Ver como feminista
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Ver como feminista

  1. 252 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Descripción del libro

Incisivo, ecléctico y políticamente comprometido, Ver como feminista es un libro audaz y de amplio alcance.Para la escritora Nivedita Menon, el feminismo no se trata de un triunfo final sobre el patriarcado, sino de una transformación gradual de la esfera social decisiva para que las antiguas estructuras e ideas cambien para siempre.Este libro reivindica el mundo a través de una lente feminista, entre la experiencia concreta de la dominación sobre las mujeres en India y los grandes desafíos del feminismo global. Desde las acusaciones de acoso sexual contra figuras de fama internacional hasta el reto que la política de castas implica para el feminismo, desde la prohibición del velo en Francia hasta el intento de imponer la falda a las jugadoras como vestimenta obligatoria en las competiciones internacionales de bádminton, desde la política queer hasta los sindicatos de trabajadoras domésticas o la campaña Pink Chaddi, Menon muestra con destreza los modos en que el feminismo complejiza y altera definitivamente todos los campos de la sociedad contemporánea.

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Información

Editorial
CONSONNI
Año
2020
ISBN de la versión impresa
9788416205578
ISBN del libro electrónico
9788416205622

Violencia sexual

Manney nyaay chahiye («Quiero justicia»)
Antes que nada, conviene aclarar algunas cosas sobre las disposiciones legales que rigen las violaciones, la violencia sexual y el acoso sexual en la India. La legislación que concierne a estas dos primeras áreas sigue siendo en esencia un código penal decimonónico y colonial enmendado en dos ocasiones. Los artículos 375 y 376 del Código Penal de la India de 1860 (elaborado por el gobierno colonial británico) se ocupan de la violación y la violencia sexual. Las primeras enmiendas a estos artículos se realizaron casi 150 años después de su aprobación; la primera tuvo lugar 36 años después de la independencia, en 1983, y se instrumentó a través de la Criminal Law Amendment Act (Ley de Modificación de la Ley Penal). Treinta años después, en 2013, se hizo una segunda enmienda. Hay dos leyes más nuevas sobre violencia sexual, la Protection of Children from Sexual Offences Act (Ley de Protección de Delitos Sexuales contra los Niños, 2012) y la Protection of Women from Domestic Violence Act (Ley de Protección de las Mujeres contra la Violencia Doméstica, 2005). Puede interpretarse que la segunda abarca la violencia sexual en el matrimonio, mientras que la primera se ocupa de un amplio rango de abusos sexuales contra personas menores de dieciocho años.
El tercer problema mencionado al principio, el acoso sexual laboral, fue establecido por primera vez por una sentencia del Tribunal Supremo en 19971, que instauró una serie de pautas a seguir por los empleadores para proteger a las mujeres del acoso sexual. Estas pautas rigieron el área de acoso sexual hasta la aprobación de la Sexual Harassment of Women at Workplace (Prevention, Prohibition and Redressal) Act (Ley Contra el Acoso Sexual en el Trabajo, 2013), luego de la cual los comités de acoso sexual que operaban bajo la sentencia de Vishakha (organizados sobre todo en universidades) fueron desmantelados.
Analizaremos todo esto en detalle a lo largo del capítulo.

¿Un destino peor que la muerte?

Analicemos detenidamente el término «violación» y sus implicaciones.
¿Alguna persona sería capaz de decir que una violación es algo aceptable? Desde el más complaciente de los patriarcas hasta la más rabiosa de las feministas, todos declararán que la violación es un crimen terrible. Sin embargo, este consenso aparente es más bien un mito; las razones por las cuales cada uno llega a esta conclusión son diametralmente opuestas. Para las fuerzas del patriarcado, la violación es un mal porque es un crimen contra el honor de la familia, en tanto que las feministas denuncian la violación porque es un crimen contra la autonomía y la integridad física de una mujer. Esta diferencia en el modo de entender las violaciones conduce por lógica a propuestas diametralmente opuestas sobre cómo combatirlas.
Para la perspectiva patriarcal, la violación es un destino peor que la muerte: no hay posibilidad de una vida normal para una mujer violada, y la forma de evitar las violaciones es encerrar a las mujeres en sus casas, en sus familias, bajo controles patriarcales. Desde este punto de vista, la mujer violada es responsable por el crimen cometido contra ella, porque o bien ella cruzó el lakshman rekha del tiempo (saliendo de noche) o el lakshman rekha de la respetabilidad (vistiéndose de maneras no convencionales o siquiera atreviéndose a abandonar las cuatro paredes de su casa).
Esta perspectiva patriarcal se encuentra por todas partes en el ámbito de la justicia. Por ejemplo: en 2008, el presidente del Tribunal de Karnataka Cyriac Joseph afirmó que la vestimenta impúdica era la causa del aumento de los delitos contra las mujeres: «En nuestros días, las mujeres usan esa clase de vestidos incluso en templos e iglesias, al punto que cuando vamos a lugares de culto, en lugar de meditar sobre Dios, terminamos meditando sobre la persona que tenemos delante»2. Y el presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Estado de Karnataka dijo en un evento público: «Sí, los varones son malos… Pero ¿quién les pidió a ellas [las mujeres] que se atrevieran a salir por la noche… Las mujeres no deben salir de noche y, cuando lo hacen, no tiene sentido quejarse de que los varones las tocan y las golpean»3.
Esta forma patriarcal de entender la violación es la que conduce al remedio que proponen a veces los propios tribunales: lograr que el violador se case con la mujer que violó. El matrimonio viene a restaurar el orden social. Una vez que el violador es el marido de la mujer, el acto sexual se legitima de forma retroactiva, porque (por supuesto) el consentimiento de la mujer es irrelevante, en el matrimonio y fuera de él. En otras palabras: la moral de la sociedad india no permite el sexo consentido por fuera del matrimonio, pero si violas a una mujer, ¡puedes casarte con ella!
Hasta la modificación de las legislaciones sobre violaciones en 2014, el artículo 375 del Código Penal de la India reconocía como violación solamente la penetración de la vagina por el pene. Cualquier otra forma de abuso sexual era considerada un crimen menor, que merecía una pena más leve. Así, la penetración con objetos, o en el caso de niñas muy pequeñas, con un dedo, no constituía una violación. Estos casos eran cubiertos por secciones que hablaban de «atentar contra la modestia de una mujer» e implicaban castigos menores. Una sentencia sobre un caso de abuso sexual de un bebé se preguntaba seriamente si estos artículos incluso podrían aplicarse, ¡dado que era debatible que un bebé pudiera haber ya desarrollado la «modestia»4!
¿Por qué todos estos otros actos de violencia implicaban castigos menos graves?
Flavia Agnes sostiene que esto es así porque las leyes de violación se fundamentan en «las antiguas nociones de castidad, virginidad, el privilegio del matrimonio y el miedo a la sexualidad femenina». La penetración pene-vagina puede conducir a embarazos de otros varones y, por ende, constituye una amenaza mayor a los derechos de propiedad patrilineales y a la estructura del poder patriarcal que otros tipos de ataques sexuales y no sexuales contra las mujeres. Es en virtud de este entendimiento de la violación, señala Agnes, que mientras que en cualquier otro delito el dolor y las heridas causadas por un arma se consideran un agravante merecedor de un castigo mayor que las lesiones causadas por extremidades, en el caso del abuso sexual la herida causada por una barra de hierro, una botella o un palo se considera un crimen menor (Agnes 1992).
Es revelador también que el otro crimen que sí implicaba un castigo tan severo como el de la violación hasta 2018 era la penetración anal con el pene, sin importar el consentimiento de ambas partes. El artículo 377, como hemos visto, criminalizaba la penetración anal consentida, incluso en una relación heterosexual. ¿Qué tienen en común estas dos normativas? Hemos hablado antes de la «legítima sexualidad procreadora»: bueno, esa es la respuesta. Al mismo tiempo que el artículo 375 protegía los sistemas de descendencia y propiedad patrilineal, el artículo 377 castigaba una amenaza aún mayor al orden social: la posibilidad de escapar sin más de la heterosexualidad obligatoria.
El pensamiento feminista de la violación parte de premisas por entero diferentes. Reconoce también que la violación es un crimen grave, pero considera que el daño reside en el ataque a la autonomía y la integridad física de la mujer. Las feministas rechazamos la idea de que es un destino peor que la muerte. Si las campañas feministas contra el acoso y el abuso sexual pudieran ser resumidas en una frase, sería esta: basta de culpar a la víctima.
Desde el punto de vista feminista, la mujer violada no pierde su honor: es el violador quien lo pierde. Por ejemplo, la campaña contra los violadores de Bhanwari Devi acuñó el lema Izzat gayi kis ki, Bhateri Bhateri ki, que quiere decir «No fue Bhanwari Devi quien perdió su honor, sino el pueblo que defendió a sus violadores». Bhanwari Devi (la mujer dalit que fue violada por varones de la casta superior como castigo por intentar implementar en su pueblo la ley gubernamental contra el matrimonio infantil) es una heroína para el movimiento feminista de la India. Bhanwari Devi es el rostro digno y público de la campaña contra la violencia sexual contra las mujeres.
Una justicia rápida es esencial, sostenemos las feministas, para mantener a raya la violencia sexual de todo tipo. Sin embargo, esto es precisamente lo que el sistema judicial indio no ofrece.

Tribunales sexistas

De manera rutinaria, se absuelve a los acusados de violación por «falta de pruebas» y los violadores condenados reciben empáticas reducciones de sentencias, en las que los magistrados citan su juventud y las vidas prometedoras que tienen por delante. En sentencias formales y declaraciones oficinales de funcionarios pueden encontrarse referencias gratuitas a las «mujeres occidentales» y sus supuestas actitudes en relación con el sexo.
Una sentencia de 1983 del Tribunal Supremo de Gujarat incluyó el argumento progresista de que la evidencia corroborativa no era necesaria en general para presentar una denuncia por violación, y que la denuncia de una mujer debía ser considerada por sus propios méritos; sin embargo, la justificación de este argumento fue profundamente patriarcal. La corte sostuvo que la sociedad india, a diferencia del permisivo Occidente, está comprometida con la tradición, y que por eso era improbable que una mujer hiciera una denuncia de violación falsa porque ella «sería reticente a admitir cualquier incidente que comprometiera su castidad». Las mujeres occidentales, estaba implícito, eran más que capaces de una cosa así*.
La sentencia de Gujarat, no obstante, continuaba con una aclaración de esta posición que enumeraba las circunstancias en las cuales podía solicitarse una corroboración. Lo que dice es que cuando una mujer adulta «es hallada en una posición comprometedora» puede suceder que «haya una probabilidad de que ella haya hecho una acusación de ese tipo en virtud del instinto de autopreservación». En otras palabras, mientras que la sociedad tradicional de la India en teoría hace que las mujeres «inocentes» prefieran no presentar acusaciones falsas, en paralelo motivaría a las mujeres «promiscuas» a esconder su falta de virtud precisamente detrás de dichas acusaciones.
Pero entonces, ¿la inocencia o culpabilidad de quién se está juzgando? En los casos de violación, parece que es siempre la de la mujer y no la del acusado de violarla.
En otro incidente de Gujarat (2009), una mujer británica que vivía en India y acusó a un varón indio de violarla fue humillada durante el juicio y se quebró por completo. Elevó una denuncia formal al presidente del Tribunal Supremo de Gujarat después de que un abogado de la defensa le formulara una serie de «preguntas irrelevantes diseñadas para cuestionar mi persona». Frente a una corte repleta de varones burlones, a la mujer de veintitrés años se le preguntó si tomaba alcohol, si socializaba con varones e incluso la frecuencia con que se duchaba. Durante todo ese tiempo, el acusado de atacarla estaba sentado a solo unos metros de ella5.
Dos funcionarias de las Fuerzas Armadas de la India que en momentos diferentes (2005 y 2009) acusaron a sus superiores de «acoso físico y psicológico» y acoso sexual respectivamente fueron juzgadas en cortes marciales y retiradas del servicio con una baja deshonrosa. Ambas reclaman que las acusaciones que hicieron nunca se investigaron y se barrieron debajo de la alfombra6. Una de ellas se suicidó seis años después7.
Un convicto por violación aprobó el examen del servicio civil en 2010 mientras cumplía su sentencia, y el Tribunal Supremo de Delhi consideró que se había «redimido en la cárcel», y que su condena de cinco años había cumplido «los fines de la justicia». Su víctima, que se quitó la vida, está más allá de la justicia y la redención, y la corte no tuvo ningún interés en ella. Mientras le impartía lecciones privadas de Química, decía la nota de suicidio que ella dejó, él la drogó, tuvo sexo con ella y luego la chantajeó para seguir teniendo sexo con ella, prometiéndole que pronto se casarían. Luego intentó hacer que ella tuviera sexo con una tercera persona de la que él quería un favor. Ante esta situación, ella se suicidó. Sin embargo, de acuerdo con la noticia aparecida en prensa, «El Tribunal Supremo no encontró evidencia para sustanciar la declaración (de la nota suicida) de que la mujer mantuviera efectivamente relaciones sexuales con una tercera persona». De modo que la posibilidad de una condena bajo el artículo 306 (incitación al suicidio) fue dejada de lado, y se supone que el acusado ha cumplido su condena por «obtener sexo bajo falsas promesas de matrimonio», lo que constituye una violación en nuestro sistema legal8**.
Así que, amigos, presten atención al brillante joven burócrata Ashok Rai, alias Amit; las habilidades que mostró como joven profesor serán multiplicadas con el poder que le conferirá ser un sarkari afsar. El hecho de que haya «logrado aprobar» el «complicado examen de civil» hace que nuestro sistema de justicia vea con indulgencia sus aventuras de juventud: drogar, violar y vender el cuerpo de una joven. Ya está suficientemente preparado para tomar las riendas de la administración pública.
Quince años después del incidente, Bhanwari Devi sigue esperando que se resuelva el recurso de apelación contra la absolución de sus violadores de la casta superior que decidió el Tribunal Supremo de Rayastán.
«Manne nyaay chahiye» («Quiero justicia»), declaró simplemente en un evento en su honor en Delhi, provocando una atronadora ovación entre el público en pie.
Las leyes de violación anteriores, por consiguiente, eran muy problemáticas desde el punto de vista feminista, y ha habido intensos debates entre feministas y grupos de activistas por los derechos democráticos en relación con la clase de reformas que se precisan. Una sugerencia importante que ha aparecido es eliminar la categoría estrecha de «violación» y reemplazarla con una serie de grados de «abuso sexual», con castigos crecientes en proporción al daño físico causado. La neutralidad respecto del género de la víctima ha sido propuesta con vehemencia, de modo que las violaciones de varones, niños e hijras puedan ser tomadas en cuenta. El perpetrador es generalmente un varón, pero, en casos de violación bajo custodia o violación en el contexto de una situación clara de poder, se propone también la neutralidad respecto del género del perpetrador. Esta última recomendación, no obstante, es muy polémica desde la perspectiva feminista, porque el temor es que la neutralidad respecto del género del perpetrador exceptuando situaciones claramente definidas en términos de custodia/autoridad sirva solo para hacer de las mujeres el blanco de la justicia antes que ofrecerles protección, teniendo en cuenta el contexto abrumadoramente patriarcal y sexista en el que vivimos.

La Ley de Modificación de la Ley Penal de 2013

Los debates que se han sucedido desde la década de 1980 no han estado restringidos a las aulas de los seminarios, ni se originaron exclusivamente allí. En una dialéctica visible entre teoría, práctica y vida cotidiana, el poder colectivo y transformador llevó sus cuestionamientos del patriarca...

Índice

  1. Portada
  2. Sobre la autora
  3. Título
  4. Créditos
  5. Contenido
  6. Introducción
  7. Familia
  8. Cuerpo
  9. Deseo
  10. Violencia sexual
  11. Feministas y «mujeres»
  12. ¿Víctimas o agentes?
  13. Conclusión
  14. Notas
  15. Bibliografía
  16. Agradecimientos
  17. Imagen de cubierta y traducción
  18. Colección