Elementos básicos del maltrato animal
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Elementos básicos del maltrato animal

Alfredo Fernández Álvarez

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Elementos básicos del maltrato animal

Alfredo Fernández Álvarez

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Es esencial dotar al veterinario clínico de los elementos necesarios para el reconocimiento de estas situaciones a través de la formación en el área de las ciencias forenses, aplicadas al ámbito del maltrato animal, con el objeto de poder luchar eficazmente.El incremento de casos en las consultas veterinarias con pruebas o evidencias compatibles o, al menos, sospechosas de actos de violencia contra animales requieren que el facultativo esté formado también en esta área de especialización, desarrollando a lo largo de su actividad profesional sus conocimientos y su formación científica en el ámbito de la patología clínica forense veterinaria. La creación de procedimientos y protocolos básicos de identificación del maltrato animal en las consultas clínicas de los facultativos resulta imprescindible.Estos modelos deben ser eficaces, permitiendo la identificación y la valoración pericial o forense de estas situaciones que comprometen significativamente la salud de los animales. Estos procedimientos deben desarrollarse fundamentándose en trabajos rigurosos que se desarrollen a partir de la recopilación de todas las pruebas, mediante la realización de registros clínicos protocolizados y modelos de comunicación útiles en la evaluación de los comportamientos de maltrato animal, que puedan ser utilizados eficazmente en los juzgados, donde las cuestiones que se plantean presentan unas particularidades específicas, difieren de las preguntas que tienen lugar en los casos clínicos rutinarios frente a las cuales el veterinario debe estar adecuadamente formado.

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Información

Editorial
veterinaria
Año
2019
ISBN
9788417403447
Edición
1
Categoría
Psicología
CAPÍTULO 1

TIPOLOGÍA DEL MALTRATO
1.1 La sociedad ha cambiado
El maltrato animal es un tipo de comportamiento que se ha producido desde los inicios de la humanidad. Sin embargo, en los últimos años han tenido lugar cambios trascendentales dentro de nuestra sociedad que le han conferido una dimensión diferente. La gran cantidad de información que actualmente existente en relación con el maltrato animal ha determinado modificaciones en la percepción de nuestra sociedad en relación a ello, lo que se ha traducido en un incremento de la presión pública sobre los distintos poderes del Estado en relación a la protección animal, lo que se ha traducido, entre otras cosas, en una nueva revisión de nuestra legislación en materia de maltrato animal con el objetivo de aportarles una mayor protección. Los cambios legislativos son prácticamente constantes y se extienden a todos los ámbitos con el objetivo de mejorar su calidad de vida ofreciéndoles la protección necesaria. Consecutivamente, se han desarrollado numerosas áreas de análisis alrededor de todo lo que se refiere al maltrato animal. Una de las de mayor interés social es la que se refiere al análisis de los factores que determinan que el perpetrador pueda causar daños en los animales, es decir, cómo es posible que el individuo desarrolle este tipo de comportamientos. Junto con el estudio de las causas o etiología del maltrato animal en las personas también se ha despertado un gran interés sobre todos los aspectos relativos a su prevención e identificación de estos comportamientos, con el objetivo de evitar episodios de violencia contra otros animales, un agravamiento de la intensidad de la violencia o, incluso, la génesis de daños o acciones contra otras personas.
En la actualidad, los animales son considerados seres con capacidades sensibles, es decir, seres con capacidad de sentir y, por tanto, de sufrir. Este nuevo escenario social ha determinado que se creen nuevos puntos de vista y diferentes perspectivas a través del conocimiento científico de los fundamentos neurofisiológicos de los animales. Se han creado áreas de estudio que se encargan del análisis científico de las emociones de los animales, del estudio del dolor y sufrimiento que pueden padecer, estableciendo procedimientos de identificación, escalas para su valoración y protocolos veterinarios de atención. Todo ello ha llevado a cambios dirigidos a mejorar las condiciones de bienestar de los animales, prohibiendo ciertos actos contra los animales que en el pasado se consideraban como aceptables, como ocurre con las caudectomías estéticas, las otectomías estéticas, la desvocalización quirúrgica canina o cordectomía, etc. También se han establecido regulaciones concretas que mejoran la atención de animales en centros comerciales y tiendas de animales, relativos a sus necesidades de espacio, exposición, atenciones sanitarias, etc.
Las valoraciones subjetivas relativas a situaciones que afectan al bienestar y la salud de los animales, carentes de fundamentos científicos, no ofrecen soluciones eficaces para mejorar el estado de los animales. Es necesario fundamentar todas las propuestas que se realicen en el ámbito de la protección animal y la lucha contra el maltrato animal en fundamentos de naturaleza científica, por tanto basados en trabajos de investigación y en la elaboración de tesis que se puedan comprobar y reproducir. De cualquier modo, creemos que el único camino eficaz para el colectivo veterinario, si desea jugar un papel relevante dentro de la propia sociedad en materia de bienestar y maltrato animal, pasa por entender que la exigencia que la sociedad reclama de estos profesionales, involucrándonos activa y decididamente en la lucha contra el maltrato animal, liderando la protección de los animales a todos los niveles mediante la atención y el tratamiento de los animales, siempre a partir de los fundamentos científicos. Es desde la ciencia y desde la creación de procedimientos y protocolos de actuación consensuados donde la profesión veterinaria puede encontrar una respuesta global y eficiente dentro de la sociedad.
La promoción del bienestar y la salud de los animales debe comenzar desde las bases más sencillas. Es necesario responder profesionalmente a “mitos” y creencias que se extienden en nuestra sociedad para justificar algunas actitudes hacia los animales. Algunas de estas situaciones resultan fáciles de reconocer por cualquiera de nosotros, pues coloquialmente los podemos identificar con sencillez. En el pasado, tan solo hace unos años, resultaba común justificar cualquier acción que se realizaba sobre un animal en base a su simple naturaleza animal: “Es solo un animal”. Del análisis de esta frase se desprendía que estos seres presentaban una serie de limitaciones y restricciones a nivel de sus capacidades y sensibilidades físicas y psicológicas. En la actualidad, dicha sentencia está absolutamente desfasada, ya que no existe ninguna duda de que los animales son seres dotados de numerosas capacidades, muy similares a las de las personas, que les permiten sentir, experimentar emociones y padecer dolor. Son múltiples y diversos los estudios científicos que avalan estas afirmaciones, tanto a nivel de las funciones fisiológicas como a nivel de las capacidades psicológicas y de comportamiento. Por tanto, podríamos afirmar que nuestra sociedad en la actualidad admite de forma generalizada que las sensaciones de los animales son muy similares a las que las personas manifestamos ante acciones que puedan generar dolor y estrés, considerando que tienen una capacidad de sufrimiento muy parecida a la que mostramos los seres humanos, mostrando una preocupación en las formas de atención que les dispensamos.
Otra afirmación común era la que en el pasado se refería a los animales como “sujetos carentes de cualquier tipo de derecho”. En la actualidad, el desarrollo de los marcos legislativos en materia de bienestar y maltrato animal, particularmente en los países considerados como más relevantes, como por ejemplo los Estados Unidos o algunos de los países que integran la Unión Europea, disponen de regulaciones legales que confieren una protección objetiva a los animales, desarrollando leyes que les protegen contra el maltrato humano, atribuyéndoles sensibilidades no solo físicas sino también psicológicas. Por tanto, podemos afirmar que las sociedades más avanzadas del mundo tienden a desarrollar marcos legales con el objetivo de dotar a los animales de una protección legal. Dichas acciones representan la aceptación de unas necesidades básicas reconocidas socialmente y la necesidad de protegerlas, por tanto, el reconocimiento de algunos tipos básicos de derechos. Destacar que existen grupos de ciudadanos, cada día más numerosos, que demandan el desarrollo y la extensión de estos derechos animales, llegando en los casos más extremos a solicitar la creación de marcos legales que les doten de derechos fundamentales muy similares a los de las personas.
“Así es como siempre se ha tratado a los animales” es una frase que se escucha frecuentemente a las personas que se relacionan con los animales a distintos niveles para justificar algunas de las condiciones de manejo a las que los someten. Sin embargo, los cambios científicos han permitido conocer con profundidad características de los animales frente a las que antes no se tenía un conocimiento real y objetivo, descubriendo nuevos elementos de análisis y valoración, a nivel de distintos sistemas orgánicos como el sistema neurológico o el funcionamiento de determinados grupos hormonales y endocrinos. En los últimos años, se ha avanzado notablemente en áreas de gran interés a este respecto, como el análisis del dolor en los animales o el estudio de su comportamiento en diferentes tipos de condiciones. Todo ello nos ha permitido tener un conocimiento científico que demuestra que muchas de las atenciones que tradicionalmente se aplicaban a los animales en la actualidad no pueden justificarse porque generan condiciones de sufrimiento en estos seres totalmente inadmisibles. Igualmente, prácticas que se hacían antiguamente, como las peleas de gallos o de perros, estaban sustentadas en aspectos culturales fundamentados en la tradición, hoy en día están prohibidas como resultado de estos avances científicos, que han demostrado las graves consecuencias que generan en los anímales que son empleados en estos eventos, así como por los cambios legales. Por tanto, nuestra sociedad cada día encuentra un menor sustento en la justificación de comportamientos que dañan a los animales en base a la tradición.
Resulta muy común encontrar expresiones que tienden a trivializar la defensa de los animales al considerar que “en nuestra sociedad existen otros problemas más importantes y graves”. La sanidad de las personas, la inmigración, el cambio climático, la pobreza infantil, la economía, el desempleo, etc., son situaciones que muchas personas solían emplear para justificar la desatención de los animales o, al menos, para relegarla a un lugar lejos del debate. Sin embargo, esta excusa cada día presenta un recorrido más corto. Nuestras sociedades modernas disponen de mecanismos complejos diseñados y desarrollados para dar una respuesta global a todos los problemas que presenta. Es más, la calidad de las sociedades, si podemos a hablar de ello, puede determinarse con la capacidad que presentan para atender los problemas de una forma integral. El reduccionismo en la atención de los problemas sociales es, actualmente, considerado como una respuesta insuficiente por los ciudadanos que buscan la sensibilidad y la resolución de problemas, incluso, en aquellas áreas más sensibles o desfavorecidas, considerándolo como un elemento de valoración de las prestaciones sociales en su conjunto. Queremos decir que aquellas administraciones que se preocupan, también, por este tipo de problemáticas disponen de un aval ético más eficaz en todas sus gestiones y son mejor valoradas por los ciudadanos. No podemos emplear el relativismo como elemento de justificación de comportamientos inaceptables socialmente, como el maltrato animal, bajo la explicación de que existen otros problemas más graves o importantes. La gravedad puede justificar la priorización de acciones, pero no su aprobación moral ni ética. Por otro lado, la aceptación de estos comportamientos puede enmascarar o albergar otras acciones más graves, por lo que su identificación y resolución resulta determinante.
“Es solo una pequeña falta” era una frase que en el pasado reciente contribuía a minimizar las consecuencias del maltrato sobre los animales. En la actualidad, nuestra sociedad destaca las acciones que se prestan sobre las áreas y colectivos más desfavorecidos como un estándar de calidad para evaluar los compromisos de nuestros legisladores en otras áreas de gestión. La sociedad quiere ser más justa y adecuada. Los cambios legislativos recogidos en los distintos ámbitos de nuestra legislación, en la actualidad, han eliminado las faltas como pena, sustituyéndolas en su totalidad por delitos, contemplando penas frente al maltrato animal que pueden expresarse con diferentes niveles de gravedad e intensidad. En relación a este tipo de comportamientos, las sociedades actuales les confieren una mayor relevancia ya que pueden representar comportamientos “centinelas”, dotados de una capacidad predictiva de otras formas de maltrato que pueden llegar a extenderse y afectar a las personas, por lo que su identificación y comunicación adquiere una mayor importancia. Nuestra sociedad entiende que el maltrato es un comportamiento que puede tener distintas manifestaciones (infantil, de género, animal, etc.), cuya identificación y atención representa una forma de prevención de incalculable valor social.
1.2 Conexiones entre las distintas formas de maltrato
El maltrato animal tiene una repercusión social creciente. La mayoría de las legislaciones internacionales en materia de protección animal buscan dotar a los animales de la protección legal necesaria. La mejora de las condiciones de bienestar animal representa una voluntad en la mayor parte de los ciudadanos como elemento base para establecer criterios de atención para los animales en todas las circunstancias de vida que les afectan, y la lucha contra el maltrato constituye otro elemento esencial en la protección eficaz de estos seres. Los políticos y legisladores han respondido de este modo al interés creciente mostrado por los ciudadanos, incrementando las sanciones y penas frente a estas prácticas, al mismo tiempo que dotaban de más medios para la investigación y persecución de estos crímenes. Las particularidades de estos actos, la observación de que existían algunos patrones lesionales sobre los animales que se repetían en estos comportamientos por parte de los maltratadores determinaron que, también, se desarrollasen unidades policiales especiales destinadas a la investigación de estos delitos con sus características específicas. Ello ha llevado a un cambio en las actitudes hacia el maltrato de los animales dentro de la sociedad, con una modificación radical de la percepción sobre los estereotipos de la violencia. Por tanto, el maltrato animal representa un comportamiento criminal que debe ser perseguido con una considerable repercusión social por sus características.
Estudios diversos han demostrado las relaciones y conexiones entre el maltrato animal y otras formas de maltrato familiar, como el de género, in...

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