El sueño de Escipión
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El sueño de Escipión

Marco Tulio Cicerón, Carmen Castillo Pérez

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El sueño de Escipión

Marco Tulio Cicerón, Carmen Castillo Pérez

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El diálogo De Republica corresponde a un grupo de escritos filosóficos redactados por Cicerón entre los años 55-51 a. C. Esta obra es su epílogo, y por su enorme valor adquirió vida propia. En él, Escipión el Africano (el Mayor) se aparece en sueños a su hijo adoptado, y le insta a practicar las virtudes y a permanecer despegado de lo que los hombres añoran.

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Información

Año
2019
ISBN
9788432150982
EL SUEÑO DE ESCIPIÓN
I
9. Cuando llegué a África como tribuno militar de la cuarta legión, como sabéis, en el año del consulado de Manio Manilio[1], me pareció de primordial interés tener un encuentro con el rey Masinisa, estrechamente ligado con mi familia, por razones justificadas[2]. Al acercarme a él, el anciano me abrazó derramando lágrimas; poco después alzó la vista al cielo y dijo: «Te doy gracias, soberano Sol[3] y a vosotros, habitantes del alto cielo, porque, antes de salir de esta vida, veo en mi reino y bajo este techo a Publio Cornelio Escipión, cuyo nombre me produce alegría: porque nunca se aparta de mi memoria el recuerdo de aquel excelente e invicto varón[4]». Después, yo le hablé de su reino y él de nuestra república, y, tras una larga conversación, pasó el día con nosotros.
10. Después de una acogida digna de un rey, prolongamos nuestra conversación hasta altas horas de la noche, sin parar de hablar el anciano únicamente del Africano, recordando no solo sus hazañas, sino también sus palabras. Después, cuando nos retiramos a descansar, rendido como estaba por el camino y después de trasnochar, se apoderó de mí un sueño más profundo de lo habitual. Entonces, creo que por razón de lo que habíamos hablado, porque suele suceder que nuestros pensamientos y conversaciones producen en el sueño algo parecido a lo que escribe Ennio que le ocurría con Homero de quien solía pensar y hablar cuando estaba despierto y luego soñaba con él[5]. El Africano se apareció con la figura del retrato suyo que me era más conocida[6]. Cuando lo reconocí, me llené de espanto, pero él dijo: «¡Ten ánimo y deja a un lado tu temor, Escipión, y guarda en la memoria lo que voy a decirte!».
[1] Habla Escipión en primera persona. Estamos en el año 149 a. C., durante el consulado de Manilio. El puesto de tribuno de legión corresponde a los primeros pasos en la carrera de un senador.
[2] El rey númida Masinisa había luchado en Hispania a favor de los cartagineses. Rota la alianza con Asdrúbal, prestó importante ayuda a los romanos en la Tercera Guerra Púnica, momento en que se sitúa la narración de Escipión. Tenía entonces Masinisa la respetable edad de 91 años.
[3] Entre los pueblos primitivos de Oriente estaba extendido el culto a la divinidad solar. Una explicación detallada sobrepasaría los límites de este trabajo. Basta decir por ahora que, pasado el tiempo, se estableció oficialmente en Roma el culto al Sol Invicto.
[4] Se refiere a Escipión el Mayor, vencedor de la Primera Guerra Púnica (victoria de Zama en el año 202 a.C) y padre adoptivo del protagonista del sueño.
[5] Ennio (pater Ennius, como solían llamarle los antiguos escritores romanos) era el referente de la poesía épica romana, que se apoyaba en Homero, paradigma de la épica griega, a quien hoy se sigue leyendo con placer y provecho. Este sueño de Ennio era famoso. Cicerón alude a él en el escrito titulado Academica.
[6] Era costumbre antigua de los romanos conservar en el atrio de sus casas los bustos de sus antepasados. Escipión el Mayor murió en torno al año en que nació el protagonista del sueño; no lo había visto “en persona”.
II
11. ¿Ves aquella ciudad a la que yo obligué a someterse al pueblo romano? Está renovando las antiguas guerras y no puede permanecer en paz (mostraba entonces la imagen de Cartago vista desde lo alto y en un cierto lugar lleno de estrellas, esclarecido y brillante)[1], a la que tú, un soldado en ciernes[2], a esa, en un par de años, vas a destruirla y tendrás, por méritos propios, el sobrenombre que hasta ahora llevas como algo heredado de mí. Cuando hayas destruido Carthago, celebrarás un triunfo[3]; serás censor[4] y gobernador de Egipto, Siria, Asia y Grecia[5], elegido, en ausencia, cónsul por segunda vez[6], acabarás con una guerra importante y destruirás Numancia[7], pero cuando seas llevado en carro hasta el Capitolio[8], te enfrentarás a una situación política perturbada por las decisiones tomadas por mi nieto[9].
12. Ahora, Africano, será necesario que muestres a la patria la luz de tu espíritu, de tu talento natural y de tu consejo. Pero de este tiempo veo como un camino peligroso dispuesto por el destino[10], pues cuando tu edad alcance siete veces ocho giros solares, dos números perfectos por diferentes razones[11], y según el circuito natural cumplan la suma de años que el destino te ha marcado[12], todos los ciudadanos se volverán únicamente hacia ti y hacia tu nombre; el Senado, todos los hombres de bien, los aliados, los habitantes del Lacio fijarán sus ojos en ti; tú serás el único en el que resplandezca la salvación de la ciudad[13] y, para no alargarme, es preciso que te conviertas en dictador, si llegas a escapar de las manos impías de tus allegados[14]. Aquí, lanzó un grito, y los demás prorrumpieron fuertes gemidos; Escipión, sonriendo suavemente, dijo: «¡Chist! Os ruego, dijo, que no me despertéis del sueño, escuchad un momento lo que queda».
[1] Macrobio, en su comentario al sueño de Escipión, entiende que se refiere a la Vía Láctea.
[2] Como hemos dicho más arriba, Escipión estaba en el inicio de su carrera militar.
[3] El triunfo se concedía al general vencedor, siendo el máximo honor en el ámbito militar. El general vencedor sube al Capitolio en un carro tirado por cuatro caballos, delante de él va el botín y detrás, su ejército.
[4] Este cargo, en la cumbre de los puestos civiles, lo desempeñó Escipión en año 142 a. C.
[5] Año 141 a. C.
[6] En el año 134 a. C., la reelección para el consulado, que se hizo frecuente en época imperial, en este momento estaba prohibida por ley si no habían transcurrido diez años entre la primera y segunda elección. Constituye, por tanto, una excepción.
[7] La destrucción de Numancia (provincia de Soria) ocurrió en el año 133 a. C. Supuso el final de las guerras celtibéricas y es recordada por los autores romanos en multitud de textos. Es un hito en la historia de Roma. Dice el historiador alemán Schulten que el cerco a la ciudad puesto por Escipión estaba formado por siete campamentos y dos castillos. El gesto de los numantinos, que se arrojaron a las llamas, ha quedado como proverbial. El año de la destrucción de Numancia coincide con el de la revolución social de los Gracos.
[8] Sobre la ceremonia del triunfo, ver la nota 8. Escipión recibió de modo no oficial el sobrenombre de “Numantino”.
[9] Los Gracos eran nietos de Escipión el M...

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