Ética y psicoanálisis
eBook - ePub

Ética y psicoanálisis

Erich Fromm, Heriberto F. Morck, Heriberto F. Morck

Compartir libro
  1. 279 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Ética y psicoanálisis

Erich Fromm, Heriberto F. Morck, Heriberto F. Morck

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

Este breviario tiene por tema uno de los problemas que la actual filosofía moral no ha encarado debidamente: el de las relaciones. En este libro se analiza el valiosísimo acervo de datos de la psicología moderna y la ciencia que tiene por objeto reflexionar sobre la conducta humana.

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es Ética y psicoanálisis un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a Ética y psicoanálisis de Erich Fromm, Heriberto F. Morck, Heriberto F. Morck en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Philosophy y Ethics & Moral Philosophy. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2013
ISBN
9786071617682

IV. LOS PROBLEMAS DE LA ÉTICA HUMANISTA

La objeción más obvia contra el principio de la ética humanista —que la virtud es lo mismo que la prosecución de las obligaciones del hombre para consigo mismo y el vicio igual a la automutilación— es que hacemos del egoísmo la norma de la conducta humana cuando en realidad el fin de la ética debiera ser su anulación y, además, que no tomamos en cuenta la maldad innata del hombre, que únicamente puede ser reprimida por el temor a las sanciones y el miedo a las autoridades. O, si el hombre no es malo por naturaleza, el argumento podría ser: ¿no está el hombre constantemente buscando placer y no es el placer contrario o, al menos, indiferente a los principios de la ética? ¿No es la conciencia el único agente efectivo en el hombre que lo induce a actuar virtuosamente, y no ha perdido la conciencia en la ética humanista su lugar? En ella parece no haber lugar tampoco para la fe; sin embargo, ¿no es la fe una base necesaria para la conducta ética?
Estas preguntas implican ciertas hipótesis acerca de la naturaleza humana y constituyen un reto a todo aquel psicólogo que se ocupe del logro de la felicidad y el desarrollo del hombre y, en consecuencia, de las normas morales conducentes a ese fin. En este capítulo intentaré ocuparme de estos problemas a la luz de los datos psicoanalíticos cuyo fundamento teórico fue expuesto en el capítulo titulado “La naturaleza humana y el carácter”.

1. EGOÍSMO, AMOR A SÍ MISMO E INTERÉS PROPIO1

Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Biblia
La cultura moderna está saturada por un tabú contra el egoísmo. Se nos enseña que ser egoísta es pecaminoso y que el amar a los demás es virtud. Esta doctrina se halla en flagrante contradicción con la práctica de la sociedad moderna, la cual sostiene la doctrina de que la tendencia más poderosa y legítima del hombre es el egoísmo y que, siguiendo este impulso imperioso, el individuo realiza su mejor contribución al bien común. Pero la doctrina que sostiene que el egoísmo es el peor de los males y el amor hacia otros la mayor virtud, sigue siendo poderosa. El egoísmo es usado en este caso casi como sinónimo de amor a sí mismo. La alternativa consiste en amar a los demás, lo cual es una virtud, o en amarse a uno mismo, lo cual es un vicio.
Este principio tuvo su expresión clásica en la teología de Calvino, de acuerdo con la cual el hombre es esencialmente malo e impotente. El hombre no logra obtener absolutamente nada bueno por su propio esfuerzo o mérito. “No nos pertenecemos —dice Calvino—. Por consiguiente, ni nuestra razón ni nuestra voluntad deben predominar en nuestras reflexiones y acciones. No nos pertenecemos; por lo tanto, no nos propongamos, como fin nuestro, el buscar lo que pueda ser conveniente para nosotros de acuerdo con la carne. No nos pertenecemos; y por eso olvidémonos de nosotros mismos y de todas nuestras cosas, en tanto sea posible. Nosotros, al contrario, pertenecemos a Dios; vivamos y muramos por Él. Porque así como la peste más devastadora arruina a los individuos si se obedecen a sí mismos, el único refugio de salvación consiste en no conocer ni desear nada por uno mismo, sino guiado por Dios, quien camina ante nosotros.”2 El hombre no solamente debiera tener la convicción de su absoluta insignificancia, sino, además, debiera hacer todo por humillarse a sí mismo. “Por cuanto yo no lo llamo humildad si suponéis que nos queda algo… no podemos pensar de nosotros como debiéramos sin despreciar absolutamente todo lo que pueda suponerse sea una excelencia en nosotros. Esta humildad es la sumisión no fingida de un espíritu abrumado por un pesado sentido de su propia miseria y pobreza, ya que tal es su descripción uniforme en la palabra de Dios.”3
Este énfasis en la insignificancia y la perversidad del individuo implica que no hay nada en él mismo que deba agradarle y respetar. La doctrina tiene su raíz en el desprecio y el aborrecimiento de sí. Calvino aclara este punto con mucha precisión: habla del amor a sí mismo como de “una peste”.4 Si el individuo encuentra algo “en cuya fuerza encuentre placer en sí mismo”, deja traslucir este pecaminoso amor a sí mismo. Este afecto para consigo mismo le hará juez de otros y les despreciará. Por lo tanto, el estimarse o agradarse de sí mismo es uno de los mayores pecados. Se supone que excluye el amor hacia los demás5 y que es idéntico al egoísmo.6
El concepto del hombre sostenido por Calvino y Lutero ha tenido una profunda influencia sobre el desarrollo de la sociedad moderna occidental. Ellos fijaron los fundamentos de una actitud en la cual no se consideró a la felicidad del hombre como el fin de la vida, sino en la que el hombre llegó a ser un medio, un complemento de fines que están más allá de él, que pertenecen a un Dios todopoderoso o a las no menos poderosas autoridades y normas seculares del Estado, de los negocios y del éxito. Kant, quien respecto de la idea de que el hombre debe ser un fin en sí mismo y jamás un medio solamente, fue tal vez el pensador ético de más influencia del periodo iluminista, condenó, no obstante, del mismo modo el amor a sí mismo. De acuerdo con él, es una virtud desear la felicidad para los demás, pero desear la propia felicidad es éticamente indiferente, ya que es algo a lo cual tiende la naturaleza del hombre, y puesto que se trata de un esfuerzo natural no puede tener un valor ético positivo.7
Kant admite que no se deben abandonar las pretensiones a la felicidad; bajo ciertas circunstancias puede ser incluso un deber el mostrarse interesado en ella; en parte porque la salud, la riqueza, etc., pueden ser medios necesarios para el pleno cumplimiento del deber y en parte porque la carencia de felicidad —la pobreza— puede impedir dar pleno cumplimiento al mismo.8 Pero el amor por uno mismo, el esforzarse por la propia felicidad, nunca puede ser una virtud. El esfuerzo por la propia felicidad, como principio ético, “es el más objetable no solamente porque es falso… sino porque los resortes que proporciona a la moral son tales que antes bien la minan y destruyen su sublimidad…”9
Kant distingue entre egoísmo, amor a sí mismo, philautia —benevolencia para con uno mismo— y arrogancia, el placer en uno mismo. Pero aun el “amor racional a sí mismo” debe ser restringido por principios éticos, el placer en uno mismo debe ser abatido, y el individuo debe llegar a sentirse humillado al compararse con la santidad de las leyes morales.10 El individuo debe encontrar la suprema felicidad en el pleno cumplimiento de su deber. La realización del principio moral —y, por consiguiente, de la felicidad del individuo— es únicamente posible en el conjunto general, la nación, el Estado. Pero “el bienestar del Estado” —y salus rei publicae suprema lex est— no es idéntico al bienestar de los ciudadanos y su felicidad.11
A pesar de que Kant muestra un mayor respeto por la integridad del individuo que Calvino o Lutero, niega el derecho del individuo a rebelarse aun en el caso de hallarse bajo el gobierno más tiránico; el rebelde no debe ser castigado con ninguna otra pena menor que la muerte si amenazare al soberano.12 Kant enfatiza la propensión nata hacia el mal en la naturaleza del hombre,13 para cuya supresión la ley moral, el imperativo categórico, es esencial para que el hombre no se transforme en una bestia y la sociedad humana no termine en una anarquía salvaje.
En la filosofía del periodo de la Ilustración las pretensiones del individuo por alcanzar la felicidad han sido destacadas de un modo mucho más acentuado por parte de otros pensadores que por parte de Kant, por ejemplo Helvecio. Esta tendencia de la filosofía moderna ha encontrado su más radical expresión en Stirner y Nietzsche.14 Pero mientras ellos asumen la posición opuesta a Calvino y a Kant con respecto al valor del egoísmo, están de acuerdo con éstos en la suposición de que el amor hacia otros y el amor hacia uno mismo son alternativos. Proclaman el amor hacia otros como una debilidad y un autosacrificio, postulando, en cambio, el egoísmo y el amor por sí mismo —ellos también confunden el punto al no diferenciar con claridad entre estos últimos— como una virtud. Stirner dice así: “Aquí debe decidir el egoísmo, no el principio del amor, no motivos de amor como la misericordia, la dulzura, la naturaleza virtuosa o aun la justicia y la equidad, porque iustitia también es un fenómeno de amor, un producto de amor; el amor conoce solamente el sacrificio y exige el autosacrificio.”15
La clase de amor denunciado por Stirner es la dependencia masoquista por la cual el individuo se vuelve un medio para el logro del propósito de alguien o algo ajeno a él. Al oponerse a este concepto de amor no evitó un enunciado que —polémico en sumo grado— exagera la cuestión. El principio positivo del cual se ocupó Stirner16 hallábase en oposición a la actitud que había sido la de la teología cristiana durante siglos y que fue vivida en el idealismo germano prevaleciente en su tiempo, a saber: doblegar al individuo a fin de que se someta a un poder y un principio ajenos a él y encuentre su centro en ellos. Stirner no fue un filósofo a la altura de Kant o Hegel, pero tuvo el valor de rebelarse radicalmente contra aquella parte de la filosofía idealista que negaba al individuo concreto y que, de ese modo, ayudaba al Estado absoluto a retener su poder opresivo sobre él.
A despecho de las numerosas diferencias entre Stirner y Nietzsche, sus ideas sobre el tema son bastante similares. Nietzsche también señala al amor y al altruismo como expresiones de debilidad y autonegación. La búsqueda del amor es para Nietzsche típica de los esclavos, incapaces de luchar por lo que desean y que, por consiguiente, tratan de lograrlo por medio del amor. El altruismo y el amor por la humanidad han llegado así a ser signos de degeneración.17 Para Nietzsche la esencia de una aristocracia buena y saludable es que esté dispuesta a sacrificar un sinnúmero de individuos a sus intereses sin sentirse culpable. La sociedad debiera ser una “fundación y un tablado por medio de los cuales una clase selecta de seres será capaz de elevarse hasta sus más altos deberes y, en general, hacia una existencia más elevada”.18 Podrían agregarse numerosas citas para documentar este espíritu de menosprecio y de egoísmo. Estas ideas han sido frecuentemente interpretadas como la filosofía de Nietzsche. Sin embargo, no representan la verdadera esencia de su filosofía.19
Existen varias razones por las cuales Nietzsche se expresó en el sentido señalado anteriormente. En primer lugar, como la de Stirner, su filosofía es una reacción —una rebelión— contra la tradición filosófica de subordinar al individuo empírico a poderes o principios fuera de él. Su tendencia a exagerar demuestra esta cualidad reactiva. En segundo lugar, había en la personalidad de Nietzsche sentimientos de inseguridad y ansiedad que lo llevaron a destacar al “hombre fuerte” como una formación reactiva. Nietzsche, finalmente, quedó impresionado por la teoría de la evolución y su énfasis sobre la “supervivencia del más apto”. Esta interpretación no altera el hecho de que Nietzsche creyó que existe una contradicción entre el amor hacia otros y el amor hacia uno mismo; no obstante, su punto de vista contiene el núcleo desde el cual puede ser vencida esta falsa dicotomía. El “amor” que él ataca no radica en la fuerza propia, sino en la propia debilidad. “Vuestro amor por el prójimo es el mal amor de vosotros mismos. ¡Huís de vosotros refugiándoos en el prójimo y gustosamente hacéis una virtud de ello! Pero yo pongo en duda vuestro ‘desinterés’.” Declara luego explícitamente: “No os podéis soportar y no os amáis suficientemente a vosotros mismos.”20 El individuo tiene para Nietzsche “un enorme significado”.21 El individuo “fuerte” es aquel que tiene “bondad verdadera, nobleza, grandeza de alma, que no da para recibir, que no quiere sobresalir con su bondad; el derroche, como tipo de verdadera bondad; la riqueza de la persona, como una premisa”.22 Expresa el mismo pensamiento en Así habló Zaratustra: “El uno va hacia el prójimo porque se busca a sí mismo, y el otro porque quiere perderse a sí mismo.”23
La esencia de esta opinión es la siguiente: el amor es un fenómeno de abundancia; su premisa es la fuerza del individuo que puede dar. Amor es afirmación y productividad: “Busca para crear lo que es amado”.24 Amar a otra persona es solamente una virtud si emana de esta fuerza interna, pero es un vicio si es la expresión de la incapacidad básica para ser uno mismo.25 Sin embargo, persiste el hecho de que Nietzsche dejara el problema de la relación entre el amor por uno mismo y el amor por otros como una antinomia no resuelta.
La doctrina que sostiene que el egoísmo es el mayor mal y que el amarse a sí mismo excluye el amar a otros, de ninguna manera está restringida a la teología y a la filosofía. Llegó también a ser una de las principales ideas promulgadas en el hogar, en la escuela, en las películas cinematográficas y en los libros; de hecho, en todos los medios de sugestión social. “No seas egoísta” es una frase que ha sido impresa en millones de niños, generación tras generación. Su significado es un tanto vago. La mayor parte de la gente diría que significa no ser desconsiderado, mantener interés por los demás. En realidad significa generalmente mucho más qu...

Índice