Amoris Laetitia y los desafíos pastorales para la Iglesia
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Amoris Laetitia y los desafíos pastorales para la Iglesia

  1. 176 páginas
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  4. Disponible en iOS y Android
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Amoris Laetitia y los desafíos pastorales para la Iglesia

Descripción del libro

Como se sabe, la segunda Exhortación apostólica del papa Francisco, Amoris laetitia, recoge las aportaciones de dos Sínodos de obispos, uno ordinario y otro extraordinario, y de una consulta previa al pueblo de Dios. Su publicación ha generado grandes expectativas, principalmente en algunos temas "delicados", provocando grandes aplausos por parte de algunos sectores de la Iglesia, pero también, y es justo reconocerlo, críticas y resistencias importantes por parte de otros sectores.Las segundas "Conversaciones PPC" tuvieron como columna vertebral tres ponencias. Las tres, sin rehuir el contexto eclesial en el que nos desenvolvemos, proponen un profundo acercamiento a Amoris laetitia en un tono amigable y dialogal, pero muy lejos de la adulación. Suponen una lectura crítica en la que se señalan luces y sombras, se aplauden los logros, pero también se marcan algunas cuestiones en las que, al parecer de los autores, el documento debería haber ido más lejos, y se hacen propuestas pastorales que permitan su recepción en la Iglesia española y universal.

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Información

Editorial
PPC Editorial
Año
2018
ISBN de la versión impresa
9788428831635
ISBN del libro electrónico
9788428832465

RAZÓN DE BELLEZA.
EL PAPEL DE LA BELLEZA EN LA PASTORAL
DE FAMILIA

FERNANDO VIDAL 1
A Don Carlos Osoro, el cardenal de los encuentros.
Vamos a tratar de hacer una reflexión de fondo sobre la cuestión de la belleza en la pastoral de familia. Tratemos de poner una base suficientemente firme que dé fundamento a una relación pastoral que en nuestro tiempo necesitamos reactivar: entre belleza y familia. Y hagámoslo en el espíritu y género del coloquio y la conversación, como las Conversaciones PPC a que nos invitaron a participar con esta reflexión. Fue una bendición contar con la presencia del cardenal de Madrid, Don Carlos Osoro; en otras ocasiones hemos podido hablar sobre la belleza en la evangelización. Así pues, queremos dedicarle con gran cariño esta humilde conversación.
1. Razones por las que Amoris laetitia es un gran desafío misionero
La alegría del amor es posiblemente uno de los mayores retos misioneros lanzados al conjunto de la comunidad eclesial desde el Concilio Vaticano II. Y lo es principalmente por cuatro razones que están muy ligadas a la belleza.
a) Conversión
Primera, por la profundidad de la conversión; por la revisión auténtica y exigente que hace de nuestras actitudes y aptitudes en la pastoral de familia. Como dice la Exhortación, nuestras formas de mirar, decir y hacer son causa de buena parte de lo que ahora lamentamos. La «sana autocrítica» a que nos impulsa el papa tiene el alcance de una honda reforma de vida que nos pide sobre todo una conversión de corazón, de cada corazón, del corazón de nuestras familias, comunidades y del corazón de la Iglesia. Esa conversión requiere sobre todo otra forma de sentir al otro, conectar con la belleza de su vida y percibir al Espíritu trabajando en su interior. La belleza habla los lenguajes del corazón, y lo familiar solamente se puede comprender si lo haces de corazón. El papa Francisco y los Sínodos nos piden que desterremos los lenguajes de piedra para poder comprender y hablar de verdad y de la verdad con las familias.
b) Realismo
Segunda razón: es uno de los mayores retos misioneros por su realismo; porque la Exhortación tiene un carácter radicalmente sapiencial, es un libro de sabiduría sobre la propia vida real en nuestras familias. El realismo de Francisco habla a las experiencias vitales que determinan el verdadero estado de la familia real que se da en este lugar de la historia.
Su realismo se comprueba en que es un documento muy accesible y legible: puede ser leído y entendido por todo el mundo. Asombra su capacidad de detalle: la relación con los suegros, los peligros del castigo en la educación, las relaciones sexuales en la ancianidad o los hábitos ecológicos en el hogar son algunos de los muchos pequeños grandes asuntos que aborda. Lejos de perderse en detalles, la Exhortación revoluciona la normalidad; toca la vivencia cotidiana real de todas las familias y llama a humanizarlas siguiendo la sabiduría de Dios.
Abordar con realismo significa adentrarse en lo que Ignacio de Loyola llamaba el conocimiento interno del otro, el núcleo existencial y cotidiano desde donde siente, experimenta y sabe las cosas. La Exhortación pide que pongamos nuestra atención en la experiencia común de las familias y de cada miembro de la familia. Sin saber a fondo cómo siente el otro una realidad no se puede calibrar su verdadero valor y, sobre todo, no es posible una acción pastoral que ponga a las personas en el foco principal.
Para eso debemos movernos. El primer verbo de la pastoral de familia no es «ser», ni «tener», ni «hacer», sino «estar». Hay que estar donde está la gente, «estar con» es lo primero que hace Jesús. De hecho, la encarnación es la revolución del estar. Jesús estaba donde estaba la gente. Jesús se «ponía» con la gente.
Ignacio de Loyola, en su contemplación del nacimiento, invita al ejercitante a ponerse como un humilde servidor en el portal donde estaban la Sagrada Familia, los pastores, los tres magos y sus acompañantes. Cuando vives a fondo esta contemplación, te das cuenta de que es sobre todo el hecho de «ponerte en el lugar», y que «estar» hace latir los más hondos movimientos del corazón, te conmueve, te eleva, quieres servir. Pienso a veces que, mientras me imagino un pequeño servidor en Belén, sostengo una jarra de agua, que la gente tiene sed y les sirvo. Es emocionante. Doy enormes gracias por poder estar ahí, aunque sea solamente con la imaginación, en ese momento tan desbordante y crucial para la humanidad.
Hay millones de familias a las que la presencia y la voz del Evangelio no llega. Han cerrado sus puertas ante manifestaciones vociferantes, se han olvidado de dónde estaba la parroquia, protegen a sus hijos de posibles inconveniencias o simplemente no escuchan porque tampoco se escuchan entre ellos. Ha llegado un momento en que rogamos poder tener aunque sea un pequeño diálogo con esas familias, ser dignos de entrar en sus casas, porque sabemos que un solo gesto o una palabra pueden sanar. Querríamos poder estar presentes en el corazón de esa familia y ese hogar, aunque fuera como lo estaría un «pequeño servidor» en el portal de Belén. Como un servidor que ayuda, como un servidor que aprende. Y es que solamente podremos llegar a esas familias si somos servidores de verdad; si servimos para algo y para alguien.
En cuestiones de familia, las categorías son siempre inferiores a los acontecimientos. Quizá durante décadas se abordó demasiado normativamente la evangelización de la familia y se necesita profundizar en una perspectiva más pastoral, porque, como sostiene Benedicto XVI, «la vida cristiana no es una doctrina ni una teoría moral, sino primariamente un encuentro con una persona, con Cristo». Ese realismo compasivo debe poner nuestros corazones abiertos en el centro de la experiencia de las familias que más sufren. Como apunta el cardenal Kevin Farell –prefecto del dicasterio de Familia, Vida y Laicos–, «si no entendemos esto, estamos caminando por un lugar equivocado».
c) Creatividad
Tercera razón, que lo convierte en un desafío mayor: por sus peticiones creativas. Nos pide nuevos lenguajes, nuevas herramientas, acogida, presencia evangelizadora en la periferia, transformar las parroquias en hogares abiertos a toda la ciudad, escuchar y aprender de las distintas formas honradas de vivir la familia, etc. El papa Francisco busca la movilización de todos los cristianos como agentes evangelizadores en colaboración con todos los hombres de buena voluntad.
Esa creatividad resuena en una Iglesia que, por muchos siglos que acumule, no puede sino ser cada vez más joven. Además esa creatividad no es voluntarista, sino que viene impulsada por el compromiso de ayudar eficazmente al otro y surge de una dinámica relación con el Espíritu. El papa nos pide no ceder al pesimismo ni a visiones decadentes, paranoides o reaccionarias. Una radical confianza y esperanza, y la comunión con la bondad de todos los hombres, nos piden otra forma de estar en el mundo acorde con el Concilio Vaticano II.
Quizá la clave de la creatividad misionera que impulsa el papa Francisco resida en operar en el centro existencial –corazón y razón– de las personas, en la belleza más profunda de cada persona. A esas honduras de la intimidad no se llega con normas o leyes, con doctrinas o teorías, con presiones o persuasiones, sino solamente con la belleza –la belleza de la verdad, la belleza del bien, el consuelo de la belleza–.
«¿Estamos en las calles donde realmente están las familias y la gente?», nos preguntaba Mons. Ginés García Beltrán en un encuentro con agentes de pastoral de familia de toda la preciosa diócesis de Guadix. Contaba una anécdota de tanta sencillez como alcance. Estaba en verano en una ciudad del sur de España y caminaba a primeras horas de la noche con una persona alrededor del palacio episcopal. Por esa zona del casco viejo apenas había nadie. «¡Qué vacía está esta ciudad! Qué poca vida tiene, ¿verdad? ¡Vaya desierto!», comentaban extrañados.
Efectivamente, alrededor del palacio episcopal solamente alguna pareja cruzaba las calles, alguien estaba sentado en un portal, un pequeño grupo miraba iluminada la fachada de la catedral. Siguieron metiéndose calle tras calle por la ciudad, y al rato se dieron de bruces con un gran gentío que disfrutaba del fresco de la noche, concentrado en otra zona de calles y plazas. Todo el mundo hablaba, compartía mesa, reían, los niños iban de acá para allá, era como una gran danza. Nos preguntábamos por qué la g...

Índice

  1. Portadilla
  2. Presentación
  3. Razón de belleza. El papel de la belleza en la pastoral de familia
  4. Mujeres, pobreza y familia a la luz de Amoris laetitia. Desafíos pastorales
  5. La fuerza innovadora de Amoris laetitia. Hacia un nuevo «paradigma eclesial» de matrimonio y familia
  6. Notas
  7. Contenido
  8. Créditos