se constituyó en 1895 al finalizar la guerra civil entre Cáceres y Piérola, y en 1903 se convirtió en Presidente de la República, cargo que ejerció hasta su muerte, pocos meses después.
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Información
Parte primera:
cartas a su esposa
(1874-1903)
cartas a su esposa
(1874-1903)

I. Campaña militar en el sur del Perú (1874)
Vapor «Valdivia», noviembre 25/1874, 9 de la noche
Mi Teresa:157
Supongo que quedarías muy enojada conmigo por haber partido sin despedirme de ti; pero también supongo que comprenderías el motivo por qué lo hice así.
Todos estamos bien; la oficialidad y la tropa muy contentos y animados. Manuel158 ha estado mareado desde que se embarcó, no se ha levantado de la cama, y sin embargo está muy alegre.
Mañana a las seis llegamos a Mollendo, y si el mar no está enteramente bueno, haré que el vapor nos lleve a Islay, que sólo dista seis horas de ese punto, y allí desembarcará la tropa.
Esta carta no la cierro hasta mañana, a fin de agregar a ella las noticias que recibamos en Mollendo sobre el estado en que están las cosas.
Y a ti ¿cómo te ha ido, mi queridísima mujercita? Ya calculo cuánto habrás llorado y cuán profundamente triste te habrá dejado la ausencia de tu marido. Mucho me ha afligido y me aflige pensar en eso, y trato de arrojar de mí tan tristes ideas porque no quiero que en las circunstancias en que nos hallamos los cachimbos159 ningún sentimiento de ternura debilite la energía que se necesita en un coronel.
Mi pobre cholita, mi preciosa hijita160 habrá sufrido también con mi viaje, porque quizás tú no habrás podido regalarla con tu buena y abundante leche. Felizmente el angelito está tan sanito y tan fuerte que bien habrá podido pasar un día o dos sin más alimento que la mamadera. Bésala a mi nombre, procura que ella te disipe la tristeza y trata de que no se adelgace. Creo que sería conveniente que la nodriza le diera de mamar de cuando en cuando; pero naturalmente caso de que no le fuera bien sería preciso suspender.
Dile a don Manuel161 que no tenga el menor cuidado por mi ayudante, que tengo formado un plan respecto a él, y que en cualquier caso nada le sucederá.
No me olvidaré de cumplir en lo que te ofrecí respecto a los despachos telegráficos por conducto de Castro; te los haré cada vez que tenga que comunicarte alguna noticia de interés.
Es probable que en Lima hayan continuado las alarmas nocturnas, que dejan sin dormir a Camarón y Capuchín. También es probable que se hayan lanzado a rodar muchas bolas respecto a nosotros; felizmente ya ese es un medio muy conocido y gastado, que no puede producir efecto en ninguna persona sensata.
Aquí termino por hoy, para continuar mañana.
Buenas noches, chola de mi corazón, quiera Dios que duermas tranquila, sin que ningún pensamiento triste te aflija y turbe tu sueño. El escapulario que me colocaste lo conservo y lo conservaré hasta mi regreso.
Recibe un fuerte beso de
Tu marido
Noviembre 26. Mollendo, 7 de la mañana
Hemos fondeado; el mar está como una taza de leche. Ha llegado el capitán de puerto y no dice nada de nuevo. El presidente está en Arequipa.
Los revolucionarios siguen en Torata162 y las fuerzas del gobierno los están rodeando. Manuel no tiene tiempo para escribir; lo he mandado a Arequipa.
Te estrecha fuertemente contra su pecho
Tu Manuel
Arequipa, noviembre 27 [1874]
Mi querida Teresa:
Ayer a las diez de la noche llegamos a ésta sin contratiempo alguno.
No tengo nuevas noticias que darte de la revolución; las cosas siguen poco más o menos en el mismo estado. Pronto Piérola163 y compañía quedarán encerrados como en una ratonera y en diez o doce días más todo estará indudablemente concluido. A esos pícaros los jaque [sic] Rivarola por un lado con una división de mil y tantos hombres; Montero164 con otra hermosísima división los va a atacar por retaguardia, lo mismo que Belisario Suárez165 con otro cuerpo de ejército muy selecto también de más de mil.
Los cachimbos tienen muchos deseos de tomar parte en alguna escaramuza pero se quedarán con sus deseos, pues no se les presentará ocasión de satisfacerlos.
El batallón diez está acampado en Pocsi,166 pueblo que dista unas siete leguas de Arequipa y probablemente regresarán mañana o pasado.
Acaba de hacer Pardo167 una visita al cuartel; ha quedado muy complacido de la gente y muy agradecido.
Lo que es este pueblo no nos ve con muy buenos ojos; parece que tuvieran envidia. Yo voy a hacer que todos los soldados que salen de paseo vayan siempre reunidos en grupos a fin de que esta canalla no se atreva a insultarles ni maltratarles.
Mi salud está bien, gracias a Dios, y no me atormenta otra cosa que estar lejos de ti, negra querida, y de mi hijita, a quienes les diera más besitos que los que les he dado hasta ahora. Cuida mucho a esa joyita; mira chola que después de ti no hay nada que quiera más en este mundo.
Estoy impaciente por recibir una carta tuya y supongo que la primera la recibiré bien pronto.
Yo te escribiré siempre.
A mi suegra, Jesús,168 la abadesa y demás familia muchos recuerdos.
Recibe un fuertísimo beso de tu marido que te adora.
Manuel
***
Arequipa, noviembre 29/1874
Mi Teresa:
Ninguna noticia importante tengo que comunicarte. Ayer debe haber hecho la división de Rivarola un reconocimiento riguroso del campamento enemigo; pero hasta ahora no tenemos noticias del resultado. Esa división tiene orden terminante de no abandonar sus posiciones, y aun cuando en los ataques que haga llegue a desalojar a los contrarios de las que ocupan, no debe ocuparlas ella sin regresar a su campamento. Para dar el ataque definitivo se espera que la división de Montero haya llegado a las alturas de Torata por el lado de Puno. Según las medidas que se habían tomado esa división debía llegar muy pronto al término de su viaje; pero hoy se han recibido noticias de que todavía no había podido salir de Puno.
Hace pocas horas acabo de recibir la orden de partir para esa ciudad. Mañana a las seis de la mañana debemos estar en la estación del ferrocarril.
Los negros y zambos de Lima tienen que divertirse con el frío de esas regiones. Creo que nuestra permanencia allí no pasará de cuatro o cinco días.
Hoy estuve con Pardo y algunas otras personas en Tingo y Sachaca, lugarcitos de campo y baños bastante bonitos, y en donde en esta estación están muchas familias de Arequipa.
Hoy me mandó una tarjeta la señora de Canseco, y esta noche estuve en su casa con Ramón Pacheco.169 Conocí a la familia de este en Tingo; el padre estuvo muy amable conmigo.
Me acaba de mostrar Manuel un párrafo de la carta que escribe a su padre llena de mozenadas [sic].
He visto hace dos o tres horas la carta de Jesús a Manuel. Supongo que tú me habrás escrito y como puedes calcular, deseo ardientemente...
Índice
- Palabras iniciales
- Nota de los editores
- Estudio preliminar
- Epistolario de Manuel Candamo
- Parte primera: cartas a su esposa (1874-1903)
- Parte segunda: correspondencia con sus hijos (1880-1884)
- Parte tercera: correspondencia con sus hermanos y con otros parientes (1873-1904)
- Parte cuarta: otros corresponsales (1875-1904)
- Publicaciones periódicas
- Bibliografía