Cartas sobre Narnia
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Cartas sobre Narnia

  1. 104 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Cartas sobre Narnia

Descripción del libro

C.S. Lewis, el autor de los libros de la serie Narnia y uno de los escritores ingleses más leídos del siglo XX, recibió durante su vida miles de cartas de sus jóvenes lectores, que deseaban saber más sobre Narnia y sobre su autor.Este libro reúne muchas de sus respuestas a esas cartas, en las que nos comunica sus pensamientos sobre el arte de escribir, los colegios, los animales y, por supuesto, sobre Narnia. La comprensión y el respeto que demuestra hacia sus interlocutores nos hacen comprender por qué sigue siendo uno de los autores de libros fantásticos más amados de todos los tiempos. Él mismo en una ocasión: "A mí no me parece que la edad tenga tanta importancia como piensa la gente. hay alguna parte de mí que todavía tiene doce años y creo que cuando yo tenía esa edad otra parte de mí tenía casi cincuenta".Estas Cartas sobre Narnia apasionarán a los devotos de Narnia y a los lectores de C.S. Lewis de todas las edades.

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Información

Año
2011
ISBN del libro electrónico
9788499205960
Edición
1
Categoría
Literature
Categoría
Literary Essays
Cartas sobre Narnia
C. S. Lewis, profesor de Lengua y Literatura inglesa en el Magdalen College de la universidad de Oxford, había publicado quince libros cuando escribió esta carta en 1944. Aunque mantenía una extensa correspondencia con sus lectores adultos, rara vez había escrito a ningún niño hasta 1950, fecha en la que apareció el primero de los libros de Narnia, «El León, la Bruja y el Armario». Sara, su ahijada, es una de las contadas excepciones. Era hija de un antiguo alumno y vivía en una pequeña ciudad al sur de Londres. Lewis escribió esta carta durante la segunda guerra mundial, época en la que había escasez de algunos alimentos en Gran Bretaña.
16 de julio de 1944
Mi querida Sara:
Muchas gracias por mandarme los dibujos del Rey y de la Reina de las Hadas tomando el té (¿o es el desayuno?) en su palacio, con todos sus gatos. (¡Cuántos gatos tienen! y en una mesa aparte para ellos, ¡qué buena idea!). Me han encantado. Les tiene que gustar mucho (me refiero al Rey y a la Reina) tomar un bizcocho con tantas pasas. Ahora es difícil encontrarlas ¿verdad? Me estoy haciendo muy amigo de un conejito que vive en el bosque del Magdalen College. Como no llega a las ramas de los árboles, yo arranco las hojas y él se las come cogiéndolas de mi mano. Un día estaba tan ansioso que se empinó sobre sus patas traseras y apoyó sus manos en mí. Escribí este poema:
Un ancianito solía
dar a un conejo una hojita;
tímido al principio, después
se volvió descortés
y para atraparla, se erguía.
De todas formas es un conejo muy simpático. Yo le llamo «Barón Biscuit». Dile a tu madre que le agradezco mucho su cariñosa carta. En el sanatorio no lo pasé muy mal, aunque no me daban de comer lo suficiente y me lavaban de arriba abajo como si no fuera bastante mayor para bañarme yo solo. ¿Has conocido alguna vez a una enfermera? Son mujeres de mucho carácter. Por ahora nada más porque todavía no estoy bien del todo. Un abrazo muy fuerte para ti y para todos, con todo mi cariño.
C. S. Lewis

Magdalen College
Oxford
Mi querida Sara:
Perdóname por no haberte escrito antes para desearte una feliz Navidad y un próspero año nuevo, y para darte las gracias por tu preciosa tarjeta que me gustó muchísimo. Veo que has mejorado dibujando gatos; ya lo haces muy bien, mucho mejor que yo. Yo sólo sé pintar un gato visto por detrás, como éste
. Es una pequeña trampa ¿no crees? porque no se le ve la cara que es la parte más difícil. Las caras de las personas,
curiosamente,
son más fáciles de dibujar que las de la mayoría de los animales, excepto quizá las de los elefantes y lechuzas. ¿Por
qué será?
El motivo de no haberte escrito antes es que hemos tenido un jaleo horroroso por las heladas, con enfermos en casa, las visitas ateridas de frío y las tuberías congeladas. A pesar de todo me encanta que hiele ¿y a ti? El bosque, con los árboles blancos de escarcha, estaba realmente maravilloso, parecía un dibujo de un cuento. Pero a lo mejor te encontrabas en Londres e imagino que no estaría tan bonito.
Ahora vive con nosotros un bebé1 de unas seis semanas. Es un niño bastante tranquilo y no nos hace pasar las noches en vela. Aún sigue en casa el viejo Bruce. Es un perro grande que ya tiene ocho años, lo que para él es tanto como para un hombre cincuenta y seis (se calcula multiplicando la edad del perro por siete). Así pues, le están saliendo muchas canas y sus andares son cada vez más lentos y majestuosos. Es muy amigo de los dos gatos, pero si ve otro distinto en el jardín enseguida se lanza sobre él. Da la impresión de que adivina al instante si es un extraño o uno de los nuestros, por muy lejos que se encuentre y por mucho que se les parezca. Los gatos se llaman «Kitty-Koo» y «Pushkin». Kitty-Koo es un viejo gato negro, dócil y muy tímido. Pushkin sin embargo tiene el pelo gris y es una gata joven y bastante arisca. No sabe esconder las uñas de sus patas delanteras y no es muy amable con el otro gato.
¿Qué tal os va a todos? ¿Estás ya en el colegio? ¿Te gusta? Debéis de estar ya a mediados de trimestre, supongo. ¿Vas tachando los días en un calendario hasta el final de las clases? No voy a echar la carta hasta mañana porque quiero meter en el sobre un vale para libros. Llévalo a una librería y te darán uno a cambio. Es mi regalo de Navidad, aunque con mucho retraso. Ya que te envío una carta me tienes que mandar otra, bueno, sólo si te apetece, si no, no. A mí antes me gustaba, pero ya no tanto porque tengo que escribir demasiadas y eso que mi hermano me ayuda mucho contestándome algunas con su máquina de escribir. ¿Has visto alguna campanilla blanca este año? Hace un par de días vi unas cuantas. Te mando un abrazo muy cariñoso para todos y especialmente para ti.
C. S. Lewis

La carta que Lewis envió a Sara por su primera Comunión incluía esta nota para su madre.
3 de abril de 1949
Magdalen College
Querida Señora N.:
La carta que le envío con esta nota supone un intento desesperado por mi parte de hacer algo para lo que no estoy preparado en absoluto. Cuando ya la había escrito, se me ocurrió que tal vez lo que decía podría parecerle a usted, que conoce a Sara, especialmente desafortunado para ella. De modo que pensé que era mejor que la revisara antes de dársela. ¡Soy tan torpe!
Les mando un cariñoso saludo para los tres. Lamento mucho no poder asistir, aunque si hubiera ido seguro que me habría comportado como un asno.
C. S. Lewis
3 de abril de 1949
Mi querida Sara:
Siento mucho decirte que no creo que el sábado pueda ir a tu Primera Comunión. Casi nadie trabaja los sábados por la tarde; yo, sin embargo, debo cuidar de una anciana2 que está inválida y, precisamente los fines de semana, no tengo ni un minuto libre, pues he de intentar convertirme en enfermera, muchacha, mayordomo y secretaria todo a la vez y, además, ocuparme del perro y de cortar la leña. Confiaba en haber podido escaparme el sábado si la viejecita hubiera estado un poco mejor y si los demás hubieran estado contentos. Pero ella se encuentra mucho peor y en casa están todos de mal humor, así que no tengo más remedio que «permanecer a bordo».
Me temo que si hubiera ido y nos hubiéramos conocido te habría parecido un viejo tímido y aburrido. (¿Sabes? a veces los viejos se sienten tan cohibidos ante los jóvenes como vosotros lo estáis delante de los mayores. Esto explica por qué muchos adultos te hablan de esa forma que, seguramente, te resultará muy tonta). En fin, en esta carta voy a tratar de hacerlo lo mejor que pueda.
Además de ser tu auténtico padrino cristiano, me gustaría ser también tu hada madrina. Si de verdad lo fuera haría prodigios maravillosos, pero mi magia es muy sosa y te mando sólo un truco muy sencillo. Tu madre sabrá descifrarlo. Se convertirá en unas cuantas libras para ti, una, dos o acaso cinco, para que te compres ya lo que tú quieras. El resto lo tendrás en el banco, para el futuro. Ya te dije que era una magia muy sosa, pero es lo mejor que se le puede ocurrir a un viejo solterón y lo hago con todo mi cariño. Ser un padrino de bautismo auténticamente cristiano, me parece una tarea demasiado difícil para mí, me pasa como a ti, que a lo mejor no te encuentras preparada para confirmarte y hacer la Primera Comunión. Ahora que si tú no lo estás ni siquiera un ángel lo estaría y todos tenemos que esforzarnos al máximo. Por eso creo que debo intentar aconsejarte. El consejo que se me viene a la cabeza es éste: cuando te confirmes o cuando recibas tu primera Comunión no creas que tus sentimientos van a ser tan intensos como quisieras o, por lo menos, ni lo pidas ni lo esperes. Naturalmente pueden serlo, pero también puede suceder que no. En ese caso no te preocupes, eso no es lo importante. Igual que a un hambriento le alimenta un plato de comida, aun cuando esté tan acatarrado que apenas pueda saborearlo, a ti te van a enriquecer los sacramentos, aunque al recibirlos no sientas todo lo que desearías. A veces Dios nos concede emociones profundas y hemos de agradecérselo. Ahora bien, otras veces no lo hace y, entonces, debemos decirle a El y decirnos a nosotros mismos que El sabe mejor lo que nos conviene. Este, dicho sea de paso, es uno de los poquísimos temas de los que creo saber algo. Desde que empecé a comulgar asiduamente y durante muchos años, no te puedes imaginar lo pobres que eran mis sentimientos y cómo me distraía en los momentos decisivos. Hace sólo un año o tal vez dos, todo empezó a mejorar. Esto demuestra que es fundamental seguir cumpliendo con lo que nos han enseñado.
¡Ah! casi se me olvidaba, tengo que darte un consejo más. Recuerda que únicamente debemos actuar movidos por tres clases de razones:
a) las convenientes
b) las necesarias
c) las que nos gustan
Te digo é...

Índice

  1. Preámbulo
  2. Introducción
  3. Cartas sobre Narnia