El sueño de vivir sin trabajar
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El sueño de vivir sin trabajar

Una sociología del emprendedorismo, la autoayuda financiera y el nuevo individuo del siglo XXI

Daniel Fridman

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El sueño de vivir sin trabajar

Una sociología del emprendedorismo, la autoayuda financiera y el nuevo individuo del siglo XXI

Daniel Fridman

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El sueño de vivir sin trabajar nos revela un mundo que, contra lo que sugiere la frase, no está hecho de fórmulas mágicas para enriquecerse ni de fantasías de ocio las veinticuatro horas. El sociólogo Daniel Fridman se zambulló durante años en el ámbito de la autoayuda financiera, un género popular que ganó notoriedad con Padre rico, padre pobre, el best seller de Robert Kiyosaki, y con el juego de mesa Cashflow. En torno a ellos se organizaron seguidores que empezaron a encontrarse en foros virtuales y en seminarios y talleres, para aprender las técnicas básicas de las finanzas a fin de transformarse en inversores. Lejos de considerarlos una muestra de exotismo, Fridman descubre en esos grupos las claves para entender, desde otro lugar, el neoliberalismo.El autor explica que para estos grupos no solo se trata de adquirir destrezas técnicas –controlar ingresos y egresos, aprender sobre compra y venta de divisas o sobre inversiones inmobiliarias–, sino de moldearse a sí mismos –sus emociones y deseos, su capacidad de ejercer autocontrol y correr riesgos– como única manera de salir adelante. La meta es dejar de trabajar y vivir de sus inversiones, y para eso deben modificar esa especie de "pecado original" que es la mentalidad de empleado y asumir que su bienestar económico solo depende de ellos. Así, Fridman sostiene que el emprendedorismo es visto cada vez más como una condición del yo que pueden poseer tanto el fundador de una gran empresa como un desempleado que vende comida a domicilio o una conductora de Uber. Sin importar cuál sea su actividad o clase social, el individuo se ve exigido a transformarse en un "empresario de sí mismo" y a descartar los contextos económicos que lo condicionan y que estructuran la desigualdad social.Sin duda, este libro es un aporte extraordinario para comprender el neoliberalismo desde abajo, algo que en general queda afuera del radar. Porque los modos en que calculamos dicen mucho de quiénes somos y quiénes deseamos ser.

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Información

Año
2019
ISBN
9789876299213
1. La autoayuda financiera contemporánea
Como todo concepto amplio que procure incluir un conjunto de componentes heterogéneos, el término “autoayuda financiera” no es perfecto. Básicamente, abarca los elementos que tradicionalmente se consideran pertenecientes al “género de la autoayuda” (recursos −incluidos libros, videos, clases, reuniones grupales, grabaciones de audio, etc.− cuyo objetivo reside en mejorar algún aspecto de la vida), pero solo aquellos dirigidos al ámbito de las finanzas personales. Es evidente que algunas instancias quedan excluidas de esta definición: un libro que trate sobre cómo mejorar la vida amorosa o un programa para mejorar la imagen corporal se inscriben en el género de la autoayuda, pero, sin duda, no de la autoayuda financiera. Un libro de texto sobre microeconomía pertenece al universo del conocimiento económico y financiero, pero nadie lo consideraría de autoayuda. Otros casos, en cambio, son más difíciles de clasificar. Hay algunos recursos para la autoayuda que tocan el tema de la prosperidad y el progreso económico, pero no hacen de las cuestiones económicas su foco principal. También existen, por ejemplo, talleres y sitios web de capacitación para operar en el mercado de valores que podrían no ser de autoayuda per se, aunque constituyen recursos importantes que gozan de gran popularidad entre los usuarios de la autoayuda financiera.
Definir un conjunto de límites estrictos en exceso no resultaría productivo. Utilizo el término “autoayuda financiera” para identificar un conjunto muy fluido de recursos culturales, prácticas, técnicas y conocimientos que constituye más un híbrido que un ámbito con fronteras claras.[14] Prefiero no definir el campo de la autoayuda financiera por sus límites y hacerlo, en cambio, por la presencia, con diversos grados de predominio, de tres rasgos:
  1. Un componente económico técnico: conocimiento técnico más o menos vinculado con la inversión y la contabilidad profesionales.
  2. Un componente emocional o motivacional: técnicas del yo empleadas para diagnosticar y producir cambios en las disposiciones, las actitudes y la conducta con el fin de enfrentar los temores y las emociones vinculadas con la planificación económica, en particular en lo atinente a la toma de riesgos, el manejo de las finanzas personales y los pensamientos acerca del dinero.
  3. Un componente sociológico: teorías sociales sobre el funcionamiento del mundo (la economía, la estructura de clases sociales, etc.) y sobre cuáles deben ser los objetivos de las personas en tales circunstancias.
Al aplicar esta definición, es posible clasificar los recursos para la autoayuda financiera no en función de si se encuentran dentro o fuera de un universo delimitado, sino por su proximidad o distancia de un centro. En ese epicentro, se encuentra el trabajo de Robert Kiyosaki y los grupos inspirados por él. Los productos elaborados por Kiyosaki combinan, sin duda, esas tres dimensiones. El autor provee recursos para incrementar lo que denomina “inteligencia financiera”, como capacitación en bienes raíces y herramientas contables; alienta a sus lectores a revisar su crianza y su subjetividad para identificar las partes de su yo que obstaculizan su progreso financiero; y ofrece una explicación del cambio operado en las sociedades capitalistas, de la “era industrial” a la “era de la información”. Otros gurúes combinan los tres componentes en formas diferentes y con distintas intensidades.
La autoayuda financiera toma prestados buena parte de su discurso y sus saberes de varias formas de conocimiento relacionadas, algunas de las cuales gozan de una legitimidad mayor que otras, entre ellas la economía y las finanzas, el coaching, la bibliografía sobre éxito corporativo, finanzas personales, inversiones profesionales, programación neurolingüística, liderazgo y psicología. Todos estos campos son autónomos; los autores del género de la autoayuda financiera recurren a ellos con frecuencia en busca de legitimidad para sus afirmaciones. Si bien todos ellos están relacionados con la autoayuda financiera, se los debe diferenciar. La bibliografía sobre éxito corporativo, por ejemplo, se vincula estrechamente con la autoayuda financiera en su promoción de la estrategia individual y el pensamiento positivo. No obstante, si bien la autoayuda financiera adopta de ella algo de su tono, desestima de manera explícita el entorno corporativo como sitio adecuado para la búsqueda del éxito financiero. En otras palabras, no consideraría útil ningún recurso que ayude a las personas a alcanzar el éxito dentro de una empresa. La libertad financiera, meta de este tipo de autoayuda, radica, precisamente, en liberarse de las restricciones de ese mundo, no en dominar el modo de ascender en el escalafón empresarial.
El campo de las finanzas personales o las finanzas del hogar se encuentra muy próximo a la autoayuda financiera. Ambos promueven un presupuesto familiar equilibrado y prácticas minuciosas de registro de gastos. Sin embargo, la autoayuda financiera no es solo finanzas personales: promueve la autorregulación en las prácticas de gasto solo como una parte de la búsqueda de riqueza, éxito y, en última instancia, libertad financiera. Lograr un presupuesto equilibrado y finanzas personales saludables se considera un objetivo muy limitado, quizás un paso en el camino hacia la libertad financiera y una señal de incremento de la inteligencia financiera. Pero, para autores como Kiyosaki, solo los “perdedores” se conformarían con esa única meta.
Quienes no conocen este género muchas veces creen que los libros de autoayuda financiera no son más que una versión más elegante de los viejos y conocidos programas para hacerse rico rápidamente (get-rich-quick schemes), por lo general dudosos y fraudulentos. Sin embargo, tanto los autores como los líderes de los grupos y los usuarios en general destacan que no se trata de eso. Surge así una paradoja. Aquellos programas están presentes en el mundo de los usuarios y entusiastas de la autoayuda financiera. Abundan los infomerciales que se emiten a última hora por televisión en los que se promete que, sin conocimientos financieros y con solo hacer clic en algunos botones, es posible hacerse rico en poco tiempo. También pululan los esquemas piramidales que prometen multiplicar el ingreso de la noche a la mañana. Si bien esos programas emplean muchas veces discursos similares, tienen poco que ver con el discurso central de la autoayuda financiera que examino en este libro. Ambos enfoques argumentan que cualquiera puede ser rico si en verdad lo desea, pero los caminos a la riqueza que cada uno de ellos propone son muy diferentes. La mayoría de los recursos de autoayuda financiera hace hincapié en que volverse rico es difícil, y deja en claro que los programas para hacerse rico de la noche a la mañana son ilusorios. Por ejemplo, en Padre rico, padre pobre, Kiyosaki señala:
Desearía poder decir que la adquisición de riqueza fue fácil para mí, pero no fue así. […] Yo creo que todos tenemos un genio financiero dentro de nosotros. El problema es que ese genio propio yace dormido a la espera de ser despertado. Yace dormido porque nuestra cultura nos ha educado en la creencia de que el amor al dinero es la raíz de todo mal. Nos han alentado a aprender a desarrollar una profesión para que podamos trabajar por el dinero, pero no han logrado enseñarnos cómo tener dinero trabajando para nosotros. […]
Desafortunadamente, el 90% del mundo occidental adhiere al dogma anterior, simplemente porque resulta más sencillo buscar un empleo y trabajar por el dinero. Si usted no es parte de la masa, le ofrezco los diez pasos siguientes para despertar su genio financiero. […]
Si usted le pregunta a la mayoría de las personas si les gustaría ser ricas o financieramente libres, dirían “sí”. Pero entonces se afianza la realidad. El camino se ve demasiado largo, con demasiadas colinas para subir. Es más fácil tan solo trabajar por el dinero, y luego entregar el sobrante a su agente financiero (Kiyosaki y Lechter, 2001).
Los materiales de autoayuda financiera dicen que hacerse rico no es imposible como les sugirió la crianza familiar, pero no será fácil ni rápido. Los programas para multiplicar el dinero en poco tiempo y la autoayuda financiera se ven parecidos, no porque sean lo mismo, sino porque compiten para atraer la misma clientela.
Como en el caso de esos programas, el género más amplio de la autoayuda está relacionado también con la autoayuda financiera, pero es diferente de ella. La mayoría de las personas que entrevisté había leído algún libro de autoayuda en algún momento antes de llegar a Robert Kiyosaki. Sin embargo, hubo variaciones significativas respecto de cuánto contacto habían tenido con la autoayuda no financiera y cuánto consideraban que se integraba lo financiero con otras esferas de mejoramiento de la vida. Nicolás, a quien conocí al principio de mi trabajo de campo en la Argentina, constituye, quizás, el ejemplo más claro de una integración completa de la autoayuda financiera en un programa más amplio de superación personal. Con 19 años, entusiasta en extremo y seguidor incondicional de Kiyosaki (a quien se refería como “Robert” cuando lo entrevisté), Nicolás consideraba la autoayuda financiera como un componente de su proyecto general de autosuperación y éxito. Su iglesia, a la que empezó a concurrir después de la muerte de su madre, contaba con la guía de un pastor local, autor de varios libros de autoayuda espiritual que con frecuencia aparecía por radio y televisión. Nicolás relató los detalles de la compra y primera lectura de Padre rico, padre pobre como un momento de epifanía:
Un amigo mío de la iglesia, estábamos yendo a tomar un colectivo, pasamos por una librería, entramos, y bueno, fuimos a la parte de empresas, de liderazgo, que es quizá la parte que más me gusta y que más a él también le gusta, y me dijo: “Mirá este libro, te lo recomiendo, está buenísimo, la verdad está espectacular, si te lo podés comprar sería estupendo”. Y yo tenía en ese momento el dinero en el bolsillo, agarré el libro, fui a la caja registradora y lo pagué ahí mismo y me lo llevé a mi casa, lo empecé a leer, me encantó. Esa misma noche llegué a mi casa, estuve como tres horas leyéndolo y llegué hasta la mitad, pero decí que eran como las dos de la mañana, porque ya se me estaba haciendo tarde, me fui a dormir pero con unas ganas de seguir leyéndolo que era impresionante.
A continuación, Nicolás nombró los títulos de cada uno de los ocho libros de Kiyosaki que había leído. Agregó que también había comprado el juego Cashflow y que lo jugaba solo y con amigos, a los que les regalaba Padre rico, padre pobre “para que puedan leer a Kiyosaki y compartir mi experiencia en este camino”. Nicolás concibe la religión, la salud, la espiritualidad y las finanzas como un proyecto unificado:
Creía que podía, por la iglesia, por el crecimiento en ese momento explosivo que había tenido, en el ámbito de lo espiritual sobre todo. Entonces experimenté en ese momento todo el auge de los primeros meses más motivacionales. Entonces estaba reemocionado, reentusiasmado. […] Entonces… me resultó muy fácil haber leído Kiyosaki, haberme empapado de Kiyosaki. Y perduré con la lectura de Kiyosaki hasta el día de hoy. Ir a la iglesia, voy todas las semanas, me encanta ir, perdurar en el camino, si bien es inevitable que pierda la emoción inicial. Y bueno, eso se fue evidenciando en mi personalidad, en mi forma de moverme, en mi forma de comunicarme con los demás, en las palabras que usaba, porque con las palabras y los pensamientos uno crea su mundo y crea al mundo. Y bueno, fui creando un mundo a partir de mis pensamientos, a partir de mis palabras. Y… un mundo que, cuando también apareció Kiyosaki en el medio, se expandió de la esfera de lo espiritual a la esfera de un montón de áreas más, y esa fue la idea: abarcar muchísimas áreas, en realidad áreas muy importantes que todos necesitamos, las básicas, y en cada una tratar de ir creciendo, a un ritmo parejo.
Nicolás es un lector ávido de autoayuda, e incluso sus palabras reflejan el estilo lingüístico de los libros del género. Me señaló que sus lecturas cubrían “lo físico, lo espiritual, lo mental y lo emocional”, y que las finanzas eran parte de la esfera mental, “la parte más racional, la parte fría donde uno piensa en estrategia”. Le pregunté a Nicolás qué importancia tenían las finanzas en sus actividades en la iglesia y me dijo:
Se tiene muchísimo en cuenta la libertad en todos los sentidos: física, emocional, espiritual, financiera. Sí, se habla a full. Por eso es que recomiendan Padre rico, padre pobre, continuamente estamos hablando de activos, de negocios, de ser líder para los demás. O sea, muchísima libertad, un campo del ser humano libre de los condicionamientos heredados, como los tabúes, sobre el dinero, el sexo, un montón de cosas. Tratar de romper con eso para que el ser humano se sienta libre y pueda desplegar su potencialidad.
La autoayuda financiera es para Nicolás un componente de un conjunto de prácticas reglamentadas de superación personal, que incluye el bienestar, la libertad y el crecimiento espiritual. Integra lo que aprende en la iglesia con lo que lee en otros libros conocidos de autoayuda:
Es contemplar los resultados en esas áreas y ver el progreso, el crecimiento. Por ejemplo, yo todas las mañanas hago siempre el mismo desayuno: agarro un litro de agua en una botella, y exprimo dos limones o dos naranjas, lo mezclo con dos cucharadas de aloe vera, con dos cucharadas de todos los minerales y con dos cucharadas de fructosa. Entonces todo eso lo mezclo con el agua, lo bato, tomo 250 mililitros de ese jugo y hago yoga. […] Eso lo leí en Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, de John Gray. Me lo leí ese libro y además escribió un libro que se llama Marte y Venus. El libro de la dieta y el ejercicio. Y bueno, explica cómo el cuerpo está diseñado para curarse a sí mismo y para dar lo mejor de sí, en todo sentido, todo el tiempo, o sea, hacer de tu cuerpo una súper máquina. Entonces vos te tomás esos 250 mililitros y hacés ese ejercicio. Y por dentro, el poder del limón, el poder del ácido cítrico, los minerales, el aloe vera y el agua van purificando todo por dentro, o sea, limpian todo. En realidad eso, entre todos los ejercicios, serán 15 minutos. Después de los ejercicios vuelvo a tomar otro vaso de ese jugo, 250 mililitros, y dos dientes de ajo: los pongo en una minipimer, los mezclo con agua y lo tomo. Te destruye todas las bacterias, todos los virus, todo lo malo del organismo. Y… después de eso, dice [John Gray] el licuado de la mañana.
La historia de Nicolás no es la más típica en lo que respecta a su grado de compromiso. Su dedicación a la participación en la iglesia y a la superación regimentada física y espiritual, por ejemplo, es más intensa que la de la mayoría de los usuarios que conocí. Aun así, ilustra no solo el entusiasmo que gran parte de los simpatizantes desarrolla después de la primera lectura de Kiyosaki, sino también el modo en que la autoayuda financiera se integra con un proyecto más amplio de autoayuda que no se centra, exclusivamente, en las finanzas. Sin embargo, otros entusiastas del género llegan a la autoayuda financiera sin haber leído tantos otros materiales de autoayuda como Nicolás, e incluso sin tener en gran estima la autoayuda en general.
Por ejemplo, Iván, un economista profesional, dijo que durante un tiempo se negó a leer a Kiyosaki, solo porque sus libros eran de autoayuda y el género, sencillamente, no le gustaba. Cuando conocí a Iván, acababa de publicar un artículo sobre Kiyosaki para una revista de finanzas y había empezado a dictar cursos de finanzas personales. Si bien su formación y su experiencia provienen del campo de las finanzas corporativas y los mercados de capitales, se sintió atraído por las finanzas personales y por los últimos desarrollos en economía conductual. Aun con una sólida formación académica en economía y finanzas, y con reservas respecto de la autoayuda, la obra de Kiyosaki lo atrajo de inmediato:
No me gusta la autoayuda. Pero bueno, un amigo me empezó a contar algunas cosas y me parecieron interesantes, por ahí porque encontré resonancia con cosas que yo venía pensando, ¿no? Y bueno, ahí fue que hice el quiebre de, digamos, aparte de leerlo a Kiyosaki, de frases de él que te quedan en la cabeza, como por ejemplo habla mucho de las emociones, que es un tema muy interesante, las emociones con las inversiones, con las finanzas y con las decisiones. Y él dice que cuando uno busca un trabajo seguro, en realidad la emoción está, el driver de esa decisión es el miedo.
Asistí a algunas sesiones de los cursos de Iván para aspirantes a inversores; en sus charlas, usaba con frecuencia conceptos tomados de los libros de Kiyosaki. Tiempo después, Iván publicó sus propios libros y empezó a escribir una columna sobre finanzas personales. Kiyosaki también influyó en la vida personal de Iván: poco después de empezar a leerlo, dejó su trabajo en una petrolera –un puesto soñado para un economista con su especialización– para volverse emprendedor, escritor y educador en el campo de las finanzas personales.
Si bien se trata de casos extremos –Nicolás es, probablemente, el seguidor con mayor nivel de compromiso que conocí, mientras que Iván constituye un ejemplo atípico por haber pertenecido al mundo académico y ser especialista en finanzas–, sus historias muestran la amplitud que puede tener el rango de los usuarios de la autoayuda financiera: desde entusiastas que son consumidores habituales de autoayuda en general hasta quienes no tienen gran respeto por el género. Esa amplitud contribuye al éxito del género y a la variedad de su público, dado que personas con metas diferentes y actitudes distintas hacia la autoayuda pueden sentirse cómodas con este tipo de material.
Las distinciones y conexiones entre la autoayuda financiera y la autoayuda general pueden no ser importantes para los usuarios, quienes simplemente hacen uso de los recursos a medida que los encuentran y si les resultan atractivos o útiles. No obstante, es importante establecer qué hace de la autoayuda financiera algo singular: el hecho de que la motivación, el optimismo y el pensamiento positivo sean solo uno de los componentes que la definen. Un recurso de autoayuda (n...

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