CAPÍTULO XIX
TESTIMONIO DE LAS MADRES DURANTE SU PERÍODO DE AMAMANTAMIENTO
CAMILA LUCCHINI RAIES
Objetivos:
■ Conocer, desde la perspectiva de las madres, cuáles son las dificultades que experimentan con el amamantamiento.
■ Dimensionar la importancia del apoyo del equipo de salud en la comprensión y acogida de los problemas vividos por las madres que amamantan a sus hijo(as).
Con la finalidad de entregar algunos elementos que aproximen a los profesionales de la salud a la comprensión del fenómeno vivido por las madres al amamantar a sus hijos(as), en este capítulo se analizan las respuestas obtenidas a través de las entrevistas en profundidad, que permitieron develar este fenómeno y comprender la experiencia vivida por madres que presentan dificultades durante el proceso de amamantamiento.
La pregunta que guió las entrevistas fue: ¿Qué ha significado para usted el haber vivido dificultades con el amamantamiento de su hijo(a)?
Las participantes fueron 10 mujeres que asistieron a la clínica de lactancia de un Centro de Salud Pediátrico Ambulatorio, perteneciente a una red de salud privada universitaria.
Características sociodemográficas de las participantes
Las madres que participaron en este estudio fueron, en su mayoría, mujeres casadas (9), con estudios universitarios o técnicos superiores y su edad se encontraba en un rango entre 18 y 41 años (31 años en promedio). Sólo dos de ellas habían tenido un hijo(a) anteriormente, por lo tanto, la mayoría eran madres primerizas. Las que habían sido madres con anterioridad, habían tenido una buena experiencia de lactancia con su primer niño(a), siendo la causa del destete la disminución en la producción de leche, alrededor de los siete meses de vida.
En relación a los niños(as), estos tenían en promedio cuatro meses y medio de edad (rango: 2,5 a 14 meses), al momento de la entrevista. La edad gestacional al parto fue en promedio 38.5 semanas (rango: 34 a 40.5), seis de ellos nacieron por parto normal y cuatro por cesárea. Todos tuvieron contacto piel con piel precoz con su madre, excepto un caso, en donde el parto fue gemelar y de pretérmino. Ocho de los niños(as) nacieron en maternidades de centros hospitalarios privados y dos en hospitales públicos.
Los problemas por los cuales consultaron a la clínica de lactancia fueron múltiples, algunos centrados en la madre, otros en el niño(a) y en algunos casos en ambos. Los problemas de las madres eran: grietas del pezón, congestión, micosis mamaria y amamantamiento de gemelos. En el caso de los niños(as) sus dificultades eran: succión disfuncional, disminución o lento incremento de peso y dificultad en el acoplamiento.
Para las madres participantes de este estudio, la experiencia de vivir dificultades con el amamantamiento significó vivenciar un proceso de frustración y sufrimiento acompañado de altos niveles de angustia que las movilizó, cada cual a su manera, a poner en marcha medidas concretas para recuperar su lactancia. Dicho proceso se fue develando en unidades de significado, que se agruparon en cinco: (1) Reconociendo las dificultades con el amamantamiento, (2) el impacto emocional al no poder amamantar, (3) el significado de la motivación para superar la dificultad y para pedir ayuda, (4) el significado del apoyo en la recuperación de la lactancia y (5) el proceso de transición desde el estrés al empoderamiento en la toma de decisiones (Figura n°2).
Para ser fieles a los relatos de las madres, se presenta el análisis de cada una de estas unidades de significado y sus dimensiones, en torno a lo referido por las mismas participantes.
Figura n°2: Significados atribuidos al proceso de recuperación de la lactancia materna
Reconociendo las dificultades en la recuperación de la lactancia
Las madres entrevistadas relatan que uno de los primeros significados que le atribuyen al hecho de haber presentado problemas para amamantar a sus hijo(as), es el reconocimiento de las dificultades a las cuales se enfrentan.
Estas dificultades se centran en la madre y/o en el niño(a), siendo las mismas mujeres las que identifican el momento en que el problema se presenta.
En relación a los problemas que se centran en la madre, estos corresponden a la falta de conocimientos y habilidades en torno al amamantamiento, lo que les impide sentirse seguras frente a su propio cuidado y al de su hijo(a), sobretodo en lo que a la alimentación se refiere. Al respecto una de las participantes relata:
“Me costaba dar papa por el sentido que me costó mucho entender el tema de cuánto se demoraba la guagua en sacar la leche de la pechuga y entender que el tema no era tan cuadrado. Yo creo que ese fue mi problema. O sea, que la guagua se podía demorar cinco minutos en una y en la otra diez. Me costó entender cómo era físicamente la pechuga, cuándo se desaguaba. Entender que cuando estaba como suelta era que no tenía leche, que cuando estaba más dura era que quedaba leche todavía. Eso me costaba en el fondo, conocerme un poco cómo estaban actuando mis pechugas. Eso yo te diría que ha sido lo que más me ha costado de dar papa, conocerme, conocer mis propias pechugas, cuando están con leche, cuando están sin, y cuánto tiempo necesitaba la MJ para desaguar las dos pechugas. Yo creo que al principio lo que más me costaba, era entender cuántos minutos tenía que tomar la M.J por pechuga, cuánto se demoraba en vaciar una pechuga con otra”.
Cuando las dificultades las presentan los niños(as), tienden a centrarse en problemas físicos. Como por ejemplo boca muy chica en relación al pezón y aréola materna; problemas nutricionales en relación al lento incremento de peso y en algunos casos dificultad para acoplarse al pecho.
“Entonces en el minuto en que yo quería que él… [toma aire] se acoplara a la pechuga, no había caso porque no podía. No era capaz de poder succionar bien el pezón. Al meterle un dedo chico se notaba que succionaba, pero el pezón no era lo suficientemente grande o largo para él, para que pudiera succionar y no había caso. Yo lo ponía y finalmente era como que le aplastaba la cabeza contra la pechuga, pero no, no había caso porque se le salía, se le resbalaba, como que la lengua no la ponía bien. Sin embargo, un chupete sí lo agarraba bien”.
Las madres son capaces de darse cuenta del momento en que se inician las dificultades centradas en el niño(a) o en ellas mismas. Algunas de ellas refieren que los problemas comenzaron desde el minuto en que el niño(a) nació; otras, durante los primeros días postparto, cuando aún se encontraban en la maternidad; otras, una vez que llegaron a sus casas; y para algunas el problema se presentó en el primer control de salud del niño(a).
“Desde que nació. Sí, [suspira] o sea, desde el minuto en que yo tuve a la guagua. Me la trajeron a las dos horas después, para que tomara el calostro y todo eso… y no había caso que se agarrara. Entonces, yo claro me apretaba la pechuga para que le cayeran gotitas, pero él no succionaba”.
“En el primer control. Sí, en el control de los diez días cuando la A me dijo: ‘con tres kilos…’ Ahí yo ya me urgí, pero me dijo: ‘relájate porque puede ser que te bajara leche después’. Ahí ya quedé como con la bala pasada. Y el lunes, o sea dos días después, cuando fuimos y había bajado, ahí ya caché que la cosa iba mal. Ahí como que me preocupé, porque ese fin de semana le había estando dado papa cada tres horas. La estaba despertando para la papa de las tres de la mañana y así todo, había subido cincuenta gramos. Como que ahí dije, ya, de verdad mi leche es mala”.
La identificación de la dificultad, por parte de las madres, se vive como un proceso, que se desarrolla en un ambiente cargado de sentimientos que generan un gran impacto, relacionado con el significado de no poder amamantar a su hijo(a). Este impacto emocional, se constituye en la segunda unidad de significado.
Impacto emocional al no poder amamantar a su hijo(a)
Una vez que son capaces de reconocer e identificar las dificultades por las cuales atraviesan y el momento en que estas se presentan, las madres entrevistadas comienzan a vivir un período cargado de emociones relacionadas con la imposibilidad de amamantar a sus hijos(as). El significado del impacto emocional se devela como un proceso que transcurre a través de los sentimientos que se generan en las madres ante la dificultad para superar los problemas.
Los sentimientos que se generan ante la dificultad son emociones negativas en relación a la experiencia, como es la angustia; la desesperación ante el desconocimiento y falta de información; la inseguridad y confusión frente a la situación que están viviendo; la frustración como madre frente a la posibilidad de no poder amamantar a su hijo(a); tristeza y rabia consigo misma por ser incapaz de dar respuesta a las necesidades de su hijo(a); sentimiento de culpa por no poder alimentar con su propia leche a su hijo(a) y no poder cumplir su expectativa y con la de su entorno; sentimiento de desgaste y cansancio tanto físico como psicológico, por todos los esfuerzos para que el amamantamiento resultara y, por último, en algunas de ellas, el miedo a repetir la historia de fracaso de su madre.
La angustia que las madres refieren tiene relación al estrés que les generaba enfrentarse al momento del amamantamiento, pues percibían que este era difícil, tanto para ellas como para sus hijos(as):
“Cada vez que tenía que darle pechuga era una angustia tremenda. Como ‘¡ay! [imitando voz de cansancio y angustia] de nuevo toca la hora de la pechuga’. Era una angustia enorme, porque uno de repente tiende a manejar todas las cosas y a poder saber cómo manejarlas. Pero en este caso no, no tenía la respuesta, no tenía las herramientas, no tenía cómo… [suspira largamente] cómo poder hacerlo. Porque no se compra, o sea, solamente es con dedicación tuya. Y depende también mucho de la guagua, que tampoco sabe. Entonces era como una angustia mía, de autoexigencia más que nada y autoexigirse para que resulte, pero resulta que no resultaba”.
Entonces, se genera en ellas también una desesperación ante el desconocimiento y falta de información, en relación a qué es lo que deben o no deben hacer, para superar las dificultades a las que se ven enfrentadas. Algunas de ellas lo relatan de la siguiente manera:
“Al principio, una desesperación atroz, porque como mamá primeriza, no tenía idea a lo que iba. Me sentía súper desamparada de no poder darle pechuga, que él no tomara, que no agarrara el pecho y todo eso. Era como desesperación más que nada. Finalmente fue eso, porque yo no tenía idea tampoco a lo que iba”.
Esta falta de información o desconocimiento, va acompañada de una sensación de inseguridad y desorientación frente a la situación que están viviendo. Pues, al no tener claro a quién recurrir para pedir ayuda, se ven bombardeadas de información de distintas fuentes, la que muchas veces es contradictoria, y aumenta aún más su desesperación y angustia.
“Entonces me sentía súper perdida en ese lado, porque no sabía cuál era como la media. Cuánto era lo normal demorarse en darle pecho a la guagua y me sentía que lo estaba haciendo súper mal, la verdad. O sea, yo pensaba que era la torpe que me demoraba mucho rato, o a veces que lo estaba haciendo bien. Ese sentimiento me pasaba a mí, que me sentía como súper insegura en el tema, sentía que no entendía nada. Me sentía súper perdida e insegura, como pisando huevos todo el rato. La gente decía algo, otra gente decía otra, entonces eso me confundía muchísimo”.
Otro sentimiento que describen varias de las madres entrevistadas, es la frustración y la sensación de estar fallando como madre, ya que piensan que el hecho de ser capaces de alimentar con su propia leche al hijo(a) constituye una esencia del rol de madre.
“La sensación que sentí era como una frustración. Sentía que si yo no le podía dar pecho, era una mala madre, eso es. O sea, si no le doy pecho soy mala madre. No sólo lo estaba privando de los beneficios de la leche, sino que del apego. Estaba llena de temores en el fondo, no sé… de fallarle como mamá. Y lo otro que frustra es sentir que uno tiene leche, que tiene una buena calidad de leche para alimentarlo y que no se la puedes dar. Entonces, el sentir que eres una fuente de pura riqueza para entregarle a tu hijo, pero que no se la puedes dar y que está ahí. O sea, no era que no tuviera leche, o una leche mala, no. Era rico lo que yo tenía que entregar y no podía entregárselo, y eso también me deprimió bastante”.
Entonces, esta frustración se acompaña también de sentimientos de tristeza y culpa, que emergen cuando las madres toman conciencia de que se están sintiendo frustradas, al no poder cumplir con su rol de madre y no poder satisfacer las necesidades de sus hijos(as). Tal como lo relatan algunas de las participantes:
“Me acuerdo que lo pasé muy mal, como que no me gustó. Sentí que todo lo que el mundo contaba como algo tan lindo, a mí no se me estaba presentando así. Yo no lo encontré tan lindo. La verdad es que en esos momentos yo me sentía triste, lo que me generaba mucha culpa porque se supone que cuando una tiene guagua debería estar feliz”.
De esta manera, la gran carga emocional que les genera el enfrentarse a una lactancia dificultosa, va desarrollando un proceso que es muy desgastante y cansador para las madres, tanto física como psicológicamente:
“El darle papa, para mí era un sacrificio porque significaba una hora. Me demoraba una hora, no sé, cuarenta y cinco minutos en una pechuga y cuarenta y cinco en otra. Ya sabía que me iba a demorar dos horas. Entonces para mí era un proceso súper desgastador y para J [marido] también, porque después de eso había que mudar y sacar flatos y todo el cuento”.
“Me sentía menos independiente, porque como tenía que ir al aparatito a sacarme la leche y no podía darle directamente, porque tenía el pecho roto, entonces sentía que no podía salir más con el bebé porque se me descargaba este lado y ya no podía funcionar la otra [mama]. Además, todo el show que significaba el uso de las mamaderas. Que lavar una, que lavar el saca leche, que volver a ponerlo, que no se qué, que a media noche… Entonces estaba aburrida y cansada”.
Finalmente, algunas de las madres mencionan sentir miedo a repetir la historia de fracaso de sus propias madres, atribuyéndole un componente más de estrés a la situación vivida, lo que las atemoriza e inseguriza aún más.
“Yo tenía miedo de que me pasara lo que a mi mamá, porque mi mamá nunca tuvo leche con ninguno de mis hermanos. Entonces yo juraba que a mí también me iba a pasar lo mismo, que iba a dar papa un mes y que después iba a tener que darle relleno. Entonces, cuando me enchufaron el relleno, cuando la MJ empezó con hambre, dije: ‘tate, igual que mi mamá’. A los diez días del relleno dije: ‘ya, estoy frita, se me va a cortar la leche al mes’. Como que me pesaron los fantasmas. Además, había tenido una cesárea igual que mi mamá, como que todo había sido tan parecido a mi mamá, que dije: ‘ya, aquí fregué, o sea igual’. Me da miedo no tener leche, siempre tuve ese miedo”.
Significado de la motivación para superar la dificultad y para pedir ayuda
A pesar de todos los sentimientos que genera en estas mujeres el no poder amamantar a sus hijos(as), existe una motivación que las moviliza a decidir superar estas dificultades. Para todas, la gran motivación es el bienestar y el desarrollo integral de su hijo(a), pues saben que lo mejor que le pueden entregar es su propia leche, debido a todos los beneficios que esta le aporta. Además, valoran la relación de apego con su hijo(a) que se desarrolla a través de la lactancia. Algunas de las madres, relatan lo vivido al respecto:
“Porque sé que es lo mejor para ella, más que nada, lo hago por la MJ. O sea, porque además ahora me encanta dar papa. Claro, en un minuto cuando me enchufaron la sonda, todo el mundo me decía: ‘¡ay! ¿pero cómo?, ¡chao! nadie es mejor mamá o menos mamá si le enchufas la mamadera con relleno. ¿Para qué te complicas la vida?, ¡córtate...