Baja California Sur
  1. 291 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Descripción del libro

Baja California Sur. Historia breve muestra la diversidad de los procesos que, originados en espacios histórico-geográficos distintos, confluyeron y se influyeron mutuamente en lo que podríamos llamar "la formación histórica de nuestro país". Esta historia pretende que un público amplio pueda entrar en contacto con la historia de los pueblos que habitaron y habitan hoy la mitad meridional de la península de California.

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Información

Año
2012
ISBN del libro electrónico
9786071641090
PRIMERA PARTE
por Ignacio del Río Chávez

I. HACIA EL FIN DE UN LARGO, LARGO AISLAMIENTO

LA PENÍNSULA DE CALIFORNIA

Casi una isla
CUANDO SE OBSERVA UN MAPA de la República Mexicana, la porción que destaca con mayor particularidad es, a no dudarlo, la península de California. Esta impresión se debe al tamaño relativamente grande de ese apéndice geográfico, a su forma angosta y alargada y a la clara separación que hay entre la península y el macizo continental.
Reconocida así, al primer golpe de vista, la imagen de la California peninsular puede suscitar desde luego algunas consideraciones relacionadas con la posible presencia del hombre en dicha península. Se trata, según se advierte, de una masa de tierra con un extenso litoral —de más de 3 000 km, por cierto— a la que por vía terrestre solamente se puede acceder por la zona, de unos 200 km de anchura, donde la península se desprende del macizo continental, localizada aproximadamente a los 32° latitud norte, muy cerca de la actual línea divisoria internacional. Esto quiere decir que, de no estar en la posibilidad de utilizar este acceso, sólo se puede llegar a las tierras peninsulares —o salir de ellas, si es el caso— por sus frentes marítimos o, si queremos situarnos en estos tiempos del ingente desarrollo de la aeronáutica, por aire. Hemos de insistir siempre en que, al tratar de la historia de la California peninsular, incluso de tiempos que no resulten tan lejanos a nosotros, convendría tener presente el significado etimológico de la palabra península: “casi una isla”.
La península está rodeada por las aguas del Océano Pacífico, que por mucho tiempo fue conocido más bien como Mar del Sur, y las del Golfo de California, llamado antiguamente Mar de Cortés y Mar Bermejo. El Golfo es un seno marítimo de forma alargada, cuya anchura máxima es de unos 210 km. Ya dijimos que la extensión total de los litorales excede los 3 000 km, así que bien puede decirse que la península es una tierra vuelta hacia el mar o, a la inversa, constreñida por el mar: por cierto, ningún punto geográfico de la península dista más de unos 50 o 60 km, en línea recta, de alguna zona costera.
Se localizan en ambos litorales varios senos marítimos que se hacen notables por su tamaño. En el lado del Pacífico encontramos la Bahía de Todos Santos (donde está la ciudad de Ensenada), la gran y muy abierta Bahía de Sebastián Vizcaíno, situada hacia la parte media de la península, y, más al sur, las bahías Magdalena y Almejas, grandes también y, sobre todo, muy abrigadas. De los senos que corresponden al Golfo son de mencionarse la Bahía de los Ángeles, la de Las Ánimas, la de La Concepción, la Ensenada de Loreto (antiguamente llamada de San Dionisio) y la Bahía de la Paz. En cuanto a las islas mayores, hay que nombrar aquí las de Cedros, Magdalena y Margarita, localizadas en el Pacífico, y las del Ángel de la Guarda, San Marcos, El Carmen, Espíritu Santo, San José y Cerralvo, que se hallan en el Golfo.
Tanto en los litorales de la masa peninsular como en los de las islas existen buenos fondeaderos. Los hay de gran magnitud, como los de las ya nombradas bahías de La Concepción, La Paz y Magdalena, y son en verdad abundantes los de tamaño menor, algunos de los cuales son puertos bastante bien protegidos. Lo que en tiempos pasados no siempre se podía encontrar en esos fondeaderos era agua dulce, agua para beber.
Una cordillera recorre la península de extremo a extremo. Su altitud media es de unos 1 000 msnm, pero tiene alturas de hasta 2 000 m. En algunas partes, como en la región en que se encuentra el puerto de La Paz, se deprime hasta confundirse casi con la planicie costera. Aunque se trata de una formación montañosa más o menos continua, recibe nombres específicos en las distintas regiones que atraviesa. En la parte que corresponde al actual estado de Baja California, la sierra tiene, sucesivamente, las denominaciones de Juárez, San Pedro Mártir, Calamajué, Santa Catarina y San Borja; ya en el estado de Baja California Sur, los nombres que se suceden son los de San Francisco —o, más usualmente, San Francisquito—, Mulegé, La Concepción o La Giganta y, luego de la depresión de la región de La Paz, San Antonio, San Lázaro y La Laguna.
MAPA I.1. Principales sierras, desiertos, islas y bahías
Esta cadena montañosa, que es como el espinazo de la península, corre por la parte central de ésta desde el entronque con el macizo continental hasta aproximadamente 30° latitud norte; luego tiende a acercarse al litoral oriental, o sea, el del Golfo de California. Así pues, tenemos que, del mencionado paralelo 30 hacia el sur, la sierra define dos vertientes de características diferentes: la del Golfo, que es angosta y a veces escarpada, y la del Pacífico, que es de una anchura bastante mayor y tiende a convertirse en una planicie de suave pendiente.
California árida
Se ha calculado que, teniendo la península una superficie total que alcanza los 14 millones y medio de hectáreas, 89% de esta superficie corresponde a suelos que pueden ser caracterizados como desérticos o semidesérticos. Si se exceptúa una región de clima mediterráneo que se localiza en la parte noroccidental de la península y que es en la que se hallan las ciudades de Tijuana, Tecate y Ensenada, el clima que prevalece en la península es cálido y seco, con cuatro o cinco meses de calores extremosos e invierno benigno. Fuera también de la región de clima mediterráneo, que incluye las sierras de Juárez y de San Pedro Mártir y que se extiende hacia el sur hasta aproximadamente el paralelo 30, en general los índices de precipitación pluvial son bajos, y sólo en zonas muy localizadas superan los 100 mm anuales. Algunos años, por los meses de septiembre y octubre, una parte de la península es bañada con prodigalidad por las lluvias torrenciales que llegan con los ciclones. Estas aguas, que corren con cierta violencia por los lechos arenosos que abundan en el suelo peninsular, también se filtran en parte y alimentan los acuíferos subterráneos. Un dato que para nosotros resulta muy importante es que la península carece de corrientes fluviales perennes, como no sean los escasos arroyuelos que se originan en los manantiales que surten agua suficiente para ello. En realidad, el único río que corre todo el año es el Colorado, que no se localiza en la península sino que más bien marca el límite nororiental de ésta.
MAPA I.2. Áreas naturales protegidas (2009)
Dos provincias bióticas, conocidas como Surcaliforniense y Sanluquense, son las que corresponden a los territorios en que se desarrollaron los procesos históricos que hemos de examinar en este libro.
La Provincia Surcaliforniense cubre un amplio territorio que se extiende desde el paralelo 30 hasta la Bahía de la Paz, por el lado del Golfo, y el pueblo de Todos Santos, por el lado del Pacífico. Su característica general es la aridez, que en algunas partes, como en el Desierto Central o de Vizcaíno, se vuelve verdaderamente extrema. En las tierras bajas predominan las plantas xerófilas, principalmente las cactáceas, y en las alturas de la sierra aparecen diversas especies de arbustos. Las plantas más comunes son la gobernadora, el cardón, la cholla, la pitahaya, el ocotillo, el cirio, el palo verde, el mezquite y, en los esteros, el mangle. Entre los mamíferos se cuentan la ardilla, la rata de campo, el murciélago, el conejo, la liebre, el venado, el gato montés, el coyote, el berrendo y el borrego cimarrón, estos últimos dos en hábitats muy localizados. Cabe decir que las condiciones del ambiente han determinado que las poblaciones de los mamíferos mayores sean poco numerosas.
La Provincia Sanluquense comprende la parte meridional de la península. Se yergue en esta región un macizo montañoso cuyos picos más altos alcanzan los 2 000 msnm. Las plantas xerófilas crecen en las planicies de las costas, pero hacia el interior de la tierra prospera cierta vegetación caducifolia. En las alturas superiores a los 1 200 m hay formaciones boscosas de pinos y encinos. Las variedades vegetales que más abundan son la cacachila, el palo verde, el lomboy, el torote, el ciruelo silvestre, la pitahaya, la cholla, el cardón, el palo fierro, el palo de arco, el palo de Adán, el salate, el güéribo y el sauce. Los mamíferos son los mismos de la Provincia Surcaliforniense, excepto el berrendo y el borrego cimarrón, cuyos hábitats se localizan al norte del paralelo 27, hacia la parte media de la península.

LOS ANTIGUOS CALIFORNIOS Y EL MEDIO PENINSULAR

Cazadores-recolectores
Antes de que lograra domesticar plantas y animales y pudiera aplicarse así a la agricultura y el pastoreo, el hombre hubo de mantenerse inexorablemente de la caza —actividad que comprende la pesca— y de la recolección de productos de origen vegetal o animal. Si en su vida ancestral todas las sociedades humanas fueron cazadoras-recolectoras, sólo algunas de ellas llegaron a la postre a hacerse agricultoras y, en algunos casos, ganaderas. Bien sabemos que las sociedades que se iniciaron en la práctica de la agricultura devinieron sedentarias y, con ello, quedaron en posibilidad de orientar por nuevos cauces su desarrollo cultural.
La aparición histórica de la agricultura —que ocurrió hace unos 10 000 o 12 000 años— abrió grandes posibilidades para la sobrevivencia y la multiplicación de los seres humanos, pero no implicó la inmediata y general desaparición de las sociedades de cazadores-recolectores, las que siguieron existiendo, ya al margen de las sociedades de agricultores, ya en confrontación con ellas. En el largo plazo, los cazadores-recolectores tendieron a desaparecer, es cierto; pero resulta que aún hoy día existen algunos grupos humanos, en realidad poco numerosos, cuyos medios de sobrevivencia son la caza y la recolección. Cuando se inició el contacto hispanoindígena en lo que es hoy nuestro país, muchos de los territorios que se extienden hacia el norte de los ríos Pánuco, Lerma-Santiago y Sinaloa, incluyendo la península de California, eran todavía ocupados por cazadores-recolectores. A esa gran área geográfico-cultural caracterizada por la presencia de bandas dedicadas a la caza y la recolección se le ha dado el nombre de Aridoamérica, según lo propuso en 1954 el antropólogo Paul Kirchhoff.
No se ha logrado establecer con precisión cuándo fue que los primeros grupos humanos llegaron a la península de California. De lo que se puede estar seguro es de que en ciertas partes del norte peninsular, como es el sitio conocido como Laguna de Chapala, había presencia humana unos 15 milenios antes de nuestra era. Es probable que el poblamiento del centro y el sur de la península haya sido más reciente.
Hace unos 50 años, Kirchhoff planteó la hipótesis de que el poblamiento de la península se efectuó mediante sucesivas oleadas de inmigrantes, lo que fue obligando a los grupos de avanzada a desplazarse continuamente hacia el sur hasta quedar encajonados. Podemos admitir que este esquema resulta demasiado rígido, pero hasta ahora no parece haber suficientes razones como para desecharlo por completo. Hay que pensar en presiones de unos grupos sobre otros y en la alternativa de solución que ofrecían las tierras que no estuvieran ocupadas todavía; pero también en la posible existencia de corredores de desplazamiento.
Se ha calculado que la población aborigen peninsular comprendía, hacia la época del contacto hispano-indígena, entre 40 000 y 50 000 individuos. Esa población se diseminaba en toda la península, inclusive en zonas tan escasas de recursos de mantenimiento como el Desierto de Vizcaíno; pero es seguro que las densidades de población variaban según las condiciones locales del medio natural. La densidad media de población en la península era de aproximadamente 0.3 habitantes por kilómetro cuadrado. Sherburne F. Cook, estudioso de la demografía peninsular, llegó a la conclusión de que la población aborigen se hallaba estabilizada en cuanto a su número y que las generaciones se remplazaban unas a otras sin que hubiera crecimiento demográfico natural.
Muy poco se sabe sobre la cultura de origen de los primeros pobladores de la península, pero no es aventurado suponer que, al penetrar en lo que hemos llamado la California árida, aquellos inmigrantes tuvieron que entrar en un proceso de adaptación social y cultural que los llevó a interactuar exitosamente con el medio natural y a asegurar así su milenaria sobrevivencia. Investigadores como Cook y Homer Aschmann han señalado que en el mundo de los antiguos californios se alcanzó a la postre un delicado equilibrio entre la cultura altamente eficaz de los cazadores-recolectores y el medio natural en el que éstos tuvieron que actuar, que ofrecía limitados recursos de mantenimiento, sobre todo en los recurrentes periodos de sequía. Podemos decir, por nuestra parte, que ese equilibrio entre sistema cultural y ambiente tendía a ser estable precisamente por ser delicado, por ser frágil, porque su ruptura podía poner en crisis de sobrevivencia a aquellos exitosos cazadores-recolectores.
Prácticas económicas y organización social
Los antiguos californios eran cazadores-recolectores; ésa era su condición cuando llegaron a la península y así permanecían cuando empezaron a tener contacto con gente de origen europeo. No hay e...

Índice

  1. Portada
  2. Preámbulo
  3. Introducción
  4. PRIMERA PARTE. por Ignacio del Río Chávez
  5. SEGUNDA PARTE. por María Eugenia Altable Fernández
  6. Cronología
  7. Bibliografía comentada
  8. Agradecimientos y siglas
  9. Créditos de imágenes