Reflexiones ambientales de un PhD
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Reflexiones ambientales de un PhD

Pobre humano desesperado

  1. 136 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Reflexiones ambientales de un PhD

Pobre humano desesperado

Descripción del libro

El oficio de fisiólogo implica desarrollar modelos en el laboratorio para poder hacer predicciones sobre lo que ocurrirá en las personas, y es entonces cuando nuestro escritor comienza a observar, e indudablemente se convierte en un humano desesperado, que quiere compartir con sus lectores unas reflexiones de lo que percibe. Su formación de científico lo conduce a elaborar este texto desde un ejercicio del pensamiento crítico, analizando, entendiendo y evaluando una serie de informaciones en búsqueda de la verdad. Así mi estimado lector, lo invito a hacer el ejercicio consciente, pues todos tenemos una serie de prejuicios que nos acompañan y es justamente en este recorrido, en compañía del autor, que usted iniciará una contemplación de algunos hechos con la información y los argumentos pertinentes.

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Información

Año
2019
ISBN del libro electrónico
9789585119161
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Somos biodiversos
Todos los seres vivos deben tener el derecho de subsistir y cada especie tiene un efecto importante sobre nuestro entorno y función en el ecosistema. Lo que debemos es volver a reencontrarnos con nuestro entorno verde, biodiverso y ayudar a que cada ser tenga un espacio y pueda cumplir su función.
Pobre humano Desesperado
Como lo menciona el libro El poder de la carne: historias de ganaderías en la primera mitad del siglo XX en Colombia (Flórez, 2008), las palabras ganadería, ganado y ganadero son exclusivas del idioma español, y se originaron durante la colonia para significar una ganancia directa, sin mayor inversión de capital, porque los abundantes pastos naturales de las pampas y sabanas vírgenes eran el sustento de los animales, que al reproducirse aumentaban el patrimonio de sus propietarios. Ganado originalmente significó algo que había sido “ganado”, y la palabra ganadería equivalía a propiedad, con todas las implicaciones sociales, políticas y de exclusión que este término implica en el mundo moderno. Y es que la figura y el pensamiento que está arraigado en cada uno de nosotros, como personas que nos movemos en un mundo centralizado por la economía de mercado, es qué puedo tener que me genere poco esfuerzo y a lo que le pueda sacar la mayor utilidad. Así, sin duda, como lo muestra esta parte introductoria, la ganadería es una de ellas.
Pero pensar en economía de mercado, entendiéndola como “un sistema económico en donde las decisiones fundamentales de qué, cómo y para quien producir se resuelven a través del mercado” (Sevilla, s.f.) ha sido la columna vertebral de nuestro sistema económico. Pero esto ha llevado a que nosotros, como especie, le hayamos asignado valor a cosas que, si se revisan desde un punto de vista de desarrollo sostenible, no tienen nada que ver, y de hecho atentan contra nosotros mismos. Ejemplos abundan, pero es mejor comprobar esto con los datos. Como lo ilustra el libro La UAF y el ordenamiento territorial rural colombiano, 3 estudios de caso: Casanare, Cundinamarca y Bolívar (Duarte et al., 2019), Colombia cuenta con 42,3 millones de hectáreas para uso agropecuario, de las cuales el 80 % se utilizan en pasturas para el ganado, mientras que el 20 % restantes son dedicadas para la agricultura, y dentro de este porcentaje, casi el 17 % son utilizadas para cultivos como el café, la palma y la caña de azúcar, con finalidad de exportación, por lo que solo el 3 % lo destinamos a mercado interno del país, como lo muestra la Gráfica 12.
Gráfica 12. Utilización de tierra para uso agropecuario en Colombia
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Fuente: Duarte et al. (2019).
Esto ha llevado que en nuestro país nos encontremos con una alta tasa de concentración de la tierra, donde el 0,4 % de la población posee el 46 % de la tierra (PNUD, 2011). Según el Censo Nacional Agropecuario (2014), Colombia se sitúa en el primer lugar del ranking de la desigualdad en la distribución de la tierra, seguido por Perú, Chile y Paraguay. Pero esto es catastrófico si tenemos en cuenta que en Colombia, según el índice de ruralidad, el 75,5 % de los municipios son rurales5. En ellos vive el 31,6 % de la población y representan el 94,4 % del territorio, lo que significa que nosotros los colombianos somos rurales, somos campo, pero esto poco a poco se ha ido olvidando. Aun así, si se pregunta por sus antepasados, verá que sus raíces están incrustadas en el campo y en la tierra. Esta desigualdad de tierra ha llevado a que un millón de hogares campesinos tengan menos tierra que una vaca, sobre todo cuando observamos que para la ganadería extensiva se destina menos de una vaca por hectárea, y esto es consecuencia del libre mercado. Este fenómeno ha llevado a nuestra sociedad a seguir en el modelo feudal6, y adivinen quiénes son los vasallos y quiénes los señores. Ese determinante social lo decide, como todo en la economía, el que más dinero gana y más tierra tiene, y ellos son, en las sociedades modernas, las personas con éxito; el resto son vasallos. Es decir, que estamos en una era feudal moderna y vendida de manera de ganador y perdedor, pero las consecuencias son claras en Colombia:
0,4 % de la población posee el 46 % de la tierra.
La desigualdad de tierra a llevado a que un millón de hogares campesinos tengan menos tierra que una vaca.
Colombia es uno de los cinco países con mayor deforestación en 2018, como aparece en los datos del IDEAM en 2016.
La tasa de deforestación en el territorio nacional alcanzó las 178.597 hectáreas y aumentó 23 % en el 2017, llegando casi a las 220.000 hectáreas. En el 2018 fue de 280.000 hectáreas.
17.549 muertes en Colombia en un año están asociadas a la mala calidad del agua, el aire y a la exposición a combustibles pesados.
Mas de seis millones de personas se han visto forzadas a desplazarse dentro y fuera del territorio nacional, abandonando sus hogares, tierras, bienes, costumbres, comunidades y medios de vida (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2015).
14.263 casos de hechos violentos contra el pueblo indígena colombiano en los dos últimos años (El Espectador, 2018).
Aunque Colombia es uno de los seis países del mundo que aún tienen frontera agrícola disponible para sembrar alimentos, sigue importando productos agropecuarios y agroindustriales que podría cultivar.
La tierra la necesitamos y los indígenas y los campesinos lo saben, pero cada vez son menos y necesitamos darle voces a ellos, porque son los que están viviendo día a día las destrucciones de los bosques, porque cada vez nos estamos quedando sin recursos naturales para la subsistencia; nos estamos quedando sin el alimento que nos da nuestra tierra por tener ganadería, minería y petróleo, porque vivimos de la venta de materias primas y de nada más, pero todo esto, ¿a costa de qué?, de la tierra, la misma tierra que nos da para vivir. Por esto es que se puede afirmar que no es un tema menor.
De allí mi tristeza con el partido Alianza Verde. Ni misión, ni visión, ni nada de lo que debe ser su meta, que es mostrarle a los ciudadanos que estamos masacrando a pasos agigantados la tierra, la cual es la única que nos puede devolver un poco de paz si la volvemos a emplear como debe ser. En vez de eso piensa en dar subsidios en las grandes ciudades para que la gente viva. Es una idea descabellada de libre mercado y mantenimiento de la época feudal, que en nada ayuda a lo que está pasando, sino que exacerba el problema. Y mi discusión va, porque mientras unos expropien, otros desplacen y otros subsidien, la tierra se va a morir, y al fin de cuentas todos vamos a sufrir, como lo señala la noticia que afirma que para el 2025 se espera que la mitad de la población mundial resida en condiciones de escasez de agua.
Esto no son inventos, son datos concretos, no seamos ciegos y no sigamos dándole la espalda como sociedad. Por eso, para mí, tenemos que unirnos en torno a la tierra con lo que representa, porque el reto es mayúsculo. Se trata de cambiar la concepción de toda una sociedad acerca de lo que es ser un ganador. Y si no lo logramos con ideas y entre todos como colectivo, no lo vamos a lograr. Debido a lo anterior tenemos que empezar a mostrar que estamos ante la sexta extinción masiva del planeta. Esto no parece tener eco en lo político, porque no les interesa lo que está pasando, pero saber que la mitad de los animales que vivieron en la Tierra han desaparecido, y que ahora un nuevo estudio vaticina una extinción masiva de vertebrados, y todo causado por el hombre, son hechos que nos deben reunir.
Por eso este libro se escribió con un fin, y es pensarnos como humanos pertenecientes al ecosistema más grande que tenemos, que es nuestro planeta Tierra. No me ofende si me dicen que soy parte, y cito textualmente, de “Todos estos bobazos, babosos, [que] solo sirven para joder y poner obstáculos. Asumamos que sí, que el glifosato es un veneno y que ustedes, los ‘sabios tienen razón. Pero ¿cuál es su solución entonces? ¿Cuál es su propuesta? Hablar mierda y tirárselas de expertos en un tema tan conocido, es fácil. Cualquiera que medio sepa leer es capaz de oponerse con ciertos fundamentos a la utilización de ese químico. No hay que ser académico ni ‘experto’. El problema, imbéciles, es que se requieren soluciones y lo único que se ve en estos pasquines de mierda criollos, son cretinos arrogantes criticando sin ofrecer opciones. Y no las ofrecen simplemente porque no las conocen, no tienen ni los conocimientos ni las bases científicas para hacerlo. Se trata de payasos ignorantes, drogadictos y/o narcotraficantes, a quienes seguramente les conviene que Colombia se cubra de matas de coca. Sugieran algo positivo imbéciles” (comentario a la columna de opinión Más de 8.000 personas en EE.UU. han demandado por el uso de glifosato).
Y esto en vez de ser una ofensa puede ser una realidad y el sentir de muchos que saben lo que está pasando, y tiene razón, no sé cuál es el mejor camino para el cambio y no sé cómo debemos darle la vuelta, pero, es por eso que debemos pensarlo juntos, como sociedad, a través de ideas, porque no es fácil cambiar el curso de la historia. Pero siento que es a través del volver a la tierra, el cambiar el significado de la tierra, porque seguir pensando en el libre mercado como regulador del sistema, es un juego que nos ha traído a este punto. Porque el que regula el sistema es quien gana, y si hay ganadores hay perdedores, por eso vuelvo he insisto, esto no es problema que vaya a resolver un político o un mesías, es un problema que debe solucionar una sociedad, pensante y reflexiva.
Sin embargo, quitarse los argumentos económicos en este sistema va a costar, y mucho, porque el proceso mental de ganadores y perdedores es algo que tiene nuestra especie, y por eso este instinto tan primario hay que cambiarlo, porque de mantenerlo, todos seremos perdedores. No obstante, es con ideas, no con insultos, que las posibles soluciones se pueden lograr, por eso decir que hay 17 objetivos de desarrollo sostenible (ODS) es fundamental para todos, y lo que siento con estos comentarios es que son muchos los humanos desesperados que queremos un cambio por el bien de todos como espe...

Índice

  1. Cubierta
  2. Anteportada
  3. Portada
  4. Página de derechos de autor
  5. Dedicatoria
  6. Autor
  7. Tabla de contenido
  8. Prólogo
  9. The winter is coming
  10. Polilla común
  11. Litchi chinensis
  12. Coleóptero
  13. Chinchigua (ubre de vaca)
  14. Araña
  15. Cyperus
  16. Grillo común
  17. Coreopsis
  18. Pavo cristatus
  19. Mala madre
  20. Mariposa Melanis Pixe sanguínea
  21. Ruellia tuberosa
  22. Insecto
  23. Hormiga arriera
  24. Somos biodiversos
  25. Contracubierta