El rey David: Una biografía no autorizada
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El rey David: Una biografía no autorizada

  1. 320 páginas
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El rey David: Una biografía no autorizada

Descripción del libro

La vida de David, pastor, salmista y rey, ha inspirado la creatividad de todo tipo de artistas. Poetas, dramaturgos, novelistas, ensayistas y escultores, han visto en la figura de David un personaje ideal para estudiar y explorar, exponer y analizar, actualizar y describir, dibujar y esculpir… Biografías, novelas, películas y oratorios musicales han contado sus gestas, sus virtudes y sus errores. Los pinceles de Caravaggio, Pussin, o Rembrandt se extasiaron tratando de plasmar sobre el lienzo lo peculiar de su personalidad. El cincel de Donatelo, Verrogio, Bernini y especialmente de Michelangelo, alcanzaron su máxima inspiración movidos por su hermosura física. Los libros y comentarios biográficos escritos en diversos idiomas desde una perspectiva cristiana, no cabrían en una biblioteca. Y uno se pregunta ¿cabe añadir algo cosa más? Aunque David ha generado en la historia mucha creatividad artística, tanto visual como literaria, las biografías científicas, sobrias y analíticas sobre su persona no abundan. Se pueden encontrar en castellano obras de corte homilético y espiritual, orientadas a la devoción, pero que no atienden las dificultades históricas, los desafíos éticos y las complejidades teológicas relacionadas con el personaje. Exploran, explican y actualizan algunas facetas gratas de su vida; sin embargo, en referencia al hombre que adultera, y que para encubrir su pecado es capaz de asesinar a un fiel y dedicado aliado y amigo, los estudios no son muchos. No es de extrañar, por tanto, que el doctor Angel Velez, Director de la Escuela de Teología de la Universidad de Puerto Rico, afirme categóricamente: "No hemos tenido acceso, por el momento, a muchos textos que ofrezcan mayor cantidad de datos o hayan trabajado con mayor rigor el número de fuentes en torno a David que esta obra del Dr. Pagán.

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Información

Año
2015
ISBN del libro electrónico
9788482678184
Capítulo diez
Lávame más y más de mi maldad
Ten piedad de mi, Dios,
conforme a tu misericordia;
conforme a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones.
¡Lávame más y más de mi maldad
y límpiame de mi pecado!,
porque yo reconozco mis rebeliones,
y mi pecado está siempre delante de mí.
Salmo 51:1-3
Los Salmos
El estudio de David en el salterio es una tarea compleja, por la naturaleza misma y las propiedades del tipo de literatura que incluye.
El Libro de los Salmos es una colección extensa de poemas que exploraran diversos temas relacionados con la vida de Israel. Son esencialmente oraciones, alabanzas y cánticos que ponen de manifiesto los sentimientos más hondos de un pueblo que debe enfrentar las vicisitudes más complejas y las adversidades más difíciles en la vida.
Y en ese contexto de contextualización, la belleza literaria, el lenguaje figurado y la imaginación poética juegan un papel protagónico.
Las lecturas de los Salmos, en efecto, revelan a David; pero como esos poemas esencialmente son oraciones ante Dios, el idioma que utilizan es figurado, simbólico y polivalente. Estas peculiaridades hacen que nuestro estudio del David en los Salmos tome seriamente en consideración la esencia poética del salterio, su naturaleza literaria.
La amplitud del horizonte teológico y espiritual del salterio hace que nuestra labor de evaluar la figura de David en esta literatura sea más desafiante y compleja. Las referencias históricas precisas que nos puedan ayudar a ubicar a la figura histórica de David no son muchas, mientras que en estos poemas, la evocación, el ingenio y la imaginación abundan.
Los Salmos son literatura figurada, expresiones litúrgicas, experiencias cúlticas, enseñanzas espirituales y articulaciones metafóricas. Son piezas estéticas que motivan y edifican a la gente de fe; son poemas de gran sensibilidad ética que inspiran y desafían a hombres y mujeres de piedad a vivir a la altura de las exigencias morales y espirituales que se ponen de relieve al estudiar las Sagradas Escrituras.
Transmiten ciertamente un aluvión de posibilidades de interpretación y de alternativas de aplicación, por esa naturaleza poética y simbólica que les caracteriza, y también porque presentan y revelan muchos siglos de vivencias espirituales, desafíos existenciales y experiencias religiosas.
En el Libro de los Salmos se encuentra la oración personal y la plegaria comunitaria del pueblo de Israel. Aunque en otros libros de la Biblia se incluyen también oraciones similares, en contraposición al resto de la Escritura, los Salmos constituyen el diálogo íntimo y extraordinario de un pueblo que se presenta tal y cual es ante su Dios. Los fieles llegan ante el Señor, de acuerdo con el texto del salterio, en medio de sus experiencias cotidianas, con sus esperanzas, frustraciones, debilidades, fortalezas, pecados y amores. En esta extraordinaria tradición religiosa, los Salmos no pretenden ser, como la literatura profética y la legal, enseñanza nueva, sino expresan los sentimientos más hondos del ser humano, y de esa forma se convierten en desafío, al movernos a entrar en una relación noble y transformadora con Dios.
En sus mensajes, los Salmos incluyen la complejidad de la vida y ponen de relieve los temas prioritarios de las doctrinas bíblicas; por ejemplo, salvación, justicia, esperanza, maldad y gratitud. Esas características hacen que el salterio se convierta en material indispensable para la teología, la liturgia y el pensamiento religioso crítico. Y por esa razón, los intentos de resumir y sistematizar la extensión de sus enseñanzas en un libro o documento, además de ser una empresa compleja y ardua, corre el peligro de reducir su importancia y acortar las implicaciones de sus valores.
Como el salterio es el resultado de años y siglos de inspiración divina y redacción humana, los temas que se incluyen son variados, los tópicos que se exploran son muchos. Sin pretender ser exhaustivos, la siguiente lista nos puede brindar una idea inicial de la extensión de los asuntos que se exponen:
  • conciencia de la presencia de Dios en medio de las dificultades y los contentamientos de la vida;
  • reconocimiento de la necesidad de agradecer a Dios sus favores y misericordias;
  • afirmación de la comunión personal e íntima con el Señor;
  • recuentos de las intervenciones de Dios en la historia nacional y humana;
  • sentido de liberación de las opresiones y persecuciones de los enemigos;
  • capacidad de clamar a Dios en el momento de la angustia, con la esperanza de recibir respuesta y liberación;
  • y la importancia del rey David en la historia nacional, como modelo de líder que se presenta ante Dios con sus dificultades y pecados, para implorar la misericordia y el perdón del Señor.
David en el título de algunos de los Salmos
El David del salterio es un hombre piadoso y sensible, un monarca que reconoce y disfruta la misericordia divina, una figura nacional que expone sus faltas e invoca el perdón de Dios, un adorador que al descubrir sus debilidades humanas se allega con humildad al ámbito de lo eterno.
En los Salmos, David es adorador, músico y poeta.
En los poemas y las imágenes del salterio no hay mucho espacio para el personaje histórico: ¡no se enfatizan sus hazañas políticas!, ¡no se destacan sus triunfos militares!, ¡no se exploran sus decisiones administrativas!, ¡no se subrayan sus pecados! En el Libro de los Salmos, se encuentra un David que entiende sus rebeliones y reclama el perdón divino; que comprende que está espiritualmente sucio, e implora al Señor la limpieza de su pecado; que reconoce su maldad y apela a la piedad que emana únicamente del trono de su Dios; que acepta su fragilidad y evoca la gracia divina…
En el Libro de los Salmos, la figura de David se presenta de varias formas. En primer lugar, hay un grupo de poemas que incluyen una serie de títulos en hebreo que se asocian tradicionalmente con el rey, que también era conocido como «el dulce cantor de Israel» (2 Sam 23:1). Y esos salmos individuales con referencias a algún episodio específico de la vida de David son específicamente trece:
  • Salmo 3: cuando David huyó de Absalón (2 Sam 15–17).
  • Salmo 7: cuando David cantó al Señor en torno a las palabras de Cus el benjaminita (quizá es una referencia a 2 Sam 15:5-8).
  • Salmo 18: cuando David sintió que Dios le había librado de las manos enemigas, incluyendo las de Saúl (2 Sam 22).
  • Salmo 34: cuando David, para escapar, se fingió loco ante Abimelec (probablemente 1 Sam 21:13).
  • Salmo 51: cuando David es confrontado por el profeta Natán en torno a su pecado con Betsabé (2 Sam 12).
  • Salmo 52: cuando Deog, el edomita, le dijo a Saúl que David había llegado a la casa de Ahimelec (1 Sam 22:9-10).
  • Salmo 54: cuando le dijeron a Saúl que David se escondía entre ellos (1 Sam 23:19; 26:1).
  • Salmo 56: cuando los filisteos apresaron a David en Gat (1 Sam 21:14).
  • Salmo 57: cuando David huyó de Saúl a la cueva (1 Sam 22:1; 24:3).
  • Salmo 59: cuando Saúl ordenó a su casa que matara a David (1 Sam 19:11).
  • Salmo 60: cuando David estaba en guerra contra los arameos, y Joab mató a miles de edomitas (2 Sam 8; 1 Cro 18).
  • Salmo 63: cuando David estaba en el desierto de Judea (1 Sam 23–30).
  • Salmo 142: cuando David estaba en una cueva (1 Sam 22:1; 24:3; 2 Sam 23:13; 1 Cro 11:15).
Varios detalles se ponen de relieve al repasar y estudiar estos títulos y comentarios en torno a la vida de David. A grandes rasgos, estos detalles siguen más las narraciones que se encuentran en los libros de Samuel que las que aparecen en la obra de las Crónicas o el resto de las Escrituras.
El salterio presenta a un David que está en medio de una serie de conflictos continuos, particularmente con Saúl y otros enemigos nacionales e internacionales. Es un David que ora, en respuesta a sus angustias y dificultades.
De singular importancia, al leer este material del salterio y compararlo con las narraciones en torno a David que se incluyen en los libros de Samuel, es descubrir que, generalmente, los relatos históricos no lo muestran en oración, sino con espíritu militar, actitudes bélicas y decisiones administrativas, aunque en momentos podía manifestar algún nivel de misericordia. Los poemas del salterio, sin embargo, presentan a un David que está regularmente en actitud de oración o en medio de alguna reflexión personal en torno a sus pensamientos y sentimientos. Quizá esta exposición figurada e idealizada de David es adecuada, pues el salterio es esencialmente un libro de oraciones, cánticos y expresiones profundas hacia Dios.
El análisis cuidadoso de los títulos, en comparación con los temas de las oraciones que se incluyen en esos salmos, revela continuidad temática y literaria. Quizá la excepción es el Salmo 60, en el que esa relación temática no está tan clara. Esa continuidad entre título y poema, posiblemente, tiene la intención de incentivar la lectura del salmo pensando en el contexto en el que se indica que David se vio involucrado. Es una manera de orar con David, o quizá una forma de orar al Dios que bendijo y liberó al famoso rey de Israel.
Salmo 51
Un buen ejemplo de un poema del salterio que relaciona título y contenido del poema en torno a David es el Salmo 51.
Con este salmo llegamos al corazón mismo de las plegarias en la Biblia. El poema es una súplica individual que pone claramente de relieve los importantes temas del arrepentimiento y la contrición, y revela también los sentimientos más intensos y profundos del salmista y adorador que pide a Dios perdón, purificación y renovación interior.
Como respuesta a la misericordia divina, el poeta se compromete a dar testimonio del amor y la piedad del Señor, y también afirma que va a trabajar por la conversión y renovación de la gente pecadora.
En su forma actual, este salmo está íntimamente relacionado con el poema anterior (Sal 50), y es una especie de respuesta a la acusación divina que aguarda la reacción y actitud del pueblo. Y esa respuesta se presenta con firmeza y claridad: «al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios» (Sal 51:17b).
Este salmo es el más conocido del grupo de poemas que se identifican en el salterio como «salmos penitenciales» (véanse, p. ej., Sal 6; 32; 38; 102; 130; 143), que a su vez son una subdivisión de las súplicas individuales (p. ej., Sal 5; 7; 10; 13; 17). Es una oración intensa que revela a una persona en graves problemas, que se presenta ante Dios para confesar su naturaleza pecaminosa y pedir perdón. Y el título hebreo relaciona esta plegaria con David.
El David del salmo está consciente de su propia miseria, reconoce su condición de maldad y acepta la gravedad de su culpa, pues ha roto la Alianza o el Pacto con Dios (Sal 51:4).
Sus peticiones y súplicas se fundamentan en su realidad humana, que revela la maldad y precariedad, pero que también confía en la providencia divina que manifiesta el amor. Posiblemente, el contexto vital del salmo no es el entorno litúrgico de los cultos de purificación en el Templo, sino la oración personal e individual de alguien que se siente abrumado y herido por su pecado. Su autor es una persona fiel y piadosa que se allega ante el Señor para implorar su misericordia durante el período exílico, o mejor, quizá, en la época postexílica.
Los paralelos de este salmo con la literatura profética, particularmente con la que se desarrolla en el destierro, son muchos e intensos:
  • v. 1: Is 43:7
  • v. 2: Is 43:25; 44:22; Jer 2:22; 4:14
  • v. 3: Is 59:12-13; 65:5-7
  • v. 4: Is 42:44; 25:12; 66:4
  • v. 5: Ez 16:2-4; Jer 2:11; Is 43:27
  • v. 7: Ez 36:25; Is 1:18
  • v. 8: Ez 37
  • v. 9: Is 59:2; Ez 39:23-24
  • v. 10: Jer 31:33-34; Ex 36:26; Ez 11:19; Jer 32:29; Is 51:7
  • v. 11: Jer 23:39; 33:25; Is 63:10, 11b
  • v. 14: Ez 3:18-20; 33:6, 8, 9; Is 61:10-11
  • v. 16: Os 6:6; Am 6:21, 22
  • v. 17: Is 57:15b; 61:1b; 66:2b
El título hebreo del salmo, que ocupa dos versículos en el texto hebreo, lo relaciona directamente con el rey David; particularmente alude a un singular episodio en la vida del famoso monarca israelita, en el cual participan también Betsabé, la esposa de Urías, y el profeta Natán (2 Sam 11–12). Sin embargo, la lectura cuidadosa del salmo revela que las ideas expuestas se relacionan mucho mejor con períodos históricos posteriores, específicamente con el siglo vi y v a. C.: por ejemplo, la actitud de rechazo de los sacrificios (Sal 51:16-17), la idea de un nuevo comienzo (Sal 51:10), y la particular expresión «santo espíritu» (Sal 51:11) son características del pensamiento exílico y postexílico.
Los intentos por ubicar la fecha de composición precisa de este salmo van desde los años de Jeremías y Ezequiel hasta los de Nehemías. El título hebreo de este salmo es, posiblemente, producto del interés del redactor final del poema o de la persona que editó el salterio de relacionar una experiencia adversa en la vida de David con la realidad humana llena de maldad que se repite en muchas personas; además, el episodio descrito pone de manifiesto el arrepentimiento sincero del monarca.
La estructura literaria del salmo se asocia íntimamente con los temas expuestos, y es la siguiente:
  • invocación inicial: vv. 1-2;
  • confesión de pecado: vv. 3-5;
  • oración por limpieza y renovación: vv. 6-12;
  • ...

Índice

  1. Portada
  2. Portada interior
  3. Créditos
  4. Índice
  5. Prólogo
  6. Presentación
  7. Prefacio
  8. INTRODUCCIÓN. Úngelo, porque este es
  9. CAPÍTULO UNO. Fue ungido en medio de sus hermanos
  10. CAPÍTULO DOS. Del rebaño al reino
  11. CAPÍTULO TRES. David, el fugitivo y mercenario
  12. CAPÍTULO CUATRO. Y ungieron a David como rey
  13. CAPÍTULO CINCO. Y el Señor le dio la victoria
  14. CAPÍTULO SEIS. Hizo lo malo ante los ojos del Señor
  15. CAPÍTULO SIETE. El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi libertador
  16. CAPÍTULO OCHO. Durmió con sus padres y fue sepultado en su ciudad
  17. CAPÍTULO NUEVE. Somos tuyos y estamos contigo
  18. CAPÍTULO DIEZ. Lávame más y más de mi maldad
  19. CAPÍTULO ONCE. Se sentará en el trono de David
  20. Bibliografía