CAPÍTULO III
¿Cómo acontece la esencia técnica histórica de toda ideología? El monstruo de Frankenstein siempre nos persigue
Exergos
«πόλεμος πάντων μὲν πατὴρ ἐστι, πάντων δὲ βασιλεύς, καὶ τοὺς μὲν θεοὺς ἔδειξε τοὺς δὲ ἀνθρώπους, τοὺς μὲν δούλους ἐποίησε τοὺς δὲ ἐλευθέρους».
Heráclito.
«Die Reflexion also findet ein Unmittelbares vor, über das sie hinausgeht, und aus dem sie die Rückkehr ist. Aber diese Rückkehr ist erst das Voraussetzen des Vorgefundenen. Diss Vorgefundene wird nur darin, dass es verlassen wird… Die reflectirende Bewegung ist somit, nach dem Betractenm als absoluter Gegenstoss in sich selbst zu nehmen. Denn die Voraussetzung der Rückkehr in sich, –das woraus das Wesen herkommt und erst als dieses Zurückkommen ist–, ist nur in der Rückkehr selbst».
Hegel, Wissenschaft der Logik, p. 252.
«Der Grund ist daher selbst eine der Reflexionsbestimmungen des Wesens, aber die letzte, vielmehr nur die Bestimmung, dass sie aufgehobene Bestimmung ist. Die Reflexionsbestimmung, indem sie zu Grunde geht, erhält ihre wahrhafte Bedeutung, der absolute Gegenstoss ihrer in sich selbst zu seyn, nämlich dass das Gesetztseyn, das dem Wesen zukommt, nur als aufgehobenes Gesetztseyn ist, und umgekehrt, dass nur das sich aufhebende Fesetzseyn das Gesetztseyn des Wesens ist».
Hegel, Wissenschaft der Logik, p. 291.
«Absoluter Gegenstoss thus stands for the radical coincidence of opposites in which the action appears as its own counter-action, or, more precisely, in which the negative move (loss, withdrawal) itself, generates what it “negates”».
Žižek, Absolute Recoil, p. 148.
Introducción
En este capítulo estudiaré el problema de la historia que subyace en toda ideología, pero entenderé la historia desde Hegel y su método como se indica en la WdL y teniendo presente el capítulo I; empero, como lo he hecho hasta ahora en este libro, a la altura de los tiempos (con cierta tendencia «nietzscheana», esto es, creativa y de la mano de Žižek, esto es, revolucionaria). Y por eso a la historia la denomino, de modo más simple, pero más expresivo, técnica. Pues este término me da mucho más juego para señalar cómo esa aparente trama ideológica y naturalizada (el ser en su inmediatez indeterminada de La doctrina del ser de la WdL que estudié en el capítulo II), en la que estamos siendo subjetivados y que se nos da, perversa e inexorablemente, de modo invisible (pero no del todo) para nosotros mismos, es también una «producción» histórica, esto es, técnica, al fin y al cabo.
La ideología no ha caído del cielo, ni de la mano de algún dios ocioso y aburrido (o genio maligno); esta ha sido construida a lo largo de años, décadas y, a veces, siglos (incluso milenios, no olvidemos nuestra historia inicial sobre Octavio y Antonio y la lucha de ambos por realizar sus ideas: la de Roma y la de Alejandría). Y tal construcción se da en diseño desde una idea que va «decidiendo» por dónde ir (véase el capítulo IV y final del libro), pero tal diseño es técnico y acontece, la mayoría de la veces, sin voluntad alguna, sino simplemente de modo inconsciente, aleatorio, casual, azaroso, caótico, accidental, absurdo, ridículo, criminal, porque sí, juguetón, etc. Esto lo podríamos decir de modo mítico, a la luz de nuestra Introducción; el diseño técnico en su decisión y acontecimiento, se da «de la mano del Dios» y del dios Dionisos, esto es, der absolute Gegenstoss (Absolute Recoil). El dios Dionisos acontece y, mientras él nos acompaña, el diseño tecnifica las cosas, la naturaleza, al propio hombre, el Estado; produce el Estado, lo historiza, pero cuando nos abandona, como a Antonio en el año 30 a.C., según nos recuerda el poema de Cavafis («El dios abandona a Antonio»), surge la muerte para esa idea y el diseño de esa idea queda abruptamente cortado y se abren nuevos relatos posibles. Y la nueva historia comienza a construirse de otro modo llevando dentro de sí (asumida en ella, aufgehobene) pedazos y trozos del diseño anterior, como el monstruo de Víctor Frankenstein que es narrado de forma brillante por Mary Shelley en 1818. Porque no podemos olvidar que la idea de Alejandría de Antonio no fue y todo ese horizonte geopolítico acabó con su propia muerte, pero sí surgió la idea de Roma desde los escombros de la otra idea. Idea que ahora, en nuestros días, está puesta críticamente en juego.
Esto lo señalan muy bien Hardt y Negri: «El Imperio gobierna un orden global fracturado por división y jerarquías internas, abatidos por la guerra perpetua. El estado de guerra es inevitable en el Imperio, ya que funciona como un instrumento de su dominación. Hoy día la Pax Imperii, lo mismo que en tiempos de la antigua Roma, es una paz ficticia, que preside un estado de guerra constante». Este diseño técnico, es esencialmente lenguaje; lo Lógico, para que se manifieste y acontezca (se efectúe), necesita de capas y capas de lenguajes, de códigos, de matrices, de sintagmas, fórmulas, modelos, esbozos, escorzos, leyes, constituciones, creencias, mitos, paradigmas, mentalidades, interpretaciones, narrativas, errores, tecnologías, producciones culturales, saberes, disciplinas, matemas, poemas, etc., esto es, necesita de la historia sin más que vuelve sobre sí misma y se activa y afirma una y otra vez; se afirma desde sus materialidades. En su propia negatividad la esencia se afirma. ¡El gran Sí, desde el No! Der Gegenstoss. Un contrachoque que permite desde la propia materialidad de nuestro pasado vivo dar un paso adelante creador. Una afirmación que nos libera poco a poco de la necesidad empírica y abstracta de la naturaleza.
Es la historia material, nuestro Frankenstein, de múltiples trozos, como el tramado productivo de las tecnologías del lenguaje lo que permite, por una parte, diseñar consciente o inconsciente la realidad y, por otra parte, establecer después de un tiempo y por decantación (más que por decreto de dictador o poder de turno o batalla ganada o reglas del mercado o mera conveniencia, etc.) la cristalización, luego naturalización e invisibilización de la ideología, para que opere en su inmediatez (lo que hemos visto en detalle el capítulo II). Y así, de este modo, nos volvemos en habitantes de la caverna, en los esclavos de la República de Platón o, si se quiere, en los humanos conectados al software de Matrix de los hermanos Wachowski (1999).
El show de la ideología
«La verdad del ser es la esencia», esto es para Hegel fundamental (y espero que también para quien lea estas líneas). Esto ya lo he señalado desde el inicio de este escrito; ahora es necesario profundizarlo en sus detalles e indicar cómo operan las lógicas del mundo y del Estado de hoy. Con el análisis de la medida, mejor dicho, de la relación de medida y en especial de las líneas nodales de La doctrina del ser de la WdL, he dado con lo propio del ser en su carácter inmediato: nuestra caverna que habitamos inmediatamente nos subjetiva hasta nuestros huesos de una determinada forma, nos normaliza y con ello toda la realidad queda reglada. Tanto nosotros y la realidad queda ideologizada en un hueco y vacío (pero totalmente eficaz) deber que debemos realizar aparentemente porque sí, porque así son las cosas y así debemos comportarnos y así debemos esperar que sucedan los hechos, etc. Es un deber porque sí, un deber en y para sí, que está en la base misma de la inmediatez que nos regula y de allí estamos en la estructuración metafísica que nos determina como «animales» atados estimúlicamente a un presente; somos soldados de lo inmediato, soldados al servicio de lo que opera como un significado que es trascendente.
En esta militarización de la subjetividad caminamos, vivimos y somos verdaderamente, podríamos decir parafraseando a San Juan (tan estimado por Hegel); nos hemos vuelto en los soldados de lo inmediato. Esto lo sabe muy bien el Evangelio en su «esencia»: «Nadie viene al Padre sino por mí». Y el Significante-Padre lo intentan cumplir muchos, en especial, en estos tiempos; el Padre que nos manda en esta subjetivación a ser soldados militarizados y a realizar el Reino de Dios, de Él, del holding (todo tipo multinacional desde el FMI al ISIS), etc. No olvidemos Kadosh, de Amos Gitai (1999), donde literalmente vemos a diario cómo nos subjetivamos para salir determinados a caminar, vivir y ser; en el fondo salimos militarizados a la realidad (podemos desde hacernos explotar a diario en las calles de Bagdad como hombres-bombas o ser vendedores viajeros y realizar el sueño ideológico americano que nos relata Arthur Miller en 1949: ser vendedores sería nuestra fe). Ahora bien, las líneas nodales de las relaciones de medida de la WdL expresan ya el tránsito a la esencia (Wesen). Y es en la esencia (una mejor traducción es «lo sido», porque se ve en su propio significante que indica tiempo y tiempo pasado, esto es, dicho de forma más simple: historia), el lugar por excelencia de la guerra, de la dialéctica, del devenir, del Gegenstoss, donde veremos el fondo mismo que hace posible y que pone y establece al ser en su carácter inmediato y resplandeciente (el ser puesto).
Es importante que tengamos presente siempre el capítulo I de este libro en torno al método; pues él es una de las claves de todo este escrito. Y allí mismo ya he indicado cómo se articulan los tres momentos de la WdL: ser-esencia-concepto. Y también tengamos presente el capítulo II, porque ahí ya he señalado al ser en su articulación con el todo de la obra y, en especial, con la esencia, pero lo he hecho de manera formal para que el amable lector siempre tenga a la vista la totalidad de la WdL y del presente libro. No se puede leer a Hegel ni a este libro de forma aislada y analítica lineal; ha sido un grave error que recorre dos siglos de lectura de Hegel, incluso de sus discípulos directos, la llamada «derecha» hegeliana; esta tendía a leer a Hegel linealmente de una forma no metódica y con una sistematización acumulativa y excesiva de los «contenidos» de su pensamiento (sumar y sumar lecciones de distintas fechas en torno a un tema, por ejemplo el arte; en el fondo, estos hegelianos, era unos «capitalistas de la acumulación»); de ahí que editaran tan horrorosamente a Hegel y ayudaran a inventar al Hegel totalitario, megalómano y excesivo. Un Hegel sin matices, esto es, el Hegel panlogicista; en donde la contingencia no tiene nada que hacer y decir en la construcción de la historia, en donde la sociedad no va generando en sí misma su propia idea de desarrollo de unos con otros, etcétera.
… Hegel está muy alejado de la imagen recibida del «panlogicismo»: ¡es una extraña «verdad especulativa» la que sólo puede articularse, en el nivel de las palabras, en los encuentros fortuitos! Hegel subvierte radicalmente la oposición platónica (del Cratilo) entre el carácter natural y el carácter arbitrario del lenguaje, la oposición que adquiere luego, en el pensamiento moderno, la forma de las dos concepciones fundamentales referentes a la naturaleza del lenguaje… el lenguaje contiene ciertamente una verdad intrínseca, pero esta no de buscarse en los orígenes, en una raíz originaria disipada por la progresiva instrumentalización.
Esa verdad resulta, antes bien, de un encuentro fortuito que adviene retrospectivamente: en principio, el lenguaje «miente», disimula la verdad dialéctica de los conceptos, su movimiento especulativo, pero a veces, por causalidad, puede llegar a los encuentros, a las coincidencias fortuitas… y dejar emerger el contenido especulativo. La verdad no debe buscarse en el nivel de la universalidad de los principios sino en el de la contingencia particular.
Es un Hegel sin «caos dentro de sí», es decir, Dionisos no habita en él y en su o...