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Fósiles. ADN y Hamlet
En un yacimiento arqueológico, se hace un descubrimiento nuevo: restos fósiles de enterramientos. En los alrededores hay piedras talladas, utensilios caseros, instrumentos que podrían ser para caza o guerra. ¿Qué preguntas hará la antropología para reconstruir la vida primitiva? Imaginemos la escena. Tres especialistas conversan sobre los hallazgos: un genetista, un paleontólogo y un filósofo, al que apodaremos Hamlet por sus preguntas radicales.
«Me interesa –dice el genetista– averiguar datos del ADN y calcular la fecha de estos antecesores».
«Quiero estudiar –dice el paleontólogo– los utensilios y confirmar si ya usaban fuego entonces. Además, hay que examinar los cráneos; las huellas de herida podrían haber sido causadas por un hacha de piedra. Si fuera así, no sólo cazaban, también mataron a sus semejantes».
«Me da qué pensar lo que decís –tercia en la conversación el filósofo–. Si se confirma que los restos son de antecesores (según el genetista) y ya entonces se mataban (según el paleontólogo), me pregunto: ¿quiénes somos los humanos, esta especie que ya entonces enterraba a sus muertos y también mataba a sus semejantes?».
Así habló nuestro Hamlet, voz de filosofía antropológica. Ciencias de la vida y de la cultura dan qué pensar y la filosofía persigue la pregunta. El avance de las ciencias humanas plantea preguntas cuya respuesta sobrepasa el ámbito de estos saberes y obliga a pasar de las ciencias a la filosofía.
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Del laboratorio a la cafetería
Tres profesores, de genética, sociología y filosofía, tienen sus despachos en edificios diferentes. No pediremos al biólogo que abandone su laboratorio para ponerse a estudiar a Hegel. Ni al filósofo que pase a estudiar cráneos prehistóricos o al paleontólogo que cambie sus fósiles por Kant. Pero a la hora del aperitivo se juntan en la cafetería y comentan las noticias: «¿A dónde va esta sociedad que se está deshumanizando?». Los tres acaban de hacer filosofía.
Las ciencias de la vida aportan datos para pensar lo humano. Las ciencias sociales plantean preguntas que toca a la filosofía confrontar: no sólo pensar lo humano sino elegir lo que humaniza y evitar lo que deshumaniza. Entra en juego la ética para conjugar ciencia, convivencia y conciencia. A eso apuntan tres palabras clave del planteamiento antropológico: bio-logía, bio-grafía, bio-ética.
Venimos de una trayectoria biológica y biográfica. Venimos de una biogénesis (los orígenes de la vida en el planeta), una filogénesis (la evolución biológica) y una embriogénesis (el desarrollo embriológico). Venimos también de una trayectoria biográfica, que es biocultural. Es difícil distinguir lo que se debe a la naturaleza (nature) y lo que proviene de la crianza, educación o cultura (nurture). Pero no estamos completamente determinados por la biología y la biografía. Podemos y tenemos que hacer algo con lo que la vida ha hecho de nosotros. Ahí surge la cuestión de la ética.
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¿Pensar para vivir?
Pregunté al alumnado: «¿Qué es pensar?». Entre sus respuestas, las siguientes: «Echar humo por la cabeza; perder el tiempo; discurrir; tratar de entender lo que no sabemos, etc.».
Les propuse pensar sobre cómo estamos pensando.
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| – | ¿Me he percatado de lo mucho que estoy pensando sin darme cuenta? |
| – | ¿Sospecho que parte de lo que estoy pensando quizás esté mal pensado? |
| – | ¿No me convendría empezar a pensar de otro modo? |
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Pensar, decía Foucault, es caer en la cuenta de que pienso mal y empezar a pensar de otro modo.
Pensar es preguntar y relacionar, criticar y crear, ponerse en lugar de las otras personas para dejarse confrontar, corregir y fecundar mutuamente.
Desde los griegos, predomina la metáfora de la vista sobre la del oído y se tiende a creer que pensar es ver. Pero no sólo se piensa viendo, sino también escuchando. Grandes creaciones se engendraron en el silencio. Por la escucha nos abrimos a la realidad y recibimos de ella lo que Rilke llamaba «el incesante mensaje hecho de silencio».
Pensar o filosofar sobre lo humano es método: camino y tarea, con muchas más preguntas que respuestas. No podemos colocar a la filosofía como una más en la hilera junto a otras disciplinas académicas. La filosofía es un modo de ver las cosas, un modo de vivir, una actitud y estilo de pensar. Es un camino por el pensamiento hacia la sabiduría, un camino de autoeducación.
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Eclipse de sol en Mileto
No existían gafas de sol cuando Tales predijo el eclipse del 28 de mayo del 585 a. de C. Imaginemos el ocultamiento del sol: duermen las gallinas y los vaticinadores auguran maleficios, cuya prevención requiere sacrificios a los dioses. Pero el sabio dice que no hay que apaciguar iras divinas. El oscurecimiento del sol ocurre «según l...