Derecho y economía
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Derecho y economía

Robert Cooter, Thomas Ulen, Eduardo L. Suárez, María Teresa Francisco González, María Teresa Francisco González

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Derecho y economía

Robert Cooter, Thomas Ulen, Eduardo L. Suárez, María Teresa Francisco González, María Teresa Francisco González

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Muestra cómo el derecho estimula el cambio de comportamiento, aun de los precios. También muestra cómo el análisis económico puede beneficiarse de las técnicas del análisis legal, lo que redundará en que los modelos de la economía estén más cerca de la realidad.

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Información

Año
2019
ISBN
9786071642523
XIII. TEMAS EN LA ECONOMÍA DEL DELITO
Y EL CASTIGO
Tenemos ciertos estatutos por demás rígidos y ciertas leyes singularmente refrenantes, bocados y barbadas precisos para los corceles indisciplinados, que desde hace catorce años hemos dejado dormir […] Ahora, como afectuosos padres, habiendo atado las ramitas amenazantes del abedul […] No para usarlas, con el tiempo la vara más burlada se vuelve temible: y así nuestros decretos […] han muerto para sí mismos; y la licencia tira de las narices a la justicia; el niño azota a la nodriza, y el decoro va de capa caída.
WILLIAM SHAKESPEARE, Medida por medida,
acto primero, escena 3
COMO en la cita anterior de Shakespeare, aparentemente los votantes estadunidenses piensan que las autoridades de la justicia penal han “dejado dormir” a los “bocados y barbadas precisos para los corceles indisciplinados”. Ante el reclamo de los votantes por un tratamiento más severo para los delincuentes, los legisladores han respondido promulgando en años recientes “estatutos por demás rígidos y leyes singularmente refrenantes”. ¿Cuál fue el resultado?
En este capítulo revisaremos la evidencia estadística del delito y el castigo, e intentaremos determinar si las personas responden a castigos más severos, como lo predice la teoría económica del delito que desarrollamos en el capítulo anterior. También resumiremos los escritos económicos sobre la pena de muerte, analizaremos la conexión entre el delito y la adicción a las drogas, y discutiremos la economía del control de las pistolas.
1. EL DELITO Y EL CASTIGO EN LOS ESTADOS UNIDOS
A. Tasas del delito
Las tendencias de la tasa del delito (la cantidad de delitos dividida por la población) en los Estados Unidos, durante las últimas décadas, son las siguientes:
1. A partir de un pico a mediados de la década de 1930, la tasa de la mayoría de los delitos (violentos y no violentos) disminuyó a un punto bajo a principios de la década de 1960.
2. Entre principios de la década de 1960 y mediados o fines de la década de 1970, ocurrió un aumento rápido y sin precedente en la tasa de todos los delitos.
3. Entre principios de la década de 1980 y principios de la siguiente, disminuyó marcadamente la tasa de la mayoría de los delitos no violentos entre los adultos; la tasa de los delitos violentos disminuyó ligeramente entre los adultos y aumentó entre los jóvenes.
4. De principios de la década de 1990 a 2008, tanto el delito violento como el no violento continuaron declinando, pero a una tasa mucho más lenta que la de las declinaciones de la década de 1990.1
¿Cómo se comparan estas tasas con las de otros países? Por lo que toca a los delitos no violentos, las tasas recientes de los Estados Unidos son aproximadamente iguales a las de otros países desarrollados. Dicho de modo más preciso, las tendencias recientes de las tasas del delito no violento han venido creciendo en otros países, mientras que las de los Estados Unidos han venido declinando, de modo que las tasas del delito no violento en los Estados Unidos son ahora aproximadamente equivalentes a las de otros países desarrollados, o aun menores. Consideremos, por ejemplo, que a principios de la década de 1980 la tasa de robos en Gran Bretaña era significativamente menor que la de los Estados Unidos, pero para principios de la década de 2000 la tasa de robos en Gran Bretaña superó a la de los Estados Unidos. De igual modo, la tasa del robo de automóviles era menor en Francia que en los Estados Unidos a principios de la década de 1980, pero para principios de la década de 2000 la tasa era ya mayor en Francia que en los Estados Unidos. Por último, ya en 1984 la tasa de robos en Holanda era casi el doble de la de los Estados Unidos y ha permanecido así.
Los Estados Unidos se asemejan a Europa en lo tocante a las tasas de los delitos no violentos, pero difieren respecto a las tasas de los delitos violentos. Los Estados Unidos han estado a la cabeza del mundo industrializado en lo tocante a las tasas de homicidios (asesinatos divididos por la población) desde que se llevan registros. Durante más de un siglo, las grandes ciudades estadunidenses han tenido tasas de homicidios significativamente mayores que las de las ciudades europeas de tamaño similar. Sin embargo, el crecimiento de las tasas de homicidios y otros delitos violentos que se inició en la década de 1960 no se parece nada a lo ocurrido en Europa. Si bien las tasas de homicidios en los Estados Unidos siempre han sido mayores que en Europa, en general han venido bajando recientemente. Y la mayor tasa de homicidios en los Estados Unidos ha venido declinando también. De hecho, en los Estados Unidos tales tasas fueron aproximadamente de 24 700 homicidios en 1991, y de cerca de 16 000 en 2001, lo que representa una disminución de más de un tercio.2 El FBI estima que hubo 16 272 homicidios en 2008. Las tasas de homicidios en Europa, que ya eran bajas, han caído en los últimos 10 años (con la curiosa excepción de Inglaterra, donde han aumentado), pero no han caído tan rápido como en los Estados Unidos.
B. Tasas de encarcelamiento
Los legisladores respondieron al aumento del delito incrementando la severidad de los castigos, especialmente el encarcelamiento. La cantidad total de prisioneros en todas las cárceles y prisiones en los Estados Unidos ha aumentado considerablemente en los últimos años. En 1970 la tasa de encarcelamiento en los Estados Unidos estaba por debajo de una persona en 400. Ésta se cuadruplicó posteriormente. En 2008 apenas uno en cada 100 adultos era encarcelado, y apenas dos de cada 100 estaban en libertad condicional o libertad bajo palabra.3 Como un porcentaje de la población total, la tasa de encarcelamientos en los Estados Unidos es cinco veces la tasa en Gran Bretaña, nueve veces la de Alemania, y 12 veces la de Japón. Los políticos respondieron a la percepción del público de la epidemia de delitos con este aumento sin precedentes en el uso del encarcelamiento en los Estados Unidos.4
C. Causas del delito
Las diferencias observadas en las tasas de los delitos violentos nos impulsan a buscar las causas posibles en las estadísticas.
Primero, la mayoría de las ciudades grandes tienen tasas de delitos violentos que son de dos a siete veces mayores que las tasas de sus suburbios. Este hecho sugiere que la urbanización contribuye al delito, pero los cambios ocurridos en la urbanización no pueden explicar las tendencias descritas antes.
Segundo, una cantidad desproporcionada de delincuentes son hombres jóvenes. Las estadísticas de los arrestos sugieren que dos tercios de los delitos que se cometen en las calles de los Estados Unidos corresponden a personas menores de 25 años, casi todos son varones. Aproximadamente 93% de todos los prisioneros en los Estados Unidos son varones. Los cambios observados en las tasas de los delitos siguen a menudo a los cambios ocurridos en la distribución de la población por edad. Un aumento de la proporción de adolescentes aumentará la tasa de delitos. El salto discernible en el total de los delitos a principios de la década de 1960 coincidió con la llegada a la adolescencia (aproximadamente de 14 a 24 años) de la generación del “baby boom” (el auge de los nacimientos) que nació justo después de la segunda Guerra Mundial, mientras que la declinación de los delitos en la década de 1980 coincidió con la maduración de la población.5 Sin embargo, el aumento de la cantidad de delitos observado desde la década de 1960 fue tan grande que sólo podemos explicar una fracción de tal aumento por el incremento del número de habitantes de 14 a 24 años. Por ejemplo, un estudio reveló que el aumento de la tasa de homicidios observado durante la década de 1960 fue más de 10 veces mayor que la que podría haberse predicho por el cambio ocurrido en la distribución por edades de la población.6
Tercero, en los Estados Unidos los delincuentes violentos y sus víctimas son desproporcionadamente afroamericanos. Para ilustrar, los homicidios se cometen contra la población no negra de los Estados Unidos a una tasa aproximada a la de las poblaciones no minoritarias de los países europeos, y, en efecto, a tasas menores que las de algunos países europeos. Los negros que son víctimas de homicidios elevan las tasas de homicidios estadunidenses al nivel más alto entre los países desarrollados. Uno de los debates políticos más vitriólicos de los Estados Unidos se refiere a la causa de la conexión existente entre la violencia y la raza. Uno de los bandos afirma que la causa es la discriminación, mientras que el otro ubica el problema en la sociedad negra. (Véase el recuadro titulado “Los afroamericanos y el delito”.)
Cuarto, un pequeño número de personas comete una gran proporción de delitos violentos. Cerca de 6% de los varones jóvenes de una edad determinada comete 50% o más del total de los delitos graves cometidos por todos los varones jóvenes de esa edad. Este hecho sorprendente es cierto en la mayoría de los países, no sólo en los Estados Unidos. Las características de este 6% de varones jóvenes son notablemente congruentes entre diferentes culturas. Tales jóvenes tienden a provenir de familias disfuncionales, tienen parientes cercanos (incluidos los padres) que son delincuentes, tienen bajos coeficientes de inteligencia verbal, se desempeñan mal en la escuela, son alcohólicos y drogadictos, viven en vecindades pobres y caóticas, y empiezan sus desmanes a muy temprana edad.7
Este bosquejo psicológico sugiere una conexión entre el delito y la pobreza, lo que sugiere además una relación entre el delito y el desempeño de la economía. Por ejemplo, un incremento de las tasas de desempleo podría causar un incremento en las tasas delictivas. En efecto, esta conexión es d...

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