Bien, mejor, ¡excelente!
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Bien, mejor, ¡excelente!

  1. 192 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Bien, mejor, ¡excelente!

Descripción del libro

Todos los padres se enfrentan al desafío de transmitir a sus hijos una actitud positiva hacia el trabajo, que arraigue en hábitos útiles para toda la vida. Que los hijos lo entiendan es importante, pero no es suficiente: han de esmerarse en hacer sus tareas bien, ordenar sus cosas, trabajar en equipo, vencer la mala gana. La autora trata cinco virtudes relacionadas con el trabajo: orden, diligencia, responsabilidad, cooperación y alegría. Fruto de su vivencia personal y de su experiencia, ofrece un breve y práctico manual para padres, cuidadores y educadores.

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Información

Año
2015
ISBN del libro electrónico
9788432145377
Categoría
Pedagogía
1.
BIEN, MEJOR, ¡EXCELENTE!: LA DILIGENCIA EN EL TRABAJO
El día de las notas
Algunos reíamos nerviosos, y otros temblaban. Era el día del juicio final en la escuela primaria de la Avenida de Mount Vernon; los de tercero nos lo tomábamos muy en serio. Nuestros padres sabían exactamente qué día nos daban las notas. Mi hermana Loretta y yo éramos buenas estudiantes, y normalmente llevábamos notables y sobresalientes.
La escena siempre se repetía cuando llegábamos a casa con los boletines. Nuestros padres miraban las calificaciones, intercambiaban una mirada cómplice y luego nos miraban recitando:
Bien, mejor, excelente:
que lo mío esté bien,
mejor que sea mejor,
mejor que sea excelente.
Ya estábamos acostumbradas.
Hubo un trimestre en que yo fui la primera sorprendida al conseguir sobresaliente en todo.
«¿Qué dirán ahora? Mejor aún, ¿qué me regalarán? ¿Bombones? ¿Una muñeca? ¿Se olvidarán del dichoso poemita?».
Les entregué las notas ilusionadísima, sin perder detalle de sus caras, a ver qué pasaba. Pasó lo de siempre.
Sonriendo orgullosísima, mi madre miró a mi padre, radiante también, y lo volvieron a recitar:
Bien, mejor, excelente:
que lo mío esté bien,
mejor que sea mejor,
mejor que sea excelente.
Qué desilusión. Pero en el fondo sabía que, a su manera, me estaban enviando un mensaje importante: ¡Buen trabajo! ¡Sigue así! Siempre se puede mejorar.
Mis padres jamás mostraban enfado ni desengaño, ni ridiculizaban nuestros esfuerzos. Siempre aplaudieron nuestros triunfos y nos animaron ante los contratiempos. Lo que más valoraban era nuestra diligencia por terminar las tareas, y nuestros esfuerzos por rendir al máximo. Fueron nuestros primeros mentores en una peregrinación que duraría toda la vida, y cuyo objetivo es la excelencia en el trabajo.
***
Al recitar bien, mejor, excelente, no pretendían presionarnos con expectativas poco razonables, sino servirnos de motivación, de inspiración para seguir superándonos. Sin duda que nos ponían el listón alto, pero no nos imponían las exigencias poco realistas de unos adictos al trabajo obsesivo-compulsivos. Cierto que mi madre escribía a diario la lista de tareas pendientes, como recordatorio. Si quedaba algo por hacer, lo pasaba a la lista del día siguiente. Y en cuanto a mi padre, realizaba sus tareas con alegría, precisión y puntualidad. Si se ponía a inventar alguna herramienta especial, o a hacerle una cuna a mi muñeca, se fijaba un plazo razonable y lo cumplía.
Existen personas perfeccionistas cuyo trabajo jamás les satisface; no era el caso de mis padres. Nos ayudaron a comprender que, a veces, lo perfecto es enemigo de lo bueno. Es más importante ser prudente y realista en cuanto a lo posible, sin adherirse a un horario rígido ni angustiarse por la perfección del resultado.
Mis padres nos enseñaron a trabajar, y su ejemplo nos inició en la búsqueda de la excelencia.
Definición de diligencia
La diligencia es el esfuerzo perseverante. Se caracteriza por la aplicación constante, seria y persistente. Sin diligencia, la tarea se ejecutará de manera desganada, sin convicción; el producto será mediocre o quedará incompleto.
Los niños que se habitúan a la diligencia desarrollan su capacidad de atender a las exigencias de la tarea en mano, producir trabajo de calidad, y afrontar las dificultades y los obstáculos con calma y sin quejarse.
La diligencia no se practica aisladamente. Otros hábitos clave relacionados con el ejercicio de la diligencia son:
—La paciencia, virtud de soportar sin queja las contrariedades.
—La alegría de espíritu y el optimismo.
—La templanza, o autocontrol y autorregulación.
—La fortaleza, o perseverancia valiente.
—La prudencia, o juicio y conciencia sanos.
—La responsabilidad de los propios pensamientos, acciones y palabras.
Estos hábitos volverán a surgir a lo largo de la presente obra.
Repasemos las virtudes
En una época que consideraba el desarrollo de las virtudes como una misión pintoresca y anticuada, se publicaron varios libros cuyo objetivo era el de renovarlas: The Seven Habits of Highly Effective People [Los siete hábitos de las personas altamente efectivas] (Covey, 1989), The Book of Virtues [El libro de las virtudes] (Bennett, 1993), Twenty Teachable Virtues [Veinte virtudes enseñables] (Unell y Wyckoff, 1995), Seven Habits of Highly Effective Teens [Los siete hábitos de los adolescentes altamente efectivos] (Covey, 1998), Compass [Brújula] (Stenson, 2003) o Character Matters [El carácter importa] (Lickona, 2004).
Thomas Lickona, autor de libros sobre la formación del carácter, considera que las virtudes relacionadas con el trabajo son cruciales. Identifica la diligencia y el orden como virtudes necesarias para el trabajo óptimo, mientras que la cooperación, la responsabilidad y la alegría favorecen las buenas amistades.
Ya desde pequeños, los niños son capaces de decidir y actuar. Esta capacidad les permite tomar decisiones con libertad e independencia, actuar de acuerdo con sus decisiones, ejercer la autodisciplina, actuar con constancia, perseverar, realizar elecciones morales y practicar las virtudes.
Las virtudes son hábitos buenos que persiguen la verdad y el bien. Se adquieren mediante el aprendizaje continuo e intenso, el esfuerzo consciente y la repetición, hasta convertirse en algo fácil, rápido, constante y natural. Al trabajar por la adquisición de buenos hábitos, padres y cuidadores participan en uno de los objetivos más nobles de la educación: la instrucción de los niños en la vida virtuosa. Lo contrario de las virtudes son los vicios. Los vicios también son hábitos, pero se desvían de la verdad y del bien, y pueden convertirse en adicciones negativas e incontroladas.
Mis padres sabían lo difícil que resulta desarrollar la dilig...

Índice

  1. AGRADECIMIENTOS
  2. PRÓLOGO
  3. 1. BIEN, MEJOR, ¡EXCELENTE!: LA DILIGENCIA EN EL TRABAJO
  4. 2. EL DÍA DE LA COLADA: EL ORDEN EN EL TRABAJO
  5. 3. MADRE TRABAJADORA: LA RESPONSABILIDAD EN EL TRABAJO
  6. 4. UNA FIESTA DE VERANO EN EL BARRIO: LA COOPERACIÓN EN EL TRABAJO
  7. 5. EL DÍA DE LAS CREPES: LA ALEGRÍA EN EL TRABAJO
  8. EPÍLOGO