El estrés
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El estrés

Qué es y cómo evitarlo

Alberto Orlandini

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El estrés

Qué es y cómo evitarlo

Alberto Orlandini

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¿Qué es el estrés?, ¿qué lo provoca? y, sobre todo, ¿cómo combatirlo? Este libro es una clara respuesta a éstas y muchas otras preguntas vinculadas con el estrés. Escrito por un especialista de reconocido prestigio en la materia, el libro analiza la problemática del estrés desde diversos ángulos: los aspectos biológicos, psicológicos y sociológicos; las enfermedades psíquicas y somáticas, y la descripción de algunos tipos de estrés: sexual, sentimental, académico y laboral, entre otros.

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Información

Año
2012
ISBN
9786071611772

IV. Psicología del estrés

AL IGUAL que la fisiología que se acaba de revisar, la psicología del estrés resulta compleja y, para comenzar a comprenderla, es necesario definir qué es un psicotrauma. El primero en utilizar el término fue el neurólogo alemán Eulemburg (1878), quien pensaba en un “shock psíquico”, que se expresaba por intensas emociones de terror, ira o tristeza y provocaba una verdadera “conmoción de las moléculas” del cerebro semejante a la que ocurre en los traumatismos mecánicos. Posteriormente, Freud y Breuer (1895) reutilizaron el término psicotrauma asociándolo con la noción de inconsciente.
El psicotrauma intelectual y psicosocial se distingue de los estresores físicos, químicos y fisiológicos debido a que resulta mediado por las cogniciones de las que depende su naturaleza psíquica. Psicotrauma es equivalente a la noción de estresor negativo, nocivo, no saludable o distrés. Por otra parte, la intensidad del impacto psicotraumático depende del estresor y de la vulnerabilidad del sujeto. La variedad de psicotraumas corresponde a los tipos de estresores ya tratados (véase cuadro 1).
Son diversas las circunstancias que provocan las situaciones psicotraumáticas. El estrés puede ser causado por falta de amor; por la frustración de necesidades como el deseo sexual o el hambre; por duelos, pérdidas o daño a personas o a objetos queridos. Los psicotraumas también pueden consistir en daño a la autoestima y pérdida de la estima social; en opresión, violencia y abusos físicos o psicológicos; en riesgo de fracaso en algún desempeño importante o frente a una tarea difícil, novedosa y poco comprensible como así también en amenaza de castigo por haber realizado un trabajo en forma errónea o imperfecta.
Los conflictos de tipo “trampa” —así denominados porque resulta imposible predecirlos, escapar o tener control sobre ellos— originan percepciones de indefensión y desamparo, por lo que también son generadores de situaciones psicotraumáticas. Por último, el riesgo de daño físico, el dolor o la incomodidad pueden significarse como psicotraumas.
En los estudios sobre psicotraumas los temas más frecuentes resultan los duelos, los conflictos sexuales y sentimentales, las discordias familiares y el estrés ocupacional. Una de las tareas más importantes del terapeuta en la atención de las enfermedades por el estrés, es el reconocimiento de los psicotraumas mediante la entrevista o valiéndose de inventarios, como el de Holmes y Rahe, que permiten diagnosticar los temas y la intensidad del impacto nocivo (véase cuadro 3).
Al igual que una herida física, el efecto de los psicotraumas puede ser agudo o crónico; en el último caso las consecuencias suelen mantenerse durante años y el sujeto puede recordar o, mediante el olvido, reprimir el suceso dramático.
LAS COGNICIONES ANÓMALAS
La escuela conductista postula que el estrés se debe a cogniciones o pensamientos anómalos y sus tratamientos apuntan a modificar estas ideas. Las cogniciones enfermizas provocan estrés al aumentar la intensidad del impacto de un suceso trivial o realmente amenazante.
Las cogniciones ansiogénicas o provocadoras de ansiedad son típicas de la angustia por insuficiente desempeño en la copulación y ocasionan desarreglos de la respuesta sexual. “Voy a fallar nuevamente”; “mi cuerpo no me obedece como yo quiero”; “todos lo hacen mejor que yo”; “voy a quedar en ridículo”; “esta vez me desprestigiaré”; “yo no tengo control en este asunto”.
Estas cogniciones también se observan en ocasiones en que se espera un determinado rendimiento en el arte, el deporte, el trabajo, ante exámenes académicos o intervenciones interpersonales como el hablar ante un auditorio con el cual se está poco familiarizado. Los pensamientos referidos resultan típicos de las personalidades inseguras, ansiosas y obsesivas.
Otro tipo de pensamientos anómalos son las ideas de desamparo, conocidas como cogniciones de desvalimiento o provocadoras de depresión, porque favorecen el desarrollo de la tristeza y de las ideas suicidas. Ante una contingencia de estrés el desvalido piensa: “siempre voy a fracasar”; “nada me sale bien”; “no soy inteligente”; “soy feo, no tengo gracia ni simpatía”; “soy aburrido y nadie me quiere”; “siempre soy un perdedor”; “los fracasos se deben a mi incapacidad”; o “mi vida carece de futuro”. Estos pensamientos se relacionan con una escasa estimación de sí mismo y se originan en niños no amados, criticados con exceso y sin respeto. Las cogniciones de desamparo se observan en las personalidades depresivas y dependientes.
Finalmente, las cogniciones persecutorias y provocadoras de paranoia resultan características de las personalidades anormales de tipo paranoide, que se caracterizan por la desconfianza, los celos, el odio a supuestos enemigos y las discusiones y pleitos interminables. Por ello, en los encuentros interpersonales, estas cogniciones sugieren ideas como “estoy rodeado de enemigos y traidores”; “me está estudiando para hacerme daño”; “su saludo es una máscara hipócrita que disimula su odio hacia mí”; “los demás crean calamidades para herirme”; “busca defectos para burlarse de mí”; “todas las mujeres son infieles” o “todos los hombres son adúlteros”; “no se puede confiar en nadie”; “todo lo que me dicen es mentira”; o “los negros son traicioneros y miran en forma agresiva”.
La escuela psicoanalítica entiende las cogniciones paranoides como una proyección de los deseos o sentimientos inconscientes del propio sujeto, que éste atribuye erróneamente a los demás. Para los conductistas, las cogniciones paranoides se aprenden en familias, instituciones o comunidades con un clima odioso de desconfianza, castigos y persecuciones.
Como se desprende de los ejemplos citados, estas cogniciones originan percepciones del prójimo que son interpretadas como amenaza, ataque, burla, desprecio o despojo, y ocasionan el consiguiente estrés emocional. Los pensamientos paranoides provocan relaciones dañinas con las otras personas debido al humor discutidor, los pleitos, los celos y la violencia.
LAS COGNICIONES QUE PROPICIAN O REDUCEN EL ESTRÉS
En relación con la percepción del estrés, las cogniciones pueden clasificarse como propiciadoras o reductoras del estrés. Además de los mencionados al tratar los tipos de cogniciones, existen otros pensamientos facilitadores del estrés. Por ejemplo, dar más importancia a la angustia relacionada con la imposibilidad de perfección en una tarea que al desarrollo de la misma; o una preocupación excesiva por las opiniones de los demás sobre el valor del sujeto en el caso de que falle en el empeño.
Las largas e infructuosas reflexiones sobre distintos modos de realizar una tarea, que resultan típicas de las personalidades obsesivas e inseguras, como las ideas conducentes a una baja estima, también son facilitadoras de estrés.
Por otra parte, existen frases que son consideradas cogniciones antiestrés. “Cualquiera puede fallar”; “lo que me pasó a mí, puede sucederle a cualquier persona”; “fracasé porque la tarea era demasiado difícil”; “será la próxima vez”; “salvo por esta dificultad, mi desempeño es bueno en el resto de las cosas”; “a veces se pierde y otras veces se gana”; “no soy menos que nadie”; “lo que otro hombre inventó, yo también puedo entenderlo y resolverlo”; o “me divierten los desafíos”.
Estas cogniciones se caracterizan porque dan más importancia a la tarea que a la opinión de otras personas sobre con qué perfección se alcanzó el empeño, a la vez que restan importancia a la consecuencia de algún fallo. Suponen que los fracasos resultan solamente temporales, propician o dependen de una autoestima entre adecuada y alta, y no establecen comparaciones desfavorables entre los éxitos de los demás y los reveses personales.
Las cogniciones antiestrés se aprenden en la familia, en la escuela, en el trabajo y en la cultura general de una comunidad. Estos pensamientos actúan como amortiguadores del impacto del estresor y su adquisición puede considerarse como una promoción de la salud y una prevención del disgusto y de las enfermedades por estrés.
En síntesis, las cogniciones modulan la percepción del estrés de tal manera que aumentan o disminuyen el impacto del psicotrauma y la cadena de acontecimientos fisiológicos y psicológicos que terminan provocando ya el endurecimiento de la personalidad o, en el peor de los casos, la enfermedad.
EL PSICOTRAUMA PSICOANALÍTICO REMOTO COMO PUNTO DE RESONANCIA DEL ESTRESOR ACTUAL
Uno de los méritos de Freud ha consistido en el descubrimiento de los psicotraumas infantiles de significado sexual que parecen olvidados pero que, sin embargo, provocan intensas respuestas emocionales y síntomas cuando se activan por estresores actuales con los que guardan algún tipo de relación. Por esta razón, los psicoanalistas estiman que las causas más importantes del estrés resultan las reminiscencias de circunstancias remotas y, en menor grado, las contingencias actuales.
La clínica ha confirmado las suposiciones de Freud, pero existen otros casos, como el del estrés ocupacional o las catástrofes, en los que en forma indudable el sufrimiento procede en mayor grado del estresor actual.
MECANISMOS DE ENFRENTAMIENTO O COPING
Los sujetos, ante un conflicto sentimental, responden de distinta manera para resolver la situación. Algunos someten al otro mediante la violencia; otros piensan que las opiniones del amante carecen de valor y le quitan importancia al desacuerdo. Un tercer tipo de personas resuelve la tristeza con la alegría transitoria que provee el alcohol.
Se ha establecido que los mecanismos de enfrentamiento operan en tres direcciones. Pueden actuar sobre el conflicto para modificarlo favorablemente, o cambiar el modo de interpretarlo, o manejar los sentimientos desagradables que ocasiona el psicotrauma.
Son variantes personales del manejo del conflicto: atacar o evitar, pensar continuamente o ignorar el asunto, culparse a sí mismo o a los otros, y aislarse o buscar consuelo en los otros.
Tomando en cuenta la salud, los mecanismos de enfrentamiento pueden ser sanos, inadecuados u ostensiblemente patológicos. Los inadecuados suelen ocasionar un alivio inmediato pero no resuelven el conflicto a largo plazo. Cuando una respuesta perjudica a otra persona, tampoco se considera sana.
Al estudiar matrimonios disfuncionales se describieron cuatro tipos de mecanismos de enfrentamiento. La negociación y discusión es cuando la pareja acuerda hablar sobre los problemas (“vamos a sentarnos a conversar sobre nuestras dificultades”). En las comparaciones optimistas se apela a frases como “hay otros matrimonios que están peor”. La ignorancia selectiva resulta cuando se intenta ignorar el conflicto (“no pienso en el asunto”, “sólo pienso en mi trabajo”). En la resignación se trata de controlar las emociones y se evitan las interacciones con la pareja (“trato de evitar a mi esposa”).
Se ha considerado que el procedimiento más sano resulta la negociación. En las parejas más gravemente disfuncionales se ha observado predominio de comparaciones optimistas, ignorancia selectiva y resignación.
FACTORES QUE FACILITAN O DIFICULTAN LOS MECANISMOS DE ENFRENTAMIENTO.
ADQUISICIÓN DE ESTOS MECANISMOS
Los mecanismos de enfrentamiento resultan facilitados por experiencias previas exitosas, una autoestima adecuada o alta, el estado de ánimo alegre y dispuesto, la esperanza en la solución del conflicto y el aliento que provee la red de apoyo social. Por el contrario, los fracasos previos, la baja autoestima, la tristeza, la ansiedad y la fatiga, el pesimismo, y la censura o el desaliento de personas cercanas, se consideran aspectos que dificultan la acción de los mecanismos de respuesta.
Los modos de enfrentamiento más elementales, como la agresión, la evitación o la huida, parecen ser heredados y estarían impresos en el cerebro por mecanismos genéticos. Otras respuestas son aprendidas durante toda la existencia de manera involuntaria —por ósmosis—, imitando los modelos que proveen la familia, la escuela, la cultura del grupo o de la etnia de pertenencia.
Entre las respuestas socializadas pueden mencionarse los rituales de duelo, la utilización de los recursos que provee la ley y la solicitud de ayuda médica. Las sociedades primitivas pautan de manera opresiva y rígida los escasos mecanismos de enfrentamiento de que disponen. En las sociedades modernas las personas poseen más diversidad y libertad de respuesta.
Se hace evidente que los individuos despliegan un repertorio múltiple y simultáneo de mecanismos de enfrentamiento. Sin embargo, son los sujetos más sanos quienes disponen de mayor variedad de recursos de respuesta realistas y eficaces. La elección del tipo de mecanismo debe ser flexible pues una respuesta no resulta adecuada para todas las circunstancias, sino que debe ajustarse y resultar pertinente para cada contingencia.
El médico que asiste a un sujeto con estrés debe reconocer el repertorio y la sanidad de sus mecanismos de enfrentamiento para modificar o dotar a la persona de nuevas respuestas.
En suma, los procesos de enfrentamiento significan los esfuerzos intrapsíquicos y de la acción para controlar, tolerar, reducir o menospreciar las demandas internas o del ambiente.
LAS DEFENSAS Y SU DISTINCIÓN DE LOS MECANISMOS DE ENFRENTAMIENTO
Descritas ya por Freud y su escuela psicoanalítica en el trabajo “Las neuropsicosis de defensa” (1894), las defensas son un tipo particular de mecanismos de enfrentamiento. Esta materia recibió especial atención por parte de Anna Freud en 1937.
Las defensas son procesos automáticos e inconscientes —quizás heredados de la filogenia—, que dominan el psiquismo consciente y tienen carácter repetitivo. Responden escasamente a la realidad, dependen mayormente de conflictos inconscientes y son capaces de deformar las percepciones y los juicios sobre l...

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