Muerte a filo de obsidiana
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Muerte a filo de obsidiana

Los nahuas frente a la muerte

  1. 158 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Muerte a filo de obsidiana

Los nahuas frente a la muerte

Descripción del libro

Eduardo Matos Moctezuma nos lleva por los intrincados caminos de la muerte, a través de la arqueología y de las fuentes históricas. Estudio en donde el mito cobra su ancestral presencia; recurre a los viejos cantos para introducirnos ante el rostro de la muerte expresado en el canto y la poesía.

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Información

III. DESPUÉS DE LA MUERTE

LA NECESIDAD presente en el hombre de trascender, de no morir o dejar de ser, lo ha llevado, como decíamos en la introducción de este trabajo, a buscar los medios necesarios para proyectarse aun después de la muerte. Así, ha encontrado que a través de las flores y los cantos o de la existencia en otra vida logrará ese fin anhelado que no se rompe con la muerte física, y es el momento en que los dioses de la muerte hacen su presencia plena, total, y se crean los diversos lugares a los cuales el hombre irá después de la muerte. Si para el cristiano esto estará condicionado por el comportamiento del hombre, para el hombre náhuatl lo que lo condicionaba era el género de muerte. “Dime cómo mueres y te diré quién eres.” He aquí sintetizado, en palabras de Octavio Paz, el pensamiento náhuatl sobre la muerte.
En el apéndice a su Libro Tercero nos relata Sahagún cómo, al morir, los difuntos podrían ir a tres diferentes lugares según el género de muerte. Estos lugares eran el Tlalocan, el Sol o el Mictlán. Además parece ser que el ritual funerario utilizado correspondía a cada uno de estos géneros, como veremos más adelante.
El padre Las Casas también nos habla de los lugares a donde se iría después de muerto. Así, nos dice:
Munchas destas gentes, como arriba se tocó, creían que dentro de la tierra había infierno, y que contenía nueve casas o nueve habitaciones, a cada una de las cuales iba cierto género de pecadores. Los que morían de su muerte natural, por enfermedad causada, decían que iban al infierno bajo; los que del mal de las bubas fallecían, iban, según ellos, a otra parte, los que de heridas, eran igual a los de bubas. Los niños iban a otra distinta parte. Los muertos en guerra o sacrificados ante los ídolos, tenían que su aposento era en la casa del sol, no dentro, ni arriba en el cielo, poque a este lugar ninguna pensaban que llegaba. Llamaban la casa del sol, tonatiuhixco, que significa el nascimiento o el oriente donde nasce el sol.1
Pero antes es necesario adelantar que el control ideológico a que estaban sometidos estos pueblos los llevaba a condicionar el lugar a donde se iría para tener elementos dispuestos a morir en la guerra, ya que indiscutiblemente el lugar más deseado era ir con el Sol, lo que vemos a través de su poesía, en donde se alegran de morir “a filo de obsidiana”. Es obvio que esto obedece a que la economía está basada en buena parte en el producto de la guerra —el tributo— y se le envuelve con una base teológica que lleva al individuo a la muerte para que el Sol continúe su movimiento y con ello la vida.
A) EL TLALOCAN
A los que morían por rayo, ahogados, o por un tipo de enfermedad como leprosos, sarnosos, bubosos, gotosos e hidrópicos, les estaba deparado ir al Tlalocan, lugar de los tlaloques en donde jamás faltaban alimentos y frutos, además de ser un lugar de constante verano donde podían regocijarse y no pasar pena ninguna.
Algunos autores como Caso2 han interpretado el mural de Tepantitla, en Teotihuacan, como la representación del Tlalocan, ya que en él se encuentra una serie de personajes que se divierten jugando, nadando, etc., en un lugar donde corre un manantial y hay diversos tipos de frutos y plantas como el maíz, calabaza, frijol, nopales… De ser correcta esta interpretación tendría que remontarse este concepto hasta el Clásico en el altiplano (0-750 d.C.), y los aztecas y otros grupos lo tomarían posteriormente.
En cuanto a la forma de enterrar a los que morían en condiciones antes dichas, nos sigue relatando Sahagún:
…no los quemaban sino enterraban los cuerpos de los dichos enfermos, y les ponían semillas de bledos en las quijadas, sobre el rostro; y más poníanles color de azul en la frente, con papeles cortados, y más, en el colodrillo ponían los otros papeles, y los vestían con papeles, y en la mano una vara.3
B) ACOMPAÑANTES DEL SOL
A los guerreros muertos en combate y a las mujeres muertas en el parto les estaba destinado ir a la casa del Sol, lo que Sahagún llamó “cielo”. En efecto, tanto los guerreros como los sacrificados habitaban la parte oriental del cielo, y al salir el sol, gritaban y miraban hacia él, y lo acompañaban desde el amanecer hasta el mediodía, mientras hacían peleas “de regocijo”. Al llegar al nepantla, tonatiuh o mediodía, dejaban el lugar a las mujeres muertas en el parto que lo continuarían acompañando hasta la puesta del sol. Pasados cuatro años después de la muerte, las almas de estos guerreros se convertirían en diversos tipos de aves.
En su libro VI, capítulo III, Sahagún nos relata de las plegarias que se dirigían a Tezcatlipoca, en donde se pedía que aquellos que murieran en la guerra fueran bien recibidos en la Casa del Sol. Vamos a transcribir algunas partes del discurso:
2. El dios de la tierra abre la boca, con hambre de tragar la sangre de muchos que morirán en esta guerra.
3. Parece que se quieren regocijar el sol y el dios de la tierra llamado Tlaltecutli; quieren dar de comer y de beber a los dioses de cielo y del infierno, haciéndoles convite con sangre y carne de los hombres que han de morir en esta guerra…
…7. Tened otro sí por bien ¡oh señor nuestro! que los nobles que muriesen en el contraste de la guerra sean pacífica y jocundamente recibidos del Sol y de la Tierra, que son padre y madre de todos, con entrañas de amor.
8. Porque la verdad no os engañáis en lo que hacéis, conviene a saber, en querer que mueran en la guerra, porque a la verdad para esto los enviasteis a este mundo, para que con su carne y su sangre den de comer al sol y a la tierra.4
En la parte que sigue podemos ver claramente cómo se les depara eternidad y gozo a los guerreros:
10. ¡Oh señor humanísimo, señor de las batallas, emperador de todos, cuyo nombre es Tezcatlipoca, invisible e impalpable! Suplicoos, que aquel, o aquellos que permitiéredes morir en esta guerra, sean recibidos en la casa del sol, en el cielo, con amor y con honra, y sean colocados y aposentados entre los valientes y famosos que han muerto en la guerra… y con todos los demás valientes y famosos hombres que han muerto en las guerras antes de ésta, los cuales están haciendo regocijo y aplauso a nuestro señor el Sol, con el cual se gozan, y están ricos de perpetuo gozo y riqueza y que nunca se les acabará, y siempre andan chupando el dulzor de todas las flores dulces y suaves de gustar.
11. Este es gran deporte a los valientes y esforzados que murieron en la guerra, y con éste se embriagan de gozo, y no se les acuerda ni tienen cuenta con noche ni con día, y no tienen cuenta con años ni con tiempos, porque su gozo y su riqueza es sin fin, y las flores que chupan nunca se marchitan y son de gran suavidad; con deseo de las cuales se esforzaron a morir los hombres de buena casta.5
También hay ejemplos de la sociedad clasista azteca, cuando en el mismo ruego se pide por los soldados bajos:
17. Ruego asimismo a Vuestra Majestad que hagáis mercedes de vuestra largueza a los demás soldados bajos; dadles algún abrigo y buena posada en este mundo, y hacedlos esforzados y osados, y quitad toda cobardía de su corazón, para que con alegría [y] no solamente con alegría reciban la muerte, pero que la deseen y la tengan por suave y dulce; y que no teman las espadas ni las saetas, más que las tengan por cosa dulce y suave como a flores y manjares suaves, ni teman ni se espanten de la grita y alaridos de sus enemigos.6
En el caso de las mujeres muertas en el parto, adquirían una calidad especial, pues se convertían en mocihuaquetzque o mujeres valientes, que acompañarían al Sol en una parte de su recorrido, desde el mediodía al atardecer. Estas cihuateteo o mujeres diosas, habitaban la parte occidental del cielo y fueron representadas por los aztecas, según parece, en esculturas de mujeres con el rostro descarnado*.
Dice Sahagún:
Images
Teocalli de la guerra sagrada. Deidades con el rostro descarnado.
11. Y dijeron los antiguos que cuando comienza la noche comenzaba a amanecer en el infierno, y entonces despertaban y se levantaban de dormir los muertos que están en el infierno; y tomando al sol los del infierno, las mujeres que le habían llevado hasta allí, luego se esparcian y descendían acá a la tierra, y buscaban husos para hilar, y lanzaderas para tejer, y petaquillas y todas las otras alhajas que son para tejer y labrar; y esto hacia el diablo para engañar, por que muchas veces aparecían a los de acá del mundo en forma de aquellas mujeres que se llaman mocihuaquetzque, y se representaban a los maridos de ellas, y les daban naguas y huipiles y todas las alhajas mujeriles; y así a las que mueren de parto las llaman mocihuaquetzque, después de muertas, y dicen que se volvieron diosas, y así cuando una de éstas muere, luego la partera la adora como diosa antes que la entierran, y dice de esta manera:
12. ¡Oh mujer fuerte y belicosa, hija mía muy amada! Valiente mujer, hermosa y tierna palomita, señora mía, os habéis esforzado y trabajado como valiente, habéis vencido, habéis hecho como vuestra madre la señora Cihuacóatl o Quilaztli, habéis peleado valientemente, habéis usado de la rodela y de la espada como valiente y esforzada, la cual os puso en la mano vuestra madre la señora Cihuacóatl Quilaztli.7
Al sobrevenir la muerte durante el parto, se lavaba el cadáver y:
…jabonábanla los cabellos y la cabeza, y vestíanla de las vestiduras nuevas y buenas que tenia, y para llevarla a enterrar su marido la llevaba a cuestas a donde la habían de enterrar… luego se juntaban todas las parteras y viejas y acompañaban el cuerpo; iban todas con rodelas y espadas y dando voces, como cuando vocean los soldados al tiempo de acometer a los enemigos, y salíanlas al encuentro los mancebos que se llaman “telpopochtin”, y peleaban con ellas por tomarlas el cuerpo de la mujer, y no peleaban como de burla, o como por vía de juego, sino peleaban de veras.8
Se pensaba que si se apoderaban del cuerpo de inmediato le cortaban el dedo central de la mano izquierda y el cabello, ya que se consideraba que éstos servirían para darles valor y arrojo en el combate además de que cegaban al enemigo. También los ladrones trataban de apoderarse del cuerpo, ya que si obtenían el brazo izquierdo, con él podrían encantar a los habitantes de las casas donde robarían, paralizándolos. Por esto era que el marido y otros amigos o familiares se quedaban a cuidar el cuerpo, una vez enterrado, durante cuatro noches. El entierro se realizaba en el patio del templo dedicado a las Cihuapipiltin y se hacía, por lo general, al atardecer.
Para los guerreros muertos en combate, el ritual mortuorio revestía características especiales, como es el caso que nos relata Durán cuando hace referencia a la derrota sufrida por los aztecas durante el reinado de Axayácatl a manos de los de Michoacán, quienes les causaron gran número de muertos. Veamos la descripción:
Acauado el receuimiento del rey y dando el pésame de la mala suerte que en esta guerra auía tenido, los señores todos pidieron al rey que mandase hacer las osequias de los que en la guerra auían muerto y que se hiciese con la solenidad posible; y así el rey mandó llamar a los que tenían el cargo de las ocequias funerales y mandoles que luego empecasen a hacer las honras de todos los que en la ...

Índice

  1. Portada
  2. Prólogo
  3. Prefacio a la edición del Fondo de Cultura Económica
  4. Introducción
  5. I. Antecedentes
  6. II. El Nacimiento De La Muerte
  7. III. Después de la Muerte
  8. IV. La Muerte en la poesía náhuatl
  9. V. El tzompantli
  10. VI. Muerte de la Muerte: La Conquista
  11. VII. Supervivencia
  12. VIII. A Manera de epíLogo
  13. Conclusiones
  14. Bibliografía
  15. Índice general