Hegel, Haití y la historia universal
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Hegel, Haití y la historia universal

Susan Buck-Morss, Juan Manuel Espinosa, Juan Manuel Espinosa

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Hegel, Haití y la historia universal

Susan Buck-Morss, Juan Manuel Espinosa, Juan Manuel Espinosa

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Información del libro

La autora expone la relación que hay entre Hegel y la Revolución haitiana, que pudo haber dado como resultado la formulación de la "dialéctica amo-esclavo". Con suficientes evidencias, Buck-Morss ve la revolución de Haití como ejemplo de la potencia de la realización intelectual de Hegel y la ruptura que da inicio a la primera lucha política moderna por la libertad, donde se advierten las posibilidades de una humanidad universal emergente.

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Información

Año
2014
ISBN
9786071619440
Categoría
Philosophy

PRIMERA PARTE

HEGEL Y HAITÍ

INTRODUCCIÓN

PRIMEROS COMENTARIOS

“Hegel y Haití” fue escrito como una historia de misterio. Se anima al lector a que comience a leerlo directamente, antes de la introducción que ofrecemos aquí. Para quienes ya están familiarizados con su nudo y su desenlace, esta nueva introducción (que puede ser también leída como un epílogo) describe el proceso de descubrimiento detrás del ensayo y el impacto de su primera recepción. Retraza los años de investigación que llevaron a “Hegel y Haití”, dándole cuerpo al material condensado en las notas a pie, para que se puedan determinar más fácilmente las implicaciones académicas, y sitúa el ensayo en medio de debates intelectuales de hoy que tienen implicaciones políticas para el mundo real.

EL PROYECTO ACCIDENTAL

No tenía la intención de escribir acerca de Hegel y Haití. En la década de 1990 trabajaba en un proyecto distinto. Con el final de la Guerra Fría, el neoliberalismo llegó a dominar ideológicamente a escala global. Llamamientos a las leyes del mercado y su racionalidad se usaron como mantras legitimadores para justificar todo tipo de programa político práctico. ¿Pero qué era este fantasma incorpóreo —la “economía”— objeto de una reverencia tan fetichista? ¿Cuándo fue descubierto? ¿Por qué? Y la pregunta más desconcertante debido a su famosa mano invisible: ¿cómo ocurrió este descubrimiento? Adam Smith y la Ilustración escocesa eran los lugares más lógicos donde mirar, no solamente en busca de los argumentos de estos filósofos, sino también en busca del contexto en el cual arraigaron estas ideas.
Lo más sorprendente fue el nivel de agitación intelectual que las teorías de economía política provocaron a lo largo y ancho de Europa a finales del siglo XIX. Al estudiarla dos generaciones más tarde, Marx la describió como una ciencia funesta y sombría; hoy en día los filósofos rara vez le prestan atención. Si bien unas cuantas frases básicas se han convertido en elementos esenciales del pensamiento del día a día —oferta y demanda, afán de lucro, competencia—, la manera precisa en que funciona la economía permanece inescrutable para el público general de la actualidad. Este conocimiento está reservado a un clero de expertos que tienen un poder desmesurado para determinar nuestras vidas. Nadie lee revistas económicas por diversión. Entonces, ¿cómo se explica la gran emoción que produjo la publicación de La riqueza de las naciones de Adam Smith en 1776?
Los escritos tempranos de Hegel resultaron útiles para esta investigación.1 Sus textos de Jena son un testimonio sorprendente del impacto que tuvo en él la lectura de La riqueza de las naciones en 1803.2 Llamó su atención la descripción hecha por Smith de los efectos radicalmente transformadores producidos por una innovación engañosamente simple en el proceso de manufactura: la división del trabajo. Con el proceso de fabricación de alfileres a manera de ejemplo, Smith argumentó que, al dividir la producción en tareas pequeñas y especializadas, habría un efecto exponencialmente multiplicador tanto de la productividad del trabajador como de la necesidad de consumo, incrementando drásticamente el campo de acción y el grado de interdependencia humana.3 Hegel estaba fascinado, e incluso aterrorizado, por la visión de montones infinitos de alfileres apilados en el mundo, y por el efecto entumecedor que las acciones repetitivas y segmentadas producían en los trabajadores. Se dio cuenta de que esta nueva economía como “sistema de necesidad” tenía el poder de alterar la forma de la vida colectiva.4 Su descripción es dramática: “necesidad y mano de obra” crean “un monstruoso sistema de dependencia mutua” que “se mueve libre y ciegamente, como los elementos, y tal cual como una bestia salvaje, requiere de un control y un amansamiento firme y severo”.5 Ya para 1805-1806 Hegel estaba utilizando la nueva economía en lugar del concepto tradicional de sociedad “civil” o “burguesa” (die bürgerliche Gesellschaft) como la base de una filosofía sobre las constituciones políticas que reclamaban al Estado que actuara como fuerza (Gewalt) controladora de este animal salvaje y voraz.6 Su reelaboración económica del concepto de la sociedad civil ha pasado entonces a considerarse como “trascendental”.7

LA SOCIEDAD BURGUESA

Hegel fue un agudo observador de esta ruptura en la vida social que hoy llamamos modernidad. Las notas de las conferencias de Jena lo evidencian en todo momento. El proyecto de toda su vida fue comprender esta transformación en términos de su importancia filosófica. El sistema filosófico de Hegel puede llegar a los niveles más abstractos —un estudiante que escuchó las primeras conferencias de Jena afirmaba que “no sabía en absoluto de qué se trataban, no sabía de qué estaban hablando, de patos o de gansos”—,8 pero sus textos están llenos del tipo de detalles históricamente concretos, detalles que teóricos con inclinaciones materialistas como yo encontramos en particular llamativos: la manufacturación de alfileres, el beber café, los hogares de bajos recursos, la levita de los hombres, sacacorchos, y cortadores de pabilos. Incluso los términos más abstractos del vocabulario conceptual de Hegel se derivaban de la vida diaria. En los escritos de Jena, el término hegeliano crucial “objetificación” (Entäusserung) tiene como referente el mundano trabajo humano; “negación” en hegeliano quiere decir el deseo de consumo, y las necesidades creadas por la historia —en oposición a las necesidades naturales— eran ejemplificadas con la imitación social de la moda.
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FIGURA 1. Lichtputze (cortador de pabilos).
El sistema de necesidades es la conexión social entre extraños que ni se conocen ni les importa el uno o el otro. El “deseo insaciable” de los consumidores, combinado con la “producción inagotable e imposible de limitar” de “lo que los ingleses llaman ‘comfort’”, produce el “movimiento de las cosas” sin una limitación discernible.9 Hegel está, de hecho, describiendo el mercado mundial desterritorializado del sistema colonial europeo, y él es el primer filósofo en hacerlo.10 Esta dependencia accidental y ciega no se refiere sólo a las relaciones contractuales entre propietarios y ciudadanos públicos —tal y como sugiere la tradición del humanismo cívico—, las cuales proveen la base para el consentimiento mutuo de las leyes del gobierno. Tal y como lo concibió Adam Smith, ésta es una sociedad creada por la economía política: una sociedad aún urbana o “burguesa” (bürgerliche), por supuesto, pero transformada por las realidades modernas del intercambio colonial. La nueva clase comerciante (Handelstand) está compuesta por mercaderes de larga distancia. Su interés no radica en asegurar su propiedad —tal y como Hobbes lo entendió—, sino en asegurar las condiciones de enajenación (Entfremdung), su derecho a comprar y vender. Hegel comprendió que, si bien las cosas intercambiadas eran de igual valor, la paradójica consecuencia social era la inequidad, “la antítesis de la gran riqueza y la gran pobreza”: “quien más posee, más le es dado”.11 El intercambio comercial crea una red autorregulada de relaciones entre personas: “la ‘sociedad’ en el sentido moderno de la palabra”.12
La nueva sociedad no es un grupo étnico o un clan basado en el parentesco (Stamm), es la disolución del Volk tal y como se concebía tradicionalmente.13 Comparada con la sociedad civil en su sentido previo, la sociedad burguesa no e...

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