eBook - ePub

Descripción del libro

La educación debe orientarse por una ética que responda a dos cuestiones. En primer lugar, a su sentido, que no es otro que el de reconocer la fragilidad de nuestras barreras civilizatorias; por lo mismo, nunca puede darse por concluida la lucha contra la barbarie y la injusticia. Y, en segundo lugar, la educación debe preguntarse por la naturaleza del conocimiento y sus modos de transmisión, así como por quiénes son los que sufren: "si para el científico el hombre es quien piensa, para el sabio lo es el que sufre" (Reyes Mate, 2003, p. 92).

No deja de ser llamativo que, entre tanta proliferación de discursos pedagógicos y educativos, entre tantos esfuerzos por ordenar tradiciones y culturas dentro de un campo más imaginario que real, la pregunta por lo que hicieron la pedagogía y la educación colombianas mientras millones de compatriotas eran asesinados y desplazados no se eleve con suficiente fuerza y decisión. En su conocido ensayo la ciencia de la educación en alemania, Lenzen (1996) planteó que tenía en mente una pedagogía que se hiciera cargo de los efectos de la educación; esto surgió a partir de interrogar cómo fue posible Auschwitz. De manera similar, valdría la pena preguntarse qué pedagogía podemos tener en mente una vez nos reconocemos hijos de nuestro tiempo, atravesados por una historia que no cesa de repetirse y de interrogar el porqué de tanto sufrimiento. La pedagogía y la educación deberían poder decir algo, máxime que la única formación verdadera a la que hoy puede aspirarse es aquella que conduce a un vínculo vívido con el mundo, esto es, la realización de la comunidad por venir.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Pedagogía, educación y ciencias sociales de Alexánder Hincapié García,John Jairo Cardona Estrada,Diego Andrés Scarpetta Ortiz,Fabián Alonso Pérez Ramírez,Víctor Daniel Gómez Montoya,Delio Antonio Cardona Montoya,Milton Harold Pajoy Córdoba,Diego León Cossio Sepúlveda,Elkin Alonso Ríos Osorio,John Jairo Echavarría Cañas,John Fernando Mejía Bal, Alexánder Hincapié García,John Jairo Cardona Estrada, Alexánder Hincapié García, John Jairo Cardona Estrada en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Pedagogía y Educación general. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2019
ISBN del libro electrónico
9789588474885
Edición
1
Categoría
Pedagogía
Image

De la paideia al legado de los griegos: la pedagogía como campo del saber*

Diego Andrés Scarpetta Ortiz
(…) hay pretendientes a la sabiduría ¿y qué inventaron los griegos? Efectivamente, a mi parecer, ese es el invento de los griegos. Lo que inventaron en su civilización, lo que inventaron los griegos, es el fenómeno de los pretendientes. Es decir, es crucial han…inventaron que hay una rivalidad de hombres libres en todos los ámbitos. En otros sitios no existe la idea de rivalidad de los hombres libres pero en Grecia, sí. La elocuencia…por eso son tan pleiteístas. Es la rivalidad de los hombres libres. Entonces se ponen pleitos, los hombres libres. Los amigos se ponen pleitos (…)
(El Abecedario de Deleuze, F de Fidelidad).

Introducción

La tradición oral se remonta a los inicios de la existencia humana: en tal periodo, los diferentes pueblos transmitieron legados culturales, de conocimiento y de experiencias al habitar determinados lugares, tiempos y realidades. Grecia antigua no fue la excepción; como conjunto de territorios se constituyó en la llamada Hélade, donde históricamente se han nombrado prácticas como la filosofía y la paideia griega, bases del pensamiento y la formación en Occidente y espíritu mismo de la pedagogía:
En la Antigüedad, la Hélade no constituía un estado unificado y ni siquiera conformó una unidad étnica delimitada. Su territorio era discontinuo y, por eso, la delimitación geográfica es imprecisa y varía de acuerdo con los movimientos expansivos u ocupaciones exteriores por medio de los que se realizó la propia formación de Grecia y del pueblo griego. La conciencia común que como tal pueblo tenían fue también producto del mismo proceso histórico, cuyo primer soporte era la lengua. Por eso, el bárbaro se definía en primera instancia como el que no hablaba griego (Hidalgo de la Vega, Sayas & Roldán, 1998, p. 31).
A partir de la figura de un hombre libre que ocupaba un lugar privilegiado en la polis y el cosmos, existieron espacios donde el pensamiento de sí, la búsqueda de la belleza (ideal desde la corporeidad terrenal), las riquezas narrativas fruto del intercambio de ideas predominantes y un naturalismo a la escala del mundo antiguo posibilitaron varios puntos de encuentro en la sociedad griega.

De la paideia al legado de los griegos

La filosofía griega, a partir de diferentes escuelas y métodos, formó parte de la vida diaria en la polis y la geografía predominantes. Dicho proceso de pensamiento se centró en el papel que tiene el ser humano en su correspondiente coyuntura de tiempo, denominado “el presente”. Tal viaje se desplazó desde un conjunto de mitos y creencias que se apoyaron en un vasto grupo de dioses: la narrativa fantástica formó parte de relatos increíbles que daban respuesta a fenómenos inexplicables de la cotidianidad para hacer frente a la experiencia de erigir un mundo para los hombres; se pasó de lo mágico a lo racional, espacio en el que la existencia del ser humano y su resignificación son las temáticas de grandes pensadores y las tradiciones filosóficas hasta la actualidad:
(…) El núcleo fundamental del mundo griego está rodeado por el mar Egeo. En estos territorios destacan varias regiones naturales que se pueden identificar con diversas unidades políticas más grandes, aunque es difícil establecer una geografía homogénea del mundo griego en la Antigüedad. En la zona continental más septentrional destacan las regiones de Tesalia, el Epiro y Macedonia. La península Balcánica, integrada por regiones geográficas y unidades políticas heterogéneas, contiene las regiones naturales de Acarnania, Etolia, la Dóride, la Fócide, Lócride, Beocia, Ática y la isla de Eubea. Más al sur se extiende la península del Peloponeso, tierra abierta al Mediterráneo y a los más diversos contactos culturales. La costa de Asia Menor presenta un relieve fragmentado en torno a sus tres regiones básicas: Eólide, Jonia y Dóride. En su territorio se produjeron los más antiguos asentamientos coloniales, que evocan la filiación étnica de sus respectivas poblaciones. Las numerosas islas griegas establecían un puente de unión natural entre la península Balcánica y la costa de Asia Menor. La gran isla de Creta cerraba el mar Egeo por el sur. A partir del siglo VIII a. C., las diversas oleadas colonizadoras ampliaron este mapa añadiendo establecimientos en tomo al mar Negro, Italia meridional y Sicilia, con sus límites más occidentales en Marsella, Ampurias y Cirene (Hidalgo de la Vega et al., 1998. p. 31).
En Grecia antigua se dieron claras diferenciaciones entre la narrativa y la finalidad de un saber expuesto, desde el Mythos en tanto forma primitiva de transmitir un conocimiento por generaciones a partir de hechos fantásticos, o bien desde el Logos en tanto forma racional de plantear cuestionamientos para encontrar respuestas o crear nuevos paradigmas universales; ambas estructuras son métodos para operar sobre la realidad y comprenderla o cosificarla. Se pasó de un pensamiento arcaico a un pensamiento filosófico; transitó entre el mundo y la vida; de un relato mítico mágico-religioso a una elaboración filosófica donde el mundo y la vida empezaron a ser “pensados” dentro de un esquema racional, opuesto a uno cosmogónico.
Un recorrido puntual por el pensamiento griego en la Antigüedad permite describir que un sector de la sociedad pudo dedicarse al ocio y la contemplación intelectual, en oposición al comercio, las artes, el poder monárquico u otros oficios e intenciones de la época. El mito hacía referencia a eventos metahumanos, imposibles de explicar desde esta percepción en tiempos de concepciones científicas animistas; cabe diferenciarlo de los fenómenos, sistemas e instituciones religiosas en su conjunto de experiencias, debido a que saber-verdad y saber-creer por momentos se homologaron de forma paralela como conocimiento y realidad. Un acercamiento a la paideia y el pensamiento de época como prácticas de los sujetos de la Hélade griega permiten visibilizar procesos civilizatorios al interior de las ciudades-Estado donde, a su turno, se configuraron procesos sociales y de pensamiento, a la par con un “deber ser” que enaltecían la libertad, la belleza y la democracia de sus participantes, reflejados en su comportamiento como una variable dinámica de la historia.
La filosofía griega se manifestó en varios periodos. El primero fue el presocrático, comprendido entre los años 585 y 463 a. C.:
(…) el primer filosofar helénico, aunque obra naturalmente de individuos, fue también un producto de la ciudad y reflejaba hasta cierto punto el imperio y la concepción de la ley, que los presocráticos, en sus cosmologías, extendieron sistemáticamente a todo el universo (Copleston, 2003, p. 14).
Los filósofos presocráticos buscaban ofrecer una explicación racional del mundo y del proceso natural entre las leyes que regían la creación a partir de variados elementos, cuyo objeto de estudio fue la naturaleza y la vida por medio de las filosofías de la Physis. Los filósofos presocráticos se agrupan en categorías: Tales, Anaximandro y Anaxímenes de Mileto, así como Jenófanes de Colofón y Heráclito de Éfeso son los pensadores jónicos; en la escuela pitagórica se encuentran, a su turno, Pitágoras de Samos, Empédocles de Acragas y Filolao de Crotona; Parménides y Zenón fueron los eleatas; y Leucipo de Mileto y Demócrito de Abdera, los atomistas.
Durante este periodo, griegos y persas se enfrentaron en las denominadas Guerras Médicas, conflicto que marcó con metal y sangre las tierras griegas:
(…) el relativo fracaso de Mardonio no amilanó a los persas. Cuando al poco tiempo Darío envió embajadores a todas las comunidades griegas para pedirles la tierra y el agua en señal de sumisión, el desconcierto de todos los estados griegos fue enorme. (…) solo Esparta y Atenas se negaron, (…) las dos ciudades que posteriormente conducirían la guerra contra Persia (Hidalgo de la Vega et al., 1998, p. 191).
El historiador Heródoto de Halicarnaso (485-425 a. C.), narró en su obra Los nueve libros de la Historia las guerras que enfrentaron a ambos pueblos:
1.a Guerra Médica (492-490 a. C.), batalla de Maratón: duró el ataque con vigor, por muchas horas en Maratón, y en el centro de las filas en que combatían los mismos 15 persas y con ellos los sacas, llevaban los bárbaros la mejor parte, pues rompiendo vencedores por medio de ellas, seguían tierra adentro al enemigo. Pero en las dos alas del ejército vencieron los atenienses y los de Platea, quienes viendo que volvía las espaldas el enemigo no la siguieron los alcances, sino que uniéndose los dos extremos acometieron a los bárbaros del centro, obligáronles a la fuga, y siguiéndoles hicieron en los persas un gran destrozo, tanto que, llegados al mar, gritando por fuego, iban apoderándose de las naves enemigas (Heródoto, 1955, p. 473).
2.a Guerra Médica (492 a. C. - 479 a. C.), batallas de Termópilas, Salamina y Platea: estos parajes parecieron a los griegos los más aptos para su defensa; pues miradas atentamente y pesadas todas las circunstancias, convinieron en que debían esperar al bárbaro invasor de la Grecia en un puesto tal, en que no pudiera servirse de la muchedumbre de sus tropas y mucho menos de su caballería; y luego que supieron que el persa se hallaba ya en Pieria, partiéndose del Istmo, unos se fueron por tierra a Termópilas con sus tropas, los otros por mar a Artemisio con sus galeras (Heródoto, 1955, p. 890).
3.a Guerra Médica (479 a.C. - 449 a. C.), batalla de río Eurimedonte: deshechos ya los persas en Platea y obligados a la fuga por los lacedemonios, iban escapándose sin orden alguno hacia sus reales, y al fuerte que en la comarca de Tebas habían levantado con sus empalizadas y muros de madera. No acabo de admirar una particularidad extraña: de que habiéndose dado la batalla cerca del bosque sagrado de Ceres, no se vio entrar persa alguno en aquel religioso recinto, ni menos morir cerca del templo, sino que todos se veían muertos en lugar profano (Heródoto, 1955, p. 1052).
Heródoto describe las estrategias de bárbaros y griegos que llevaron a ambas civilizaciones a una confrontación de dicha magnitud mediante testimonios, datos y eventos, los cuales permiten comprender la configuración del Imperio Persa que desafió a los pueblos cercanos y territorios de la Grecia libre. De igual forma considera el enfrentamiento como un evento inevitable, suma de numerosos factores causantes del conflicto bélico que cambió el mapa geopolítico del Mar Egeo y Asia Menor en su momento. Posteriormente, en el año 330 a. C., ante el esplendor expansionista del emperador Alegrando Magno, Grecia invadió al Imperio Persa. La concepción territorial se concretó tras el evento de las Guerras Médicas en un régimen democrático que buscaba afianzar el papel de la polis a lo largo y ancho de la antigua Grecia: “(…) una comunidad micro-dimensional, jurídicamente soberana y autónoma, de carácter agrario, dotada de un lugar central que le sirve de centro político, social, administrativo y religioso y que es también frecuentemente su única aglomeración” (Duthoy, 1986, p. 15).
El segundo periodo fue el de los sofistas y Sócrates (463 a.C. - 399 a.C.). Así pues, la sofística se diferenció de la anterior filosofía griega por el objeto del que se ocupaba, a saber, el hombre, su civilización y sus costumbres: trataba del microcosmos más que del macrocosmos. (Copleston, 2003, p. 82). Con esto, Sócrates se ocupó de las definiciones universales, esto es, de la posibilidad de llegar a unos conceptos precisos, fijos. Los sofistas proponían doctrinas relativistas, mientras que rechazaban aquellas necesarias y universalmente válidas (Copleston, 2003, p. 104). El pensamiento sofista se centró en el hombre, a partir de la areté y la búsqueda de la excelencia. Los sofistas se agruparon en generaciones: de la primera formaron parte Protágoras de Abdera, Gorgias de Leontini, Pródico de Ceos e Hipias de Elide, defensores del escepticismo y el relativismo; mientras que Antifón de Atenas, Crítias de Atenas y Trasímaco compusieron la segunda. Estos últimos acentuaron el papel crítico de la razón y su capacidad para la defensa de cualquier tesis frente al carácter convencional de las leyes vigentes en las polis.
Sócrates no dejó obra escrita y son escasas las ideas o tratados que pueden atribuírsele. A diferencia de las orientaciones de los presocráticos, su reflexión se centró en el ser humano —de forma particular, en la ética—, y sus ideas y pensamiento son el legado de los dos siguientes protagonistas de la historia de la filosofía occidental: Platón, que fue discípulo suyo, y Aristóteles, que lo fue a su vez de Platón.
Lo que se registra sobre Sócrates procede del historiador Jenofonte, el comediógrafo Aristófanes y el filósofo Platón, ya mencionado. El primero describe sus últimos momentos en la obra “Apología de Sócrates”; el segundo, a su turno, lo hizo objeto de sus sátiras en la comedia “Las Nubes”, en la que se oponen las fuerzas conservadoras de los padres a la nueva corriente de pensamiento (los sofistas); mientras que las descripciones anteriores hacen contraste con la imagen ofrecida por el tercero, Platón, en los textos El Banquete y Apología de Sócrates. Este último es la figura principal, excesivamente idealizada por su carácter, soporte de principios morales y su apego a la verdad incluso hasta el día de su muerte: quizás sea este el testimonio más fidedigno de la época. Lo anterior coincide con el apogeo de Atenas: mientras la democracia se erigía como pilar de la dinámica social, la filosofía también formaba parte orgullosa de ello debido al auge intelectual que se promovió ante la migración de numerosos pensadores de diversas culturas que llegaron para instalarse en Atenas.
Muerto Sócrates, y durante el tercer periodo, denominado platónico–aristotélico (322 a. C.), se presentaron conflictos tras la guerra, así como fracasos políticos y militares. La fundación de la academia por parte de Platón, y la del Liceo por Aristóteles, fueron dos momentos vitales para la historia de la filosofía y el pensamiento de Occidente. Este periodo se caracterizó por la relación que se configuró entre Filosofía y Política: en la formación se propuso un saber filosófico y una virtud política, debido a que existió un choque entre las dos por la concepción según la cual sería imposible diferenciarlas.
Durante el periodo helenístico, acaecido después de la muerte de Aristóteles (322 a. C. – siglo i a. C.) se descubrió la magnitud del mundo antiguo a partir de las conquistas de Alejandro Magno. La lucha después de la muerte del emperador griego llevó a la constitución de grandes reinos: Pella, Alejandría y Antioquia. Además, a la Academia y al Liceo se sumaron las escuelas de Epicuro y Zenón, origen de cuatro corrientes filosóficas: epicureísmo, estoicismo, cinismo y escepticismo; estas consideran que el bien común en concordancia con el bien absoluto es posible y, desde el margen de lo ético, la moral y la norma, es un concepto aplicable.
A Sócrates se le acusó de corromper a la juventud pese a que su delito fue oponerse a la tiranía de Critias en Atenas; lo propio sucedió con Aristóteles, quien al ser rechazado por ser macedonio cuando el gobierno de Atenas fue depuesto, debió escapar a Calcis: se dice que durante su primer año de estadía sufrió de intensos dolores estomacales que le causarían la muerte.
La sentencia de muerte se dio por mucha más mayoría que la que le había declarado culpable. (…) había bastante tiempo para organizar una evasión, y los amigos de Sócrates tramaron de hecho una. Sócrates se negó a valerse de tan buenos ofrecimientos, afirmando que tal proceder sería contrario a sus principios. El último día de Sócrates en esta tierra es...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Portada
  4. Créditos
  5. Contenido
  6. Prólogo
  7. Introducción Perspectivas y contextos problematizados
  8. Primera parte. Perspectivas
  9. Segunda parte. Contextos problematizados
  10. Sobre los autores
  11. Notas al pie
  12. Contracubierta