
- 128 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Descripción del libro
Barack Obama prometió acabar con la "cruzada" contra el terror de George W. Bush, pero solo ha cambiado los métodos de esta. Ha multiplicado los "asesinatos selectivos" con su arma estrella, los drones, sus sicarios robóticos. Es una guerra menos visible en Occidente; más "virtual"; económica; sin bajas propias, y garantiza la impunidad de sus autores.Ya son cerca de 5.000 las víctimas de esos ataques letales en Oriente Medio, África y Asia, ordenados por pilotos sentados frente a un monitor desde 10.000 kilómetros de distancia con una simple pulsación de su joystick. Y es solo el comienzo, la guerra robótica ya no es un simple juego de Play Station, ya está aquí.
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Información
III. Las víctimas
«Los cuerpos estaban tan deshechos que fue imposible diferenciar entre niños, jóvenes, mujeres, adultos y ancianos, todos fueron enterrados como animales en una fosa común».
(Farea al Muslimi, testimonio ante el Senado de EEUU de una matanza de civiles con drones, abril de 2013)
«¿Podrían aceptar los americanos que un avión yemení matara americanos sin ningún proceso judicial?».
(Himyar al-Qadhi, hermano de Adnan al-Qadhi, líder tribal y teniente coronel yemení, muerto en un ataque con drones el 7 de noviembre de 2012 a las puertas de una granja en la localidad de Beit al-Ahmar)
En una entrevista concedida a la CNN por Barack Obama el 6 de septiembre de 2012, el presidente precisó que no era él en solitario quién decidía quién debía engrosar la kill list que le ofrecían los mandos militares y de la CIA en esas reuniones de los martes por la mañana, sino que era todo un equipo el que lo hacía, el Consejo Nacional de Seguridad. Y aprovechó para explicar cuáles eran las condiciones que debían cumplirse para que un nuevo nombre se incorporara a esa lista.
Ante las cámaras de la CNN1 enumeró de esta forma los requisitos que se tienen que dar para que un «asesinato selectivo» sea legal:
«Debe ser un objetivo autorizado por nuestras leyes.»
«Debe suponer una amenaza seria y no una simple especulación.»
«Debe darse una situación en la que no sea posible capturar al individuo antes de que este pueda llevar a cabo algún tipo de operación contra Estados Unidos.»
«Debemos estar seguros de que en cualquier operación que llevemos a cabo evitaremos muy especialmente cualquier baja de civiles.»
«En los casos en que haya una justificación legal para intentar impedir (a ciudadanos estadounidenses) que lleven a cabo atentados, ellos deben contar con la protección de la Constitución y del debido proceso.»
De cumplirse efectivamente los rigurosos criterios que según el presidente se verifican para incluir a alguien en esa kill list, las víctimas de los ataques con drones se contarían por decenas, pero no por miles. Independientemente de la ilegalidad de los mismos, solo morirían los terroristas principales, sus líderes, y los daños colaterales ni existirían.
Durante la interpelación a la que fue sometido John Brennan en el Comité de Inteligencia del Senado para confirmar su nominación como director de la CIA, este aseguró que no se producían bajas civiles en los ataques, y añadió: «Cada una de las acciones que adoptamos se ajusta a la ley y respeta lo que creo que el pueblo americano espera que nosotros hagamos para protegerlo, pero al mismo tiempo nos aseguramos de hacer todo lo posible antes de usar la fuerza letal».
Y en apoyo a lo declarado por Obama a la CNN añadió: «Solo autorizamos una operación contra un individuo específico si tenemos un alto grado de seguridad de que el individuo que será atacado es con certeza el terrorista que buscamos».
Caitlin Hayden, portavoz de la Casa Blanca para asuntos de Seguridad Nacional, dijo esos mismos días que no debía deducirse por las palabras de Brennan que solo se refería a operaciones contra Al Qaeda y los talibán, sino que hablaba en un sentido más amplio aún.
El 13 de febrero de 2013, pocos días después de esa audiencia, la presidenta del Comité de Inteligencia del Senado, la demócrata por California Diane Feinstein, reveló que dicho comité recibía «una breve información poco después de cada ataque, con los detalles clave del mismo»2.
Brennan solo repetía su discurso habitual. Un año antes ya había dado una conferencia, titulada Ética y eficacia de la estrategia contraterrorista presidencial3, en la que glosaba las virtudes de los ataques con drones y negaba que produjeran víctimas civiles.
A pesar de las aseveraciones del nuevo director de la CIA, el presidente llegó a reconocer en un discurso con la boca pequeña: «a veces se producen víctimas civiles».
Pero ese «a veces» es en realidad muchas veces, casi siempre. En Irak, en Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia y cada vez más países, el simple ruido de un drone –literalmente, un abejorro– sobrevolando una zona, es sinónimo de horror.
Según las estadísticas de centros especializados en recuento de víctimas como New America Foundation, solo el 2 por 100 de las víctimas de drones eran cuadros de Al Qaeda o de alguna organización terrorista, dirigentes al menos locales. El número mayor de víctimas eran militantes rasos, colaboradores o clérigos o maestros que invocaban la yihad entre sus feligreses o alumnos. Y el 15 por 100 aproximadamente, civiles, niños, mujeres y hombres de todas las edades.
Y es lógico que así sea, y el presidente lo sabe. Poco después de llegar a la presidencia en 2009 los máximos mandos del Pentágono y la CIA lo familiarizaron con el léxico que utilizaban para sus operativos letales con drones: signature strikes, literalmente ataques firmados. Esa era, y es, la palabra mágica que explica en definitiva por qué el número de víctimas civiles de los ataques es tan alta.
«Señor presidente, identificamos nuestro objetivo cuando podemos ver que en un determinado lugar hay muchos varones en edad militar (16 años), hombres que es seguro están relacionados con la actividad terrorista, pero he de decirle que no siempre sabemos quiénes son». El diálogo entre el subdirector de la CIA, Steve Kappes y Obama fue reproducido por Daniel Klaidman en el libro tal vez más serio y completo sobre el tema4.
Según la particular terminología inventada por la Administración Obama, ese tipo de ataque se refiere a todos aquellos en los cuales el objetivo no está claramente identificado, sino que responde de forma genérica a lo que sería un potencial enemigo. A saber, cualquier reunión que tenga lugar en zona bajo vigilancia en la que se detecten varones «en edad de combatir» armados.
En la medida en que ni los talibán ni las milicias de Al Qaeda utilizan uniforme ni habitualmente tampoco ropa o distintivos particulares, esa es la única forma para seleccionar los objetivos: que sean varones «en edad de combatir» y que estén armados.
Estados Unidos hace así caso omiso a que en zonas tribales de Yemen, Pakistán o Afganistán, las armas son habituales así como disparar con ellas al aire en bodas y otros festejos. Como son habituales, también, las asambleas entre hombres en una aldea o comunidad, las tradicionales jirgas.
La mayoría de las víctimas civiles de los ataques con drones son causadas por esa forma en que las fuerzas estadounidenses pretenden detectar potenciales enemigos cuando no tienen fuentes confiables sobre el terreno para proporcionarles objetivos con nombre y apellido.
Testimonio ante el Senado de EEUU
«En el pasado, todo lo que los habitantes de Wessab conocían sobre Estados Unidos estaba basado en mis maravillosas experiencias allí. La amistad y los valores que experimenté y describí a los aldeanos a mi vuelta ayudaron a que ellos entendieran la América que yo conocí y amé»5. Así comenzaba el relato del joven yemení de 23 años Farea al Muslimi ante el Subcomité Judicial del Senado de Estados Unidos sobre Constitución, Derechos Civiles y Derechos Humanos en abril de 2013, audiencia a la que solo acudieron cinco miembros, todos ellos demócratas. «Ahora, sin embargo», continuó, «cuando ellos piensan en América piensan en el terror que sienten cuando los drones sobrevuelan sus cabezas, listos para disparar misiles en cualquier momento. Lo que antes los violentos no lograban, un ataque de drones lo consiguió en un instante: ahora hay un intenso odio contra América en Wessab».
Las declaraciones de al Muslimi, un activista social y blogger, fueron realizadas solo seis días después de que un drone de la CIA atacara su remota aldea, situada a nueve horas de la capital de Yemen, y matara a cinco vecinos inocentes. Al Muslimi recorrió también otras tres localidades cercanas castigadas igualmente por la acción de los drones.
Solo en una de ellas contabilizó 40 muertos. «Los cuerpos estaban tan deshechos que fue imposible diferenciar entre niños, jóvenes, mujeres, adultos y ancianos, todos fueron enterrados como animales en una fosa común», testimonió.
Ante el subcomité del Senado al Muslimi dijo que «la muerte de civiles inocentes por los misiles estadounidenses en Yemen está desestabilizando mi país y crea un ambiente del que se beneficia Al Qaeda […] Ellos usan la muerte de inocentes por ataques con drones para reclutar gente, sosteniendo que América está en contra de todos los yemeníes».
Al Muslimi dijo que los civiles yemeníes no logran entender por qué son atacados y se hacen preguntas como esta. «¿Por qué Estados Unidos está tratando de matar a una persona con un misil cuando todo el mundo sabe dónde está y puede ser arrestado fácilmente?»
Todo empezó en Yemen
En el exhaustivo trabajo de investigación que Human Rights Watch realizó sobre los ataques con drones en Yemen, titulado Between a Drone and Al Qaeda, The Civilian Cost of US Targeted Killings in Yemen6, la organización humanitaria recordaba cuál fue el origen de esas guerrillas a las que terminó atacando EEUU con consentimiento de las autoridades nacionales.
«En los años ochenta muchos jóvenes yemeníes consideraron un rito trasladarse a Afganistán a combatir junto con los muyahidin apoyados por Estados Unidos que combatían contra las fuerzas ocupantes soviéticas.» En su...
Índice
- Portada
- Portadilla
- Legal
- Dedicatoria
- Presentación
- Introducción
- I. La larga búsqueda de un avión letal sin piloto
- II. Matar con un joystick desde 10.000 kilómetros de distancia
- III. Las víctimas
- IV. Ejecuciones extrajudiciales de estadounidenses
- V. La impunidad de la guerra robótica
- Bibliografía y sitios de interés