
- 96 páginas
- Spanish
- ePUB (apto para móviles)
- Disponible en iOS y Android
eBook - ePub
Kant en 90 minutos
Descripción del libro
En Kant en 90 minutos, Paul Strathern expone de manera clara y concisa la vida e ideas del autor de la Crítica de la razón pura. El libro incluye una selección de sus escritos, una breve lista de lecturas sugeridas y cronologías que sitúan a Kant en su época y en una sinopsis más amplia de la filosofía.
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Información
Vida y obra de Kant
Immanuel Kant nació el 22 de abril de 1724 en la ciudad báltica de Königsberg (hoy Kaliningrado, en Rusia). Esta era entonces la capital de una aislada provincia alemana, la Prusia oriental. Los antepasados de Kant habían emigrado desde Escocia el siglo anterior, y bien pudiera ser que estuvieran emparentados con Andrew Cant, el famoso predicador escocés del siglo XVII. Se dice que Cant fue el origen del verbo inglés «to cant», que significa hablar en jerga, rasgo familiar este que había de reaparecer con creces en el filósofo.
En tiempos del nacimiento de Kant, Prusia oriental se estaba recuperando de la devastación de una peste que había reducido su población a menos de la mitad. Kant creció en una atmósfera de pobreza piadosa. Fue el cuarto hijo de la familia y aún habría de aumentar la prole, si bien solamente cuatro hermanas y un hermano llegarían como él a la edad adulta. El padre escocés de Kant era talabartero, cortador de correas. Solía decir, jocosamente, que «no conseguía terminar bien los extremos de las correas ni los fines de mes en el hogar». Kant guardó siempre respeto a su amable aunque financieramente agobiado padre, y se dice que le gustaba, de niño, mirarle mientras cortaba hábilmente tiras de cuero para los arneses. No obstante, el filosófico psicólogo Ben-Ami Scharfstein señala que, vista la destreza de su padre, merece señalarse «la gran torpeza de Kant con sus manos».
Fuera o no así, e independientemente de lo que esto pudiera indicar con precisión, la principal influencia temprana que recibió Kant fue sin duda la de su madre. La señora Kant era una mujer sin ninguna instrucción, de quien se dice que poseía una gran «inteligencia natural», y esto es lo que influyó particularmente en su hijo Immanuel, o Manelchen («Manolito»), como acostumbraba a llamarle. La madre de Kant solía llevarle de paseo por el campo y decirle los nombres de las plantas y las flores. Por la noche le mostraba las estrellas y le decía sus nombres y los de las constelaciones. Era una mujer piadosa, y sus maneras amables, aunque austeras, desempeñaron un papel decisivo en la formación del carácter moral de su hijo. Esta doble insistencia en los hechos y en el deber moral habría de permanecer con Kant durante toda su vida y fue primordial en su filosofía. La observación más famosa de Kant, hecha más de cincuenta años después, le devuelve a esos primeros años con su madre: «Cuanto más a menudo y más constantemente reflexionamos, los cielos estrellados arriba y la ley moral dentro de nosotros embargan el alma de una admiración y un respeto siempre renovados y siempre en aumento».
Kant fue educado dentro de una atmósfera pietista estricta. Desde los ocho a los dieciséis años fue a la escuela pietista local. Su inteligencia excepcional y su ardiente sed de aprender se vieron pronto estorbados por la interminable instrucción religiosa. Su aversión por la religión formal quedaría con él toda su vida (en la edad madura no asistió nunca a la iglesia). No obstante, Kant mantuvo mucho del punto de vista pietista, con su creencia en un modo de vida sencillo y su adhesión a una moralidad estricta.
La madre de Kant murió en 1737 y fue enterrada como una indigente. Kant tenía entonces catorce años. Él mismo señaló que experimentó sus primeras emociones sexuales por esa época. Algunos psicólogos han sugerido que la pérdida de su amada madre en ese estadio de la pubertad hizo que se sintiera culpable y reprimiera sus afectos sexuales. Bien pudo ser así, bien que simplemente se marchitaran. Cualquiera que fuera la causa, el hecho es que desde entonces Kant había de vivir una vida de represión sexual que asumiría proporciones heroicas.
Kant fue admitido en la Universidad de Königsberg a la edad de dieciocho años, como estudiante de teología. Al comienzo recibió ayuda pecuniaria de la iglesia pietista local, pero contribuía a su manutención dando clases a algunos de sus compañeros más atrasados. Se aburrió pronto de la teología y empezó a mostrar un fuerte interés por las matemáticas y la física. Leyó a Newton, que le abrió los ojos a las implicaciones filosóficas de los nuevos descubrimientos de la ciencia y de los grandes avances que se hacían en todos los terrenos de este campo, desde la astronomía hasta la zoología. La ciencia basada en la experimentación podía ser entendida solo dentro de una filosofía empirista, esto es, una filosofía que basara en la experiencia nuestro conocimiento del mundo.
En 1746, cuando Kant contaba veintidós años, murió su padre. Kant, su hermano y sus cuatro hermanas quedaron sin un céntimo. Las hermanas más jóvenes fueron dejadas al cuidado de una familia pietista; las mayores fueron a trabajar de criadas. Kant trató, sin éxito, de trabajar en la escuela local y se vio obligado a dejar la universidad antes de graduarse.
Durante los nueve años siguientes, Kant se mantuvo como preceptor en familias ricas de los alrededores de Königsberg. Durante un tiempo estuvo al servicio del conde y la condesa de Keyserling (la aristocrática familia en cuyo seno nacería más adelante el pseudofilósofo Hermann Keyserling, cuyas supercherías edificantes servirían de consuelo a las señoras de la alta sociedad después de la Primera Guerra Mundial). Siempre que Kant contaba con algún dinero extra mandaba una parte a sus menos afortunadas hermanas, pero, aparte de esos regalos, no mantuvo ningún contacto personal con su familia. Esto no era debido a ningún engreimiento por su parte, sino, se dice, a la «natural austeridad y objetividad de su carácter», que habría de ser un rasgo de su vida posterior. Las cuatro hermanas de Kant siguieron viviendo en Königsberg (una ciudad de apenas 50.000 habitantes) mientras Kant vivió, pero no se encontró con ninguna de ellas durante más de veinticinco años. Cuando una de las hermanas fue finalmente a verle, él ni siquiera la reconoció. Después de que le fue explicado quién era, pidió disculpas a los presentes por la falta de cultura de la hermana. Puede ser que Kant no fuera ningún esnob, pero era conocida su incapacidad de tolerar a los necios, al parecer incluso dentro de su propia familia.
Este incidente apunta a un aspecto curioso. La hermana de Kant ha debido de tener cierto parecido con su madre, tanto intelectual como físicamente, e incluso debía tener la misma edad que ella cuando crio a Kant. ¿Quiere esto decir que el célebre amor de Kant por su madre se había hecho tan profundo que ya no lo reconocía? Se ha sugerido que, inconscientemente, molestaba a Kant el nexo represivo –hechos, moral, anulación sexual– impuesto en él por su madre. Su incapacidad de reconocer a su hermana (e incluso de tener relación alguna con ella) han debido de tener algo que ver. Pero no tenemos manera de saberlo. (La pura falta de vida de Kant ha atraído mucha más atención perversa de los psicólogos que la vida comparativamente normal de otros filósofos. Pero, en mi opinión, la noción toda de normalidad en este campo es una cuestión discutible.)
Si bien Kant pudo ser insensible hacia su familia, parece que disfrutaba de la vida entre las familias ricas donde estuvo empleado como preceptor. Su aspecto era tan extraño como su carácter. Medía menos de un metro cincuenta y su cabeza era desproporcionadamente grande respecto de su cuerpo. Su contextura sufría de un ligero giro, como de sacacorchos, que hacía que su hombro izquierdo cayera hacia abajo y el derecho se curvara hacia atrás, de modo que su cabeza tendía a inclinarse hacia un lado. Vestido con ropas raídas y sin apenas un céntimo, no ha debido de ser precisamente la sensación en la Universidad de Königsberg (que, a su vez, tampoco era el centro de una sociedad cosmopolita). Pero ahora, ataviado por sus señores con su elegante traje de preceptor, y animado a mezclarse con los invitados de la familia, Kant floreció. Pronto desarrolló un ingenio rápido, adquirió un barniz de sofisticada seguridad y se convirtió en un hábil participante en las mesas de cartas y de billar. Kant acompañaba a la familia en sus desplazamientos al campo en las vacaciones de verano, viajando con ellos a unos sesenta kilómetros de Königsberg. (Esto fue lo más lejos de su hogar provinciano que habría de llegar en toda su vida.) Pero este periodo de relativa elegancia fue solo una fase.
En 1755, a la edad de treinta y un años, pudo por fin Kant graduarse en la Universidad de Königsberg, gracias, en parte, a la caridad de un benefactor pietista. Esta era una edad tardía para terminar los estudios; como veremos, Kant fue un hombre inusualmente lento en sus progresos. A esa edad, casi todos los otros filósofos importantes habían ya empezado a formular las ideas por la...
Índice
- Portada
- Portadilla
- Legal
- Introducción
- Vida y obra de Kant
- Diálogo sobre Kant y la metafísica
- Algunos argumentos clave
- Cronología de fechas filosóficas importantes
- Cronología de la vida de Kant
- Cronología de la época de Kant
- Lecturas recomendadas