La revolución de Jesús
eBook - ePub

La revolución de Jesús

  1. 264 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La revolución de Jesús

Descripción del libro

El objetivo de esta obra es contar a Jesús desde su proyecto vital más íntimo: el Reino de Dios. Pero no se trata de hacer un mero análisis de lo que significa este Reino, sino de mostrar las consecuencias en la vida de la gente de la época de Jesús, los que le vieron y le escucharon. La consecuencia fundamental es una revolución, por eso el libro se titula La revolución de Jesús. Una revolución que tiene tres niveles: el personal, el social y el trascendente, entendiendo trascendencia como lo que va más allá del aquí y ahora, lo que va más allá del contexto y del grupo en que nos situamos. Esta revolución supone comprender la persona de Jesús, su origen, su historia, la historia de su pueblo, el contexto social, económico y político donde fue forjando su conciencia.La revolución de Jesús implica a la Iglesia de todos los tiempos como sujeto revolucionario. Si no lo es, entonces estará traicionando el proyecto de Jesús: el Reino de Dios.

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a La revolución de Jesús de Bernardo Pérez Andreo en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Teología y religión y Teología sistemática y ética. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Editorial
PPC Editorial
Año
2018
ISBN de la versión impresa
9788428832366
ISBN del libro electrónico
9788428832809
1

LOS CÓDIGOS DE UN REVOLUCIONARIO

Hemos dicho que entender a un ser humano cualquiera supone estar en posesión de los códigos que lo interpretan, más aún si este hombre vivió en un lugar y un tiempo completamente ajenos al nuestro. Es el caso de Jesús de Nazaret. Habitualmente creemos saber mucho de él, quizá por películas, y ahora por documentales que reflejan la vida de Jesús. Sin embargo, necesitamos tener ciertas claves, no solo conocimientos de su vida, para comprenderlo de verdad. Entonces, ante nosotros tendremos no solo al Jesús histórico, sino al Jesús de carne y hueso, aquel que, como decía Renan, pisó los caminos de Galilea. Es un ejercicio de reconstrucción al que nos permiten acceder las ciencias actuales, desde la historia general pasando por la antropología cultural y también la historia económica y social. Muchas son las investigaciones al respecto y de todas ellas me he servido para dar esta imagen completa de una figura histórica excepcional que cambió la historia de la humanidad.
No fue casual ni la decisión de un supuesto destino que Jesús fuera un revolucionario. Lo fue por nacer en un contexto muy preciso, en un lugar específico, en un tiempo concreto en el que se daban unas circunstancias que, unidas a la tradición del pueblo hebreo, tenían que dar lugar a un ser tan excepcional como Jesús. Su vida en Nazaret, su trabajo con su padre en Séforis, su aprendizaje de la tradición, su contacto con la situación de miseria del pueblo, lo llevarán a realizar su propuesta; de ahí que necesitemos descubrir estas realidades para comprender a Jesús. Lo hacemos en tres momentos. En el primero nos acercamos al lugar y el tiempo de su nacimiento, cómo esto configura a una persona desde fuera. Al fin, decía Freud, un hombre es más hijo de su tiempo que de su padre. Después veremos la genealogía de un revolucionario, para profundizar en la historia del pueblo, los relatos de Mateo y Lucas donde se nos cuenta su nacimiento y la importancia de la tradición exodal y profética. Por último analizaremos la historia social de la antigüedad, especialmente en el Imperio romano, y muy significativamente en Galilea. Con esto creo que se habrá puesto la base para comprender a Jesús como un revolucionario. Todo lo que haga y diga después tendrá ahí su germen y su explicación. Este contexto inicial es como la obertura de toda la obra posterior. En él está contenido, en resumen, todo lo que después se expresará a lo largo de su vida hasta su muerte.
En este capítulo trataremos de situar a Jesús en su circunstancia histórica, social y cultural, de modo que se delimite claramente cómo se construye el proyecto revolucionario de Jesús. Hay que hacerlo para poder comprender qué significan las palabras de Jesús: Dichosos los pobres y ¡ay de vosotros, los ricos!
1. El lugar y el tiempo de un ser humano
Lugar y tiempo son los primeros elementos que hay que tener en cuenta para comprender a cualquier ser humano. Veremos que Galilea –dentro de una Palestina sometida al Imperio romano– presenta las características definitivas que explican el proceso de creación de la persona de Jesús. Por supuesto, con el trasfondo de la tradición judía, pero con el peso de las circunstancias familiares y sociales que le toca vivir. Que Jesús perteneciera al estrato social de los artesanos, que hubiera de ir a trabajar a Séforis como albañil junto a su padre, que perdieran las tierras por el endeudamiento, que los romanos impusieran su ley sin conmiseración, no son elementos externos a su personalidad. Tampoco la posible bastardía de Jesús y su relación con un legionario romano llamado Pantera.
a) Galilea, 6 a. C. - Jerusalén, 30 d. C.
En el mundo actual, todos conocen el día de su nacimiento. Miles de fotos y vídeos componen la memoria gráfica de cualquier niño nacido en los países que nos rodean desde que la era digital se impuso como modo de vida. Mucho antes, por motivos relacionados con la seguridad de los Estados, se impuso el control sobre los nacimientos y defunciones. En los imperios era una manera de controlar los impuestos. Hoy es una forma de entendernos como miembros de una nación. En la época de Jesús, en el Mediterráneo antiguo, no existía ninguna tradición para recordar la fecha de nacimiento, por eso no está especificado en los evangelios. Se nos dan datos relativos al momento, y de ahí debemos sacar la información. Lo que es evidente es que Jesús no nació en el año 1 de nuestra era; eso fue un error de cálculo del monje Dionisio el Exiguo, que en el siglo VI sacó la cuenta hacia atrás de la posible fecha del nacimiento de Jesús para situar el comienzo de la era cristiana. Teniendo en cuenta los medios, es un error muy pequeño.
Jesús, según los datos de la mayoría de exegetas, hubo de nacer poco antes del año 4 a. C. (Meier, 1997a, 382-383; Sanders, 2001, 28). Probablemente en el año 6. El relato de la muerte de los inocentes presupone que Jesús tendría unos dos años o menos cuando Herodes quiso acabar con él. Aunque es un texto redaccional, no es imposible que aquel evento sucediera; Herodes el Grande no era una hermanita de la caridad, precisamente (Pikaza, 2015, 557-558). Su reinado había sido muy largo y eran muchos los enemigos que se había granjeado, tanto externos como internos. El hecho de gobernar bajo el poder de los romanos no era el menos importante. Por tanto, Jesús nace seis años antes de Cristo, lo cual no deja de ser un dato interesante para elaborar una desconstrucción de la cristología, tema que se nos escapa ahora, pero que abordaremos en otra ocasión.
Nace en Galilea, región periférica de Palestina que siempre había sido considerada una zona de gentiles, y por ello religiosamente ambigua. Ya en la época asmonea, con el rey Aristóbulo I (104-103 a. C.), se hizo una anexión al nuevo reino de Israel, que necesitó de una repoblación judía de la zona, pues sus habitantes no lo eran y se pretendía judaizar todo Israel (González Echegaray, 2000, 43-45). Es más que probable que la familia de Jesús, de ser cierta la base del relato del nacimiento en Belén, fuera llevada desde Belén hasta Nazaret para la repoblación, asignándole tierras para el cultivo. Galilea era una zona muy rica en producción, tanto en lo referente a las tierras de cultivo como al mar de Galilea, el lago Genesaret. Por eso, cuando llegó el reinado de Herodes el Grande, bajo la dominación romana, se creó una poderosa clase rentista que extraía el producto de la tierra mediante la explotación de la población como aparceros o como mano de obra semiesclava directamente. Los niveles de explotación fueron tan altos que la población rural se sublevó contra la élite ciudadana helenizada asentada en Séforis, tomó la ciudad y destruyó las tablas de deudas. Esto provocó la intervención de Roma: Quintilio Varo arrasó la ciudad en el año 4 a. C. (González Echegaray, 2000, 129). Herodes Antipas, que se sentía más seguro con una ciudad de población helenista, la reconstruyó en la segunda década de la era cristiana. Jesús y su padre fueron a trabajar allí como albañiles, pues solo distaba seis kilómetros de Nazaret.
En el otro extremo de la vida de Jesús tenemos el dato de que fue ajusticiado en Jerusalén. Su ejecución se produjo en el mes de Nisán, durante la celebración de la Pascua judía. Esto nos permite centrar la muerte entre marzo y abril, pero no podemos precisar más. Sin embargo, existen datos que nos permiten acercarnos más a la fecha definitiva. Sabemos que murió bajo Poncio Pilato, y que este fue gobernador de Palestina entre el 26 y el 36 d. C. Este arco temporal es totalmente seguro, pues lo sabemos por fuentes romanas. Por tanto, Jesús hubo de comenzar su actividad pública después del 26 y morir antes del 36. Pero es posible precisar más, pues Lc 3,1-2 nos dice que la predicación de Jesús comienza el año quince del emperador Tiberio. Eso puede ser el 28 o el 29 d. C., dependiendo de cuándo se cuente el primer año de Tiberio. Contando un año de actividad pública, como supone Marcos, o dos años, como presupone el evangelio de Juan, la muerte debe producirse el año 30, que es precisamente cuando el 15 de Nisán cae en la luna llena de primavera. La conclusión de Meier, al que sigo en todos estos datos, es que Jesús fue crucificado el 7 de abril del año 30 (Meier, 1997a, 409).
En la ejecución de Jesús participaron tanto el poder romano como el poder judío, pero no «todo el pueblo judío», que, supuestamente, aclamaría la muerte solicitando que recayera sobre él las consecuencias. Y bien sabemos cuáles fueron las consecuencias que cayeron sobre el pueblo judío. Los textos que tenemos ahí corresponden a la redacción muy posterior de los evangelistas, que intentan que el cristianismo se abra paso en el Imperio y hacen recaer la culpabilidad sobre los judíos. Pero es un hecho incontrovertible que, en el Imperio, Roma era la única que podía ejecutar en la cruz mediante la mors agravata. Cosa distinta es que los jefes del pueblo, los saduceos y el sumo sacerdote, pretendieran la muerte de Jesús para eliminar a un adversario peligroso, pero no puede culparse de la muerte a todo el pueblo. Es más, los mismos evangelios recuerdan que no podían atraparlo de día por miedo a la reacción de la multitud. Es decir, se presupone que Jesús es querido por el pueblo. Son los poderosos los que lo odian, porque su discurso y su acción están orientados a favor del pueblo y contra los poderosos.
Por otro lado, los romanos utilizaban la cruz únicamente para lo que ellos llamaban «bandidos». Este término tiene un significado muy específico. Son los salteadores de caminos, bandas que se unen para robar y saquear. En el mundo antiguo, los bandidos eran personas que habían perdido todo y no les quedaba otra que echarse al monte y organizarse para resistir contra la opresión de los poderosos (Hobsbawm, 2001, 19-31). Los romanos aplicaban este término a todo aquel que se enfrentara a su imperio, por los medios que fueran. Es lo mismo que hacen hoy con el término «terrorista»: es aplicado a todo aquel al que se quiere desprestigiar socialmente y aplicarle las máximas penas. Si los romanos crucificaron a Jesús fue porque lo consideraron un subversivo político que pretendía destruir el Imperio. La pretensión de Jesús de ser rey y su predicación del Reino de Dios chocaban frontalmente con el único rey del Imperio, el César, y con el único reino, el Imperio romano. Que fuera crucificado entre dos bandidos refuerza esta idea. Jesús fue tenido por subversivo y así fue ajusticiado. La crucifixión se ha convertido en los últimos años en el criterio exegético fundamental para determinar qué es histórico en los evangelios y qué redaccional. Los discípulos no pudieron inventar este hecho, y tampoco lo pudieron ocultar. Es más, si sabemos con certeza que existió Jesús es porque fue crucificado por el Imperio romano en tiempos de Poncio Pilato. Todo se sustenta en esto en el nivel histórico.
b) Dos brazos para trabajar
Hemos comentado anteriormente que es muy posible que la familia de Jesús proceda de la repoblación asmonea de principios del siglo I a. C. Esta familia provendría de Belén, como nos recuerda la tradición del nacimiento que tenemos en el evangelio de Mateo. Los asmoneos tenían la intención de rejudaizar todas las zonas que estuvieran habitadas por gentiles, por no judíos, de ahí su interés por depurar el territorio introduciendo población judía. Sin embargo, no desapareció la población gentil, y a los de Galilea se les notaba el acento, como nos recuerda el evangelio de Mateo (26,73). Se trata, por tanto, de una población diferenciada del resto del pueblo judío. Una población que está en el límite de lo que se considera como judío por los judíos de Jerusalén. Aunque la tradición de Jesús es netamente judía, la consideración de los jefes de Jerusalén será de sospecha ante él. Nada más que el hecho de su origen ya marca a Jesús.
Pero hay un elemento fundamental para comprender quién es Jesús. El hecho de ser calificado como tekton en el evangelio (Mc 6,3 y Mt 13,55) nos da la cualificación del estrato social al que pertenece. Al contrario de las interpretaciones al uso, incluso contra lo que nuestra percepción actu...

Índice

  1. Portadilla
  2. Dedicatoria
  3. Introducción
  4. 1. Los códigos de un revolucionario
  5. 2. La búsqueda del proyecto
  6. 3. Disputando por el Reino
  7. 4. Hacer cosas con palabras
  8. 5. Acciones que hablan
  9. 6. El último acto de Jesús: la revolución debe continuar
  10. Conclusión. La revolución del Reino de Dios
  11. Bibliografía
  12. Contenido
  13. Créditos