De la magia primitiva a la medicina moderna
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De la magia primitiva a la medicina moderna

Ruy Pérez Tamayo

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De la magia primitiva a la medicina moderna

Ruy Pérez Tamayo

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En esta documentada historia de la medicina, el doctor Ruy Pérez Tamayo se remonta a los pueblos más antiguos, en los que predominaba el pensamiento mágico y las enfermedades eran curadas por sacerdotes, brujos o chamanes. A estos oscuros y poco documentados orígenes les sigue la increíble complejidad de la medicina de nuestro tiempo.

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Información

Parte segunda

La gran transformación

V. La medicina en el Renacimiento
(siglos XV a XVII)

Introducción

De acuerdo con Sarton, el Renacimiento ocupa el periodo comprendido entre los años 1450 y 1600, pero él mismo señala que esos límites son arbitrarios y que igual podrían aceptarse otros más “naturales”, como 1492 (año del “descubrimiento” del Nuevo Mundo) o 1543 (año de la publicación del libro de Vesalio, De humani corporis fabrica, y del de Copérnico, De revolutionibus), para marcar el principio del Renacimiento, mientras que 1616 (año de la muerte de Cervantes y de Shakespeare) o 1632 (año de la publicación del libro de Galileo, Diálogo de ambos mundos) servirían igualmente bien para señalar su fin y el inicio de la Edad barroca.
Cualesquiera que sean sus límites, el Renacimiento se caracterizó por dos tipos generales de actividades: 1) las humanistas o imitativas, cuyo interés era la recuperación de los clásicos griegos y latinos, tanto en literatura como en arte, y 2) las científicas o no imitativas, cuya mirada estaba dirigida no al pasado sino al futuro. Los humanistas eran un grupo de hombres muy bien educados, nobles y aristócratas muchos de ellos, no sólo de rango sino de espíritu, los árbitros de la cultura y del buen gusto de su tiempo, que perfeccionaban sus conocimientos de griego, de latín y de arte a lo largo de años de estudio; sus trabajos recuperaron a la cultura clásica para todos los tiempos. En cambio, los científicos conocían poco el latín y menos el griego, eran iconoclastas y rebeldes, algunos hasta francamente rudos y antisociales, al grado que sus enemigos los llamaban bárbaros y analfabetos, muchas veces con razón. Sin embargo, algunos de ellos fueron geniales y lo que crearon contribuyó mucho más que los trabajos de los humanistas a la transformación del mundo medieval en moderno.
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Figura 11. Andreas Vesalio (1514-1564).
Se han señalado varios factores como causantes del Renacimiento, aunque algunos de ellos también podrían verse como sus consecuencias. En vista de que varios de ellos influyeron en la evolución de la medicina, a continuación se enumeran brevemente, sin que el orden en que se mencionan signifique secuencia cronológica o jerarquía de importancia.
1) Invención de la imprenta. La posibilidad de hacer rápidamente muchos ejemplares de un texto y distribuirlos entre los interesados se inició hacia 1450. Hasta entonces, la difusión de las ideas era muy ineficiente y se hacía por medio de la tradición oral y de copias manuscritas, ambas sujetas a variaciones y errores en cada paso de un individuo a otro; además, los textos escritos sólo podían ser consultados por los pocos que sabían leer latín o árabe. La imprenta hizo accesibles las ideas clásicas a una población mayor y su influencia se incrementó cuando los libros empezaron a imprimirse en idiomas nacionales.
2) “Descubrimiento” del Nuevo Mundo. El efecto de la duplicación repentina del tamaño del mundo conocido, en la mentalidad del hombre medieval, casi no puede concebirse hoy día. Junto con ese portento vino otro: la existencia de grandes grupos humanos con culturas e historias totalmente nuevas e independientes de las europeas. Frente a tales noticias era imposible conservar actitudes estrechas y visiones miopes respecto a la naturaleza y al sitio del hombre en la Tierra.
3) La nueva cosmogonía. Junto con el descubrimiento del Nuevo Mundo, la nueva estructura del Universo propuesta por Copérnico y defendida por Galileo contribuyó a destronar a la Tierra como el centro del mundo celeste y al hombre como la criatura más importante de todo el Universo, objeto principal de la creación divina.
4) Fractura de la hegemonía religiosa y secular de la Iglesia católica, apostólica y romana. Al mismo tiempo que aumentaba la educación general y que los hechos parecían oponerse cada vez con mayor fuerza a ciertos aspectos de las Sagradas Escrituras, la conducta escandalosa de muchos miembros de la Iglesia católica (incluyendo a los papas) provocó primero la Reforma y después el surgimiento de la Iglesia protestante en Alemania. Cuando el 31 de octubre de 1517 Lutero clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis sobre la venta de las indulgencias, los martillazos iniciaron el resquebrajamiento progresivo de la autoridad eclesiástica absoluta sobre todos los aspectos de la vida del hombre, hasta entonces monolítica e inflexible. Incidentalmente, las tesis de Lutero fueron rápidamente traducidas al alemán (las originales estaban en latín), se imprimieron en la imprenta universitaria y se distribuyeron en toda Alemania, lo que en gran parte explica el enorme apoyo popular que recibieron casi inmediatamente.
5) Concepto secular del Estado. Hasta antes del Renacimiento la sociedad estaba organizada políticamente en grupos relativamente pequeños reunidos alrededor de una ciudad y los terrenos que la circundaban. La autoridad descansaba en los príncipes feudales, que eran los dueños de la tierra y de todo lo que había en ella (hombres, animales, cosechas, agua, etc.) y en sus respectivos párrocos y otros miembros de la Iglesia, que eran los dueños del cielo y de la vida eterna, que según ellos podría pasarse en el Paraíso o en el Infierno, de acuerdo con sus decisiones, que como regla podían ser influidos favorablemente por medios terrenales. Esta estructura simple empezó a cambiarse por el concepto secular del Estado, que culminaría en épocas renacentistas con el surgimiento de las naciones.
6) Transformación del idioma. Ya se señaló que al mismo tiempo que el desarrollo de la imprenta empezaron a usarse distintos idiomas nacionales, al principio además del latín, pero muy pronto en lugar de él. Esto amplió el número de posibles lectores y favoreció la emergencia del concepto secular del Estado.
7) Divorcio de las culturas orientales. Durante parte de la Edad Media, los autores clásicos habían sido traducidos al sirio y al árabe; el Imperio islámico funcionó como una especie de puente entre Oriente y Europa. Entre los siglos IX y XI los autores árabes fueron los líderes del pensamiento europeo, al que siguieron influyendo hasta muy entrado el siglo XIII. Esto fue particularmente cierto en la medicina, donde Avicena y Rhazes reinaban junto con Galeno e Hipócrates, no pocas veces por encima de ellos. Durante el Renacimiento se inició el rechazo de las culturas orientales, pero naturalmente quedaron muchos residuos de ellas incrustados en el mundo occidental. El mejor ejemplo de esto es la Biblia, que se leyó y se sigue leyendo sin recordar que se trata de un libro característicamente oriental. El símbolo más representativo de la separación de las culturas occidentales de las orientales fue la adopción de la imprenta por Occidente y su rechazo por el Imperio musulmán.
8) Interés en el individuo. Las transformaciones mencionadas permitieron al hombre renacentista enfocar su interés menos en la santidad y en el más allá, menos en la salvación de su alma y en la segunda venida de Cristo, y más en sí mismo, en sus propias cualidades y capacidades, tanto actuales como potenciales. Muchos de los personajes típicos del Renacimiento aparecen hoy como individuos vanidosos, ególatras y preocupados por proyectar su arte y sus ideas por encima de todo y de todos; basta recordar las vidas de Cellini, de Leonardo o de Miguel Ángel. Además, en la Edad Media prevalecían las ideas tradicionales de Aristóteles y santo Tomás de Aquino, junto con los planes globales del Universo y de la naturaleza, en los que el hombre tenía un destino prefijado por la divinidad. En cambio, en el Renacimiento el hombre se encontró con libertad y poder, dueño de sí mismo, de su inteligencia y de su propio destino. Intoxicado con el descubrimiento de su individualidad, enajenado por sus nuevos poderes y por su libertad, cometió toda clase de excesos: los condottieros pelearon con furia, los príncipes se envenenaron y apuñalaron mutuamente, los ricos banqueros se enriquecieron todavía más, los mecenas patrocinaron generosamente el arte y la literatura, y los artistas respondieron creando un torrente de maravillas. En medio de la violencia y del peligro que caracterizaba a las cortes de los príncipes renacentistas, pintores como Leonardo, Rafael y el Giotto, escultores como Donatello y Miguel Ángel, arquitectos como Palladio y Brunelleschi, y otros muchos genios más produjeron en apenas 150 años suficientes obras maestras para llenar más de la mitad de los museos de todo el mundo.
9) Emergencia de la ciencia moderna. El surgimiento de la ciencia moderna, tal como la conocemos hoy, también es un producto del Renacimiento. La renuncia a las explicaciones sobrenaturales, la adopción de la realidad como último juez de nuestras ideas sobre la naturaleza (en lugar de la autoridad dogmática), la fuerza de la demostración experimental objetiva, la reducción del Universo a unas cuantas fórmulas, la matematización del mundo real, contribuyeron en forma progresiva a modificar el carácter del mundo occidental.
A los distintos factores mencionados arriba como agentes causales o consecuencias inmediatas del Renacimiento, debe agregarse otro de especial interés: el hecho de que todos ocurrieron en un lapso muy breve, históricamente casi momentáneo. En efecto, Paracelso murió dos años antes de la publicación de los libros de Vesalio y Copérnico; Leonardo era amigo de Maquiavelo y contemporáneo de Miguel Ángel, de Rafael, de Durero, de Cristóbal Colón, de Antonio Benivieni, de Savonarola y de Martín Lutero; Galileo nació el día en que murió Miguel Ángel y fue contemporáneo de Descartes, Bacon, Harvey y Kepler. En ese breve lapso (de 1543 a 1661) floreció Andreas Vesalio, creador de la revolución anatómica, trabajó Ambroise Paré, precursor de la cirugía moderna, Fracastoro escribió su profético texto sobre las infecciones, Malpighio reveló un mundo microscópico nuevo, con el descubrimiento de la circulación de la sangre, Harvey se convirtió en el padre de la fisiología y de la medicina científicas, y Sydenham renunció a la especulación escolástica y regresó a la medicina hipocrática.

La revolución anatómica

Ya se ha mencionado que Mondino de Luzzi (ca. 1270-1326) publicó en 1316 uno de los primeros textos de anatomía humana que hacen referencia a disecciones realizadas por el autor, pero todavía basado principalmente en los escritos árabes; además, su libro no contiene ilustraciones, la nomenclatura es compleja y utiliza muchos nombres árabes, y la calidad de sus descripciones es muy variable. De todos modos, Mondino representa el primer paso de la revolución anatómica, que tardó dos siglos en dar el siguiente. En ese lapso la anatomía siguió siendo italiana, sobre todo porque el papa Sixto IV, que había sido estudiante en Bolonia y Padua, autorizó en el siglo XV la disección de cadáveres humanos, condicionada al permiso de las autoridades eclesiásticas, lo que fue confirmado por Clemente VII en el siglo XVI. En la Universidad de Bolonia las disecciones anatómicas fueron reconocidas oficialmente en 1405, y lo mismo ocurrió en la Universidad de Padua en 1429; Montpellier se les había adelantado, pues las disecciones públicas se aceptaron en 1377, mientras que en París no se instituyeron sino hasta 1478.
El segundo paso en la revolución anatómica no lo dieron los médicos sino los artistas. Como resultado del naturalismo del siglo XV, los grandes maestros de la pintura como Verrochio, Mantegna, Miguel Ángel, Rafael y Durero hicieron disecciones anatómicas en cadáveres humanos y dejaron dibujos de sus estudios. Uno de los más grandes anatomistas de esa época fue Leonardo da Vinci (1452-1519), porque en sus cuadernos es posible reconocer la transición entre el artista que desea mejorar sus representaciones del cuerpo humano y el científico cuyo interés es conocer mejor su estructura y su funcionamiento. Leonardo planeaba escribir un texto de anatomía humana en colaboración con Marcantonio della Torre (1481-1512), profesor de la materia en Pavía, pero la muerte prematura de éste no lo permitió y sus maravillosos dibujos anatómicos permanecieron ocultos hasta este siglo. El genio de Leonardo no tuvo gran impacto entre sus contemporáneos y sucesores inmediatos, lo que fue una gran pérdida para la humanidad.
El tercer paso en la revolución anatómica del siglo XVI lo dio un médico belga, Andreas Vesalio (1514-1564), quien nació en Bruselas y se dice que murió en la isla de Zante, vecina al Peloponeso griego, cuando apenas tenía 50 años de edad. De acuerdo con Singer:
Pocas disciplinas están más claramente basadas en el trabajo de un hombre como lo está la anatomía en Vesalio. Y sin embargo puede decirse que él es, en cierto sentido, un hombre afortunado en la posición que mantiene en el mundo de la ciencia. Su gran trabajo no fue el resultado de una larga vida de experiencia, como fue el de Morgagni o el de Virchow; no se formuló en el fuego de una hoguera intelectual, como el de Pasteur o el de Claude Bernard; no fue una tarea de razonamientos sutiles y de hábiles experimentos, como fue la de Harvey o la de Hales. Vesalio fue un producto muy característico de su época. La matriz del tiempo estaba en trabajo de parto y lo dio a luz a él. Su padre intelectual fue la ciencia galénica que existía desde mucho antes. Su madre fue esa hermosa criatura, el nuevo arte, que entonces estaba en la flor de su juventud. Hasta que estas dos fuerzas no se unieron no podía haber un Vesalio. Después de que se unieron tenía que haber un Vesalio. Si ser genio es ser el producto de su tiempo, entonces Vesalio fue un genio. Él era un hombre fuerte y resuelto, de mente clara, bien estructurada y poco sutil, y llevó a cabo aquello para lo que había sido creado. No hizo nada más, pero tampoco hizo menos.
El nombre original de la familia Vesalio parece haber sido Wesel o Wessel, que significa “comadreja”. En la parte central superior del famoso frontispicio de la Fabrica aparecen dos querubines sosteniendo el escudo de la familia, que muestra tres comadrejas corriendo. Vesalio representa la quinta generación de médicos en su familia: su tatarabuelo Pedro reunió una valiosa colección de manuscritos médicos de su tiempo (fines del siglo XIV), muchos de ellos se conservaron en posesión de la familia por cuatro generaciones y formaron parte de las lecturas del joven Vesalio más de 150 años después. En 1533 Vesalio inició sus estudios de medicina en la Universidad de París, con Jacobus Sylvius, el anatomista, Jean Fernel, nosólogo y filósofo, Johann Günther, más filólogo que médico, y otros más, todos ellos convencidos galenistas. En 1536 Vesalio abandonó París sin graduarse y regresó a Lovaina a terminar sus estudios, pero sólo logró el grado de bachiller. En 1537 se mudó a Padua y ahí su carrera fue meteórica, pues ese mismo año se graduó de médico y al día siguiente el Ilustre Senado de Venecia lo nombró profesor de cirugía, lo que incluía entre sus obligaciones la enseñanza de la anatomía.
El joven profesor (tenía entonces 23 años de edad) inició sus lecciones de anatomía humana con un éxito sin precedentes, debido a tres factores principales: 1) sus conocimientos directos de la materia, que ya eran considerables; 2) su práctica de realizar personalmente y sin ayuda de prosectores todas las disecciones; 3) su uso de diagramas o esquemas para ilustrar distintos detalles anatómicos. En abril de 1538 (sólo cinco meses después de haber sido nombrado profesor) publicó sus Tabulae Anatomicae Sex (Seis tablas anatómicas), que son seis carteles, tres de ellos del sistema vascular (dibujados por Vesalio) y los otros tres del esqueleto (dibujados por Van Kalkar), a los que Vesalio agregó breves explicaciones y nombres de muchas de las estructuras en tres idiomas. En estas Tabulae, Vesalio todavía sigue fielmente la anatomía galénica, pero su interés no es sólo ése sino que además sirven para apreciar el enorme salto que dio en los cinco años que las separan de su inmortal Fabrica, que apareció en 1543. En ese año Vesalio abandonó Padua y al siguiente fue nombrado médico de la corte de Carlos V, donde pasó el resto de su vida. Los cinco años que vivió en Padua fueron suficientes para producir su obra maestra, mientras que los 20 siguientes parecen haber sido de frustración y tedio. En 1555 apareció una segunda edición de su Fabrica pero con muy pocas modificaciones, y una carta que le escribió a Falopio se publicó hasta después de su muerte, en 1564.
El título completo del libro de Vesalio es De humani corporis fabrica y está organizado en forma típicamente galénica: consta de siete partes, la primera dedicada al esqueleto y las articulaciones, la segunda a los músculos estriados, la tercera al sistema vascular, la cuarta al sistema nervioso periférico, la quinta a las vísceras abdominales y a los órganos genitales, la sexta al corazón y a los pulmones, y la séptima al sistema nervioso central. El libro termina con un pequeño capítulo sobre algunos experimentos fisiológicos, como esplenectomía,...

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