Modelos de oración liberadora
El Magnificat
La oración liberadora de María de Galilea
1. Introducción
La oración liberadora de una campesina galilea, María de Nazaret (Lc 1.26), según la redacción lucana, forma parte del llamado evangelio de la infancia (Lc 1–2). Ésta es una sección del evangelio según Lucas que sólo se encuentra en este documento del Nuevo Testamento y que tiene una textura y alcances teológicos relacionados con la misión liberadora del Mesías, Jesús de Nazaret.
Un dato clave que Lucas registra es el sorprendente e inesperado mensaje que un ángel le comunicó a un grupo de pastores en las montañas de Judea: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo (euggelizomaia), que será para todo el pueblo (laós) (Lc 2.10). Mensaje que resume el tema central que subyace en los anuncios y cánticos que se entretejen en el evangelio de la infancia y en todo el evangelio de Lucas: ¡Ha comenzado el tiempo crucial de Dios! ¡Su promesa se ha cumplido! Su misión liberadora ya está en marcha en el seno de la historia.
Finalmente, había llegado el tiempo crucial prometido por los profetas del Antiguo Testamento. Dios estaba dando cumplimiento a sus promesas. El anuncio del nacimiento del precursor del Mesías y del mismo Mesías constituían señales claras de que el kairos de Dios, su tiempo crucial y oportuno, había llegado.
De acuerdo con Lucas, los primeros destinatarios y los primeros comunicadores de esa buena noticia de liberación, una realidad anhelada y evocada por las personas piadosas de Israel como María o Ana, fueron personas del pueblo (laós), gente marginada y excluida, según los patrones sociales y culturales del primer siglo.
Los actores humanos mencionados en Lucas 1–2, además de compartir su condición de marginados y excluidos en la sociedad judía del primer siglo, formaban parte del sector del pueblo judío piadoso que esperaba con creciente expectativa al Mesías prometido. Ellos compartían una piedad común y, según el testimonio lucano, esperaban que Dios irrumpiera en la historia para liberarlos de la situación de opresión en la que se encontraban. En otras palabras:
… toda la atmósfera de los relatos de la infancia presenta los orígenes de Jesús enraizados en las esperanzas de Israel. Zacarías, Isabel, María, José, Simeón, Ana, los pastores constituyen una galería de personajes del Antiguo Testamento, que sentían vivamente el anhelo del pueblo de Dios por alcanzar salvación (Senior 1985: 355).
Tres de las protagonistas centrales de las historias que registran en Lucas 1–2 son una anciana estéril (Elisabet), una joven campesina (María) y una anciana viuda (Ana). Estas tres mujeres, con distintas palabras y en distintos momentos, manifiestan su confianza en la pronta intervención de Dios para revertir el destino de su pueblo. Las tres reconocieron que el kairos de Dios había llegado.
Elisabet, la anciana estéril, luego de quedar embarazada, expresó con estas palabras su confianza en el Dios liberador: “Así ha hecho conmigo el Señor en los días en que se dignó quitar mi afrenta entre los hombres” (Lc 1.25). Y meses después, cuando se encontró con su pariente María, confesó: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? (Lc 1.42–43).
María, la campesina galilea, por su parte, siguiendo el mismo surco de confianza en el Dios liberador, manifestó: Engrandece mi alma al Señor; y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador (Lc 1.46–47).
Además de Elisabet y de María, según Lucas, Ana, la anciana viuda, cuando reconoció al Mesías mientras servía en el templo de Jerusalén con ayunos y oraciones, hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén (Lc 2.38).
El testimonio de estas tres mujeres, marginadas y excluidas en el mundo patriarcal del primer siglo, subraya que está presente, desde el comienzo del tercer evangelio, uno de los temas favoritos y centrales de Lucas. En su evangelio, las mujeres tienen voz propia, son protagonistas centrales en la historia de Jesús, antes que simples personajes de relleno. Lucas enfatiza que las mujeres seguían a Jesús (Lc 8.2–3), fueron escuchadas, valoradas y defendidas por Él (Lc 7.36–50; 8.40–56; 10.38–42; 13.10–17; 21.1–4), estuvieron al pie de la cruz (Lc 23.49, 55) y fueron las primeras que vieron a Jesús resucitado (Lc 24.1–10). De esa manera, se acentúa claramente, con historias como las de las mujeres, la inversión social y política que el Mesías prometido traía consigo. Los anuncios de nacimientos extraordinarios y los cantos mesiánicos que Lucas registra en los dos primeros capítulos de su evangelio, puntualizan esa realidad.
2. El canto de María
2.1. El trasfondo histórico-teológico
Los anuncios de los nacimientos del heraldo del Mesías y del Mesías mismo constituían señales innegables y claras del advenimiento de un nuevo momento en la historia de la salvación (Lc 1.5–37). Había llegado el kairos de Dios. El tiempo de liberación anhelado y evocado había comenzado. Se entiende, entonces, por qué se afirma que la “encarnación es el kairos, el momento decisivo, la esencial intervención de Dios en la historia” (Daniélou 1969: 18). Los cánticos mesiánicos, entre ellos, el Magnificat o el Canto de María, confirman esa realidad. Acierta, entonces, David Bosch, cuando expresa que:
… el Magnificat de María (Lc 1.46–55), el canto de Zacarías (Lc 1.68–79) y las palabras de Simeón (2.29–32), contienen una variedad de referencias a la liberación de Israel (Bosch 2000: 142).
Teniendo como fundamento esta clave teológica, las expectativas mesiánicas asociadas al tiempo de liberación prometido por Dios, examinaremos el cántico de liberación de María, la campesina galilea, más conocido como el Magnificat, registrado en Lucas 1.46–55. ¿Qué se afirma en este cántico de liberación integral?
El cántico de liberación integral de María, el Magnificat, ha sido uno de los pasajes lucanos más discutidos en los últimos años. Particularmente, con respecto a las fuentes escritas y orales a las que Lucas pudo haber tenido acceso, así como a las fuentes litúrgicas sobre las cuales pudo haberse apoyado María para expresar este cántico de liberación integral. Así, discutiendo sobre las fuentes orales, escritas o litúrgicas, sobre las que se supone descansa el canto de María, un equipo de estudio conformado por eruditos católicos y luteranos, precisa lo siguiente en un libro sobre María:
El equipo no aceptaba la tesis de que los himnos fuesen de origen no cristiano, por ejemplo, que el Magnificat hubiera sido un himno sobre Juan el Bautista (en asociación a la lectura: E Isabel dijo, de 1.45), o que tanto el Magnificat como el Benedictus fueran himnos judíos, más especialmente, himnos guerreros macabeos (Brown, Donfried, Fitzmyer, Reumann 1994: 140).
En relación con este asunto, se enfatiza, además, que:
No es importante […] saber la clase de fuente literaria sobre la que se apoya Lucas, ni la clase de fuente litúrgica sobre la cual pudo haberse apoyado María. En este testimonio del evangelio se nos dice que aquel cuyo nacimiento se nos anuncia va a ser agente de cambio social radical. Las preocupaciones de aquellos que esperan la consolación de Israel, que él hará suyas, no son cúlticas ni doctrinales y, por lo tanto, tampoco son en sentido estricto, preocupaciones religiosas: él viene a quebrar la esclavitud de su pueblo (Yoder 1985: 27–28).
Hecha esta precisión necesaria, y siguiendo la propuesta de Yoder acerca del contenido concreto del Magnificat, examinaremos la propuesta teológico-política que subyace en él y que sintoniza claramente con la misión liberadora de Jesús que se subraya a lo largo del evangelio de Lucas.
2.2. La estructura del Magnificat
La estructura del Magnificat, desde mi punto de vista, tiene dos secciones o momentos claramente distinguibles, que pueden identificarse cuando se lee atentamente el pasaje:
a) La oración de María (Lc 1.46–50).
b) La acción liberadora de Dios en la historia (Lc 1.51–55).
No obstante, desde otro punto de vista o enfoque teológico, eruditos como René Kruger (1988: 77) y Carlos Escudero (1978: 191–1994) prefieren dividir el cántico de María en tres secciones. Sin embargo, sean dos o tres las secciones que moldean la estructura del Magnificat, eso no cambia en nada el contenido del canto.
René Kruger divide el canto de María de esta manera:
a) Alabanza de la acción de Dios en favor de María (Lc 1.46–50).
b) Proclamación de la acción de Dios en favor de los pobres (Lc 1.51–53).
c) Proclamación de la acción de Dios en favor de su siervo Israel (Lc 1.54–55).
Carlos Escudero, por su parte, divide el canto en estas secciones:
a) Actividad divina en favor de María (Lc 1.46–50).
b) Actividad divina en favor de los pobres (Lc 1.51, 53).
c) Actividad divina en favor de Israel (Lc 1.54–55).
Examinaremos, entonces, el canto de María, que, desde nuestro punto de vista, p...