Capítulo 1
La verdadera adoración
Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos; porque la salvación viene de los judíos. Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. Juan 4:19-24
Romper la estructura de la adoración tradicional es la clave para tocar el corazón del Padre. Nuestro objetivo, tanto individual como en grupo al ingresar al templo, es adorar a Dios. Nuestra meta es la adoración. El propósito de nuestro nacimiento es la adoración. Somos parte de una cultura adoradora, pero la pregunta claves es ¿A quién estamos adorando? En todas las culturas, la adoración está presente.
Cuando nos reunimos para rendir culto a Dios en manera colectiva, pensamos que el mero movimiento de ir, es el objetivo. Pero lamentablemente eso no es adoración.
Muchas veces vamos a congregarnos pensando que el momento de la adoración es la introducción o preparación para la palabra. Algunas personas piensan, “voy retrasado, pero llego para la Palabra”, como si el momento de adoración no fuera importante, o fuera sólo una parte para rellenar la reunión mientras llegan quienes vienen a escuchar la prédica. Pero no saben que la diferencia entre la adoración y la palabra es que la predicación te revela quién es Dios para que una vez que tengas conocimiento de Él, lo adores. Es decir, la Palabra te hace conocer a Dios para poder prestarle adoración con entendimiento. La importancia de la adoración radica en que es el momento cuando nos encontramos con Dios.
Cuando oramos, buscamos a Dios, pero cuando adoramos, Él nos busca.
Analizando el texto de Juan 4, en el encuentro de Jesús con la samaritana, vemos que las cosas más importantes e impactantes que dijo Jesús no fueron en “conferencias”, “congresos”, sino que se lo dijo a una persona. No lo dijo ni a los 12, que eran más cercano a Él, pero sí se lo dijo a una persona. Del verso 19 en adelante, vemos que la mujer samaritana, después que Jesús le describió su vida, logró identificar como una persona que tenía relación íntima con Dios. Por su manera de hablar, por las cosas que Jesús le dijo sin conocerla. Es que ella llevó la conversación a otro nivel. Le dice: “nuestros padres adoraron en este monte, y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar.” Ella estaba buscando respuestas para rendir una adoración genuina y es cuando Jesús, cambió completamente la estructura de la adoración tradicional.
Jesús marcó un punto importante, ya no importa el lugar donde adoramos, y si a quién adoramos. Pero también dice Jesús, ustedes no conocen a quien adoran, pero nosotros sí. Así que si no conocemos a quien adoramos, nuestra adoración no traerá resultados.
¿Nosotros conocemos a quién adoramos? ¿Estamos conscientes de a quién adoramos?
Voy a hacer una ilustración usando el fútbol, cuando una persona va a la cancha, sabe por quién va a hinchar (adorar), la celebración de alegría en cada gol anotado es visible. Los gritos, las lágrimas, la tensión, todo eso es generado a través de una “adoración” a un equipo de fútbol.
El verdadero adorador conoce a quien adora. La palabra de Dios nos revela el Dios a quien adoramos. Jesús quería decir que de ahí en adelante ya no importa donde se adora, ni en el monte, ni en Jerusalén, pero si remarcó el cómo adorar. El punto marcado por Jesús en este texto es sobre cómo adorar. Y la respuesta es, en espíritu y en verdad. Si no adoramos en verdad, nuestra adoración tampoco es genuina.
Podemos ir al templo-lugar, rendir adoración, cantar, alabar, pero si no hay verdad, no hay manifestación del Espíritu. Nuestra adoración tiene que ser sincera, verdadera, sin importar las circunstancias, sin importar el proceso, sin importar las consecuencias, porque conociendo a Dios, nos gozaremos en adorarle.
Tanto en griego como en hebreo, la palabra adoración tiene un significado similar, ya que quiere decir postrarse delante de. Es la demostración pública o privada de que conocemos a nuestro Dios y nos postramos delante de Él, reconociendo que es mayor que todo en nuestra vida, que tiene el control total. Es a la luz de las Escrituras que vamos a analizar textos claves para entender qué es la adoración.
Cuando Jesús habla sobre este tema con la mujer samaritana, lo que Él remarca, es que la adoración en aquel tiempo era una adoración externa. No existía un modelo de adoración interior. Cuando Jesús habló tanto en Samaria como en Jerusalén, lo que quiso decir es que no importaba dónde se llevara a cabo, ya que la adoración ofrecida a Dios no era genuina, era algo superficial. El modelo que presenta Jesús a la mujer samaritana es un modelo donde cualquier persona puede adorar al Padre en espíritu y en verdad. Por eso Jesús marca, que sea de adentro hacia afuera y que sea verdadero.
La adoración no puede ser solo intelectual, solo entendiendo. La adoración verdadera involucra nuestras emociones (corazón, alma) e influencia nuestro exterior (cuerpo). En Mateo 15:8 ( Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí), Jesús demostró que existe la adoración que no viene del espíritu, e infelizmente en los días de hoy, eso se sigue viendo mucho en la iglesia. Dios busca en ti una adoración completa, de espíritu, alma y cuerpo. No existe una manera de rendir una adoración en espíritu que no se refleje en mi cuerpo ni en mis emociones. Dios es Espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad (Juan 4:24)
Vamos a ver una clave importante en el diálogo de Dios con Satanás sobre la verdadera adoración. Todos sabemos que Satanás estuvo en el cielo, conoce los movimientos del cielo, tanto que quiso ser como Dios y recibir adoración como Él recibía.
Cuando Jesús es llevado al desierto para ser tentado, Satanás le dice: “si te postrares delante de mí y me adorases, todo eso te doy.”
Vamos otra vez que el significado de adoración aquí es postrarse. Eso quiere decir reconocer la soberanía en todo. Es declarar, no soy merecedor de tu amor, no soy nada delante de ti. Tú eres mi todo, sin ti no soy nada. En Apocalipsis 7:11 vemos que dice, Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios.
La clave de la verdadera adoración siempre estuvo ahí, delante de nosotros y nunca la entendimos realmente. Cuando oramos y decimos a Dios: “que sea tu voluntad, en la tierra como en el cielo”, debemos realmente buscar que esto se cumpla a través de nuestra adoración. Queremos que su reino se establezca aquí, pero no nos comportamos como si su reino estuviera aquí. Entonces, ¿qué vivimos?, ¿una mentira? Adorar es decirle, Dios te conozco, y por conocerte, y por reconocer tu soberanía, vengo a postrarme delante de ti. Dios, reconozco que eres m...