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Infortunadamente, y aunque en el mismo artículo también se menciona que el Estado promoverá condiciones para que esa igualdad sea real y efectiva, muchos grupos y comunidades aun no ven cómo pueden acceder realmente a los mismos derechos y libertades de otro.
Los ejemplos de Emprendedores Sociales que se incluyen en este apartado están llenando un espacio en el restablecimiento y reconocimiento de derechos en nuestro país.
¿Quiénes están llenando espacios en la garantía y el respeto de los derechos?
Ricardo Cobo, quien ha logrado que personas con discapacidad cognitiva sean reconocidas como seres humanos activos.
Emperatriz Cahuache, quien desde el trapecio Amazónico lidera la participación activa de las comunidades indígenas.
Stella Cárdenas, una líder que ha logrado intervenir positivamente para prevenir y erradicar la explotación sexual de niños y niñas.
Carmenza Morales, una abogada que ha gestado la lucha por el derecho de las comunidades a su territorio ancestral.
Silvio Ruiz, el gestor de los derechos para los recicladores.
Albeiro Vargas, que propicia un intercambio intergeneracional entre niños y ancianos, creando una respetuosa y rica comunidad.
Alejandro Martínez, quien promueve el derecho de los niños y jóvenes al trabajo.
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RICARDO COBO
Introducción
Hace unos años, la falta de centros especializados en Colombia para personas con discapacidad cognitiva hacía difícil la adecuada atención y los procesos de habilitación y rehabilitación de quienes presentaban una situación de discapacidad. Además, el desconocimiento de las familias sobre el tema, y los paradigmas establecidos por la sociedad en torno a estas personas dificultaban aún más la problemática.La idea que Ricardo Cobo proponía era la de establecer un espacio especializado en Popayán para el desarrollo y la educación de quienes tenían discapacidad cognitiva. A través de las artes y el contacto con la tierra, Ricardo replanteó la formación de estas personas que se vinculaban a las organizaciones, permitiendo que la conquista de la autonomía, la libertad y la felicidad fueran los ejes fundamentales de este nuevo caminar.
A lo largo de los años, a través de la Fundación para la Estimulación en el Desarrollo y las Artes (Fedar), su organización, Ricardo está demostrando que, más allá del rótulo que encasilla a una persona, están sus potencialidades, sus habilidades, como los mejores argumentos para enfrentar el reto que representa el vivir dignamente. Este trabajo ha hecho posible cambiar los imaginarios que la sociedad tiene, permitiendo que estas personas sean reconocidas por sus habilidades y destrezas. En Fedar se ofrecen diferentes programas acordes con los requerimientos, pero también con las posibilidades de desarrollo de cada persona en situación de discapacidad y sus familias. Asimismo, ha realizado alianzas con más de 16 gobiernos departamentales para replicar su metodología y luchar por los derechos de estas personas.
Ricardo Cobo, arte y campo para los niños y niñas
En su propia casa
Las circunstancias de la vida son las que en múltiples ocasiones terminan por direccionar los intereses e iniciativas de las personas. Este es el caso de Ricardo Cobo, un admirable emprendedor social colombiano, quien desde joven ha dedicado su tiempo y esfuerzo a una lucha incansable por los derechos de las personas con discapacidad cognitiva. Inspirado por la situación de su hermano menor, Oscar Gerardo, con síndrome de Down, un trastorno genético que causa una limitación sustancial en el funcionamiento intelectual y adaptativo de las personas, Ricardo asumió el reto de trabajar sin descanso por cambiar los métodos para su tratamiento.
Hasta los cuatro años de edad Oscar era un niño saludable como todos los de su barrio; aunque no rendía igual que ellos en los deportes, parecía ser más a causa de su corta edad que debido a alguna discapacidad. Nadie sabía de su condición, a excepción de sus padres, quienes decidieron callarla, buscando una vida normal para su hijo. Asumían que si la gente conocía el problema de salud de Oscar imposibilitarían el desarrollo de sus habilidades y destrezas, pues establecerían una relación basada en limitaciones y paradigmas sociales.
Aun así, el secreto no duró mucho tiempo; Oscar Gerardo tuvo apendicitis y debió ser remitido a un centro médico. Allí no solo le diagnosticaron esta enfermedad en su estado más avanzado y riesgoso, peritonitis, sino que, además, durante el tratamiento quirúrgico sufrió un paro cardiaco y respiratorio.
El estado de salud del niño era crítico. Su madre decidió enfrentar la realidad explicándole a sus demás hijos acerca de la discapacidad que vivía Oscar, así como aplicando sus conocimientos sobre educación y adaptándolos a la condición especial de su hijo, ya que ella era maestra de un centro educativo estatal.
Muchas familias que en silencio padecían el mismo problema decidieron recurrir a la ayuda de la madre de Ricardo. Ella les proponía diferentes dinámicas educativas que los padres adoptaban y aplicaban al desarrollo de sus niños.
Fue en esa época que surgió en Ricardo el interés por ayudar a los niños que, como su hermano, padecían esta discapacidad y que en su gran mayoría eran ignorados por el sistema educativo y el gobierno nacional. Esta situación lo llevó a la Universidad Pedagógica, en donde realizó una carrera profesional en Estudios
Especiales; allí mismo, un tiempo después, le ofrecieron hacer parte de un programa que lideraba en esa época el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) con el Centro Especializado para Personas en Situación de Discapacidad Cognitiva (Cenidi), en el Valle del Cauca, mediante el cual buscaban encontrar alternativas de vida digna para estas personas. En ese departamento no solo se presentaba un alto índice de niños con esta condición, sino también pocas opciones de vida para ellos.
El programa fue todo un éxito; a partir de las artes, el teatro y las danzas se replanteó la educación convencional y se reorientó el desarrollo de los niños especiales. Pero la labor de esta organización no terminó ahí; en ese entonces Popayán vivió uno de los más grandes desastres naturales de su historia, el terremoto que en 1981 destruyó más del 60% de la ciudad. Cenidi sabía que debía colaborar y hacer parte de la reconstrucción social y cultural del departamento, planteando un ambicioso proyecto: el primer Encuentro Nacional de Teatro representado por personas en situación de discapacidad. Buscaban de esta manera propiciar en la ciudad un ambiente diferente que hiciera olvidar a su población la tristeza y desolación que había dejado este imprevisto suceso natural.
Las calles se llenaron de música, canto, alegría y esperanza. Era, pues, un ejercicio de puertas abiertas en el que las personas en situación de discapacidad se mostraban a Colombia revelando sus aptitudes y potencial. Al evento asistieron reconocidos teatreros y artistas del país, entre ellos Julio Ferro y Manuel Torres. La fiesta fue inolvidable: más de veinte organizaciones hicieron parte de los cinco días que duró el evento, y la ciudad de Popayán tuvo un renacer a la posibilidad de la vida.
No obstante, por aquella época la relación de Ricardo con la organización Cenidi y, específicamente, con la junta directiva, no era la mejor; él era muy joven y atrevido en sus decisiones, muchas de las cuales no eran compartidas o comprendidas por sus miembros, así que poco después decide retirarse del programa. Muchos de sus compañeros e integrantes del equipo interdisciplinario resolvieron también retirarse, en señal de solidaridad.
El nacimiento de Fedar
Unidos decidieron continuar con lo que habían planteado tiempo atrás: construir desde las artes nuevos enfoques para desarrollar el potencial del ser humano. Nace así la Fundación para la Estimulación en el Desarrollo y las Artes (Fedar).
Pero los recursos económicos necesarios para esta nueva iniciativa eran escasos. Los bancos generalmente no conceden préstamos a organizaciones sin ánimo de lucro, lo que dificulta enormemente la gestión y consecución de los mismos. Como respuesta propositiva y comprometida muchos padres trabajaron activamente organizando bingos y festivales en sus barrios, otros integrantes del equipo recurrieron a organizaciones tales como Acción Social, Solidaridad Internacional y la Fundación Saldarriaga Concha...