Lo que nunca te han contado del Día D
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Lo que nunca te han contado del Día D

Pere Cardona, Manuel P. Villatoro

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  1. 408 páginas
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Lo que nunca te han contado del Día D

Pere Cardona, Manuel P. Villatoro

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Descubre los secretos del Desembarco de Normandía.El Desembarco de Normandía es uno de los acontecimientos más conocidos de la Segunda Guerra Mundial, pero, setenta y cinco años después, son muchas las incógnitas que existen sobre el Día D. En este fascinante libro, Pere Cardona y Manuel P. Villatoro, especialistas y divulgadores históricos, nos desvelan todos los secretos de las misiones suicidas que tuvieron que acometer los Aliados para iniciar la liberación de la Europa occidental y recuperan las historias de algunos de los protagonistas más curiosos que participaron en esta jornada, entre los que se encuentran Alberto Winterhalder, un soldado alemán de origen español; un grupo de rangers estadounidenses que encontró un gran tesoro en una batería alemana, o una espía que estuvo a punto de traicionar a los Aliados por despecho.Con una narración fresca y un ritmo trepidante, Lo que nunca te han contado del Día D trasladará al lector a los lugares más determinantes y olvidados del campo de batalla y desvelará la verdad que existe tras películas y series tan célebres como Salvar al soldado Ryan o Hermanos de sangre.

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Información

Año
2020
ISBN
9788417333898
Edición
1
Categoría
Historia

Contenido


Portada
Página de créditos
Sobre este libro
Prólogo de Jesús Hernández Martínez
Introducción
1. El largo camino hacia las playas
2. Doble Cruz: espionaje y glamour para derrotar a Hitler
3. Engaños, distracciones y resistencia
4. Planeadores: ataúdes sobre el canal de la Mancha
5. Paracaidistas: los héroes caídos del cielo
6. Don Jakeway, la gesta del paracaidista solitario
7. Día D, Hora H: a las puertas del infierno
8. Rangers, los «cabrones» que no conocían el miedo
9. Omaha, la playa sangrienta
10. Sword: gaiteros, comandos y carros de combate imposibles
11. Utah, Gold y Juno, las olvidadas del Día D
12. Maisy: una batería oculta, un tesoro escondido y balas perdidas
13. Un español en la defensa de Normandía
14. La verdad histórica tras las películas del Día D
15. Lugares con historia
Agradecimientos
Apéndices
Notas
Bibliografía
Sobre los autores

Créditos

Lo que nunca te han contado del Día D


V.1: marzo, 2020

© Pere Cardona y Manuel P. Villatoro, 2019
© del prólogo, Jesús Hernández Martínez, 2019
© de las ilustraciones, Pablo C. Mínguez Blázquez, 2019
© de esta edición, Futurbox Project, S. L., 2020
Todos los derechos reservados. reservados.

Diseño de cubierta: Taller de los Libros
Imagen de cubierta: Conseil Régional de Basse-Normandie / National Archives USA

Publicado por Principal de los Libros
C/ Aragó, 287, 2º 1ª
08009 Barcelona
www.principaldeloslibros.com

ISBN: 978-84-17333-89-8
THEMA: NHWR7
Conversión a ebook: Taller de los Libros

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser efectuada con la autorización de los titulares, con excepción prevista por la ley.

Lo que nunca te han contado del Día D

Descubre los secretos del Desembarco de Normandía

El Desembarco de Normandía es uno de los acontecimientos más conocidos de la Segunda Guerra Mundial, pero, setenta y cinco años después, son muchas las incógnitas que existen sobre el Día D. En este fascinante libro, Pere Cardona y Manuel P. Villatoro, especialistas y divulgadores históricos, nos desvelan todos los secretos de las misiones suicidas que tuvieron que acometer los Aliados para iniciar la liberación de la Europa occidental y recuperan las historias de algunos de los protagonistas más curiosos que participaron en esta jornada, entre los que se encuentran Alberto Winterhalder, un soldado alemán de origen español; un grupo de rangers estadounidenses que halló un gran tesoro en una batería alemana, o una espía que estuvo a punto de traicionar a los Aliados por despecho.
Con una narración fresca y un ritmo trepidante, Lo que nunca te han contado del Día D trasladará al lector a los lugares más determinantes y olvidados del campo de batalla y desvelará la verdad que existe tras películas y series tan célebres como Salvar al soldado Ryan o Hermanos de sangre.


Para Alba y Natàlia. Sin vuestro apoyo, no habría podido hacerlo
Pere Cardona

Para mi familia, Norma y Rayito. Os quiero
Manuel P. Villatoro

Prólogo


Tengo que reconocer que, cuando los autores de este libro me anunciaron que iban a escribir una obra sobre el desembarco de Normandía, no pude evitar sentir cierto escepticismo sobre tan ambiciosa empresa. Mis dudas no se centraban en la valía de Manuel y Pere, a quienes tengo la suerte de conocer desde hace algunos años —una valía que vienen demostrando de manera fehaciente en sus brillantes trabajos periodísticos—, sino en el tema escogido. A mí también me asaltarían muchas dudas si me propusiera escribir una obra sobre el que probablemente sea el episodio de la Segunda Guerra Mundial más conocido por el gran público.
¿Qué se puede escribir en la actualidad sobre el Día D que no haya sido escrito con anterioridad? ¿Qué novedades se pueden aportar a unos lectores que, en su mayoría, conocen en detalle unos hechos tan decisivos para el desenlace de la contienda? Buena parte de los grandes historiadores de la Segunda Guerra Mundial han dedicado alguna vez sus esfuerzos a relatar aquella colosal operación, buceando en los archivos y entrevistando a los supervivientes, lo que no parece dejar demasiado espacio a nuevas aportaciones de interés.
El reto escogido por los autores era mayúsculo y casi inabordable, pero comprobé que estaban decididos a llevar su proyecto adelante. Sin duda, su reciente estancia en Normandía, con ocasión del 74.o aniversario del desembarco, les había imbuido del valor necesario para afrontarlo. Sus charlas con los veteranos de aquella operación que asistieron a las celebraciones conmemorativas les habían creado la necesidad de dejar constancia de esas experiencias. La visión de la playa de Omaha al amanecer, aunque fuera en unas circunstancias más apacibles que las que se vivieron entonces, había prendido en ellos la inspiración necesaria para lanzarse a este particular desembarco editorial. Estaba claro que, por mucho que intentase disuadirles de su empeño, nada podría frenarlos. La flota de la invasión ya había zarpado.
Cuando los autores tuvieron la gentileza de hacerme llegar los primeros capítulos redactados, mis reservas sobre la viabilidad del proyecto desaparecieron de inmediato. El libro no constituiría una repetición de ese relato tantas veces escrito o visto en la gran pantalla, sino que representaría una auténtica novedad en la bibliografía sobre el Día D. Los autores se han esforzado en buscar nuevas historias que puedan sorprender incluso a los grandes conocedores de ese episodio. Con este libro se demuestra que, al igual que en otros hechos del conflicto que se desarrolló entre 1939 y 1945, siempre existe la posibilidad de hacer excitantes descubrimientos, lo que explica la fascinación que provoca.
Pero, además de la novedad, hay otro ingrediente que hace que la lectura de esta obra resulte todavía más gratificante: la pasión que los autores han volcado en ella. La pasión es un elemento crucial para el éxito de cualquier empresa, y más aún a la hora de escribir. Si el autor se ha divertido escribiendo un libro, el lector se divertirá; si el autor se ha emocionado, lo mismo le ocurrirá al lector. Por el contrario, si el autor ha afrontado la escritura como un trabajo funcionarial, es probable que su lectura resulte igualmente tediosa. En este caso, es evidente que Manuel y Pere se han divertido y se han emocionado trasladando al papel unas historias que han querido compartir con todos nosotros.
Así pues, invito al lector a dejarse guiar por los autores en esta aventura que los llevará a las playas de Normandía el 6 de junio de 1944, eso sí, sin el riesgo de ser abatido por las ametralladoras alemanas. Les aseguro que se divertirán y emocionarán. ¡Que comience la invasión!

Jesús Hernández Martínez
Periodista, historiador y escritor

Introducción

Las historias ocultas del Día D


El 6 de junio de 1944, hace apenas setenta y cinco años, un jovencísimo Donald Jakeway se lanzó desde un avión sobre la costa de Normandía. A sus veinte años, este estadounidense había recorrido cuatro mil quinientos kilómetros para ayudar a combatir el nazismo en Europa, una tierra que solo había visto en postales y de la que apenas sabía lo que le habían contado sus amigos y familiares. El gélido viento de la mañana le golpeó en la cara cuando abrió la portezuela del transporte y se arrojó al vacío. Llevaba meses preparándose para ello y estaba convencido de que su duro entrenamiento le hacía formar parte de una pequeña élite de soldados capaces de todo. Casi superhombres que podían estar hasta tres jornadas tras las líneas enemigas sin ayuda. Sin embargo, la realidad es que Don no era más que un chico normal que, no hacía ni un lustro, ayudaba a su padre en la granja para tener algo que llevarse a la boca.
En el desembarco de Normandía, tuvo la mala suerte de caer demasiado alejado de su unidad y se vio obligado a combatir diez días sin sus compañeros. Antes, había superado el terror que suponía quedarse colgado de un árbol como una piñata y saber que, si el enemigo lo descubría, estaría condenado a morir muy lejos de su hogar y de sus padres. La fortuna quiso que se liberara y evitase la muerte. Vivió para contar sus peripecias. Algunas fueron algo sonrojantes —se desplomó sobre un montón de estiércol de vaca mientras luchaba—, pero todas ellas conformaron el largo camino que transitó para regresar a casa y poder decir con orgullo que había participado en la mayor operación naval, aérea y terrestre de la historia.
Su testimonio, así como el de otros tantos soldados que sobrevivieron a este infierno necesario para acabar con el Tercer Reich, ha sido olvidado por la historia magna. La que, en muchas ocasiones, apenas se estudia en un párrafo en los colegios. Esas determinantes vivencias de Jakeway son las que ocultan las cifras que se han repetido una y otra vez a lo largo de más de siete décadas. Detrás de los ciento treinta mil soldados que desembarcaron en las playas y de los catorce mil paracaidistas que participaron desde el aire en el Día D, se encuentran las pequeñas historias de personajes como Bill Millin, quien no dudó en recorrer arriba y abajo la costa de Sword tocando su gaita para animar a los soldados que se dejaban la vida en la arena frente a las ametralladoras enemigas.
Este libro busca recordar esas pequeñas historias olvidadas. Algunas veces, mediante las voces de veteranos, como Jakeway o Alberto Winterhalder, un soldado de origen español al que el destino llevó a combatir aquel aciago verano en el bando alemán. Su testimonio, jamás publicado hasta ahora y narrado por su hijo, deja patente el otro lado del Día D. El de los soldados que, por una causa u otra, se vieron arrastrados hasta el norte de Francia y fueron superados por el avance de los Aliados. Muchos de ellos, al igual que los estadounidenses, los británicos y los canadienses, se sobrepusieron al miedo. Aunque en su caso no se trataba de un temor a morir en las playas, sino al de las represalias que tomaban los franceses contra ellos tras años de ocupación. Winterhalder evitó los golpes, los insultos y las vejaciones galas gracias a haber compartido sus últimas raciones de combate con la población local y a que había ayudado a los habitantes de algunos pueblos en sus tareas cotidianas.
En otras tantas ocasiones, los protagonistas de este libro hablan a través de las memorias que escribieron después de que la Segunda Guerra Mundial llegase a su fin y de que Adolf Hitler se suicidara en su búnker de Berlín. Es el caso de personajes tan llamativos y controvertidos como James Elbert McNiece, Heinrich Severloh o el mismo Millin. El primero, por ejemplo, decidió narrar sus vivencias después de que la famosa película Doce del patíbulo (Robert Aldrich, 1967) tergiversara la historia de su unidad exagerándola a través de falacias y suposiciones. El segundo, más conocido como la Bestia de Omaha, plasmó sus recuerdos sobre el papel para explicar por qué había causado (según la leyenda) unas dos mil bajas a los Aliados con su ametralladora MG-42. Casi como si buscara una forma de excusarse o de redimirse ante el mundo. Y es que, aunque nos olvidemos de ellos, los germanos también sentían, padecían y albergaban dudas sobre qué les esperaba tras aquella batalla.
Sin embargo, la obra no se centra únicamente en el pasado, sino que entiende que la historia está viva y que cambia día a día. Por ello, dedicamos también un espacio a honrar el trabajo de recreadores históricos e investigadores. Entre ellos destaca la figura del historiador militar Gary Sterne, un aficionado cualquiera a la Segunda Guerra Mundial que, casi por casualidad, descubrió a principios del siglo xxi la existencia de una batería de artillería que permanecía olvidada y enterrada bajo la arena de Normandía. Tal y como él mismo nos explicó, su esfuerzo incansable ha permitido que el mundo conozca que, en 1944, la posición defensiva de Maisy fue una de las más determinantes que defendían la costa y que, para conquistarla, decenas de rangers (las fuerzas especiales estadounidenses de la época) se dejaron la sangre. Según él, tuvieron su recompensa, pues hallaron en el lugar un enorme tesoro (4,2 millones de dólares en moneda francesa), que se repartieron en secreto y cuya existencia ocultaron durante décadas.
De Jakeway y Winterhalder hasta Sterne han pasado décadas de historias que se han repetido una y otra vez y que, por desgracia, cada día suenan más huecas en la mente de las nuevas generaciones por culpa de la saturación de información. No obstante, y a pesar de la ingente cantidad de primaveras que se han sucedido desde que comenzara la «cruzada» contra el nazismo (como la definió Dwight «Ike» Eisenhower), el desembarco de Normandía aún esconde relatos increíbles que el mundo ha pasado por alto. Vivencias como las del comandante de la Guardia Civil Ignacio Molina Pérez, un español que colaboraba con los servicios secretos alemanes y que, gracias a una compleja operación de engaño en la que un actor se hizo pasar por Bernard Montgomery, fue desenmascarado por los Aliados.
Y es que, si hay algo que se ha pasado por alto sobre el Día D es que, a pesar de suceder en Francia, estuvo protagonizado por personajes de multitud de naciones. Ejemplo de ello fue la contribución de una francesa de ascendencia peruana, Elvira de la Fuente. Esta agente doble consiguió, gracias a sus armas femeninas, crear el desconcierto entre los alemanes al convencerles de que la invasión se iba a llevar a cabo en un lugar erróneo. La rusa Natalia Sergueiew (apodada Tesoro) fue otro de esos casos curiosos que la gran historia ha dejado a un lado. Esta espía, que trabajaba para los Aliados, estuvo a punto de cambiarse de bando y desvelar los secretos de la operación cuando supo que su perro, el pequeño Babs, había muerto por culpa de la ineptitud de los mandos británicos. Por suerte, el rencor no dio al traste con una operación que se orquestaba desde hacía años en el más estricto de los secretos y en la que colaboraron hasta unos estudios de cine para engañar a los germanos.
La gran cantidad de nacionalidades presentes en el Día D llegó incluso a ensombrecer a los propios franceses, que participaron en los desembarcos mediante una unidad de comandos y con la aportación inestimable (aunque exagerada) de la mítica Resistencia. Su presencia también cuenta con representación en esta obra. De hecho, una de las historias más desconocidas relacionada con Normandía fue la de Joseph Beyrle, un paracaidista que, poco antes del 6 de junio, se lanzó sobre Francia cargado con una bandolera llena de oro destinada a la Resistencia. A la postre, se arrojó también sobre las líneas alemanas el 6 de junio y, tras ser capturado y escapar, se convirtió en el único soldado estadounidense al que la suerte lo llevó a unirse al Ejército soviético. Estas y otras tantas historias son las que atesora este libro. Una obra que, ojalá, sorprenda a los amantes de la Segunda Guerra Mundial.

1. El largo camino hacia las playas


El 6 de junio de 1944 tuvo lugar la mayor operación naval, aérea y terrestre de la historia, el desembarco de Normandía. A lo largo de aquella jornada, más de 132 700 soldados aliados partieron escalonadamente desde diferentes puertos situados en el sur de Inglaterra, cruzaron el canal de la Mancha y dirigieron sus embarcaciones hacia cinco playas situadas en la costa gala. Formaban parte de un operativo cuyo objetivo era rebasar las defensas alemanas para iniciar la liberación de los territorios europeos ocupados por Adolf Hitler desde hacía cinco años. Si todo salía como estaba previsto, el norte de Francia sería la puerta de entrada al viejo continente y marcaría el inicio del largo recorrido que acabaría en Berlín, capital del Tercer Reich y último reducto del nazismo.

Unidos por la guerra
Pero ¿de dónde surgió esta idea? ¿Quiénes fueron sus impulsores? ¿Cómo se planificó un golpe de mano tan complejo? Para conocer sus orígenes, debemos remontarnos a la petición realizada por el primer ministro Winston Churchill al almirante lord Mountbatten durante la conversación que ambos mantuvieron en octubre de 1941: «Quiero que la costa sur de Inglaterra deje de ser un bastión defensivo y que la conviertas en un trampolín de ataque».1 Este encargo llegó cuatro meses después de que Hitler abandonase su plan para conquistar las islas británicas y se centrase en la Operación Barbarroja. El premier inglés, que llevaba un tiempo preparando al país para lo peor, respiró aliviado al comprobar que las tropas alemanas cruzaban la frontera rusa en junio de 1941. Con aquel movimiento, el Führer centró su atención en otro objetivo para el que necesitaba desviar gran parte de los recursos de su fuerza aérea. Puede que los pilotos de la Luftwaffe y las bombas volantes V1 no dejaran de castigar las ciudades inglesas, pero al menos el fantasma de las lanchas alemanas llegando a las costas de Bexhill o Dover se esfumó del horizonte.
Con una preocupación menos, Churchill pudo centrarse más en la lucha que libraba contra otro enemigo, tanto o más implacable que los nazis: la escasa capacidad de la maltrecha economía británica para equipar a sus hombres. Inglaterra fue uno de los países que más acusó la falta de armamento debido al bloqueo al que se vio sometida por parte de los U-Boote alemanes. Los submarinos que patrullaban por el Atlántico norte no se lo pusieron nada fácil a los convoyes de suministros que llegaban desde Estados Unidos.
Por ello, el 4 de noviembre de 1939 el presidente Franklin D. Roosevelt firmó la Ley Cash and Carry (‘Efectivo y transporte’), un instrumento que le permitió abastecer de material a cualquier país que estuviera en guerra siempre que este último cumpliese con dos premisas: pagar la factura en efectivo (cash) y organizar por sí mismo los traslados de sus compras (carry). Tanto lo...

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