1. EL MÉTODO YÓGUICO
Patañjali se refiere a los dos medios (abhyāsa, “el esfuerzo por la estabilidad de la mente”, y vairāgya, “desapego”) con los cuales se obtiene el estado de trance o nirodha total, meta final del Yoga, en una serie de sūtras del Libro Primero (I, 12, 13, 15, 20, 21, 23, 28, 29, 33-39).
En I, 12 Patañjali dice:
abhyāsavairāgyabhyāṃ tannirodhaḥ
«La represión (de los procesos mentales) se realiza mediante el abhyāsa y el vairāgya.»
Y en los sūtras 29-55 del Libro Segundo, a los que hay que agregar los sūtras 1-4 del Libro Tercero que completan la enseñanza de los sūtras II, 29-55, Patañjali estudia el método de los ocho miembros, necesarios para que esos dos medios se produzcan.
En II, 29 Patañjali dice:
yamaniyamāsanaprāṇāyāmapratyāhāradhāraṇādhyāna-samādhayo’ṣṭāvaṅgāni
«Los ocho miembros son: yama, niyama, āsana, prāṇāyāma, pratyahāra, dhāraṇā, dhyāna, samādhi.»
Sobre todos estos conceptos volveremos a referirnos más adelante en detalle. Pero antes de pasar a ocuparnos del indicado método yóguico de los ocho miembros, diremos algo sobre algunos conceptos que aparecen en el Libro Primero y cuyo conocimiento es necesario para las explicaciones que siguen.
A. Medios para obtener la represión de los procesos mentales: estabilidad de la mente (abhyāsa) y desapego (vairāgya)
La represión, nirodha (detenimiento, cesación) total y absoluta de los procesos mentales es la meta suprema del Yoga. Esta represión constituye el trance. En ella tiene lugar el aislamiento del Espíritu frente a la Materia.
Los medios para producir esta represión son, como hemos dicho, dos: la estabilidad de la mente y el desapego. Ver más arriba la cita del sūtra I, 12 de Patañjali.
La estabilidad de la mente, en el plano emocional, consiste en la serenidad de la mente, en la disminución, en volumen e intensidad, de la vida emocional; en el plano intelectual, consiste en la concentración intensa y prolongada de la mente en alguna entidad, en fijar la atención en esa entidad y no permitir que la mente se aparte de ella. Es el samādhi, octavo miembro del método yóguico, que analizaremos a continuación.
El desapego consiste en la eliminación del deseo y la aversión, en la actitud de indiferencia frente a todo.
A estos dos medios nos referiremos nuevamente desde otra perspectiva en la parte final del Capítulo III.
La serenidad, la concentración y el desapego se ayudan y fortalecen mutuamente. La serenidad y la actitud de desapego son necesarias, e incluso imprescindibles, para que se pueda producir la concentración de la mente. Conseguir la concentración será sumamente difícil, e incluso imposible, para un hombre lleno de inquietudes y agitaciones, de odio, de codicia o de deseo sexual.
Pero de estos dos medios, igualmente necesarios, es la concentración de la mente en una sola entidad –una de las dos formas de estabilidad mental– la que en forma directa e inmediata llevará a la represión de los procesos mentales.
B. El método de los ocho miembros
El método, expuesto por Patañjali en los Libros Segundo y Tercero para producir los dos medios de estabilidad y desapego, comprende ocho miembros. Todos éstos tienden, en una forma u otra, a producir la estabilidad de la mente y/o el desapego. Todos ellos están subordinados al trance.
Nos ocuparemos del método tal como es estudiado por Patañjali especialmente en los citados sūtras.
Para hacer más completa nuestra exposición haremos algunas referencias a las enseñanzas del Haṭha Yoga.3
Igualmente señalaremos en forma somera los más saltantes puntos de contacto de los Yogasūtras con la Mística Cristiana.
Los ocho miembros que componen el método yóguico son enumerados por Patañjali en II, 29, citado anteriormente:
yama: observancias
niyama: obligaciones
āsana: posturas
prāṇāyāma: control de la respiración
pratyāhāra: alejamiento (de los sentidos de sus respectivos objetos)
dhāraṇā: fijación de la atención
dhyāna: meditación
samādhi: concentración de la mente
Naturaleza de los ocho miembros
La palabra que hemos traducido por “miembro” es en sánscrito aṅga. Los aṅgas no constituyen etapas de las cuales necesariamente una reemplaza y elimina a la otra. De entre estos aṅgas hay algunos que no pueden darse cuando comienza la sesión yóguica, es decir cuando el yoguin se sienta en una postura adecuada para conseguir la concentración mental. Así, por ejemplo, actos de limpieza corporal [niyama a)], actos de auto-mortificación [niyama c)], estudio de un texto [niyama d)] no pueden realizarse a partir de ese momento, pues tal cosa atentaría contra la concentración de la mente. Lo anterior no significa que los efectos de esos aṅgas realizados antes de la sesión yóguica no continúen existiendo.
Otros aṅgas persisten durante toda la sesión yóguica. Así el yoguin mantendrá la postura “cómoda y firme” (aṅga 3) recomendada por Patañjali durante toda la sesión yóguica desde que comienza. Similarmente el pratyāhāra (aṅga 5), la dhāraṇā (aṅga 6), el dhyāna (aṅga 7) y el samādhi (aṅga 8) comienzan a darse desde el inicio de la sesión y persistirán durante toda ella, en diversos grados, en forma cada vez más intensa.
Los aṅgas son, como su nombre lo indica, elementos constitutivos del proceso yóguico, requisitos para llegar al trance, muchos de los cuales, como hemos dicho, se dan simultáneamente, no tienen por qué eliminarse unos a otros. Muchos de ellos se dan conjuntamente y tienen que darse en esa forma.
Su presencia en todo momento hace difícil considerarlos etapas: no se puede pensar que hay una etapa de pratyāhāra, otra de dhyāna etc., cuando todos ellos se están produciendo en todo momento del proceso si bien con diferente grado de intensidad.
Observaciones sobre el tema anterior: Etapas en la Mística Cristiana
Los místicos y los tratados de la Mística Cristiana se refieren a “vías”, “grados”, “oraciones”, “moradas”, todos términos que implican un enfoque de camino del alma hacia Dios en etapas que deben ser superadas, aunque a veces no estén muy claramente delimitadas, en cuanto que se mencionan las mismas operaciones mentales, psicológicas o “espirituales” en unas y otras.
Así, por ejemplo:
Arintero, en La evolución mística, habla de “vía purgativa”, “oración de quietud”, “oración de recogimiento”, “oración de unión”.
Meynard, en Traité de la vie intérieure, Livre IV, pp. 339-454, menciona: la “oración de recogimiento pasivo”, la “oración de quietud”, la “oración de unión simple, semi-extática”, y señala que la “oración de unión” tiene a su vez tres grados principales: en el máximo es la “unión perfecta y consumada” que también recibe el nombre de “unión de transformación” (que corresponde a la Séptima morada de Santa Teresa), en el segundo grado la unión es tan grande y viva que ella suspende todo otro sentimiento, y es entonces la “unión extática” (Sexta morada de Santa Teresa), y finalmente en el comienzo lo que se da es un intento de unión: la unión es muy íntima pero pasajera, no suspende por lo mismo la acción natural de los sentidos, es lo que se llama la “unión simple” (Quinta morada de Santa Teresa).
Santa Teresa a su vez se refiere al “camino de perfección”, a las sucesivas “moradas del castillo interior” (en la Cuarta morada: “oración de recogimiento”, en la Quinta morada: “oración de unión”, en la Sexta morada: “oración con arrobamiento, o éxtasis, o rapto, que todo es uno”, en la Séptima morada: “unión espiritual y matrimonio espiritual”), cada una de las cuales es superada por la que le sigue.
Miguel de Molinos en su Guía espiritual, Libro III, Capítulo XV, p. 230, § 142, expresa:
«Otros muchos grados hay de contemplación, como son éxtasis, raptos, liquefacción, derreliquio, júbilo, ósculo, abrazo, exultación, unión, transformación, desposorio y matrimonio, … Finalmente por estos escalones se asciende al reclinatorio y descanso del rey pacífico y verdadero Salomón [el destacado es nuestro].»
Pasamos ahora a ocuparnos uno por uno de los ocho miembros del método yóguico que ya hemos señalado.