Mediación: habilidades y estrategias
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Mediación: habilidades y estrategias

Guía práctica

Tony Whatling

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Tony Whatling

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Información del libro

La mediación es un proceso útil para resolver conflictos en múltiples contextos de disputas. Este libro se centra en las habilidades esenciales que necesitará cualquier mediador, así como en su uso estratégico. Tony Whatling utiliza su amplia experiencia en el campo de la mediación para explicar de forma clara y sencilla las habilidades usadas más comúnmente en los procesos de mediación y el momento en que se deben utilizar. El autor nos enseña que, mediante un uso apropiado de estas técnicas, un mediador puede manejar diferentes conflictos. Analiza cómo y cuándo utilizar eficazmente habilidades para realizar preguntas, para escuchar activamente, normalizar, mutualizar, etc., y la forma de tratar con las emociones intensas y las reacciones negativas que se dan habitualmente en las situaciones de conflicto.Este libro es esencial para quien quiera mejorar sus habilidades para la mediación, tanto para el profesional experimentado de la mediación o de otros campos profesionales (educadores, trabajadores sociales, personal sanitario…), como para los que se inician en esta interesante tarea.

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Información

Año
2017
ISBN
9788427723108
Edición
1
Categoría
Social Sciences
Categoría
Social Work
1/ MEDIACIÓN:
PROCESO Y PRÁCTICA
EL CONCEPTO DE MEDIACIÓN Y TÉRMINOS SIMILARES
La mediación es un proceso en el que una tercera persona imparcial ayuda a aquellos que están envueltos en un conflicto, a comunicarse de forma efectiva y a alcanzar soluciones consensuadas acerca de algunos o todos los asuntos en disputa.
La resolución alternativa a los conflictos supone una variedad de procesos informales para resolver las disputas, como alternativas a los litigios o al arbitraje. Estos procesos normalmente implican la asistencia de una tercera parte neutral, como sucede en la mediación y en la conciliación.
Las definiciones del término conciliación son muchas y variadas, comprendiendo desde los profesionales que activamente animan a una conducta conciliatoria entre las partes, quizás a través de la reconciliación, hasta algo más similar a la “mediación evolutiva”, donde un conciliador, que tenga una parte técnica o legal relevante en el conflicto, pueda asesorar o incluso hacer recomendaciones o sugerir opciones a los participantes en él.
Podemos encontrar otras definiciones de mediación y conciliación que prácticamente las equiparan. En el Reino Unido de los 80, uno de los principales organismos en mediación familiar, conocido entonces como Consejo Nacional de Conciliación Familiar, cambió el nombre a Mediación Nacional Familiar. La razón de este cambio fue la confusión que podía haber entre los términos “conciliación” y “reconciliación”, y por eso desde ese momento los conciliadores pasaron a ser conocidos como “mediadores”.
PRINCIPIOS BÁSICOS DE LA MEDIACIÓN
Un proceso de mediación debe guiarse por una serie de principios esenciales: la participación voluntaria, la neutralidad, la imparcialidad, la confidencialidad y la conformidad.
Participación voluntaria
La participación en la mediación debe ser siempre voluntaria. Los participantes en la mediación deben acudir a esta vía por su propia decisión y tanto ellos como el mediador son libres para retirarse en cualquier momento. Hablar de los beneficios potenciales de una “mediación obligatoria” es simplemente una contradicción, ya que no se puede obligar a las personas a participar en ella.
Neutralidad
Los mediadores deben permanecer neutrales en todo momento hasta el resultado final del proceso. Normalmente ayudarán a los participantes a identificar y explorar las opciones disponibles y su viabilidad, y cuando sea conveniente, les facilitarán información, pero no consejo, sobre lo que las partes deseen saber. A pesar de este principio esencial de neutralidad, los mediadores no serán neutrales en casos de desequilibrios significativos en las posiciones de fuerza o asuntos de seguridad (abuso infantil, violencia de género, amenazas de violencia o intimidación). Por ello, deberían recibir formación para gestionar adecuadamente este tipo de temas y actuar conforme a la legalidad, incluyendo, si es necesario, la terminación segura del proceso y la participación eventual de las autoridades competentes.
Imparcialidad
Los mediadores deben permanecer en todo momento imparciales y actuar de igual modo con todos los participantes. Deben conducir el proceso de una manera justa y equitativa.
Confidencialidad
La mediación es un proceso confidencial y los mediadores no deberán divulgar ninguna información acerca del mismo o que se haya obtenido en el proceso, sin el expreso consentimiento de cada participante.
Conformidad con la legalidad vigente
Normalmente a los participantes en un proceso de mediación se les pide que estén de acuerdo en que las discusiones y las negociaciones que se den en el proceso no puedan tener ninguna consecuencia legal o procedimental, y que el mediador no pueda ser requerido para testificar o facilitar a nadie las notas que tomó en el curso de una mediación, salvo que las partes acuerden prescindir expresamente de este privilegio, o las Cortes impongan una obligación preponderante por encima del mediador.
EL PROCESO DE MEDIACIÓN
La mediación no es un suceso sino un proceso, un viaje, que empieza en algún sitio, continúa con pasos ciertos e identificables y termina en otro lugar diferente. Mediadores distintos y que trabajen en diferentes contextos de conflictos describirán distintas etapas del proceso y atribuirán distintos números a esas etapas.
Marian Roberts (2008: 152-154), por ejemplo, describe un proceso universal de cinco etapas:
Etapa 1. Establecer las normas de funcionamiento (la primera sesión juntos).
Etapa 2. Definir y aclarar lo sucedido (a través de entrevistas por separado).
Etapa 3. Examinar el conflicto (volver a reuniones juntos).
Etapa 4. Desarrollo de las opciones variadas y viables (posibles soluciones).
Etapa 5. Llegar a un acuerdo y garantizarlo.
En contraposición, Moore amplía a doce etapas (Moore, citado en Deutsch y Coleman 2000: 530-531).
En realidad, lo más simple es decir que, para la mayor parte de los profesionales dedicados a la ayuda, desde los consultores y terapeutas hasta los mediadores, el proceso marco de mediación tiene unos elementos comunes identificables. Cada grupo profesional definirá, de acuerdo a su propio lenguaje o necesidades, estos elementos y las etapas de que se compone.
Lo normal es que, el proceso incluya los siguientes elementos: averiguar qué ha pasado para que los clientes busquen ayuda (la historia); qué efectos está teniendo en su vida diaria y su bienestar; qué están haciendo para intentar resolver las dificultades; a quién le afecta más la situación; cuáles son los deseos de los clientes y las opciones que tienen para lograr un cambio beneficioso en el futuro; qué necesitarán hacer para conseguir sus objetivos; y, finalmente, los detalles de “qué, quién, cómo, dónde y cuándo” llevar a cabo su plan de acción.
LAS CUALIDADES DEL MEDIADOR
¿Cuáles son las cualidades y atributos que caracterizan a un mediador eficaz? En las clases de formación de mediadores, los candidatos suelen responder: “inteligencia, perseverancia, paciencia, no hacer valoraciones morales, profesionalidad, imparcialidad, habilidad para escuchar y entender asuntos complejos, imperturbabilidad y ejercicio de la autoridad pero sin ser autoritario”.
Un vistazo a la literatura de mediación nos revela muy pocas diferencias en este tema. En varios estudios diferentes (Landsberger 1956, Raiffa 1982, Stulberg 1981), las cualidades destacadas son:
Originalidad de ideas.
Sentido del humor.
Habilidad para actuar sin intrusiones.
Naturalidad.
Autoridad reconocida y respetada.
Habilidad para entender rápidamente las complejidades de una disputa.
Conocimientos acumulados.
Control sobre los propios sentimientos.
Esfuerzo constante y paciencia en su trabajo.
Fe en la voluntariedad (frente a las imposiciones).
Resiliencia.
Capacidad para entender la dinámica del entorno de una disputa.
Tener “la piel de un rinoceronte, la sabiduría de Salomon y la paciencia de Job”.
Esta lista tan impresionante, elaborada a partir de las opiniones de clientes de mediadores, podría ser de más utilidad si se graduara en una escala del 1 al 5 para que los aprendices, mediadores noveles y mediadores experimentados, pudieran usarla como instrumento de valoración regular en su desarrollo profesional.
TIPOS DE MEDIACIÓN
Al hablar de tipos diferentes de mediación, nos fijaremos en los siguientes: facilitadora, valorativa, autoritaria, transformadora y narrativa.
Mediación propicia o facilitadora
Este tipo de mediación se practicó en los primeros años del desarrollo de esta materia durante las décadas de 1960 y 1970, especialmente en Norteamérica. Los mediadores-facilitadores trabajan cumpliendo un número de etapas de un proceso designado para ayudar a las partes en disputa a alcanzar una solución aceptable para todos. Al principio, usando preguntas abiertas, el mediador-facilitador ayuda a las partes a identificar y aclarar los temas en conflicto, y también a explorar los intereses y necesidades subyacentes a las posiciones que han adoptado y, desde ahí, a desarrollar las opciones posibles a las que hay que llegar para lograr un acuerdo en el que ganen ambas partes.
El mediador-facilitador no hace recomendaciones a las partes, ni da consejos personales, ni predice los resultados probables de un litigio. Se le describe como un “guía” del proceso, en el que las partes mantienen el control total de su contenido y del acuerdo al que tienen que llegar.
Los mediadores-facilitadores trabajan para asegurar que las partes lleguen a acuerdos basados en su propio conocimiento y entendimiento de los asuntos que los dividen. Sobre todo, consiguen que se mantengan las sesiones colectivas con todas las partes implicadas, para que todas puedan hacerse oír y lleguen a entender los puntos de vista de los otros. En algunas circunstancias pueden iniciar reuniones secundarias, llamadas “camarillas”, o también reuniones de enlace, por ejemplo, para los casos en los que hay un conflicto muy importante o un claro desequilibrio entre las situaciones de poder de ambas partes.
Mediación valorativa
Un mediador-valorativo ayuda a las partes a alcanzar una solución destacando las fuerzas y debilidades particulares de cada parte y prediciendo lo que un juez o un jurado haría en un caso semejante. Puede realizar recomendaciones formales o informales a las partes en cuanto al resultado de la polémica. A este proceso también se le llama “mediación normativa”, dado que, basándose en los aspectos legales del caso, los derechos legales de las partes y el concepto legal de justicia, define lo que la justicia normalmente tiende a decidir en casos similares.
Los mediadores valorativos pueden reunirse, por separado y juntos, con las partes y sus representantes legales, practicando lo que se llama “diplomacia itinerante”. Estructuran el proceso e influyen en gran medida en el resultado del mismo. Suelen tener experiencia en prácticas legales, y es una opción muy utilizada en Estados Unidos.
Mediación autoritaria
Supone justo lo opuesto a la mediación propicia o facilitadora. En Internet circulan numerosos artículos estudiando los pros y contras de la mediación autoritaria en conflictos internacionales, pero no los vamos a analizar aquí en detalle. Un compañero abogado me dijo una vez que, en casos de disputas financieras, si él sabía cuál era la solución obvia para sus clientes, ¿por qué no decírselo y ayudarles a conseguirlo, ahorrándoles de paso tiempo y dinero?
Los partidarios de este estilo suelen rehusar apoyar a sus clientes en los acuerdos que ellos preferirían alcanzar, si estos son diferentes a los acuerdos alcanzados en juicios, y amenazan incluso con retirarse del caso.
Los mediadores propicios que trabajan en mediación familiar suelen alcanzar sus acuerdos tras una media de entre 3 y 6 sesiones. Trabajan sobre la base de que sus clientes están abiertos a llegar a un entendimiento, decidiendo sobre los elementos importantes de su vida diaria y su situación actual (con alguna ayuda de un mediador imparcial) para reanudar su rol y responsabilidades.
Sin embargo, algunos mediadores legales que trabajan con principios autoritarios o directivos, suelen resolver los litigios de propiedad y de finanzas familiares en una sola sesión conjunta, o como mucho en dos. ¿Cómo lo hacen? Primero hacen que las partes envíen todos los datos financieros antes de la primera sesión, para poder examinarlos previamente. Después explican a las partes que, habiendo estudiado los datos financieros, pueden recomendarles el acuerdo óptimo más obvio. Las partes, conociendo la intensa experiencia legal del mediador, y metidos en el torbellino del proceso de separación y divorcio, normalmente no cuestionan la sabiduría del profesional y llegan al acuerdo que se les ofrece. A menudo, al menos una de las partes, normalmente la que se rinde, quiere llegar a un acuerdo rápido y con costes mínimos.
Los abogados que favorecen este estilo no entienden que esta manera de trabajar pueda ser cuestionable, aunque suelen estar afiliados a asociaciones profesionales que a menudo prohíben esta forma de asesoramiento en su código de conducta.
Mis dos principales preocupaciones respecto a estas prácticas son, en primer lugar que no sabemos cuántos acuerdos creerán las partes que son injustos desde su propia perspectiva. Segundo, es que a las partes no se les informa sobre el tipo de mediación al que se pueden acoger o las alternativas que tienen.
Llegado a este punto se habrá dado cuenta el lector de que yo me inclino por la mediación propicia o facilitadora, aunque no tengo inconveniente en informar a mis clientes que pueden optar por una mediación de estilo rápido. El problema surge cuando los modelos y estilos de práctica son secretos. Cuando esto sucede, especialmente en casos de confusión psicológica, disminuye la posibilidad de informar al cliente y alimenta los miedos de que haya un riesgo o pérdida financiera, salvo que el mediador sea también abogado.
Otros métodos, conectados a la tradición facilitadora en mediación, son la mediación transformadora y la mediación narrativa.
Mediación transformadora
La mediación transformadora se basa en la creencia de que las partes en conflicto son las más indicadas para decidir cómo resolver su disputa. Esta modalidad habilita a las partes a expresarse con eficacia y les anima a entender el porqué del comportamiento de la otra parte. Este modelo lo desarrollaron Robert Baruch Bush y Joseph Folger (1994: 93) como un acercamiento teórico y filosófico al proceso de mediación.
“Cuando suceden esta clase de situaciones en mediación, las partes se dan cuenta y ponen en práctica su capacidad de considerar, reconocer y preocuparse por los otros. Aunque una parte esté en medio de dificultades, ha elegido no centrarse exclusivamente en sus propias necesidades y pr...

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