Lenguas de especialidad
Haremos una breve introducción para intentar explicarles, amables lectores, lo que son las lenguas especiales o de especialidad.
Entre ellas distinguimos el lenguaje burocrático-administrativo, el lenguaje económico-financiero, el lenguaje político, el lenguaje jurídico, el lenguaje periodístico, el lenguaje publicitario, el lenguaje deportivo, el lenguaje del cine y de la televisión, lenguajes científicos-técnicos (de la Biología, la Medicina, la Lingüística, el automovilismo, la astronáutica, etc.), y también las llamadas jergas de oficios y profesiones (canteros, tejeros, zapateros, etc.), hablas de los grupos sociales marginados (jergas del hampa, germanía, jerga de la droga, etc.), jergas militares, jergas de estudiantes, lenguajes de ambiente pasota y juvenil, etc.
«Los llamados lenguajes de especialidad —apunta Francisco Moreno Fernández en su artículo “Lenguas de especialidad y variación lingüística”—, tradicionalmente han recibido el nombre genérico de jergas, entendiendo jerga como un conjunto de caracteres lingüísticos específicos de un grupo de hablantes dedicados a una actividad determinada; el uso de una jerga siempre es una forma de marcar identidad sociolingüística o la pertenencia a un grupo».
Así pues, hablar de la jerga médica o sanitaria, la jerga de los abogados o, incluso, la jerga de los periodistas, no resulta en absoluto descabellado. Si tenemos en cuenta que las jergas o jerigonzas nacieron en el mundo del hampa allá por los Siglos de Oro para evitar que los espías de los alguaciles entendieran lo que estaban tramando, deduciremos que se trata casi de un criptolenguaje o lenguaje de espías, por acercarlo ya a nuestros últimos cien años.
Para evitar que este libro sea un «ladrillo», voy a hablar, tan solo, de tres lenguas de especialidad: la de la Medicina, la jurídico-administrativa y la de los periodistas.
El lenguaje de la Medicina
Se cuenta que un matrimonio fue al médico porque tenían dificultades en sus relaciones íntimas. El médico los recibe y, al escuchar su relato, les dice que no se preocupen, pero que tiene que hablar con cada uno por separado. Y manda a la mujer a la sala de espera, que estaba abarrotada. Una vez solo, inquiere el doctor: «Perdone, señor, pero tengo que hacerle antes de nada una pregunta. ¿Tienen ustedes orgasmos?». El hombre duda, piensa y le hace un gesto al doctor para indicarle que va a salir a hablar algo a su mujer. Asiente el doctor. El hombre abre la puerta y, con voz alta, exclama: «¿María, nosotros qué tenemos orgasmos o Adeslas?».
Con esto, quiero advertirles de que el lenguaje de esta maravillosa profesión es bastante críptico y, a la vez, despertar su atención, por si habían empezado a asustarse con eso de «lenguas de especialidad».
Por tanto, antes de adentrarme en este sinuoso mundo de la terminología infinita, quiero manifestar mis respetos por la Medicina. Ya saben, solo hay cuatro profesiones vocacionales: maestro, médico, militar y sacerdote, las demás son mercantiles (dicen en los mentideros del pensamiento).
Para calibrar la influencia de este lenguaje, hemos de partir de un supuesto básico: la tarea médica, además de ser una labor científica, es una actividad social. También un ejercicio de intercomunicación personal que está orientado por ideas, por teorías, por ideologías y, en consecuencia, por palabras. El enfermo (o el que cree estarlo) acude al médico porque necesit...