La catequesis que soñamos

Asociación Española de Catequetas AECA

• Editorial: PPC Editorial
• Año: 2016
• ISBN de la versión impresa: 9788428828208
• ISBN del libro electrónico: 9788428830133
• Categoría: Teología y religión
• Categoría: Teología

Reflexiones y propuestas que nos ayudarán a afrontar la realidad de la catequesis desde lo que soñamos y a mirar hacia adelante con ilusión y esperanza. Son fruto de un "Seminario" promovido por Las revistas Catequistas (Editorial CCS), Catequética (Editorial Sal Terrae) y Sínite (Instituto Superior de Ciencias Religiosas y Catequéticas "San Pío X"), en el que participarondiversos catequetas de toda España.

1

LA SITUACIÓN

Entre los diversos modos de describir una situación de «algo», vamos a utilizar la narración a partir de los conocimientos que, como catequetas y catequistas, tenemos sobre la cuestión. Nos fijaremos, en nuestro caso, en tres aspectos:

− lo vivido (en directo, por propia experiencia):

− lo conocido (por otros medios además del trato o contacto directo);

− la reflexión o elaboración personal de un pensamiento sobre la catequesis.

Este procedimiento tiene sus límites, que reconocemos, pero tiene también su validez, en la que nos apoyamos.

Utilizamos la palabra situación y no realidad, justificándolo desde la etimología de las palabras. El Diccionario de la Real Academia define la palabra realidad como «existencia real y efectiva de algo», «verdad, lo que ocurre verdaderamente». No está al alcance de nuestros medios y de nuestras finalidades definir la realidad de la catequesis en nuestras Iglesias con esta precisión. Por eso preferimos hablar de situación. El mencionado Diccionario define el término situación como «acción y efecto de situar o situarse», «disposición de una cosa respecto del lugar que ocupa». Nos encontramos más cómodamente en esta segunda acepción a la hora de reflexionar y de decir, una palabra sobre la catequesis.

Describir la situación de aquello que queremos reflexionar, la catequesis y los ámbitos en que esta se realiza, nos parece una condición previa absolutamente necesaria.

El Directorio General para la Catequesis, al hablar de algunas tareas propias del servicio catequético, pone como primer momento el análisis de la situación y de las necesidades (DGC 279–280):

«El objeto de esta investigación es múltiple, pues abarca el examen de la acción pastoral y el análisis de la situación religiosa, así como de las condiciones sociológicas, culturales y económicas, en tanto que estos datos de la vida colectiva pueden tener una gran influencia en el proceso de la evangelización.»

La introducción del DGC, en su parte introductoria comienza ofreciendo pautas y orientaciones para la interpretación y la comprensión de las situaciones humanas y eclesiales, desde la fe y la confianza en la fuerza de la semilla del Evangelio. Se trata de breves diagnósticos en orden a la misión.

Creemos, pues, que es una ley de acción pastoral, que dimana de la Encamación, comenzar por una descripción de la situación. Siguiendo el ejemplo de la Encamación del Hijo de Dios, hecho hombre en un momento histórico concreto, la Iglesia acoge a los catecúmenos integralmente, con sus vínculos culturales. Toda la acción catequizadora participa de esta función de incorporar a la catolicidad de la Iglesia las auténticas «semillas de la Palabra» esparcidas en los individuos y en los pueblos.

1. LA SITUACIÓN EN LA SOCIEDAD EN GENERAL

1. Secularismo e increencia

De la sociedad española decimos que es una sociedad secularizada. En este contexto, la fe cristiana ha dejado de ser una realidad dada por descontada, implícita en la vida de cada día de la mayoría de los individuos, para acabar convirtiéndose en una experiencia minoritaria o excepcional.

La nuestra es una cultura religiosa pensada para funcionar en una sociedad que la tenía como referencia social principal. Eso es lo que ahora provoca la dificultad de encontrar vías alternativas para la transmisión de la fe en una sociedad que, podríamos decir, ya no cree.

Pero, al mismo tiempo, se dan raíces de religiosidad popular fuertes. No se cree en Dios, pero se asiste a las procesiones de Semana Santa con fervor y sintiendo «algo de trascendencia»; no se practica, pero se tiene confianza plena en la advocación a la Virgen del propio pueblo que se lleva en la cartera. Esta peculiaridad de nuestra realidad sociorreligiosa hace que nos podamos situar hablando más desde la vertiente secularizada o hablando desde el reconocimiento de una realidad religiosa «popular». A veces podemos encontrarnos con propuestas que parece que no tienen detrás un buen análisis de la realidad social y religiosa. El equilibrio es difícil.

Son compatibles las situaciones de increencia diluida e intermitente con episodios de interés religioso esporádico y aparición de nuevos fenómenos religiosos que apuntan más a la credulidad que a la misma increencia.

2. Pluralismo cultural y religioso

El contexto de un marcado pluralismo cultural y relativismo moral en el cual estamos inmersos, nos desorienta. Teóricamente podría facilitar la posibilidad de vivir con una libertad más plena la propuesta cristiana, pero no siempre lo hace. La propuesta cristiana podría aparecer al menos como una entre tantas, pero a veces no alcanza a ser valorada como tal. A menudo es rechazada, no solamente en los medios de comunicación o en algunos ambientes escolares, sino incluso en el seno de la misma familia.

Se da también un pluralismo religioso por el hecho de que a nuestro lado existan otras religiones. Es un pluralismo que debería provocar interés por el hecho religioso en general, a la vez que podría ayudarnos a valorar más nuestra propia fe y conocer las creencias de otros.

Vivimos también un amplio pluralismo dentro de la comunidad cristiana: los que están y son practicantes con una pluralidad de carismas; los están quizás casualmente en la Iglesia porque a ella han acudido para algo que les interesaba, que vienen un poco desengañados de la vida buscando algo o sin buscar porque todo les da lo mismo; los que no vienen y hay que salir a buscarlos...

No podemos dejar de lado que venimos de un tiempo en que cambió también la manera de entender la fe dentro de la Iglesia Católica, optando por un modelo más reflexivo e ilustrado que a lo largo de toda la historia nunca había sido el modelo de la mayoría del pueblo, y abandonando o minusvalorando algunas formas de pietismo popular consideradas insuficientes o inmaduras.

Todo unido nos hace percibir la crisis de una forma más dramática. Pero la transmisión de la fe habría entrado en crisis igualmente en un contexto social como el actual. Podemos decir que estamos en un tiempo en el que no hay pastoral uniforme, sino pastorales o respuestas de la comunidad a la realidad religiosa plural que tenemos. La pluralidad de situaciones demanda una pluralidad de estrategias, de propuestas, de itinerarios.

3. Analfabetismo y falta de experiencia religiosa

Nuestra situación religiosa presenta síntomas de un gran analfabetismo religioso, tanto en los que se llaman practicantes como en los que viven al margen de la Iglesia habitual o temporalmente.

Es evidente la falta de presencia pública del factor religioso. Está ausente completamente en los medios de comunicación de masas y en los productos de la industria cultural actual.

Predomina la desinformación y el prejuicio a propósito de la fe católica y la Iglesia institucional, cosa que produce un contexto adverso para la transmisión de la fe. Hay dificultades reales para una experiencia ordinaria de fe en casa, en la familia. La fe se ha convertido para muchos en un asunto teórico y privado. Y esta no es una buena combinación para que sea viable su transmisión social.

Sin embargo, se mantiene un universo simbólico religioso muy acentuado que está en el alma del pueblo y lo invade todo aun sin darnos cuenta; llega al lenguaje corriente de la gente de la calle, en el marco del lenguaje común en tantas ocasiones lleno de expresiones religiosas de todo tipo.

4. Indiferencia y necesidad religiosa

Entre nosotros se dan otros síntomas comunes con los análisis del fenómeno religioso, como la indiferencia religiosa que no habla a favor de Dios ni contra Dios, sencillamente prescinde de Dios. Dios es irrelevante, mejor no hablar de él. Por una parte parece respirarse una atmósfera de indiferencia pasiva ante la cuestión religiosa entre nuestros ambientes, particularmente en ámbitos culturales y sociales de la plaza pública, causada por diversos motivos. Pero por otra parte, existe una necesidad íntima religiosa que hoy se puede suplir con la vuelta a religiones primitivas, con el redescubrimiento de la magia o del tarot, etc. La gente cuando se siente sin Dios crea lo que lo sociólogos dan en llamar los «dioses de sustitución».

Por una parte, los cambios en la manera de entender la educación influyen en la manera de entender la educación religiosa. Por otra, ha llegado un momento en que los mismos lamentos d...

Índice

• Portadilla
• Didajé
• Presentación
• 1. La situación
• 2. El proceso de evangelización
• 3. La iniciación cristiana
• 4. La comunidad
• Didajé
• Contenido
• Créditos
• Notas