III. Karl Mannheim (1893-1947)
La sociología del conocimiento es, en este sentido, la sistematización de la duda que encontramos en la vida social en forma de una vaga incertidumbre e inseguridad.
Karl Mannheim, Ideology and Utopia, 1936.
La vida de un ensayista
Nacido en Budapest en 1893 en una familia judía de clase media, Karl Mannheim se trasladó, siendo muy joven, a Berlín, donde siguió con gran interés las clases de Georg Simmel y Georg Lukács. En 1918 se doctoró en filosofía y poco después, acudiendo a la llamada de su maestro Lukács, se incorporó a la Facultad de Educación de la Universidad de Budapest. Cuando el almirante Miklós Horthy impuso en 1919 un régimen autoritario y antisemita en Hungría, huyó a Alemania, estableciéndose en Heidelberg en 1921.
En esta ciudad se incorporó al grupo formado por la mujer de Max Weber, Marianne, y su hermano Alfred, distanciándose de Lukács que se había convertido al comunismo. Tras varios años sobreviviendo como privatdozent, en 1930 fue nombrado catedrático de la Facultad de Sociología de la Universidad Goethe de Frankfurt, en la que tuvo como asistente a Norbert Elias. Recordando las experiencias de estos años, más adelante afirmó: «Si se me pidiera que resumiese en una frase la significación de la sociología alemana desde 1918, diría: La sociología alemana es el producto de una de las más grandes disoluciones y reorganizaciones sociales, acompañada de las formas más altas de autoconciencia y de autocrítica» (1953/1963: 231).
En 1933, con la llegada de Hitler al poder, Mannheim marchó de Alemania y se refugió en Londres, ingresando como docente en la London School of Economics. Durante varios años ocupó diversos puestos temporales en diferentes instituciones británicas y en 1945, dos años antes de su prematura muerte –tenía una lesión coronaria de nacimiento– accedió a la cátedra de Sociología y Educación en la Universidad de Londres.
A lo largo de estos cincuenta y tres años de vida, Karl Mannheim, primero bajo la égida de Lukács y, después, de la de Alfred Weber, escribió una larga sucesión de textos ensayísticos sin llegar a pergeñar «una gran teoría que haya resistido el paso del tiempo» (Ritzer, 2001: 432). Esta opción de escritura ensayística fue sin embargo defendida por el propio Mannheim, para quien «el ensayo independiente, con unidad de lectura y que puede convertirse en el tema de una discusión de grupo, traslada más directamente que el tratado las ideas esenciales» (1943/1986: 7).
Una preocupación entre otras: la sociología del conocimiento
Todos los historiadores de la sociología que han analizado la obra de Mannheim (como, por ejemplo, González García, 1979) han distinguido en ella dos etapas completamente diferentes. La primera sería la que está dedicada a la sociología del conocimiento, y la segunda, que comenzaría con su exilio británico, se perfilaría sobre el deseo de intervenir en la vida social y política de su tiempo, acotada por el ascenso del fascismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial.
En este sentido, Ideologie und Utopie (1929), luego reeditada como Ideology and Utopia en 1936 (Ideología y utopía) representaría el culmen de la primera etapa y Diagnosis of our time. Wartime essays of a sociologist, de 1943,(Diagnóstico de nuestro tiempo) vendría a ser la obra–programa de la segunda. En esta última etapa se intentarían aplicar algunos de los conceptos elaborados en la primera y devendría en un intervencionismo social con algunos elementos religiosos, tal y como ha señalado Ritzer haciendo una comparación con Comte (Ritzer, 2001: 461).
Pero, así mismo, como comenta Irving Zetling, es posible distinguir, incluso en el periodo que podríamos denominar alemán –el dedicado a la sociología del conocimiento–, diversas fases al calor de las cuales, Mannheim habría ido configurando lo que de una manera más explícita aparece en Ideología y utopía.
Zetling ve así una primera aproximación a la sociología del conocimiento en la disertación doctoral de Mannheim –«Die Struktuanalyse der Erkenntnistheorie» «El análisis estructural de la epistemología» (1918-1922)– en la que el filósofo húngaro «trabajó con algunas de las suposiciones fundamentales de Hegel y de las Geisteswissenschaften» como, por ejemplo, aquella fundamental que postula que «un elemento cultural siempre debe ser considerado como parte de una totalidad lógico-significativa mayor» (1968/1993: 321). Para Zetling esta idea relacionista que supone la existencia de una estructura total y que de Hegel pasó a Marx, se hizo más explícita en el estudio de las concepciones del mundo que llevó a cabo Mannheim posteriormente («Beiträge zur Theorie der Weltanschauungs-Interpretation», 1923).
Así, en efecto, en su análisis de la Weltanschauung, Mannheim concedió a la expresión «concepción del mundo» un carácter teórico general que se refería al espíritu o tono supremo que impregnaría todas las creaciones culturales. La verificabilidad de esta concepción –en la que se manifiesta una indudable influencia de Dilthey (Remmling, 1975/1982b: 45)– no la articuló Mannheim en un dispositivo científico común con el de las ciencias en sentido estricto, sino más bien en un punto de vista correlativo, lo cual «es fuente de no pocas confusiones entre sus lectores y críticos» (Zetling, 1968/1993: 326).
Esta primera fase del pensamiento de Mannheim, se cerraría, según Zetling, con su ensayo sobre el historicismo –«Historismus» (1923-1924)–. En dicho ensayo, Mannheim desarrolló una teoría que tomó como base la proposición de que «sólo hay historicismo cuando la historia se escribe a partir de la Weltanschauung historicista» (Mannheim, 1924/1982: 143), pero que en su aceptación implicaba que el cuadro histórico del pasado cambia con cada época. La posible crítica de relativismo que implicaría la aceptación de tal teoría, vino a ser prevenida por el propio Mannheim que, curándose en salud, afirmó, según Zetling, que «el conocimiento social e histórico no es relativo sino perspectivista y relacional» (1968/1993: 329).
Una segunda fase del pensamiento de Mannheim comenzaría con su ensayo acerca del pensamiento conservador –«Das konservative Denken. Soziologische Beiträge zum Werden des politisch-historischen Denkens in Deutschland» (1926-1927)–, trabajo de habilitación para convertirse en privatdozent, y supondría por un lado una aproximación empírica a las «bases sociales de una determinada corriente de pensamiento» (1968/1993: 330), así como una mayor inclinación interpretativa hacia las teorías marxistas.
En dicho artículo, tomando como referencia los estudios en Historia del Arte, Mannheim abordó una investigación con un criterio estilístico, en el sentido de que «el método ha llegado a ser tan exacto que ahora casi siempre es posible fechar con exactitud una obra de arte, simplemente por el análisis de sus elementos formales» (1953/1963: 85), es decir, según su «principio formal (Gestaltprinzip)» (1953/1963: 89).
En este sentido, también su artículo sobre el fenómenos de las generaciones –«Das Problem der Generationen» (1928)– encaminaría a Mannheim hacia su magna obra Ideología y utopía.
Tras Ideología y utopía, los artículos publicados póstumamente en Essays on the sociology of culture (Ensayos sobre sociología de la cultura), en 1956, ratificaron la tesis de que «es susceptible de articulación científica la correlación entre las concepciones particulares de la realidad, por un lado, y los determinados modos de insertarse en ella, por otro» (1956/1962: 48).
En conclusión, para Mannheim, en relación a la sociología del conocimiento, «la ciencia social recoge ideas enteramente nuevas. Éstas se resumen en tres tendencias principales: en primer lugar, la tendencia a la autocrítica de las motivaciones inconscientes colectivas, en cuanto determinan el pensamiento social moderno; en segundo lugar, la tendencia al establecimiento de un nuevo tipo de historia del pensamiento capaz de interpretar los cambios en las ideas en relación con los cambios histórico-sociales; y, por último, la tendencia a la revisión de nuestra epistemología, que hasta ahora no ha tomado en cuenta lo bastante la naturaleza social del pensamiento. La sociología del conocimiento es, en este sentido, la sistematización de la duda, que encontramos en la vida social en forma de una vaga incertidumbre e inseguridad» (1936/1987: 44).
Ideología y utopía. Las bases de una sociología del conocimiento
Ideología y utopía, la obra más conocida de Mannheim, es un conjunto de ensayos, publicados en diferentes fechas, que ordenan los fundamentos de su sociología del conocimiento. Así, en 1929, se publicaron los capítulos II, III y IV, destacando el análisis de la mentalidad utópica. En 1931 se publicó el capítulo V, en el que se realiza una aproximación sistemática a la nueva especialidad sociológica y, en 1936, ya en el exilio, se añadió un capítulo I introductorio. Hasta esta última fecha, por lo tanto, no se puede considerar la obra como definitivamente finalizada.
Para la exposición sistemática de las principales ideas de Manhheim respecto de la sociología del conocimiento, explícitas en esta obra y en otras anteriores y posteriores, se ha optado por ordenarlas según los siguientes aspectos: los orígenes sociales del conocimiento; el vínculo del pensamiento con la acción; el relacionismo frente al relativismo; las concepciones temporales y espaciales; y la historia y el conocimiento histórico.
Los orígenes sociales del pensamiento
Continuando, en principio, con la tradición marxista, Mannheim intentó articular un vínculo teórico entre las producciones intelectuales y las posiciones sociales: «La tesis principal de la sociología del conocimiento es que existen formas de pensamiento que no se pueden comprender debidamente mientras permanezcan oscuros sus orígenes sociales» (1936/1987: 2).
El argumento mayor para defender esta tesis es un viejo tópico aristotélico que señala que si bien es el individuo quien piensa y quien, por lo tanto, elabora el pensamiento, lo hace a través de un medio grupal como es el lenguaje: «Sólo en un sentido muy limitado el individuo aislado crea él mismo la forma de discurrir y de pensar que le atribuimos. Habla el idioma de su grupo; piensa en la misma forma que su grupo» (1936/1987: 2).
Dicho vínculo, en efecto, había sido ya propuesto por Marx y Engels en La ideología alemana y se había resumido en la célebre frase: «No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia» (1845/1972: 26), recogiendo de forma explícita lo apuntado por el propio Marx en Filosofía del derecho de Hegel (1844). Mannheim tomó este paradigma probablemente de Lukács tal y como este filósofo lo había explicitado muy esquemáticamente en su obra Historia y conciencia de clase (19...