El relieve de la Tierra y otras sorpresas
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El relieve de la Tierra y otras sorpresas

José Lugo Hubp

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El relieve de la Tierra y otras sorpresas

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El verdadero conocimiento del relieve de la Tierra exige no sólo advertir la presencia de planicies, lomeríos, montañas, ríos y lagos, sino además explicar el origen de cada forma, su evolución y su futuro. Este libro trata los temas fundamentales vinculados con la superficie terrestre y otros como el idioma geomórfico o la actividad sísmica y volcánica. El lector encontrará definiciones, mapas, esquemas y fotografías que lo acercarán a la comprensión de su propio entorno y posición en la Tierra.

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Información

VI. El relieve de la Tierra ayer y hoy
Tiempos en que era Dios omnipotente y el señor don Porfirio presidente. Tiempos—ay—tan lejanos del presente.
RENATO LEDUC
EL RELIEVE DE LA TIERRA es uno de los elementos del planeta que siempre ha sido objeto de interés del hombre y motivo de estudio. Desde hace varios miles de años, cuando habitaba en cuevas, empezó a dibujar el territorio que dominaba. En la actualidad tenemos un vasto conocimiento de la superficie de la Tierra, pero no es el final del proceso.
En las páginas siguientes intento explicar la situación del conocimiento del tema a partir de un resumen sobre el pasado. En la geología es fundamental el principio de James Hutton de fines del siglo XVIII, “El presente es la llave del pasado”, en cuanto a que los procesos que han actuado en el tiempo geológico son los mismos que actúan hoy día, y sin ser un dogma es un principio válido, y podemos agregar que el pasado es la llave del presente.
La superficie de la Tierra mide aproximadamente 510 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales 148 corresponden a tierra firme y 362 (71 por ciento), al océano. Para darnos una idea, el territorio mexicano ocupa unos dos millones (menos del uno por ciento del total). La porción superior de la corteza terrestre es el relieve, conjunto de deformaciones, elevaciones y depresiones. Entre los puntos más alto y más bajo hay cerca de 20 km en sentido vertical, marco de referencia para el resto de la superficie.
El nivel del mar es un plano que se aplica para determinar diferencias verticales de altura; las que se miden hacia arriba del mismo son positivas en tierra firme, y negativas al contrario. Este procedimiento es práctico y al mismo tiempo arbitrario. La línea de costa separa la tierra firme de la hidrosfera, pero el relieve cubierto por agua es una continuación del submarino.
Se puede argumentar que lo anterior no tiene importancia, puesto que el relieve subacuático no es observable a simple vista, no es habitado por el hombre, y su estudio es mucho más complicado que el contiguo.
La importancia de tomarlo en cuenta radica en los conceptos teóricos de la geomorfología. El relieve de la Tierra es una unidad, un gran conjunto, y, aunque con diferencias sustanciales por los procesos que actúan en cada uno, hay continuidad de la estructura geológica. No es una regla que la línea de costa represente una importante frontera geológica.
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Figura 14. Sistema de dorsales oceánicas.
La constitución de la corteza terrestre en dos unidades mayores, granítica o continental y basáltica u oceánica, es lo que define las diferencias notables que se presentan entre las formas del relieve de mayores dimensiones. La primera está constituida por las rocas más antiguas, de una edad que supera los 1 000 Ma y llega a los 3 800 millones de años.
La corteza basáltica es muy joven en términos geológicos: menos de 250 Ma; se está formando, literalmente, todos los días, por emanaciones de lava en el fondo oceánico, a través de la fractura de las dorsales, el rift, de más de 60 000 km de longitud a lo largo del planeta (figura 14).
Se considera que en los continentes, por debajo de la corteza granítica, se encuentra la basáltica, para continuar el manto terrestre a una profundidad del orden de 10 km o menos. En la zona de corteza oceánica, por encima de las rocas volcánicas pueden estar presentes capas de sedimentos marinos, pero no hay corteza granítica. Por lo mismo, estas zonas del piso del océano están más cerca del manto terrestre.
El relieve cubierto por el mar es complejo porque pertenece a las cortezas continental y oceánica y a una tercera transicional entre las dos. Es una zona intermedia entre el interior de la Tierra y la atmósfera, y en ella se presentan tres tipos de conjugación de la tierra sólida, como lo explica el geomorfólogo ruso Guenady Ufimtsev: con la atmósfera, la hidrosfera y la criosfera (capa de hielo), donde se produce la interacción de procesos diferentes por su origen e intensidad.
EL RELIEVE EN MAPAS
En menos de medio milenio, el estudio del relieve pasó de la descripción de los rasgos físicos, al estudio del origen de los mismos, de su evolución y de la relación con otros elementos. Hoy día estamos en una nueva etapa del conocimiento, el tema no se ha agotado. Es algo que parece sencillo, pero es complicado en extremo.
Antes del siglo XVI no pudo existir en el planeta un concepto sólido sobre su relieve porque era muy poco lo conocido en cuanto a sus dimensiones; incluso la llegada de Cristóbal Colón al nuevo continente en 1492 no condujo de inmediato a la comprensión del tamaño del globo, sino que hubieron de pasar algunos años para que se hicieran los primeros mapas globales. Fue una nueva etapa del proceso interminable de conocimiento del planeta.
A lo largo del siglo XV la cartografía tuvo un importante desarrollo en Europa, superando los conceptos y métodos de los siglos anteriores. En 1507 Martin Waldseemüller hizo el primer mapa que muestra a América del Norte y del Sur separadas de Asia, y donde aparece el nombre de América, en honor de Américo Vespucio, autor del texto que sirvió a Waldseemüller en su trabajo.
Los viajes de exploración fueron enriqueciendo gradualmente el conocimiento de la Tierra y en 1570 Abraham Ortelius y Jadokus Hondius publicaron el primer atlas del mundo. La cartografía continuó su desarrollo en los siglos XVII y XVIII, no sólo por el interés de representar el mundo entero, sino por la necesidad de los gobiernos de conocer y delimitar sus territorios. En este último siglo fue que se empezaron a utilizar las curvas de nivel en los mapas, un método novedoso y práctico que sigue vigente.
Otro paso importante se dio en Alemania en el siglo XIX cuando se utilizaron los colores para expresar niveles altitudinales. La cartografía de tierra firme creció en cantidad y calidad, y hacia 1872 dio inicio el estudio de la topografía de los fondos oceánicos. Asimismo, hubo un buen conocimiento del relieve en grandes territorios, en lo que se refiere a altitud, climas, vegetación dominante, presencia de ríos, lagos, glaciares y volcanes.
Durante la primera mitad del siglo XX, la tendencia de perfeccionamiento de la cartografía continuó en cuanto a la precisión y la representación de abundante información. La superficie de tierra firme se pudo conocer en libros de geografía, atlas, mapas, enciclopedias, pero el océano siguió siendo casi desconocido.
Cuando una persona tiene en sus manos un buen mapa hipsométrico de un atlas geográfico, es poco probable que piense en la complejidad que significa su elaboración. Al hacer el diseño, el cartógrafo debe elegir la cantidad de colores y los tonos, definir las líneas diversas de manera continua o intermitente, el grosor y el color de la misma, las palabras de los topónimos con tamaños que cambian según la jerarquía, el tipo y el color de la letras, así como la posición en el mapa. Todo esto es importante porque la facilidad o dificultad para leer el mapa depende de un buen diseño. Quien desee confirmar esto puede consultar algunos números de la revista National Geographic, que tiene un estilo particular en el diseño de sus mapas, de una calidad excepcional.
La Primera Guerra Mundial (1914-1918) aceleró el desarrollo de la cartografía del planeta lo mismo que de la aviación, de la cual surgieron las fotografías aéreas, de especial interés en cuestiones militares, que se convirtieron en una magnífica herramienta para el estudio de la superficie terrestre en cuanto a su constitución geológica, su relieve, su suelo, su vegetación, su uso del suelo. Para la década de 1950, los métodos de análisis de las fotografías estaban ampliamente difundidos; se contaba con aparatos de precisión y se publicaba una buena cantidad de libros sobre el tema que creció hasta principios de la década de 1970. Para entonces, las imágenes de satélite se difundían cada vez más, al igual que los mapas topográficos y fotografías aéreas, en unos países con libertad, en otros con restricciones y en terceros eran clasificadas como material secreto. Pero su gran utilidad y los intereses comerciales permitieron su amplia difusión en el mundo, creciente el día de hoy y con una gran aplicación en lo que tiene que ver con la Tierra: atmósfera, océanos, glaciares, relieve, sismos, volcanes, etcétera.
La mitad del siglo XX es fundamental en el desarrollo de la ciencia, y se relaciona con el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945. Durante el conflicto, los países poderosos involucrados dedicaron esfuerzos y recursos para acelerar las investigaciones que venían realizando sobre armas, submarinos, aviones y otros. Al final de la guerra pudieron continuar la investigación en este campo y otros relacionados, y no precisamente con fines pacíficos. En el mundo hay una buena cantidad de objetos de uso masivo que deben mucho al interés y financiamiento de las organizaciones militares, como el teléfono celular, la computadora personal, el identificador de llamadas, la cámara digital, etcétera.
También la cartografía básica (mapas topográficos) del siglo XX se hizo principalmente por iniciativa de las instituciones militares, y los mapas correspondientes fueron durante mucho tiempo y en varios países de uso reservado. Es posible que haya leyes semejantes todavía, lo cual resulta un absurdo porque los satélites artificiales proporcionan de manera permanente información completa y detallada de cualquier territorio. A diferencia de los mapas tradicionales, los modernos se elaboran e imprimen en cuestión de horas o minutos, y expresan la superficie terrestre incluso del mismo día y no otra de años atrás. Imaginemos cualquier ciudad de la República Mexicana en 1992 y en 2002. Los cambios son sustanciales en cuanto a la superficie que ocupa y el tipo de nuevas construcciones e infraestructura; y los mapas tradicionales se hacen para durar más de 10 años. Ha sido común que no incluyan información que se considera estratégica, como pistas aéreas, presas, minas, y varias más. Pero hoy ya no hay secretos en este sentido, ya no hacen falta espías que sustraigan los mapas secretos de otro país o tomen fotografías de edificios, instalaciones o cultivos; esta tarea la realizan los satélites artificiales.
En la mitad del siglo XX, cuando se acentuó la guerra fría, los países más poderosos no sólo se armaron, sino que también se propusieron dominar el océano y el espacio exterior. En el primer caso se realizó la cartografía submarina del planeta. Hacia 1960 se logró una nueva imagen del fondo oceánico y se completó, en lo general, en los años siguientes. Sólo entonces fue posible observar la Tierra en su conjunto en un mapa; es una de las etapas más importantes en la historia de las ciencias de la Tierra.
LOS CONCEPTOS GEOMORFOLÓGICOS
La ciencia del relieve terrestre pudo surgir como tal cuando se desarrollaron métodos para explicarlo en cuanto a su origen y evolución. A esto sólo se podía llegar al establecerse un volumen enorme de información sobre los procesos fluviales, los glaciares actuales y los pasados del Cuaternario, el karst, los desiertos, los relieves debidos a procesos tectónicos y volcánicos. Al mismo tiempo, estos nuevos conceptos se conjugaban con el mapa global. La comprensión del origen de las formas de la superficie terrestre es algo que siempre ha sido del interés del hombre; por lo mismo, los conceptos se remontan al pasado y no es posible establecer dónde y cuándo surgieron, pero es sabido que la ciencia de la antigua Grecia, a partir del siglo vii antes de nuestra era, hizo valiosas aportaciones al conocimiento de la naturaleza y hubo continuidad en el Imperio Romano hasta el siglo iii de nuestra era. Es también conocido que la historia no registra contribuciones importantes, salvo etapas en las culturas árabe y china, principalmente.
Aunque la geomorfología nació en el umbral de los siglos XIX y XX, muchos de sus principios tienen su origen en el Renacimiento, época en que empieza la construcción de los cimientos de la ciencia moderna, en particular de la geología, en lo que contribuyeron Leonardo da Vinci, Nicolás Steno, Agricola (Georg Bauer) y otros.
Las bases de la geomorfología se crearon en la segunda mitad del siglo XIX y son parte del avance de la geografía física y la geología. La primera contribuyó con los estudios del clima, agua, suelo y vegetación; la segunda con todo lo que se refiere al tipo de rocas y su estructura, los procesos tectónicos y volcánicos creadores del relieve.
Un antecedente principal data de 1850-1854, cuando Karl F. Naumann, en un libro que escribió entonces, fue el primero en hablar de la morfología de la superficie terrestre. Y otro germano, Alexander Humboldt, introdujo los términos endógeno y exógeno. Se considera que las primeras obras de tipo geomorfológico fueron las de los f...

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