TERCER ACTO
GIULIANA ¡Pietro!
PIETRO Aquí estoy.
GIULIANA Vittoria no ha vuelto aún.
PIETRO ¿Cómo que no ha vuelto aún?
GIULIANA No ha vuelto aún, desde ayer, después del peluquero. Cuando saliste a cenar me bebí un vaso de leche y me fui a la cama. Esta mañana, justo después de que te fueras, le he dado a la campanilla y no ha respondido nadie. Me he levantado y he mirado por toda la casa, pero no aparece por ninguna parte.
PIETRO ¿Llamamos a la policía?
GIULIANA No. La portera dice que igual ha vuelto a casa de la señora Giacchetta. Le gustaba tanto estar en casa de la señora Giacchetta… Allí apenas trabajaba. Aquí me dijo que le gustaba, pero que había mucho que hacer.
PIETRO ¿Que había mucho que hacer? Pero si sólo somos dos y la casa es pequeña…
GIULIANA Sí, pero tú te cambias de camisa dos veces al día. A Vittoria no le gusta planchar. En casa de la señora Giacchetta no tenía que planchar camisas. La señora Giacchetta es viuda.
PIETRO Vaya, lo siento.
GIULIANA ¿Sientes que sea viuda?
PIETRO No, lo siento por Vittoria. Tendremos que buscar otra criada. Llama a una agencia.
GIULIANA ¿No dice todo el mundo que no hay que fiarse de las agencias?
PIETRO ¿Y qué hacemos para comer? Dentro de nada van a llegar mi madre y mi hermana.
GIULIANA Nos queda guiso de carne de ayer. Ya lo he calentado.
PIETRO Mi madre no puede comer guiso de carne, ya te he dicho que tiene una úlcera gástrica…
GIULIANA ¿Y no va bien para la úlcera el guiso de carne con patatas?
PIETRO No. Y aparte tampoco habrá suficiente.
GIULIANA Qué va, por lo menos hay un kilo de carne. Y he llamado a la portera para que me deje un hule. El hule lo tenía que comprar Vittoria en la piazza Bologna.
PIETRO (Mirando bajo el mantel) Esto no es un hule, no es más que una tela encerada.
GIULIANA Sí, la portera la utiliza para cubrir el carrito de su niño. Pero limpia está. Le he dicho que la limpie con estropajo.
PIETRO ¿Y de primero? ¿Qué tenemos de primero?
GIULIANA ¿De primero? ¿De primer plato, dices?
PIETRO Sí.
GIULIANA Nada. Queda un poco de berenjenas al horno con parmesano de anteayer.
PIETRO No le podemos dar a mi madre una comida de platos recalentados. Esto va de mal en peor…
GIULIANA ¿De mal en peor? Está bien… Esta mañana me he levantado tarde y esperaba que estuviera Vittoria. Me da mucha pena que no vuelva. Me gustaba mucho. Charlábamos. Le había contado mi vida entera. (Sale)
Pietro se queda solo, mira de nuevo bajo el mantel y recoge el periódico que hay sobre la alfombra. Recoloca los cubiertos. Suena el timbre. Pietro abre y entran la hermana y la madre.
GINESTRA ¡Oh, qué bonito todo! ¡Una casa preciosa!
MADRE DE PIETRO (Suspirando) Demasiadas escaleras para mi gusto… Yo estoy mal del corazón y las escaleras me cuestan muchísimo. He tenido que pararme tres veces a descansar, para recuperar el aliento. ¿Cómo se te ocurre alquilar una casa sin ascensor?
PIETRO Esta casa nos gustaba, y además teníamos prisa. No podíamos ser muy puntillosos.
MADRE DE PIETRO ¿No podíais ser puntillosos? ¿Y llamas no ser puntilloso a que ni siquiera te importe que haya ascensor para cuando viene a verte tu madre, que tiene el corazón tan frágil?
PIETRO Como habías dicho que no ibas a venir nunca a nuestra casa…
MADRE DE PIETRO ¿Y de verdad eso te hizo pensar que no iba a venir nunca?
GINESTRA No, no tienes el corazón frágil, mamá, tienes un corazón sanísimo, si te hiciste un electrocardiograma hace pocos días…
MADRE DE PIETRO Hay algunos problemas de corazón que no se pueden ver con el electrocardiograma. El pobre Lamberto Genova se hizo un electrocardiograma pocos días antes de morir y no le encontraron nada. Me lo contó la pobre Virginia.
PIETRO ¿Por qué la llamas «pobre»? ¿Es que ha muerto ella también?
MADRE DE PIETRO La pobre Virginia no ha muerto, pero se ha quedado sola. Y en unas condiciones económicas nada buenas. Los hijos no la consuelan demasiado. Uno vive en Persia y el otro se ha liado con una mujerzuela, aunque no se ha casado con ella, gracias a Dios.
PIETRO Ha habido un pequeño inconveniente, nuestra criada, Vittoria, se fue ayer al peluquero y no volvió.
GIULIANA (Entrando) Está casi listo. El arroz está casi a punto.
MADRE DE PIETRO Buenos días, señorita.
GINESTRA Buenos días.
GIULIANA Buenos días.
GINESTRA Estábamos admirando vuestra hermosa casa.
MADRE DE PIETRO Yo creo que la he visto a usted en alguna parte, señorita, ¿dónde ha sido?
GIULIANA Me ha visto en fotografías.
MADRE DE PIETRO No, en esa fotografía no parecía usted. Y por lo demás tampoco es que sea usted muy fotogénica. No, yo la he visto a usted en alguna parte. Soy una gran fisonomista, jamás olvido una cara. ¿Dónde la he visto a usted?
GIULIANA ¿Puedo pedirle que no me llame señorita? Me he casado con su hijo hace una semana…
MADRE DE PIETRO ¿Dónde se han casado, en el juzgado?
GIULIANA Sí.
MADRE DE PIETRO Yo soy católica practicante. Para mí el único matrimonio que tiene valor es el de la Iglesia. Para mí el matrimonio civil no tiene ningún valor. De todos modos puedo llamarla señora si usted quiere.
PIETRO ¿No te gustaría llamarla por su nombre, mamá?
MADRE DE PIETRO ¿Se llama Giuliana?
PIETRO Giuliana.
MADRE DE PIETRO Un nombre pretencioso, habría estado mucho mejor que fuera sencillamente Giulia. ¿Cómo es que le pusieron un nombre tan pretencioso?
GIULIANA Su hija se llama Ginestra, ¿acaso no es pretencioso el nombre de Ginestra?
MADRE DE PIETRO No, Ginestra no es un nombre pretencioso, a mi marido le gustaba mucho Leopardi. La llamamos Ginestra por Leopardi. Y también porque cuando yo estaba embarazada en una ocasión fuimos a un lugar lleno de flores de ginesta hermosísimo. En Rossignano. Aquel año fuimos al pueblecito de Rossignano. ¿De dónde es usted?
GIULIANA De Pieve di Montesecco.
MADRE DE PIETRO ¿Y dónde queda Pieve di Montesecco?
GIULIANA En La Romaña.
MADRE DE PIETRO Ah, en La Romaña… También Rossignano está en La Romaña, ¿conoce Rossignano?
GIULIANA No.
MADRE DE PIETRO ¿No conoce Rossignano? Qué raro, ¿de pequeña nunca la llevaron de vacaciones a Rossignano? ¿Adónde ...