VIOLENCIA ETNOOBSTÉTRICA ANTIGITANA
Silvia Agüero
Conceptos básicos
Violencia obstétrica: Forma parte de la violencia que se ejerce contra la mujer, es parte del control y la apropiación patriarcal de nuestros cuerpos. Es un tipo de violencia invisibilizada por las instituciones académicas, sumisas del sistema patriarcal capitalista, blanco y payo que durante siglos se han apropiado de nuestros cuerpos y nuestros procesos reproductivos hasta el punto de no solo quitarnos el protagonismo en los momentos más vulnerables y maravillosos de nuestra vida, de la vida de las mujeres, sino, además, de vejarnos, humillarnos, rajarnos y acallar nuestras quejas. La violencia obstétrica también está invisibilizada por el feminismo hegemónico en el cual se entiende la maternidad como una esclavitud más que el patriarcado nos ha impuesto. Se lucha por el libre y gratuito acceso al aborto —lucha que considero totalmente necesaria máxime cuando esta práctica sigue estando criminalizada—, pero no se entiende la lucha por una maternidad respetada, parto respetado, lactancia respetada ¡Sí, es necesario pedir «respeto» en todos estos procesos! Una violencia que deshumaniza el proceso reproductivo de las mujeres, su pérdida de autonomía, de libertad personal y una violación a los derechos fundamentales.
Antigitanismo: El antigitanismo es la forma específica de racismo que padecemos las personas gitanas. Es una ideología basada en la superioridad de la raza paya y de sus modelos organizativos y sus instituciones sociales, económicas, políticas, religiosas y culturales. El antigitanismo es, sobre todo, un tipo de racismo institucional. Es decir, está ejercido, perpetuado, consentido, apoyado por las instituciones y sus poderes y es estructural (ECRI, 2011). De hecho, habría antigitanismo aunque no hubiera gitanas ni gitanos a quienes oprimir, denigrar, perseguir, exterminar o negar (Fernández, Jiménez y Motos, 2015). El antigitanismo en España se ha sustentado en más de 230 leyes antigitanas (Gómez, 2009), que prohibieron y castigaron todo lo que significaba ser gitana o gitano: nuestra forma de vestir, nuestra forma de hablar, nuestra forma de vivir… Incluso, en 1749 hubo un intento de exterminio, un genocidio que diríamos en términos actuales: todas las gitanas y todos los gitanos, de todas las edades, fueron apresados. Los hombres fueron enviados a los arsenales de marina y las mujeres a las casas de misericordia. Todas y todos condenados de por vida a trabajos forzados (Martínez, 2014). Y, por último, el antigitanismo está caracterizado por ser el racismo más permitido socialmente: nadie reprocha a nadie un chiste racista antigitano (incluso el Ministro de Ciencia, Innovación y Universidades —¡nada menos!—, el astronauta Pedro Duque se permitió twittear para banalizar los chistes antigitanos del sedicente humorista Bodegas) ni ningún fiscal persigue de oficio a los delincuentes antigitanos aunque hayan causado un pogromo.
Pongamos algunos ejemplos que nos sirvan para visibilizar en qué consiste realmente y cómo se concreta el antigitanismo:
Antigitanismo es que, a pesar de la persistencia de las altísimas tasas de fracaso escolar que padecen nuestras niñas y niños en todos y cada uno de los Estados Miembros de la Unión Europea (FRA, 2014), no exista una política educativa específica —en ninguno de los departamentos gubernamentales de los diferentes Estados Miembros dedicados a la educación— destinada a superar ese fracaso del sistema escolar para con el alumnado gitano.
Antigitanismo es que en todas las ciudades europeas donde viven personas gitanas haya, al menos, un gueto gitano.
Antigitanismo es que no haya ningún día festivo laboral «gitano».
Antigitanismo es que la cultura gitana no forme parte del currículo escolar en ningún Estado Miembro de la Unión Europea.
Antigitanismo es que la población gitana sea el grupo social más identificado por las diferentes policías a partir de su perfil étnico.
Antigitanismo es que el estado de salud autopercibido de los hombres y mujeres romaníes se encuentre en los niveles de los grupos sociales peor situados en la escala ocupacional de la población general.
Antigitanismo es que las mujeres gitanas sean el grupo social más desfavorecido respecto a algunos problemas de salud específicos.
Antigitanismo es que cada vez que una mujer gitana entra en un comercio se le plante detrás un guardia de seguridad hasta que sale de la tienda.
Antigitanismo es que la práctica totalidad de los programas de promoción de la salud dirigidos a mujeres gitanas consistan realmente en programas de control de la natalidad.
Violencia Etnoóbstetrica Antigitana: Es la interseccionalidad de opresiones racistas antigitanas (antigitanismo) y machistas que el sistema capitalista ejerce sobre los cuerpos de las mujeres gitanas, desde edades tempranas, aproximadamente desde la primera menarca hasta la menopausia.
La Violencia Etnoobstetrica Antigitana es ejercida desde diversas instituciones del Sistema: servicios sociales, servicio sanitario, servicios sociosanitarios, cuerpos policiales, sistema judicial, sistema educativo y se ejerce, sobre todo, para el control de la natalidad, tutorización de la maternidad y control de la sexualidad. Además, tiene un componente social que no debemos minusvalorar: todo el mundo se cree con derecho a decirnos a las gitanas como debemos criar a nuestros hijos, como educarlos etc. Por lo tanto, es una opresión social que se ejerce desde el etnocentrismo.
El etnocentrismo, es necesario recordarlo, se retroalimenta y se refuerza a través de las malas prácticas de los medios de comunicación que generan y reproducen estereotipos antigitanos que acaban siendo asumidos por el común de la ciudadanía como un rumor de fondo constante, continuo, que todo el mundo escucha, que todo el mundo consiente, que todo el mundo repite, y que, de un modo u otro, acaba siendo una «verdad» incuestionada: que los gitanos no pagamos impuestos, somos mentirosos, farfulleros y en general no somos trigo limpio.
Las gitanas somos sometidas a las mismas prácticas de violencia obstétrica que las demás mujeres añadiéndole un plus, una ración extra, de violencia que hemos definido como etnoobstétrica: la violencia obstétrica en nosotras, en las gitanas, llega a agresiones que no se dan en las mujeres payas de nuestro entorno. Además, en nuestro caso, no es solo violencia obstétrica ejercida desde la institución médica, sino desde otras instituciones sociales tal como hemos referido más arriba. Y no solo me refiero a los casos extremos de esterilización forzada y/o no informada que se han producido en Europa sino también a las agresiones cotidianas y que son generalmente minimizadas por las propias mujeres blancas, payas (católicas, ateas o agnósticas) que incluso afirman que a ellas les pasa lo mismo. No, no es así, sufrimos tanto en los embarazos como en los partos, postpartos y periodos de lactancia, vejaciones y maltratos no solo como mujeres sino específicamente como gitanas.
La violencia etnoobstétrica afecta con su propia especificidad a las otras mujeres racializadas con las que habitualmente trato: musulmanas, moras, afrodescendientes, migrantes, refugiadas, asiáticas, etc.
Introducción
O Rromano Them, el Pueblo Gitano, indio de origen, europeo de concreción y transnacional en su proyección es la minoría étnica más numerosa (...