La República de Weimar
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La República de Weimar

Una democracia inacabada

Horst Möller, Paula Sánchez de Muniain Cidranes

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La República de Weimar

Una democracia inacabada

Horst Möller, Paula Sánchez de Muniain Cidranes

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Un libro fundamental para entender un período de la historia tan pertinente como actual, por uno de los historiadores alemanes más prestigiosos del momento.La república de Weimar nació con la necesidad de acabar con los problemas del pasado más reciente alemán. Entre ellas no sólo estaba la deliberación y el acuerdo de paz de Versalles, que incluía excesivas divisiones territoriales, reparaciones económicas, así como discriminaciones en el ámbito del derecho internacional y que la mantuvo hasta su final ocupada con la liquidación de las hipotecas generadas por la guerra y que amenazaban su existencia. Por ello su historia únicamente puede escribirse teniendo en cuenta sus antecedentes y su fragilidad. ¿Pero es esta estrecha óptica adecuada históricamente, es acaso justa? ¿No debería ser reconocida por ser el primer intento de fundar una democracia bajo condiciones desfavorables? No cabe duda de que sus oportunidades de éxito fueron muy pequeñas, pero no por ello estaba condenada al fracaso. La historia de Weimar resultaría una cuestión ininteligible, sin el ejemplo que nos ofrece su fracaso como república y las consecuencias derivadas del mismo. Es una lección de la historia contemporánea, una lección de permanente actualidad sobre las potencialidades y los riesgos de una democracia. La historia de la república estuvo dominada por una ambivalencia melancólica, cuyos aspectos centrales examina este libro, cuya magistral interpretación de los mismos por Horst Möller le han convertido en una referencia.

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Información

Año
2015
ISBN
9788491140764
Edición
1
Categoría
Histoire

Capítulo IIOrigen y período de prueba de la República de Weimar - 1919-1930

1. LOS CIUDADANOS VOTAN, PERO LA REVOLUCIÓN CONTINÚA

«Obreros, burgueses, agricultores, soldados, alemanes de todos los orígenes: uníos para la Asamblea nacional». Con este cartel del servicio de propaganda de la República alemana, diseñado por Cesar Klein en 1918, el gobierno de los comisarios del pueblo emplazaba a los ciudadanos a participar en las elecciones del 19 de enero de 1919.
Por primera vez en su historia1, todos los alemanes mayores de 20 años tuvieron derecho a decidir mediante sufragio universal, igualitario, directo y secreto la representación de los partidos políticos en una Asamblea nacional constituyente. Las novedades fueron, el derecho a voto de las mujeres, la disminución de la edad para ejercerlo de 25 a 20 años y, finalmente, el derecho de proporcionalidad. Este sistema electoral, junto con los principios antes mencionados, fue reivindicado por el SPD debido a su experiencia negativa con el sistema electoral por mayoría y con el sistema de doble vuelta del Reich utilizado desde el programa de Erfurt de 18912. El sistema electoral proporcional acabó con la injusta distribución de las circunscripciones electorales vigentes durante la monarquía –que desembocó en el cambio de la ley electoral del 24 de agosto de 1918, nunca llevado a la práctica– y permitió una representación porcentual adecuada de las diversas corrientes políticas del pueblo alemán. Bien es verdad que la ley electoral del Reichstag acordada el 27 de abril de 1921 por la Asamblea nacional fue ampliada y detallada, pero los rasgos fundamentales del decreto promulgado por los comisarios del pueblo el 30 de noviembre de 1918 sobre la elección para la Asamblea nacional constituyente alemana durante la República de Weimar se mantuvieron3 y sirvieron como fundamento legal en el artículo 22 de la constitución de Weimar. Mientras que la distribución de circunscripciones electorales y otros detalles del proceso electoral quedaron reservados al desarrollo por ley, el sistema electoral proporcional obtuvo rango constitucional.
Posteriormente, este sistema electoral fue duramente criticado, al presentar como cruz de la moneda el que la posible representación política de todos se alcanzara mediante una fragmentación de los votos y con ello del sistema de partidos. Esta consecuencia favoreció el salto del NSDAP como grupo minoritario a partido de masas, a partir las elecciones de septiembre de 1930. Pero el sistema electoral proporcional ya antes resultó perjudicial, debido a la cantidad de partidos que se presentaron a las elecciones –muchos de ellos llegaron al Reichstag–, dificultando así la formación de opinión de los votantes y finalmente la propia creación del gobierno. Ya durante los años veinte el debate sobre el sistema electoral proporcional acababa en propuestas de reforma electoral. Sin pretender quitarle legitimidad a esta crítica, el análisis de Hermens publicado en 1941 durante su exilio americano, va en cualquier caso demasiado lejos al atribuir el éxito del NSDAP principalmente al sistema electoral proporcional4.
Durante las deliberaciones sobre la constitución, sin embargo, la crítica del representante del Partido Democrático Alemán, Friedrich Naumann, no obtuvo ninguna repercusión: «Respecto a la elección proporcional existen ciertas dudas, a pesar de que aparentemente parece ser el sistema electoral más justo… La consecuencia directa del sistema electoral proporcional es su incompatibilidad con el sistema de gobierno parlamentario; el sistema parlamentario y la representación proporcional se excluyen mutuamente»5. Poniendo como ejemplo al parlamentarismo inglés, Naumann intentó explicar que el enfrentamiento entre gobierno y oposición, característico de un sistema bipartidista elegido por un sistema electoral de mayoría, es requisito imprescindible para el funcionamiento del parlamentarismo. Su observación de que un sistema electoral proporcional dificultaba la creación del gobierno tampoco fue apoyada por el resto de los diputados; incluso su compañero de partido, el Ministro de Interior del Reich Hugo Preuß, contradijo a Naumann alegando que volver al sistema electoral de mayorías era políticamente inútil. Esta valoración fue corroborada por el diputado socialdemócrata Wilhelm Keil, cuando apuntó que los «logros de la revolución» no podían ser anulados6. Sin embargo, la experiencia política de Weimar confirmó los temores de Naumann sobre el aumento de la fragmentación en el sistema de partidos y la complicación en la configuración parlamentaria. Así, junto a los seis grandes partidos, se incorporaron a la Asamblea nacional de diputados otros tres partidos minoritarios. El Reichstag surgido de las elecciones del 14 de septiembre de 1930 contó finalmente con parlamentarios de 15 partidos y varias agrupaciones políticas minoritarias.
El sistema electoral proporcional puro de la República de Weimar implicaba un problema más, que también fue comentado durante las deliberaciones sobre la constitución, aunque se esperó poder solucionarlo con la ayuda de la ley electoral. Un sistema electoral proporcional es puramente un sistema de partidos, la personalidad del candidato pierde importancia, el votante decide una lista, no una persona. Lo que significa que el diputado es más dependiente que nunca de su partido. La ley electoral del Reichstag fijó 35 circunscripciones, agrupadas en 16 asociaciones de circunscripciones7. Los diputados elegidos mantenían una vinculación bastante laxa, pues las circunscripciones a menudo eran tan grandes que abarcaban varios distritos administrativos. Además, el diputado era elegido junto a otros candidatos de su propio partido y de otros, con lo que representaba a «su» circunscripción al lado de otros muchos políticos. Tras un complicado procedimiento de aprovechamiento de los votos restantes, el derecho electoral del Reich, varias veces modificado, constató que no se perdía ningún voto y que el parlamento suponía una fiel reproducción de la opinión de la población. Este procedimiento favorecía, precisamente, a las pequeñas agrupaciones políticas y a los intereses de las asociaciones, que no estaban obligados en el preludio de la campaña electoral a llegar a compromisos o, incluso, a integrarse en los partidos medianos y mayoritarios.
¿Cómo votaron los alemanes con su nuevo derecho electoral democrático?8 El resultado electoral del 19 de enero mostró una clara aprobación del camino tomado por la dirección socialdemócrata con Friedrich Ebert desde el 9 de noviembre, pero sin conceder al SPD la mayoría absoluta. Aquellos partidos que se presentaron a las elecciones como defensores de la monarquía y el constitucionalismo –el Partido Nacional Popular Alemán (DNVP) y el liberal conservador Partido Popular Alemán (DVP), aspirantes a una restauración de los sistemas constitucionales y sociales desaparecidos a través de la reforma de octubre y la revolución–, sufrieron una sensible derrota electoral. En conjunto sólo consiguieron cerca del 15 por ciento de los votos. La situación no hubiera variado aunque se le hubieran añadido los votos conseguidos por las agrupaciones minoritarias pertenecientes a su círculo político afín, que tan sólo representaban el 1 por ciento. Así como los conservadores de cualquier signo no recibieron apenas el apoyo de los electores, tampoco lo recibieron los partidos de corte decididamente socialistas, como el USPD. Sólo el 7,6 por ciento de los electores se decidieron por la política radical de la izquierda. La consecuencia directa dio como resultado la impresionante mayoría lograda por los partidos de centro izquierda hasta el centro derecha, la coalición de los tres «partidos de Weimar», SPD, Zentrum y DDP, que juntos obtuvieron el 76,2 por ciento de los votos. La ventaja del SPD, con un 37,9 por ciento, sobre la segunda fuerza política, el Zentrum, con un 19,7 por ciento, era clara, como también lo era que la mayoría de los electores no apostaron por una formación puramente socialista entre el SPD y el USPD. Teóricamente, sin embargo, no resultaba del todo inimaginable la formación de una coalición que agrupara a todos los partidos burgueses contra la izquierda al completo. Pero este tipo de coalición en ningún momento tuvo una opción real de prosperar. Para ello habría tenido que excluir al partido más fuerte de la formación de gobierno en un momento en el que las revueltas revolucionarias seguían activas. Además, no habría podido ofrecer una alternativa práctica debido a la infranqueable oposición política entre la gran mayoría del partido de Zentrum y los liberales de izquierdas del DDP.
En general, el resultado electoral mostró el deseo por parte de la población de una república democrática estable, otorgando una abrumadora mayoría al centro político y posibilitando la coalición de tres partidos que ya se habían acercado durante los últimos años del Reich. También quedó patente el deseo de integración social, ya que unía en un equilibrio social al partido católico Zentrum con las fuerzas civiles democráticas del DDP –que movilizaban un considerable potencial intelectual– y a los socialdemócratas, representantes de una gran parte de la clase obrera. Este resultado mitigó la decepción del SPD por no haber conseguido la esperada mayoría absoluta. Tampoco se le dio excesiva importancia a la profunda división del liberalismo político como consecuencia de la nueva configuración de partidos. El resultado electoral expuso con claridad un entendimiento en las cuestiones políticas fundamentales de la nación, si bien los tres partidos de Weimar permanecieron separados debido a profundas disparidades de opinión. El partido del catolicismo político apenas pudo llegar a un compromiso con los liberales de izquierdas o los socialdemócratas en el tema de la confesionalidad y sus consecuencias político-culturales. No podían obviar la orientación aconfesional, en parte también antirreligiosa, de estos partidos. Sin embargo, por otro lado, el ala fuerte de los trabajadores organizados en los sindicatos cristianos pertenecientes al Zentrum tenían, en general, más intereses comunes con los socialdemócratas que con los burgueses intelectuales de clase media y parte de la alta burguesía industrial del DDP. Pero en ese momento lo fundamental era la toma de decisiones políticas centrales sobre el tratado de paz y el orden constitucional alemán –y, precisamente en estos temas, los compromisos entre los tres partidos eran posibles y factibles.
Durante esas semanas fueron elegidos los parlamentos constituyentes de cada uno de los Estados. ¿Se confirmó aquí el resultado obtenido para el Reich? Descontando el caso particular de Turingia, donde en 1919 se realizaron elecciones sólo en pequeñas ciudades, las que abarcaron todo el territorio se celebraron el 20 de junio de 1920, lo primero que llama la atención son las extremas diferencias en la participación electoral. En Wurtemberg la participación, con un 90,9 por ciento, fue incluso superior que la registrada en el ámbito del Reich. También fue considerablemente alta en los estados de Baden (88,1%) y de Baviera (86,3%), mientras que en Prusia sólo se llegó a un 75 por ciento y en Hesse a un 73,2 por ciento. Los estados del sur de Alemania tuvieron la participación más alta, si bien hay que destacar que fueron convocados a las urnas antes de las elecciones a la Asamblea nacional: el 5 y el 12 de enero. Prusia y Hesse votaron el 26 de enero de 1919 y no es descartable que el interés de los electores ya hubiera decaído. Precisamente en Prusia los disturbios de enero en Berlín –el levantamiento espartaquista y su represión– debieron mantener a los votantes potenciales del SPD alejados de las urnas, tanto para las elecciones al Reichstag como para las del parlamento regional, castigando al partido con la correspondiente pérdida de votos. La participación berlinesa en las elecciones a la Asamblea regional constituyente prusiana fue de un 75,25 por ciento, casi un 5 por ciento por debajo de la media prusiana en las elecciones del 19 de enero de 1919, si bien considerablemente por encima de la participación en los baluartes de los nacionalistas alemanes, las provincias occidentales y orientales prusianas9. En esas elecciones, el USPD logró en Berlín un resultado por encima de la media, convirtiéndose con seis diputados, frente a los ocho del SPD, en la segunda fuerza política10. Ya en las elecciones a la Asamblea nacional el USPD obtuvo un buen resultado en la circunscripción electoral de Berlín quedándose tan sólo a un escaño del SPD (cuatro contra cinco), a pesar o, quizá precisamente, porque el radical Emil Eichhorn, jefe de la policía destituido hacía dos semanas, encabezaba la lista del USDP11. Estos éxitos del USPD fueron todavía mayores en las circunscripciones que posteriormente pasarían a ser baluartes comunistas, el distrito administrativo de Merseburg, donde el USPD logró más escaños que todos los demás partidos juntos (cinco contra cuatro escaños), y en las circunscripciones electorales sajonas del 10 al 14, donde también fue la fuerza política más votada12. Estos resultados no deben ser obviados si se quiere hacer una valoración objetiva de las elecciones de enero de 1919.
Los resultados electorales generales de los parlamentos regionales en los estados alemanes más importantes confirman el resultado de las elecciones a la Asamblea nacional, a pesar de algunas particularidades. Entre ellas, por ejemplo, la diferente fuerza de los partidos según las regiones. Así, el Zentrum, debido a su orientación confesional, obtuvo resultados muy diferentes según la zona. Mientras que en la «roja» y, desde un punto de vista confesional, protestante Sajonia obtuvo un 1 por ciento de los votos, en Baden consiguió un 36,6 por ciento y se convirtió, por delante del SPD, en la fuerza más votada. Estas diferencias eran normales en los partidos de Weimar, ya que las raíces de algunas circunscripciones electorales eran mayoritariamente regionales, por lo que incluso los grandes partidos no pasaron de ser grupos minoritarios. Este regionalismo repercutió a menudo en la formación de consenso político tanto que en general se podía decir que los partidos de Weimar se caracterizaban, aun más que en el caso de los partidos actuales, por representar intereses específicamente regionales, sociales o incluso confesionales. Esto dificultaba bastante la integración en una coalición política.
Los tres partidos de Weimar conjuntamente alcanzaron en Prusia el 74,9%, en Sajonia el 65,5%, en Wurtemberg el 80,3% y en Baden el 91,5% de los votos. Baviera fue una excepción, ya que el Zentrum no participó; el Partido Popular Bávaro (BVP), de marcado carácter rural y con mucha influencia entre la población agraria, fue la fuerza más votada con un 35 por ciento de los votos, por delante del SPD con un 33 por ciento. El DDP con el 14 por ciento se convirtió en la tercera fuerza política más votada. Como resultado se formó un gobierno de coalición, similar al del Reich y al de otras regiones, entre el BVP, el SPD y el DDP –liderado por el socialdemócrata Johannes Hoffman–, aunque sólo desde el 31 de mayo de 1919 hasta el 14 de marzo de 1920. Anteriormente el BVP y el DDP no formaban parte del gobierno del SPD/USPD (temporalmente incluidos en la Asociación Bávara de Agricultores); posteriormente, desde el Kapp-Putsch (golpe de estado de Kapp) en marzo de 1920, el SPD nunca llegó a formar parte del gobierno bávaro durante la República de Weimar13.
Así pues, parece que el resultado electoral de los parlamentos regionales también prometía una estabilidad política de la nueva república. Pero la revolución no estaba definitivamente acabada. El gobierno socialdemócrata de los comisarios del pueblo en Berlín había podido sofocar el levantamiento espartaquista unos días antes de las elecciones, pero en la parte occidental de la Cuenca del Ruhr, el 10 de enero de 1919, 30.000 mineros fueron a la huelga; en Dusseldorf la policía fue desarmada; en Breme...

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