
eBook - ePub
Disponible hasta el 19 Apr |Más información
La alternativa
Perspectivas y posibilidades de cambio
This book is available to read until 19º abril, 2026
- 144 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Disponible hasta el 19 Apr |Más información
Descripción del libro
Compilación de ensayos de Luis Villoro, en los que desarrolla brevemente su postura ético política acerca de los grandes conceptos como "revolución", "democracia" y "pluralidad", y sobre la posibilidad de gobernar y vivir contrario a los valores rapaces del capitalismo, como el individualismo y el autoritarismo. Como simpatizante e interlocutor del movimiento indígena del EZLN, en las cartas reproducidas en la segunda parte de esta obra, entre Luis Villoro y el subcomandante Marcos dadas del 2011 y principios del 2012, el filósofo de izquierda encontrará cristalizados esos valores y reflexiona sobre la "guerra contra el narcotráfico" y la historia política moderna mexicana y los movimientos indígenas como la alternativa de autogestión y un modo de vivir en un mundo más justo.
Preguntas frecuentes
Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
- Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
- Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a La alternativa de Luis Villoro en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Política y relaciones internacionales y Ideologías políticas. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.
Información
Categoría
Ideologías políticasSEGUNDA PARTE
EL CAMBIO ES POSIBLE
Cuatro cartas entre el Subcomandante Marcos y Luis Villoro
Cuatro cartas entre el Subcomandante Marcos y Luis Villoro

Luis Villoro, acompañado por el Subcomandante Marcos, después de recibir un reconocimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en el Festival Mundial de la Digna Rabia. San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 4 de enero de 2009. Foto: Moysés Zúñiga Santiago / CUARTOSCURO.
PRIMERA CARTA
DEL SUBCOMANDANTE MARCOS A LUIS VILLORO
DEL SUBCOMANDANTE MARCOS A LUIS VILLORO
(enero-febrero de 2011)
Para: Don Luis Villoro
De: Subcomandante Insurgente Marcos
Doctor, saludos.
Esperamos de veras que se encuentre mejor de salud y que tome estas líneas no sólo como vaivén de ideas, también como un abrazo cariñoso del todo que somos.
Le agradecemos el haber aceptado participar como corresponsal en este intercambio epistolar. Esperamos que de él surjan reflexiones que nos ayuden, allá y acá, a tratar de entender el calendario que padece nuestra geografía, es decir, nuestro México.
Permítame iniciar con una especie de esbozo. Se trata de ideas, fragmentadas como nuestra realidad, que pueden seguir su camino independiente o irse enlazando como una trenza (que es la mejor imagen que he encontrado para “dibujar” nuestro proceso de reflexión teórica) y que son producto de nuestra inquietud sobre lo que ocurre actualmente en México y en el mundo.
Y aquí inician estos apuntes apresurados sobre algunos temas, todos ellos relacionados con la ética y la política. O más bien sobre lo que nosotros alcanzamos a percibir (y a padecer) de ellos, y sobre las resistencias en general, y nuestra resistencia particular. Como es de esperar, en estos apuntes, el esquematismo y la reducción reinarán, pero creo que alcanzan para dibujar una o muchas líneas de discusión, de diálogo, de reflexión crítica.
Y de esto es precisamente de lo que se trata, de que la palabra vaya y venga, sorteando retenes y patrullajes militares y policiacos, de nuestro acá hasta su allá, aunque luego pasa que la palabra se va para otros lados y no importa si alguien la recoge y la lanza de nuevo (que para eso son las palabras y las ideas).
Aunque el tema en el que nos hemos puesto de acuerdo es el de política y ética, tal vez son necesarios algunos rodeos, o más mejor, aproximaciones desde puntos aparentemente distantes.
Y, puesto que se trata de reflexiones teóricas, habrá que empezar por la realidad, por lo que los detectives llaman “los hechos”.
En Escándalo en Bohemia, de Arthur Conan Doyle, el detective Sherlock Holmes le dice a su amigo, el doctor Watson: “Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se ajusten a las teorías, en lugar de ajustar las teorías a los hechos”.
Podríamos empezar entonces por una descripción, apresurada e incompleta, de lo que la realidad nos presenta de la misma forma, es decir, sin anestesia alguna, y recabar algunos datos. Algo así como intentar reconstruir no sólo los hechos sino la forma en la que tomamos conocimiento de ellos.
Y lo primero que aparece en la realidad de nuestro calendario y geografía es una antigua conocida de los pueblos originarios de México: la guerra.
I. LAS GUERRAS DE ARRIBA
“Y en el principio fueron las estatuas.”
Así podría iniciar un ensayo historiográfico sobre la guerra, o una reflexión filosófica sobre la real paridora de la historia moderna. Porque las estatuas bélicas esconden más de lo que muestran. Erigidas para cantar en piedra la memoria de victorias militares, no hacen sino ocultar el horror, la destrucción y la muerte de toda guerra. Y las pétreas figuras de diosas o ángeles coronados con el laurel de la victoria no sólo sirven para que el vencedor tenga memoria de su éxito, también para forjar la desmemoria en el vencido.
Pero en la actualidad esos espejos rocosos se encuentran en desuso. Además de ser sepultados cotidianamente por la crítica implacable de aves de todo tipo, han encontrado en los medios masivos de comunicación un competidor insuperable.
La estatua de Hussein, derribada en Bagdad durante la invasión norteamericana a Irak, no fue sustituida por una de George Bush, sino por los promocionales de las grandes firmas trasnacionales. Aunque el rostro bobo del entonces presidente de Estados Unidos bien podía servir para promover comida chatarra, las multinacionales prefirieron autoerigirse el homenaje de un nuevo mercado conquistado. Al negocio de la destrucción, siguió el negocio de la reconstrucción. Y, aunque las bajas en las tropas norteamericanas siguen, lo importante es el dinero que va y viene como debe ser: con fluidez y en abundancia.
La caída de la estatua de Saddam Hussein no es el símbolo de la victoria de la fuerza militar multinacional que invadió Irak. El símbolo está en el alza en las acciones de las firmas patrocinadoras.
“En el pasado fueron las estatuas, ahora son las bolsas de valores.”
Así podría seguir la historiografía moderna de la guerra.
Pero la realidad de la historia (ese caótico horror mirado cada vez menos y con más asepsia), compromete, pide cuentas, exige consecuencias, demanda. Una mirada honesta y un análisis crítico podrían identificar las piezas del rompecabezas y entonces escuchar, como un estruendo macabro, la sentencia: “En el principio fue la guerra”.
La legitimación de la barbarie
Quizá, en algún momento de la historia de la humanidad, el aspecto material, físico, de una guerra fue lo determinante. Pero, al avanzar la pesada y torpe rueda de la historia, eso no bastó. Así como las estatuas sirvieron para el recuerdo del vencedor y la desmemoria del vencido, en las guerras los contendientes necesitaron no sólo derrotar físicamente al contrario, sino también hacerse de una coartada propagandística, es decir, de legitimidad. Derrotarlo moralmente.
En algún momento de la historia fue la religión la que otorgó ese certificado de legitimidad a la dominación guerrera (aunque algunas de las últimas guerras modernas no parecen haber avanzado mucho en ese sentido). Pero luego fue necesario un pensamiento más elaborado y la filosofía entró al relevo.
Recuerdo ahora unas palabras suyas: “La filosofía siempre ha tenido una relación ambivalente con el poder social y político. Por una parte, tomó la sucesión de la religión como justificadora teórica de la dominación. Todo poder constituido ha tratado de legitimarse, primero en una creencia religiosa, después en una doctrina filosófica. [...] Tal parece que la fuerza bruta que sustenta al dominio carecería de sentido para el hombre si no se justificara en un fin aceptable. El discurso filosófico, a la releva de la religión, ha estado encargado de otorgarle ese sentido; es un pensamiento de dominio”. (Luis Villoro, “Filosofía y dominio”, discurso de ingreso al Colegio Nacional, noviembre de 1978.)
En efecto, en la historia moderna esa coartada podía llegar a ser tan elaborada como una justificación filosófica o jurídica (los ejemplos más patéticos los ha dado la Organización de las Naciones Unidas, ONU). Pero lo fundamental era, y es, hacerse de una justificación mediática.
Si cierta filosofía (siguiéndolo, don Luis: el “pensamiento de dominio” en contraposición al “pensamiento de liberación”) relevó a la religión en esa tarea de legitimación, ahora los medios masivos de comunicación han relevado a la filosofía.
¿Alguien recuerda que la justificación de la fuerza armada multinacional para invadir Irak era que el régimen de Saddam Hussein poseía armas de destrucción masiva? Sobre eso se construyó un gigantesco andamiaje mediático que fue el combustible para una guerra que no ha terminado aún, al menos en términos militares. ¿Alguien recuerda que nunca se encontraron tales armas de destrucción masiva? Ya no importa si fue mentira, si hubo (y hay) horror, destrucción y muerte, perpetrados con una coartada falsa.
Cuentan que, para declarar la victoria militar en Irak, George W. Bush no esperó los informes de que se habían encontrado y destruido esas armas, ni la confirmación de que la fuerza multinacional controlaba ya, si no todo el territorio iraquí, sí al menos sus puntos nodales (la fuerza militar norteamericana se encontraba atrincherada en la llamada “zona verde” y ni siquiera podía aventurarse a salir a los barrios vecinos —véanse los estupendos reportajes de Robert Fisk para el periódico británico The Independent—).
No, el informe que recibió Washington y le permitió dar por terminada la guerra (que por cierto no termina aún) llegó de los consultores de las grandes trasnacionales: el negocio de la destrucción puede dar paso al negocio de la reconstrucción (sobre esto véanse los brillantes artículos de Naomi Klein en el semanario estadunidense The Nation, y su libro La doctrina del shock).
Así, lo esencial en la guerra no es sólo la fuerza física (o material), también es necesaria la fuerza moral que, en estos casos, es proporcionada por los medios masivos de comunicación (como antes por la religión y la filosofía).
La geografía de la guerra moderna
Si el aspecto físico lo referimos a un ejército, es decir, a una organización armada, mientras más fuerte es (es decir, mientras más poder de destrucción posee), más posibilidades de éxito tiene.
Si es el aspecto moral referido a un organismo armado, mientras más legítima es la causa que lo anima (es decir, mientras más poder de convocatoria tiene), entonces mayores son las posibilidades de conseguir sus objetivos.
El concepto de guerra se amplió: se trataba no sólo de destruir al enemigo en su capacidad física de combate (soldados y armamento) para imponer la voluntad propia, también era posible destruir su capacidad moral de combate, aunque tuviera aún suficiente capacidad física.
Si las guerras se pudieran poner únicamente en el terreno militar (físico, ya que en esa referencia estamos), es lógico esperar que la organización armada con mayor poder de destrucción imponga su voluntad al contrario (tal es el objetivo del choque entre fuerzas) destruyendo su capacidad material de combate.
Pero ya no es posible ubicar ningún conflicto en el terreno meramente físico. Cada vez más es más complicado el terreno en el que las guerras (chicas o grandes, regulares o irregulares, de baja, mediana o alta intensidad, mundiales, regionales o locales) se realizan.
Detrás de esa gran e ignorada guerra mundial (“guerra fría” es como la llama la historiografía moderna, nosotros la llamamos “la tercera guerra mundial”), se puede encontrar una sentencia histórica que marcará las guerras por venir.
La posibilidad de una guerra nuclear (llevada al límite por la carrera armamentista que consistía, grosso modo, en cuántas veces se era capaz de destruir el mundo) abrió la posibilidad de “otro” final de un conflicto bélico: el resultado de un choque armado podía no ser la imposición de la voluntad de uno de los contrincantes sobre el otro, sino que podía suponer la anulación de las voluntades en pugna, es decir, de su capacidad material de combate. Y por “anulación” me refiero no sólo a “incapacidad de acción” (un “empate” pues), también (y sobre todo) a su “desaparición”.
En efecto, los cálculos geomilitares nos decían que en una guerra n...
Índice
- Portada
- Prólogo. Don Luis, por Luis Hernández Navarro
- Prefacio
- Primera parte PERSPECTIVAS DE CAMBIO
- Segunda parte EL CAMBIO ES POSIBLE: CUATRO CARTAS ENTRE EL SUBCOMANDANTE MARCOS Y LUIS VILLORO