Breve historia de la medicina
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Breve historia de la medicina

  1. 372 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Breve historia de la medicina

Descripción del libro

Si los cuatro humores presentes en el cuerpo humano (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) están equilibrados, habrá salud.Así pensaba Hipócrates, y también sus sucesores durante dos mil años.

Hoy permanecen huellas importantes de esa teoría en el temperamento (sanguíneo, flemático, colérico, melancólico...). El sentido del humor es hoy algo bien distinto, pero ese factor humano ha determinado las grandes intuiciones, los grandes giros e innovaciones en el ámbito médico y sanitario, en especial desde finales del siglo XVIII.
Luca Borghi ofrece un amplio recorrido histórico, desde Hipócrates y Galeno, hasta Galileo, Pasteur o Fleming, deteniéndose en aquellos hitos que han cambiado el curso de la historia (la peste, la viruela y la tuberculosis, los primeros hospitales, el cólera y las vacunas, la cirugía, la anestesia, la enfermería y la importancia de la mujer, la radiología, la malaria y los primeros trasplantes, etc.).

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Información

Año
2018
ISBN del libro electrónico
9788432150388
Categoría
Medicina
Capítulo 1.
Los orígenes de la medicina y la revolución de Hipócrates
¿CUANDO COMIENZA LA HISTORIA DE LA MEDICINA? Es, más o menos, como preguntarse quién inventó la rueda o cuándo la carne fue cocida por primera vez… O renunciamos desde el principio a una respuesta satisfactoria o dedicaremos los próximos treinta años de nuestra vida a analizar datos, fuentes e interpretaciones propuestos por historiadores, arqueólogos, filólogos y filósofos[1].
La medicina de los orígenes, entre alimento y religión
Si quisiéramos tomarlo con buen humor, podríamos confiar a las reconstrucciones gastro-sanitarias que encontramos en la cómica obra maestra de Roy Lewis (un libro que, antes o después, hay que leer), donde “el más grande hombre-mono del Pleistoceno” nos advierte:
Pocos, poquísimos, recordarán aún las tremendas indigestiones que padecimos en aquellos primeros tiempos, y cuántas fueron las víctimas. Los males gástricos nos ponían siempre ácidos; el gesto malhumorado y amargo del pionero subhumano de los principios era debido más a molestias de estómago que a ferocidad o carácter intratable. Una colitis crónica es capaz de minar el buen humor más radiante. Es completamente equivocado suponer que, por el simple hecho de haber bajado poco tiempo antes de los árboles y estar, por tanto, “más cercano a la naturaleza”, podíamos ingerir de todo, por desagradable y correoso que resultase. Al contrario, ampliar las propias costumbres alimentarias desde el régimen vegetariano (y casi siempre limitado a la fruta) a lo omnívoro es un proceso difícil y penoso, que exige una paciencia y una tenacidad inmensas para descubrir cómo echar dentro cosas que no solo te desagradan sino que se mueven mucho[2].
La cita divertida de Roy Lewis no parecerá completamente inoportuna si se piensa que, hasta hace no mucho, los orígenes del arte médico eran con frecuencia “reconstruidos” más con el sentido común que con una cuidadosa historiografía. Es un típico ejemplo el capítulo sobre “Los orígenes de la Medicina” con el que se inicia el famoso tratado De arte gymnastica (1569), de Gerolamo Mercuriale (1530-1606), el médico de Forlí considerado el fundador de la gimnasia médica y de la rehabilitación[3]. Escribe Mercuriale:
Mientras que los hombres, desconocedores de opulentas mesas y de suntuosos banquetes, como de la costumbre de beber introducida posteriormente (y precisamente eso, como se cuenta, era, en el principio el modo de vida), tuvieron exigencias limitadísimas, ni siquiera habían aparecido las enfermedades, hasta tal punto que se desconocían sus nombres (…). Pero después de que la nefanda calamidad de la intemperancia, la refinada habilidad de los cocineros, los más delicados condimentos de las viandas y los vinos de importación se insinuaron en la vida de los hombres, los diversos tipos de enfermedades, que al mismo tiempo fueron desarrollándose, obligaron a estos a buscar remedios[4].
Quizá pueda parecer que se sobrevalora algo la componente gastronómica del problema, pero en esa relación entre estilos de alimentación y salud hay con seguridad algo verdadero. Hoy, además, somos plenamente conscientes de eso. Por otro lado, esa relación fue declarada explícitamente por el mismo Hipócrates, al principio de su célebre tratado sobre Antica Medicina[5].
Otro elemento de la Medicina de los orígenes, fácil de documentar, es la relación con la religión y con la magia (dos dimensiones de la vida humana que, tanto hoy como ayer, no ha sido siempre fácil diferenciar)[6]. La enfermedad era con frecuencia interpretada como un castigo divino o incluso como la entrada de un espíritu malévolo en el cuerpo del enfermo; en consecuencia, la cura y la sanación debían obtenerse a través de la plegaria o de cualquier forma de encantamiento. Por eso, «el sacerdote primitivo era también médico y filósofo; luchaba, por un lado, por alcanzar el reconocimiento de algunas prácticas adquiridas con la experiencia; y por otro, por el reconocimiento de aquellas entidades espirituales que controlaban ese oscuro “inexplorado espacio” que lo rodeaba (…), fuerzas que eran responsables de cualquier cosa que él no pudiera comprender y, en concreto, de los misterios de la enfermedad»[7].
Esto, naturalmente, no había impedido a la Humanidad adquirir muchos conocimientos “naturales”, incluso notables competencias empíricas, tanto en la curación de las enfermedades con hierbas, pociones y ungüentos como en lo que podemos considerar formas arcaicas de cirugía.
El ejemplo más importante es seguramente el del papiro médico-quirúrgico encontrado y adquirido en Tebas, en 1862, por un erudito norteamericano, el doctor Edwin Smith, y conservado hoy en la biblioteca de la New York Academy of Medicine. Hoy es conocido en todo el mundo como el Edwin Smith Papyrus. Este extraordinario texto se puede datar en torno al 1650 a. C., pero contiene material que se remonta probablemente a casi mil años antes, y por tanto es el documento médico más antiguo del que disponemos. En él se describen cuarenta y ocho casos clínicos casi siempre ligados a heridas en diversas partes del cuerpo, con las relativas indicaciones terapéuticas[8]. Por ejemplo, el caso 47 cuenta las cinco visitas consecutivas del médico a un paciente que sufre una profunda herida en la espalda: «Uno que tiene una herida abierta en la espalda, con la carne ablandada y los bordes separados, mientras sufre por una hinchazón en el omóplato. Un trastorno que trataré»[9].
Y, en efecto, a fuerza de aplicar carne fresca a la herida, y después grasa, miel y tampones de gasa, nuestro tenaz y consciente médico parece que consiguió curar al herido. Pero el significado sacro de la enfermedad aparece con más evidencia en algunos fragmentos del Antiguo Testamento, como cuando en el Levítico —un texto arcaico, de origen mosaico (siglo XIII a. C.) pero consolidado en su forma actual en torno a los siglos V-IV a. C.[10]— leemos:
Cuando uno tenga en la piel de su carne tumor, erupción o mancha blancuzca brillante, y se forme en la piel de su carne como una llaga de lepra, será llevado al sacerdote Aarón o a uno de sus hijos, los sacerdotes. El sacerdote examinará la llaga en la piel de la carne; si el pelo en la llaga se ha vuelto blanco, y la llaga parece más hundida que la piel de su carne, es llaga de lepra; cuando el sacerdote lo haya comprobado, le declarará impuro. Mas si hay en la piel de su carne una llaga blancuzca brillante, sin que parezca más hundida que la piel y sin que el pelo se haya vuelto blanco, el sacerdote recluirá durante siete días al afectado. Al séptimo día el sacerdote lo examinará y si comprueba que la llaga se ha detenido, no se ha extendido por la piel, el sacerdote entonces lo recluirá otros siete días. Pasados esos siete días, el sacerdote lo examinará nuevamente: si ve que la llaga ha perdido su color y no se ha extendido en la piel, el sacerdote lo declarará puro; no se trata más ...

Índice

  1. PORTADA
  2. PORTADA INTERIOR
  3. CRÉDITOS
  4. DEDICATORIA
  5. ÍNDICE
  6. INTRODUCCIÓN
  7. NOTA EDITORIAL
  8. 1. LOS ORÍGENES DE LA MEDICINA Y LA REVOLUCIÓN DE HIPÓCRATES
  9. 2. CLAUDIO GALENO, EL MÉDICO DE LOS EMPERADORES
  10. 3. LA RELIGIÓN DEL MÉDICO. CRISTIANISMO E ISLAM EN LA HISTORIA DE LA MEDICINA
  11. 4. ENTRE YERBAS Y RATONES. Y LA MEDICINA MEDIEVAL APRENDIÓ A ARREGLÁRSELAS COMO PUDO
  12. 5. LOS TRES RELÁMPAGOS EN LA NOCHE. LA MEDICINA ANTES, DURANTE Y DESPUÉS DE GALILEO GALILEI
  13. 6. EDWARD JENNER. UN MÉDICO RURAL BORRA LA MEDICINA DE LAS GRANDES TEORÍAS
  14. 7. RENÉ LAENNEC. LA TUBERCULOSIS, UN TUBO DE PAPEL Y LA REVOLUCIÓN DEL DIAGNÓSTICO INSTRUMENTAL
  15. 8. EL PAPEL DE LOS VISIONARIOS: FLORENCE NIGHTINGALE Y JEAN HENRI DUNANT
  16. 9. CLAUDE BERNARD, EL HOMBRE QUE TRANSFORMÓ LA MEDICINA EN UNA CIENCIA
  17. 10. LA MEDICINA EN LOS TIEMPOS DEL CÓLERA
  18. 11. MICROBIOS Y NACIONALISMOS: LOUIS PASTEUR Y ROBERT KOCH
  19. 12. EL SIGLO DE LA CIRUGÍA
  20. 13. ¿Y LAS MUJERES, DÓNDE ESTÁN? LA EXTRAORDINARIA AVENTURA DE ELIZABETH BLACKWELL & C
  21. 14. DONDE SE CUENTA CÓMO LA MEDIOCRE MEDICINA NORTEAMERICANA ACABÓ SIENDO LA MÁS IMPORTANTE DEL MUNDO
  22. 15. DE CEREBROS, DE MENTES Y DE SU CONVIVENCIA A MENUDO DIFÍCIL
  23. 16. VER A TRAVÉS. WILHELM CONRAD RÖNTGEN Y LA REVOLUCIÓN RADIOLÓGICA
  24. 17. MÁS VALE TARDE QUE NUNCA: LA TERAPIA. PAUL EHRLICH Y ALEXANDER FLEMING
  25. 18. LA LUCHA CONTRA LA MALARIA: UN CASO DE EXCELENCIA ITALIANA
  26. 19. CUESTIONES DE CORAZÓN. LA COLABORACIÓN ENTRE MÉDICOS E INGENIEROS EN EL SIGLO XX
  27. 20. HECHOS Y MALHECHOS DE LA EXPERIMENTACIÓN BIOMÉDICA EN EL SIGLO XX
  28. CONCLUSIÓN
  29. BIBLIOGRAFÍA
  30. PÁGINAS WEB RECOMENDADAS
  31. ÍNDICE ANALÍTICO
  32. AUTOR