Bioarte
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Bioarte

Arte y vida en la era de la biotecnología

Daniel López del Rincón

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  1. 288 páginas
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Arte y vida en la era de la biotecnología

Daniel López del Rincón

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Partiendo del análisis exhaustivo de un conjunto significativo de artistas y obras, el presente volumen revela que tras la aparente homogeneidad del término "bioarte" se oculta una larga y compleja historia de relaciones entre arte, biología y tecnología. La vocación abarcadora del texto, primer estudio de conjunto sobre el tema escrito en castellano, permite analizar la posición que ocupa el bioarte con respecto a otros marcos establecidos, tanto artísticos como científicos. Las tensiones que se producen entre el bioarte y estos marcos actualizan debates cruciales para la comprensión del arte actual: las relaciones entre arte y vida que atraviesan todo el arte contemporáneo, la atribución de una función crítica de las manifestaciones artísticas interdisciplinares, o la teorización de la (in)materialidad en el ámbito del arte y los nuevos medios.

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Información

Año
2015
ISBN
9788446042464
Edición
1
Categoría
Art
1. El bioarte como objeto de estudio
Los nombres del bioarte: terminología y campo de estudio
El término «bioarte» es un neologismo aparecido a principios del siglo xxi para designar genéricamente a un conjunto de prácticas artísticas que relacionan arte, biología y, muy frecuentemente, tecnología. Esto ha hecho del «bioarte» un término que acoge un grupo muy heterogéneo de prácticas cuyos límites no son siempre claros[1].
El significado atribuido al término «bioarte» ha variado en función de los distintos autores que lo han utilizado, lo que hace que una de sus características sea la flexibilidad: en algunos casos se utiliza una acepción muy amplia, que abarca toda utilización artística de materiales vivos; en otros casos, el bioarte se ha convertido en un término equivalente al de arte genético, excluyendo, por tanto, las aportaciones de artistas que se sirven de técnicas procedentes del laboratorio como puedan ser el cultivo celular y de microorganismos. Jens Hauser se ha referido a esta problemática del término «bioarte» describiéndolo como un «monstruo etimológico» y como un «término mutante»[2].
Al problema de la indefinición y la pluralidad de usos del bioarte se superpone el de la existencia de otros términos tales como «arte biotecnológico», «arte genético» o «arte transgénico», que a menudo se han utilizado como sinónimos de «bioarte», lo que no resulta preciso atendiendo a su significado estricto. Sirva de ejemplo, con los términos mencionados, que todo arte transgénico es necesariamente genético, pero no a la inversa, y que, análogamente, toda intervención genética forma parte de la biotecnología, pero no a la inversa.
Resulta necesario, por tanto, aclarar las relaciones que se establecen entre los distintos términos implicados y los significados que se les asocian. Antes de plantear nuestra propuesta organizativa, es necesario recuperar la contribución realizada por algunos autores al respecto.
Annick Bureaud clasificó diversos términos en 2002 utilizando un criterio técnico, ordenándolos del más general al más específico[3] y refiriéndose no al «bioarte» sino al «arte biológico». El término biological art designa, para esta autora, las obras basadas en formas vivas en un sentido amplio; el término biotechnological art remite al uso artístico de tecnologías de la biología contemporánea; el término genetic art se fundamenta en el conocimiento y manipulación artística de los genes y el ADN, y transgenic art designa las prácticas artísticas consistentes en la transferencia de información genética de un organismo a otro. Bureaud ya advierte que esta clasificación general oculta numerosas subclasificaciones, como la pintura con bacterias o la clonación, por citar sólo dos ejemplos. Sin embargo, su aportación es relevante en la medida en que pone en evidencia la existencia de un marco genérico que permite agrupar un conjunto significativo de artistas, pero también ámbitos de actuación específicos.
También George Gessert, en el marco del debate planteado en la plataforma Yasmin en 2006[4], realizó una propuesta para organizar la terminología de este contexto artístico. Gessert añade al criterio técnico que caracterizaba la propuesta de Bureaud, el criterio material, distinguiendo entre el reino basado en el carbono (la vida biológica), al que pertenecería el bioarte, y el que no está basado en el carbono. A partir de aquí, organiza los distintos términos que se han utilizado en este contexto. Para él, «bioarte» remite al arte que utiliza elementos vivos, presentando una consideración amplia del bioarte, que abarcaría manifestaciones como el arte de la tierra o el arte ecológico. El «arte biotecnológico» constituiría una parcela del anterior, y sería aquel arte que manipula tecnológicamente los elementos vivos, incluyendo técnicas tradicionales de cultivo y selección, pero también clonación, ingeniería genética o cultivo tisular. El «arte genético» es, para Gessert, un término que alude tanto a manifestaciones que utilizan la genética como medio artístico (lo que nosotros denominaremos tendencia biomedial) como a manifestaciones informáticas como la vida artificial, que realiza simulaciones informáticas sirviéndose del paradigma genético y que quedarían, según Gessert, fuera de los límites del bioarte. Lo que las unifica es que la genética está implicada de una u otra forma, temática o materialmente, en la obra, en unos casos con material basado en el carbono y en otros no (como es el caso de la vida artificial). El «arte transgénico», parcela del anterior, es aquel que modifica los organismos mediante ingeniería genética utilizando para ello material vivo.
Pier Luigi Capucci ha elaborado un gráfico que recoge visualmente la clasificación ofrecida por Gessert y que reproducimos en la página siguiente[5].
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Esquema 1. Clasificación del bioarte elaborada por Pier Luigi Capucci, según propuesta de George Gessert (Yasmin Discussion «Art & biology», 2006).
Basándonos en las aportaciones de Bureaud y Gessert-Capucci, hemos elaborado nuestro propio mapa de ámbitos y términos relacionados con el bioarte, tanto aquellos que consideramos que deben incluirse en él como aquellos con los que se relaciona, en el contexto del arte y las nuevas tecnologías. En general, estamos de acuerdo con el esquema elaborado por Pier Luigi Capucci, aunque en nuestra propuesta introducimos algunos matices y nuevas variables que consideramos importantes para precisar el sentido de distintas expresiones relacionadas: «Arte, biología y tecnología», «Arte y tecnologías biológicas», «Arte biotecnológico», «Arte genético» y «Arte transgénico», que, aunque forman parte de un idéntico campo semántico (que es el del «bioarte»), no son equivalentes. Por otro lado, nuestra propuesta incluye también otras manifestaciones que, no siendo estrictamente parte del bioarte, se emparentan con él al formar parte del contexto de relaciones «arte, biología y tecnología»: el «arte de la vida artificial» (que es una de las parcelas del «arte digital») y el «arte biónico» (que es una de las aplicaciones del «arte robótico»).
En primer lugar, nuestro esquema introduce, con respecto al de Gessert y Capucci, dos estadios intermedios entre el «bioarte» y el «arte biotecnológico» que permiten incorporar aspectos que, sin ser propiamente biotecnológicos, son importantes para precisar el sentido del bioarte: se trata de las relaciones genéricas entre «arte, biología y tecnología» y, subsidiariamente, las relaciones entre «arte y tecnologías biológicas», que, incluirían, a su vez, el mencionado «arte biotecnológico».
El contexto de relaciones entre «arte, biología y tecnología» constituye un ámbito amplio en el que incluimos tanto tecnologías como la biónica (que utiliza la robótica para elaborar prótesis electromecánicas que se hibridan con el cuerpo biológico) como técnicas y procedimientos propios de la biología experimental en el contexto del laboratorio (que nosotros denominamos «tecnologías biológicas»). En este caso, la biónica (que manifiesta una relación clara entre biología y tecnología) se sirve de tecnologías robóticas, cuya materialidad no es biológica, por lo que incluimos el «arte biónico» en el contexto del arte y las nuevas tecnologías pero no en el «bioarte», es decir, al margen de las «tecnologías biológicas», que incluirían técnicas y procedimientos como la microcauterización, el cultivo celular y de microorganismos, o la ingeniería genética. No todas estas «tecnologías biológicas», que son propias del laboratorio biológico, son susceptibles de ser consideradas como parte de la «biotecnología», ya que «biotecnología» tiene un sentido preciso.
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Esquema 2. Marco conceptual: terminología y ámbitos artísticos implicados en el bioarte.
El peligro del término «biotecnología» es atribuirle un significado equivalente a la expresión «cualquier tecnología utilizada por la biología». La biotecnología cuenta con un significado específico, aunque tenga múltiples ámbitos de aplicación. La convención de las Naciones Unidas sobre la diversidad biológica define «biotecnología» del siguiente modo: «Cualquier aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos, organismos vivos o derivados de ellos con el fin de hacer o modificar productos o procesos para un uso específico»[6]. Atendiendo a la definición, técnicas concretas utilizadas en el ámbito de la ingeniería genética (donde entraría la transgénesis, la clonación, la manipulación del código genético) formarían claramente parte de la biotecnología. También lo harían el cultivo celular y de microorganismos, si atendemos a la utilización instrumental que se hace de las entidades vivas para la modificación de procesos biológicos. Sin embargo, otras técnicas y procedimientos como la microcauterización (que utiliza, por ejemplo Marta de Menezes en su obra Nature? [Fig. 7]) no constituyen una intervención biotecnológica. No obstante, en la bibliografía sobre bioarte es frecuente encontrar una definición laxa del término «biotecnología», que incluiría el conjunto de técnicas y procedimientos utilizados por la investigación biológica actual.
Existe una matización importante dentro del concepto de biotecnología, que ha sido planteada en el contexto del bioarte: se trata de la distinción que Yves Michaud establece entre «biotecnología empírica» y «biotecnología científica». Aunque en ambos casos se trata de la instrumentalización de los procesos de la vida para su modificación, estos dos conceptos aluden a dos modos de realizarlo: en el primer caso, la biotecnología empírica, el autor alude a una intervención tradicional (como es el caso de la cría y selección de especies, característico de la domesticación de plantas y animales), que encontraremos en este estudio ejemplificada en trabajos como los de Edward Steichen, George Gessert o Brandon Ballengée; en el segundo, el de la biotecnología científica, nos encontramos en la acepción habitualmente atribuida a «biotecnología», que consiste en la intervención sobre los procesos de la vida a un nivel microscópico, sirviéndose de técnicas propias del laboratorio, como serían, entre otras, las técnicas del ADN recombinante y sus aplicaciones en el ámbito de la genética.
Por lo que respecta al «arte genético», en nuestra propuesta hemos establecido una precisión terminológica con respecto a la definición de Gessert y Capucci: la distinción entre el «arte de la vida artificial» (que, partiendo de una concepción genética, realiza simulaciones de la vida por medios informáticos) y el «arte genético» propiamente dicho, que nosotros entendemos estrictamente como la utilización de técnicas de ingeniería genética recurriendo para ello a materiales biológicos. Es por ello por lo que consideramos que el «arte genético» debe ubicarse íntegramente en el contexto del «bioarte» y, aunque emparentado, distinguirse del «arte de la vida artificial», que es una manifestación que debe enmarcarse en el contexto del «arte digital». Como en el caso de Gessert, ubicamos también el «arte transgénico» (que es una de las aplicaciones de la genética en el arte) como una parcela específica del «arte genético».
En general, las clasificaciones de Bureau...

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