Las diosas de cada mujer
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Las diosas de cada mujer

Una nueva psicología femenina

  1. 416 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Las diosas de cada mujer

Una nueva psicología femenina

Descripción del libro

Dismantling powerful cultural stereotypes, this seminal feminist text reveals the powerful forces that influence women. The Jungian psychological perspective of this book, whose English publication has been referred to in mythological, psychological, literary, dramatic, and women's studies contexts, offers alternatives to the restrictive dichotomies of masculine/feminine, mother/lover, careerist/housewife. Seven archetypal goddesses, or personality types, are the basis of this discussion, from the autonomous Artemis and the cool Athena to the nurturing Demeter and the creative Aphrodite. Al igual que es difícil para las mujeres comprender los poderosos efectos de los esteriotipos culturales, es probable que también sean inconscientes de las fuerzas internas que influyen en qué hacen, cómo se sienten, y por qué son distintas de otras mujeres. Este libro explica que cuando una mujer comprende sus propios patrones internos puede llegar a superar toda una serie de dicotomías restrictivas, tales como: masculino/femenino, madre/amante, profesional/ama de casa, etc. Estos patrones internos toman la forma de siete diosas arquetípicas que son otros tantos tipos de personalidad, desde la autónoma Artemisa y la fría Atenea hasta la nutritiva Deméter y la creativa Afrodita.

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Información

Año
2005
ISBN del libro electrónico
9788472457652
Edición
1
Categoría
Psicología

1. Las diosas como imágenes internas

A mi amiga Ann le pusieron en los brazos una frágil bebe, una «bebé azul», con un defecto cardíaco congénito. Ann estaba conmovida mientras sostenía aquella pequeña recién nacida y le miraba la cara. También sintió un intenso dolor en el centro del pecho bajo el esternón. En unos instantes, ella y aquella bebé habían forjado un vínculo. Después, Ann visitó a la pequeña con regularidad y mantenía el contacto todo el tiempo que le era posible. La criatura no sobrevivió a una operación de corazón. Solo vivió unos meses, pero causó una profunda impresión en Ann. En aquel primer encuentro había evocado una imagen interna empapada de emoción que se depositó en lo más profundo de su psique.
En 1966, Anthony Stevens, escritor y psiquiatra, estudió los lazos de cariño de la infancia en el Centro de Bebés Metera, cerca de Atenas, en Grecia. Lo que observó que sucedía entre las nodrizas y estas criaturas huérfanas era análogo a la experiencia de Ann. Descubrió que se establecía un vínculo especial entre un bebé y una nodriza determinada a través de un deleite y una atracción recíprocos, proceso parecido al de enamorarse.
Las observaciones de Steven contradicen la «teoría del amor interesado», que postula que los lazos se crean entre madre e hijo a causa de los cuidados y del sustento. Steven descubrió que al menos un tercio de los bebés se encariñaban con nodrizas que no les habían proporcionado cuidados rutinarios, o muy pocos, antes de que se estableciese el vínculo de afecto. Después, invariablemente, la nodriza hacía mucho más por la criatura, normalmente porque llegaba a responder recíprocamente al cariño, pero también porque el bebé solía rechazar ser atendido por otra nodriza, cuando la «suya» estaba cerca.1
Algunas nuevas madres experimentan un cariño inmediato por sus recién nacidos; brota en ellas un amor fieramente protector y una ternura profunda hacia esa criatura cuando tienen en sus brazos al indefenso bebé al que acaban de dar a luz. Nosotros decimos que el bebé evoca el arquetipo de madre en tales mujeres. Para otras nuevas madres, sin embargo, el amor maternal se desarrolla a lo largo de varios meses, y se hace evidente cuando el bebé tiene ocho o nueve meses.
Cuando tener un bebé no activa «la madre» en una mujer, la mujer suele saber que no está sintiendo lo que otras madres sienten, o algo que ella misma ha sentido por otro niño. El bebé echa en falta una conexión vital cuando no es activado el arquetipo de «la madre», y sigue anhelando que se establezca (aunque, como ocurría con las nodrizas del orfanato griego, este patrón arquetipo madre-hijo puede ser realizado a través de una mujer que no sea la madre biológica). Y el anhelo de este cariño puede continuar durante la época adulta. Una mujer de cuarenta y nueve años, que estaba en un grupo de mujeres conmigo, lloraba mientras hablaba de la muerte de su madre, porque estando su madre ya muerta nunca podría desarrollarse esa deseada conexión.
Lo mismo que «la madre» es una manera de ser profundamente sentida que un niño puede activar en una mujer, cada niño está «programado» para buscar una madre. Tanto en la madre como en el hijo (y por lo tanto en todos los seres humanos), la imagen de la madre se asocia a una conducta maternal y a la emoción. Esta imagen interna activa en la psique —una imagen que determina inconscientemente el comportamiento y las respuestas— es un arquetipo.
«La Madre» es solo uno de los muchos arquetipos —o papeles latentes e internamente predeterminados— que pueden activarse en una mujer. Cuando reconocemos los diferentes arquetipos podemos ver con más claridad lo que está actuando en nosotros/as y en los demás. En este libro introduciré arquetipos que están activos en las psiques de las mujeres, y que están personificados como diosas griegas. Por ejemplo, Deméter la diosa maternal, es una encarnación del arquetipo de la madre. Las otras son Perséfone (la hija), Hera (la esposa), Afrodita (la amante), Artemisa (la hermana y rival), Atenea (la estratega) y Hestia (la mantenedora del hogar). Como nombres para los arquetipos, por supuesto, las diosas son útiles únicamente cuando las imágenes se ajustan a los sentimientos de la mujer, ya que los arquetipos no tienen realmente nombres.
C.G. Jung introdujo el concepto de arquetipos en la psicología. Él consideraba los arquetipos como pautas de comportamiento instintivo comprendidas en un inconsciente colectivo. El inconsciente colectivo es la parte del inconsciente que no es individual sino universal, con contenidos y modos de comportamiento que son más o menos los mismos en todas partes y en todas las personas.2

Las diosas como arquetipos

A la mayoría de nosotros se nos enseñó algo acerca de los dioses y las diosas del monte Olimpo en algún momento en la escuela y hemos visto estatuas y pinturas de ellos. Los romanos veneraban estas mismas deidades, dirigiéndose a ellas con sus nombres latinos. Los dioses del Olimpo tenían atributos muy humanos: su conducta, reacciones emocionales, apariencia y mitología nos proporciona patrones que se asemejan a la conducta y actitudes humanas. También nos son familiares porque son arquetípicos; es decir, representan modelos de ser y de actuar que reconocemos a partir del inconsciente colectivo que todos compartimos.
Los más famosos de ellos eran los doce dioses del Olimpo: seis dioses —Zeus, Poseidón, Hades, Apolo, Ares, Hefestos— y seis diosas —Hestia, Deméter, Hera, Artemisa, Atenea y Afrodita. Una de las doce, Hestia (diosa del Hogar) fue sustituida por Dionisos (dios del vino), cambiando así el equilibrio hombre/mujer en siete dioses y cinco diosas. Los arquetipos de las diosas que describo en este libro son las seis diosas del Olimpo: Hestia, Deméter, Hera, Artemisa, Atenea y Afrodita, más Perséfone, cuya mitología no se puede separar de la de Deméter.
He dividido estas siete diosas en tres categorías: las diosas vírgenes, las diosas vulnerables y las diosas alquímicas (o transformadoras). Las diosas vírgenes fueron puestas juntas en la antigua Grecia. Las otras dos categorías son clasificaciones mías. Las formas de conciencia, los papeles favorecidos y los factores motivadores son las características que distinguen a cada grupo. Las actitudes hacia los demás, la necesidad de cariño y la importancia de las relaciones son también claramente diferentes en cada categoría. Las diosas que representan las tres categorías requieren ser expresadas por algún lado en la vida de una mujer para que esta pueda amar profundamente, trabajar con sentido, y ser sensual y creativa.
El primer grupo que se encontrará en estas páginas son las diosas vírgenes: Artemisa, Atenea y Hestia. Artemisa (a la que los romanos llamaron Diana) es la diosa de la caza y de la luna. Sus dominios eran las tierras vírgenes. Era la arquera de disparo certero y la protectora de la juventud de todas las cosas vivientes. Atenea (conocida como Minerva por los romanos) era la diosa de la sabiduría y la artesanía, patrona de Atenas, ciudad que tomó su nombre, y protectora de numerosos héroes. Normalmente se la representaba llevando una armadura y era conocida como la mejor estratega en las batallas. Hestia, la diosa del hogar (la diosa romana Vesta), era la menos conocida de todas las diosas del Olimpo. Estaba presente en las casas y en los templos como fuego en el centro del hogar.
Las diosas vírgenes representaban la cualidad de independencia y autosuficiencia en las mujeres. Por el contrario de las demás diosas del Olimpo, estas tres no podían enamorarse. Los apegos emocionales no les desviaban de lo que consideraban importante. No eran victimizadas y no sufrían. Como arquetipos, expresan la necesidad de autonomía en las mujeres y la capacidad que estas tienen de centrar su conciencia en lo que tiene sentido personalmente para ellas. Artemisa y Atenea representan la actitud de ir directamente a los objetivos y el pensamiento lógico, que hacen de ellas los arquetipos orientados hacia el logro. Hestia es el arquetipo cuya atención está enfocada hacia dentro, hacia el centro espiritual de la personalidad de una mujer. Estas tres diosas son arquetipos femeninos que persiguen sus metas de manera activa. Amplían nuestro concepto de los atributos femeninos para incluir la competencia y la autosuficiencia.
Al segundo grupo —Hera, Deméter y Perséfone— le llamo las diosas vulnerables. Hera (conocida como Juno por los romanos) era la diosa del matrimonio. Era la esposa de Zeus, el dios que reinaba sobre los dioses del Olimpo. Deméter (la diosa romana Ceres) era la diosa de las cosechas. En su mito principal se enfatizaba su papel de madre. Perséfone (en latín, Proserpina) era la hermana de Deméter. Los griegos la llamaban también Koré, «la doncella».
Las tres diosas vulnerables representan los papeles tradicionales de la esposa, la madre y la hija. Son los arquetipos orientados hacia las relaciones, cuyas identidades y bienestar dependen de tener una relación significativa. Expresan las necesidades de las mujeres de afiliación y vinculación. Están armonizadas con otras personas y son vulnerables. Estas tres diosas son violadas. Cada una sufrió a su manera al romperse o deshonrarse una relación afectiva, y mostraron síntomas similares a los de una enfermedad psicológica. Cada una de ellas también evolucionó, y puede proporcionar a las mujeres una comprensión interna de la naturaleza y pauta de las propias reacciones que deben abandonarse, y el potencial para el crecimiento interno mediante el sufrimiento inherente a cada uno de estos tres arquetipos de diosas.
Afrodita, diosa del amor y de la belleza (más conocida por su nombre romano como Venus), se encuentra por derecho propio en la tercera categoría de las cosas alquímicas. Era la más bella e irresistible de las diosas. Tuvo muchas aventuras y numerosa descendencia procedente de sus numerosas relaciones. Creaba amor y belleza, atracción erótica, sensualidad, sexualidad y nueva vida. Entablaba relaciones por decisión propia y nunca fue victimizada. Así pues, siempre mantuvo su autonomía como diosa virgen y tuvo relaciones como diosa vulnerable. Su conciencia era receptiva y al mismo tiempo estaba concentrada, lo que permitía un intercambio en dos direcciones, que le afectaba tanto a ella como a la otra persona. El arquetipo de Afrodita motiva a las mujeres a perseguir intensamente las relaciones más que la permanencia, a valorar el proceso creativo y a estar abiertas a cambiar.

El árbol de la familia

Para apreciar mejor quiénes son las diosas y qué relaciones tienen con otras deidades, situémoslas primero en su contexto mitológico. En esto estamos en deuda con Hesiodo (700 años aproximadamente a.C.), que fue el primero que intentó clasificar de manera ordenada las numerosas tradiciones relativas a los dioses. Su principal obra, la Teogonía, es un relato del origen y descenso de los dioses.3
Al principio, según Hesiodo, existía el Caos, el punto de partida. Del Caos surgió Gea (Tierra), el oscuro Tártaro (las más bajas profundidades del mundo subterráneo) y Eros (amor).
Gea, con el género femenino de Tierra, dio luz a un hijo, Urano, que también fue conocido como el Cielo. Después se unió a él para crear, entre otros, a los doce titanes remotos y primordiales poderes de la naturaleza, que fueron venerados en la antigua Grecia. En la genealogía de los dioses de Hesiodo, los titanes constituían una temprana dinastía gobernante, padres y abuelos de los dioses del Olimpo.
Pero, Urano, la primera figura patriarcal o paterna de la mitología griega, se sentía resentido por los hijos que había engendrado con Gea, de manera que los enterraba en el cuerpo de ella en cuanto nacían. Esto causó gran dolor y congoja a Gea, que llamó en su ayuda a sus hijos, los titanes. Todos tenían miedo de intervenir excepto el menor, Cronos (llamado Saturno por los romanos), que respondió a su llanto de solicitud de ayuda y, armado con la hoz que ella le había dado y el plan que también ella había urdido, se tumbó a la espera de su padre.
Cuando Urano llegó para yacer con Gea, derramándose en ella, Cronos tomó la hoz, cortó los genitales de su padre y los arrojó al mar. Cronos se convirtió entonces en el dios masculino más poderoso. Junto a los titanes gobernó el universo y creó nuevas deidades. Muchas representaban elementos presentes en la naturaleza, como los ríos, los vientos y el arco iris. Otros eran monstruos, que personificaban el mal o ciertos peligros.
Cronos se emparejó con su hermana titán, Rea. De su unión nació la primera generación de los dioses del Olimpo, Hestia, Deméter, Hera, Hades, Poseidón y Zeus.
Una vez más, el progenitor patriarcal —esta vez, Cronos—, intentó eliminar a sus hijos. Prevenido de que estaba destinado a ser destronado por su propio hijo, y determinado a que esto no sucediera, se tragó a cada uno de sus hijos nada más nacer, sin siquiera mirar si el recién nacido era niño o niña. En total, se comió a tres hijas y a dos hijos.
Abatida por el dolor ante el destino de sus hijos e hijas, y encinta de nuevo, Rea recurrió a Gea y a Urano para que le ayudaran a salvar al último y castigaran a Cronos por haber castrado a Urano y haberse comido a cinco hijos. Sus padres le aconsejaron ir a Grecia cuando llegase el momento del parto y engañar a Cronos envolviendo una piedra en los pañales. En su apresuramiento, Cronos se tragó la piedra pensando que era el bebé.
Este último niño salvado fue Zeus, que, naturalmente, destronó posteriormente a su padre y llegó a gobernar sobre los mortales y sobre los dioses. Después de ser criado en secreto, engañó a su padre para que vomitase a sus hermanos y hermanas. Con la ayuda de estos, Zeus se embarcó en una larga lucha por la supremacía, que terminó con la derrota de Cronos y de los titanes y con su reclusión en las mazmorras del Tártaro.
Tras su victoria, los tres dioses hermanos —Zeus, Poseidón y Hades— echaron suertes para dividirse el universo. Zeus ganó el cielo, Poseidón, el mar, y Hades, el mundo subterráneo. Aunque se suponía que la tierra y el monte Olimpo constituían un territorio compartido, Zeus consiguió extender su ley a estas zonas. Las tres hermanas —Hestia, Deméter y Hera— no poseían derechos de propiedad, conforme a la naturaleza patriarcal de la religión griega.
Mediante sus relaciones sexuales, Zeus engendró la nueva generación de deidades: Artemisa y Apolo (dios del sol) eran hijos de Zeus y Latona, Atenea era hija de Zeus y Metis, Perséfone, hija de Deméter y Zeus, Hermes (el dios mensajero) era hijo de Zeus y Maia, mientras que Ares (dios de la guerra) y Hefestos (dios de la forja) eran hijos de su real consorte, Hera. Existen dos historias sobre el origen de Afrodita: en una, es la hija de Zeus y Dione; en otra, era anterior a Zeus. Zeus engendró a Dionisos en una relación con una mujer mortal, Semele.
Al final del libro se da una lista de personajes: resúmenes biográficos de dioses y diosas, en orden alfabético, como ayuda para mantenerse al tanto de quién es quién en la mitología griega.

Historia y mitología

La mitología que dio lugar al nacimiento de las diosas y dioses griegos surgió de acontecimientos históricos. Es una mitología patriarcal que exalta a Zeus y a los héroes, y que refleja el encuentro y el sometimiento de pueblos que tenían religiones basadas en la madre, por parte de invasores que poseían dioses guerreros y teologías basadas en el padre.
Marija Gimbutas, profesora de arqueología europea en la Universidad de California, en L...

Índice

  1. Cubierta
  2. Título
  3. Créditos
  4. Dedicatoria
  5. Prólogo
  6. Agradecimientos
  7. Introducción: Hay diosas en cada mujer
  8. Capítulo 1 - Las diosas como imágenes internas
  9. Capítulo 2 - Activando las diosas
  10. Capítulo 3 - Las diosas vírgenes: Artemisa, Atenea y Hestia
  11. Capítulo 4 - Artemisa: Diosa de la caza y de la luna, rival y hermana
  12. Capítulo 5 - Atenea: Diosa de la sabiduría y de la artesanía, estratega e hija del padre
  13. Capítulo 6 - Hestia: Diosa del hogar y de los templos, mujer sabia y tía soltera
  14. Capítulo 7 - Las diosas vulnerables: Hera, Deméter y Perséfone
  15. Capítulo 8 - Hera: Diosa del matrimonio, artífice del compromiso y esposa
  16. Capítulo 9 - Deméter: Diosa de las cosechas, nutridora y madre
  17. Capítulo 10 - Perséfone: La doncella y reina del mundo subterráneo, mujer receptiva e hija de la madre
  18. Capítulo 11 - Las diosas alquímicas
  19. Capítulo 12 - Afrodita: Diosa del amor y de la belleza, mujer creativa y amante
  20. Capítulo 13 - ¿Qué diosa consigue la manzana de oro?
  21. Capítulo 14 - Hay una heroína en cada mujer
  22. Apéndice: Quién es quién en la mitología griega
  23. Notas
  24. Bibliografía
  25. Sumario