La felicidad no es el objetivo
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La felicidad no es el objetivo

Pep Marí

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La felicidad no es el objetivo

Pep Marí

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Descubrir nuestras verdaderas necesidades para alcanzar la plenitud Los seres humanos nos pasamos la vida persiguiendo objetivos y planteándonos retos. Entre todas estas metas existen algunas que no podemos dejar de buscar, anhelar, querer, que forman parte de nuestro ADN psíquico y vienen incorporadas de serie. Éstas son las necesidades psicológicas básicas de las personas. Todos buscamos seguridad, confianza, aprobación, autoestima, realización personal y social. Este libro plantea un juego: "tú me dices qué necesidades tienes cubiertas y yo te digo cómo funcionas". Además, el autor nos ayuda a descubrir nuestras necesidades psicológicas y explica los trucos para poder satisfacerlas. De manera tan amena como en su anterior libro, Pep Marí nos guía en el camino para desarrollar todas las potencialidades contenidas en nuestro ADN psíquico. Convertirte en el pino más alto y frondoso que dadas las circunstancias podías llegar a ser.

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Información

Editorial
Plataforma
Año
2013
ISBN
9788415880059
1.
Nada ocurre por casualidad
 
Yo cursaba COU (2.º de Bachillerato en el sistema educativo actual). Mis padres habían estado haciendo números, querían saber si podían pagarme una carrera universitaria. El resultado había sido positivo, por lo que me encargaron la difícil tarea de, siendo aún un adolescente, decidir el resto de mi vida… ¿Qué quieres estudiar, hijo mío?
Por aquel entonces sacaba muy buenas notas en filosofía y en biología. Sacaba matrículas en esas materias porque me apasionaban. Un día consulté al profesor de filosofía si existía alguna disciplina a caballo entre la filosofía y la biología. De la filosofía me encantaban sus alas, las mismas que le permitían volar. De la biología adoraba sus pies, aquellos que le posibilitaban el contacto con la realidad. Pero a la filosofía le faltaban pies y a la biología, alas.
El profesor de filosofía me dio un consejo que marcó mi destino. Me informó de que existía una materia que se llamaba psicología. La psicología, según me comentó aquel profesor, combinaba rigor científico con especulación. Aquella receta resultó irresistible para mí. Me prestó un libro de psicología y me pidió que lo leyera. Si me gustaba, ya tenía carrera.
No leí, devoré. No me gustó, me deleitó. Se titulaba La estructura de la personalidad y su autor era el psicólogo alemán Philipp Lersch. En cuanto cerré el libro supe que mi pasión iba a ser la psicología. Treinta años más tarde me encuentro escribiendo un libro sobre el ADN psíquico. Y digo ADN por no decir estructura. No existen las casualidades para un científico. Lersch sembró en mí la semilla. Semilla que pronto germinó gracias a mis ganas de aprender. Mis psicólogos preferidos, aquellos a quienes dedico este ensayo, fueron regando aquel tierno brote. Mis 24 años de ejercicio profesional se han encargado de abonar el terreno y aquellas alas que tomé prestadas de la filosofía han puesto el resto.
Allá voy… Necesito sentirme parte de esta cadena, tratar de continuar aquello que Lersch empezó. Quiero escribir un capítulo más de su libro y tratar de concretar aquellas necesidades que distinguen a los humanos de los animales.
Este libro plantea un juego: tú me dices qué necesidades tienes cubiertas y yo te digo cómo funcionas. Además te propondré técnicas y recursos para cubrir tus necesidades psicológicas y algunos tests para detectar aquellas que aún te quedan por satisfacer.
En cuanto este libro se publique, ¿sabes qué es lo primero que voy a hacer? Devolveré su libro a mi profesor. Pero no le voy a retornar el mismo que me prestó, se lo voy a cambiar por otro que creo le gustará más.
2.
Los puntos de apoyo
 
Todos hacemos un montón de cosas. Todos ponemos nuestra ilusión en mil actividades, tanto profesionales, como personales. Pero todas esas inversiones no son igual de importantes, solamente algunas de ellas dan sentido a nuestra vida, nos conceden autoestima y regulan nuestro estado de ánimo. Esas dedicaciones, las verdaderamente importantes para nosotros, son nuestros puntos de apoyo, nuestros pilares anímicos.
Los puntos de apoyo habituales para la mayoría de las personas son la pareja, la familia, los hijos, los amigos, el trabajo, los estudios, las aficiones, sus proyectos y todas aquellas actividades en las que invierten muchos esfuerzos, ilusiones y horas de dedicación.
Si tienes cinco puntos de apoyo, vas a ser una persona emocionalmente estable. Cuando alguno de los pilares se cae, el edificio, que eres tú mismo, no se derrumba; sigue en pie. Las cuatro patas restantes se encargan de mantener el equilibrio. Es más, apoyándote en ellas, puedes levantar la quinta pata que se cayó.
Si tienes cinco puntos de apoyo eres estable, pero repartes demasiado tus esfuerzos y tus ilusiones. Es por esto mismo que te resulta difícil destacar en alguna de esas cinco actividades. Con cuatro pilares, te ocurrirá más o menos lo mismo que con cinco.
Podrías pensar que la solución, para no repartir tanto tus dedicaciones, pasa por concentrar todas tus inversiones en una sola actividad, una única ocupación. No es tan sencillo. Sostener todo el edificio sobre una sola pata plantea demasiados inconvenientes.
Primero, genera adicción. Tener una necesidad y una sola manera de cubrirla te hace depender de esa única posibilidad. Por ejemplo, todos necesitamos intimar. No se trata de tener muchos conocidos, sino de tener unos pocos amigos de verdad. Pero si sólo tienes un amigo íntimo, cuando se va tres meses a Australia, quedas colgado. En cambio, si tienes tres íntimos, entonces no dependes de ninguno de ellos.
El segundo inconveniente de tener un solo punto de apoyo es la inestabilidad. Si sólo dependes anímicamente de tu trabajo, y tienes serios problemas con tu jefe, el edificio entero se viene abajo. Es más, ¿dónde te apoyas ahora para volverte a levantar?
Las personas que funcionan con un solo pilar tienen un estado de ánimo muy variable. Pueden estar muy contentas por la mañana, tristes por la tarde y otra vez animadas por la noche, sin que haya ocurrido nada en sus vidas que justifique estas oscilaciones.
Y la tercera desventaja de apoyarse en una sola pata es la obsesión. Cuando piensas en una sola cosa o persona durante las 24 horas del día acabas concediéndole más importancia de la que probablemente tiene. Relativizar, conceder a las cosas su justa relevancia, resulta imprescindible para ser eficaz. Estar enamorado, obsesionado por alguien, resulta apasionante, pero poco recomendable para tu salud psicológica si dura mucho tiempo.
Resumiendo: con cinco o cuatro puntos de apoyo eres estable, pero difícilmente lograrás la excelencia en una de esas actividades. La solución no pasa por depender de un solo pilar. Una única pata, lejos de simplificarte la vida, te la complica. Te hace dependiente, te obsesiona y te desestabiliza; aunque puede que te convierta en un genio.
Por cierto, depender de una sola pata implica los mismos problemas que apoyarte en dos. Cuando se quiebra una de las dos, o bien se desploma el edificio, o bien te lo juegas todo a una sola carta.
¿Y qué ocurre cuando te basas en tres puntos de apoyo? Pues que consigues un buen equilibrio, logras estabilidad y eres capaz de centrar el esfuerzo. Si pierdes una de las tres patas, no hay problema, con dos el edificio se sostiene.
Disponer de tres puntos de apoyo presenta además una gran ventaja. Te permite centrarte en una de esas ocupaciones y utilizar las otras dos para cargar las pilas. Funcionar así te acerca a la maestría en esa actividad.
¿Y qué tiene que ver todo esto con el objetivo de este libro? Pues que nuestros puntos de apoyo son las necesidades que hemos podido cubrir. Todos tenemos tres grupos de necesidades psicológicas: seguridad, aceptación y sentido. Sentirnos seguros, sentirnos queridos y creer que aquello que hacemos tiene sentido.
Según las necesidades que tengas cubiertas, esto es, según tus puntos de apoyo, te diré quién eres. Si cubres solamente una de las necesidades, sea cual sea, será como si apoyaras todo el edificio en un solo pilar. Te convertirás en una persona dependiente. Si logras cubrir dos de tus tres necesidades, alcanzarás un cierto grado de equilibrio, aunque no del todo estable. Con dos necesidades satisfechas, no importa cuáles, con dos puntos de apoyo, serás una persona adaptada al entorno que te ha tocado vivir. Pero solamente si cubres tus tres necesidades te convertirás en una persona psicológicamente sana.
 
  Una necesidad cubierta: una persona psicológicamente dependiente.
  Dos necesidades cubiertas: una persona adaptada.
  Tres necesidades satisfechas: una persona psicológicamente sana.
 
Permíteme que desarrolle estas propuestas.
3.
Todos tenemos seis
necesidades psicológicas
Los seres humanos nos pasamos toda la vida persiguiendo objetivos y planteándonos retos. Entre todas estas metas existen algunas que no nos podemos permitir dejar de buscar, dejar de anhelar, dejar de querer. Estas que todos buscamos, estas que forman parte del ADN psíquico, estas que vienen incorporadas de seri...

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