La primavera magisterial
eBook - ePub

La primavera magisterial

Luis Hernández Navarro, Augusto Mora

Compartir libro
  1. 31 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

La primavera magisterial

Luis Hernández Navarro, Augusto Mora

Detalles del libro
Vista previa del libro
Índice
Citas

Información del libro

La educación es un arma, un pueblo educado es un pueblo capaz de elegir su propio rumbo. No hay objeción a esta certeza, sin embargo, las condiciones laborales de los maestros y el estado de la educación en México dejan mucho que desear. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación tiene décadas luchando por ello y contra el charrismo, contra la corrupción en sus entrañas. La primavera magisterial de 1989 fue un momento importante de la lucha en estos dos frentes, aunque los resultados no han sido los esperados.

Preguntas frecuentes

¿Cómo cancelo mi suscripción?
Simplemente, dirígete a la sección ajustes de la cuenta y haz clic en «Cancelar suscripción». Así de sencillo. Después de cancelar tu suscripción, esta permanecerá activa el tiempo restante que hayas pagado. Obtén más información aquí.
¿Cómo descargo los libros?
Por el momento, todos nuestros libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
¿En qué se diferencian los planes de precios?
Ambos planes te permiten acceder por completo a la biblioteca y a todas las funciones de Perlego. Las únicas diferencias son el precio y el período de suscripción: con el plan anual ahorrarás en torno a un 30 % en comparación con 12 meses de un plan mensual.
¿Qué es Perlego?
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
¿Perlego ofrece la función de texto a voz?
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¿Es La primavera magisterial un PDF/ePUB en línea?
Sí, puedes acceder a La primavera magisterial de Luis Hernández Navarro, Augusto Mora en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Pedagogía y Educación general. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2020
ISBN
9786071667915
Categoría
Pedagogía

UNA DIABLA FRENTE A SU CURUL

A Carlos Jonguitud Barrios se le apareció el demonio en 1989. Tenía forma de mujer. El profesor y licenciado ocupaba su curul en la Cámara de Senadores cuando varios maestros democráticos se colaron al recinto. El líder vitalicio del magisterio nacional, agarrado a un Rolex de oro, queriendo que la tierra se lo tragara, montó en pánico. Con esos docentes iba Martha de Jesús López Aguilar. Ella era la diabla.
Una fotografía suya se publicó en La Jornada al día siguiente. En la imagen ella aparece con un cartel de protesta en la mano. Lo recuerda muy bien: “Este señor se quitaba y se ponía los lentes, sudaba”, cuenta. “Se veía muy débil y nervioso. Se me hizo que se desmoronaba. Daba lástima verlo. Me dije: ‘¿A poco ese hombre es el dueño de la educación en este país?’ A mí eso me dio muchas fuerzas para ponerme atrás de él y demostrarle que no le teníamos miedo”.
Con otros rostros, ya antes se le había aparecido el demonio al cacique del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE). Así le pasó en mayo de 1984, cuando el profesor Jesús Vázquez, con 30 años de servicio, rompió el cheque que el desconcertado gobernador de San Luis Potosí le entregó, e indignado le gritó: “¡No soy limosnero!”
Pero el desplante de la profesora que no le temía era distinto. No era un exabrupto. Ni en el Senado podía estar tranquilo. El potosino lo sabía. Ya de por sí su alma no estaba muy serena esos días, por culpa de miles de maestros de todo el país que suspendieron labores y lo acusaron de ser el “enemigo público número uno de la educación”.
Martha López era entonces profesora de quinto y sexto grados de primaria en una escuela de San Miguel Teotongo, en la Ciudad de México. Tenía apenas 26 años. Nacida en Veracruz, huérfana desde temprana edad, sobrevivió laborando como trabajadora doméstica, al tiempo que estudiaba en la Benemérita Escuela Nacional de Maestros entre 1980 y 1984, para luego cursar dos posgrados.
Siempre sensible a la injusticia, la conciencia le nació un día de 1985, en el que, desde Oaxaca, llegó al Distrito Federal una marcha-caravana. La encabezaban maestras triquis, descalzas, con sus hijos pequeños y sus mochilas a cuestas. Al verlas en el Zócalo se le llenaron los ojos de lágrimas; se le hizo un nudo en la garganta.
Desde ese momento su vida ya no fue la misma. Como tampoco lo fue a partir de las jornadas en las que, con la metrópoli llena de árboles de jacaranda en flor, participó en la primera línea de fuego de la primavera magisterial.
Martha no tendría que esperar mucho para vivir en carne propia lo que sus ojos habían visto anticipadamente el día en que incursionó en el Senado. El inmenso poder de Carlos Jonguitud se derrumbó estrepitosamente. La protesta de cerca de 750 000 mentores puso fin a 17 años de reinado político-sindical.

EL FARO LUMINOSO

Carlos Jonguitud fue un líder sindical tan poderoso como temido. En el cenit de su poder, sus correligionarios lo ensalzaron como el símbolo de la lucha magisterial que supo interpretar fielmente el pensamiento y las aspiraciones del gremio. Echando mano de metáforas marinas, lo describieron como “el faro luminoso que, en medio de las tormentas que se ciernen sobre el sindicato, señala el camino que conduce a puerto seguro”.
Señor de horca y cuchillo, Jonguitud se hizo del control del SNTE en 1972 (formalmente desde 1974), al frente de un grupo de golpeadores. Sin el menor empacho, echó mano de ellos cuantas veces le fue necesario para conservar el poder. Durante su cacicazgo, más de 150 profesores disidentes fueron asesinados por sus huestes o por pistoleros contratados a sueldo. Misael Núñez Acosta y Pedro Palma forman parte de esta trágica lista.
Aunque sus retrógradas y autoritarias prácticas gremiales fueron ventiladas una y otra vez en la prensa nacional, y denunciadas por sus víctimas, el potosino nunca reconoció públicamente su naturaleza. El 11 de enero de 1982 fue entrevistado por reporteros de Últimas Noticias, quienes le preguntaron sobre la existencia de líderes charros en el SNTE. “Nosotros —respondió con el mayor cinismo— no tenemos en el seno de nuestra organización ningún líder que tenga esas características. Yo no sabría definirle lo que es un líder charro porque no los hemos tenido. No los conocemos.”
A pesar de ello, a lo largo de más de una década y media, fue innecesario saber el nombre del dirigente nacional del SNTE en turno, ni el de su antecesor. Para la clase política, para la prensa nacional, para los maestros de base bastaba con recordar el nombre de quien mandaba: Carlos Jonguitud Barrios, Pancho Villa para sus cuates.
Desde el 22 de septiembre de 1972 él fue el hombre fuerte del gremio. Líder vitalicio, guía moral, asesor permanente, son sólo algunos de los títulos nobiliarios que se le asignaron. Santificado en vida, sus huestes establecieron una medalla al “mérito sindical” bautizada con su nombre.
Maestro por la Normal Rural de Ozulama y abogado por la UNAM, le gustaba que sus subordinados se refirieran a él como profesor y licenciado. Nacido en Coxcatlán, San Luis Potosí, en 1922, fue gobernador de su estado entre 1979 y 1985. Fue, también, secretario de organización del PRI, senador con licencia, director general del ISSSTE y presidente del Congreso del Trabajo. Al momento de caer en desgracia, en 1989, era senador en la LIV Legislatura.
Jonguitud comenzó su carrera cargando los portafolios de sus superiores y golpeando a los maestros othonistas en 1960 hasta llegar a ser presidente de la Comisión de Fiscalización y Vigilancia, desde la que le clavó un puñal en la espalda a Jesús Sánchez Vite, quien fuera durante muchos años su protector y jefe. Hombre fuerte de San Luis Potosí que, en la tradición de personajes como Saturnino Cedillo y Gonzalo N. Santos anheló para sí infructuosamente la Secretaría de Educación Pública (SEP).
Político pantanero, prisaurio aventajado en las malas mañas de la política corporativa, forjó el instrumento de su poder: Vanguardia Revolucionaria, formalmente una corriente político- sindical, pero, en los hechos, mucho más que eso. Según Alberto Aguilar Flores, coronel gremial derrotado por la insurrección del magisterio oaxaqueño en 1980, cursi en tre los cursis, “Vanguardia Revolucionaria es un sentimiento emocionado de perfección que nace con el verdadero maestro, que se realiza permanentemente y nos hace ser mejores maestros”.
Desde que Jonguitud tuvo que dejar la dirigencia formal del sindicato porque la legislación burocrática lo obligaba a hacerlo, sus sucesores fueron incondicionales suyos con poca fuerza política, sindicalistas de caravana, personajes alejados de las cúpulas de la burocracia política, cuyo trato fue derecho patrimonial del “guía moral”. Los aspirantes fuertes a conducir la gremial, con bases de poder real, fueron empujados por él a competir y a hacerse trizas entre sí. Siempre se quedaron en el camino, relegados a posiciones subalternas. Con una baraja con las cartas marcadas a su disposición, fue el árbitro de las querellas menores entre sus secuaces. Siempre tuvo la última palabra dentro del sindicato, hasta que la...

Índice