Capítulo 1
Los primeros años
Infancia
Dorothy Day nació el 8 de noviembre de 1897 en Brooklyn, Nueva York. Era la mediana de cinco hijos; tenía dos hermanos mayores, y una hermana y un hermano menores. Su padre, John Day, era un periodista que trabajaba principalmente como comentarista deportivo de carreras de caballos. Se casó con la madre de Dorothy, Grace, en 1894.
Cuando Dorothy tenía seis años, su familia se mudó de Brooklyn a Oakland, California, donde su padre había aceptado un trabajo. Tres años después, el 18 de abril de 1906, los acontecimientos le brindaron su primera experiencia de servicio a otros cuando la ciudad de San Francisco fue devastada por un terremoto. La sacudida inicial dañó el sistema de agua y no se pudieron contener los incendios que se desataron. Después de tres días de intentar controlar los incendios, los funcionarios tuvieron que recurrir a dinamitar bloques enteros para crear otro incendio. En esos tres días, setecientas personas perdieron la vida y doscientas cincuenta mil perdieron sus hogares y posesiones. Aunque Oakland también experimentó los temblores, la destrucción no fue tan grave, por lo que muchos de los que perdieron sus hogares en San Francisco buscaron refugio en la bahía de Oakland.
Dorothy, que tenía ocho años, asustada por la destrucción del terremoto y los incendios, recuerda haber sentido cierta alegría al ayudar a su madre a socorrer a los refugiados sin hogar de San Francisco. Esta experiencia temprana ayudó a configurar su compromiso posterior con los pobres y los desposeídos. El terremoto cerró el periódico que había contratado a John Day y decidió mudarse con su familia a Chicago para buscar un nuevo empleo.
Al comienzo, su padre no conseguía encontrar trabajo y Dorothy tuvo su primera experiencia de pobreza. Day estaba tan avergonzada de su hogar que cuando regresaba a casa con sus compañeros, entraba en un edificio de apartamentos más agradable para que sus amigos pensaran que vivía allí. En esa situación fue cuando conoció el catolicismo a través de sus vecinos, los Barrett. Kathryn Barrett era una de las compañeras de juego de Dorothy, que se sintió muy conmovida por la piedad de la madre de Kathryn. Así lo recuerda:
Fue la señora Barrett quien me dio un primer impulso hacia el catolicismo. Fui a la casa de Kathryn para pedirle que saliera a jugar. […] Vi que la señora Barrett estaba de rodillas en el dormitorio rezando sus oraciones. Se volvió para decirme que Kathryn y los niños habían ido a la tienda y después siguió rezando. Sentí un cálido arrebato de amor hacia la señora Barrett que nunca he olvidado, un sentimiento de gratitud y felicidad que aún calienta mi corazón cuando la recuerdo; tenía a Dios, y había belleza y alegría en su vida. […] La señora Barrett, en su pequeño y sórdido apartamento, terminó de lavar los platos del desayuno a las diez de la mañana, se arrodilló y oró a Dios.
Otra amiga, Mary Harrington, fue la primera en contarle a Dorothy las vidas de los santos, que le encantaron. Se sentía atraída por las verdades espirituales que estas vidas expresaban, y trató de persuadir a su hermana pequeña de que deberían emular a los santos siendo piadosas y durmiendo en el suelo. Aunque estos impulsos pueden reflejar la comprensión que tiene un niño de la santidad, Day sostiene que «la emoción de la alegría que una y otra vez agitó mi corazón cuando me topé con la verdad espiritual y la belleza nunca disminuyó, nunca me abandonó a medida que crecía». Es el comienzo de su larga búsqueda de Dios.
Cuando finalmente su padre encontró un buen trabajo, pudo trasladar a su familia a una bonita casa fuera de la ciudad. Dedicado a sacar adelante a sus hijos, John Day pasaba poco tiempo con ellos, pero a pesar de la distancia, no descuidó la educación de sus hijos, al contrario, les proporcionó una biblioteca de literatura clásica, que su hija amó y leyó durante el resto de su vida. Durante esos años, Day iba con un amigo a una iglesia episcopaliana, comenzó a leer la Biblia y, por primera vez, La imitación de Cristo de Tomás de Kempis. Animados por el pastor, los padres de Dorothy le permitieron bautizarse en la iglesia episcopaliana, pero su vida religiosa no se desarrolló mucho, y sus intereses siguieron una dirección más mundana.
Casi al mismo tiempo, el hermano de Dorothy, Donald, comenzó a escribir para un periódico que se centraba en la difícil situación de los trabajadores pobres en Chicago. Cuanto más aprendía sobre la historia y las luchas del movimiento obrero, más se sentía atraída por ella. La famosa novela «sensacionalista» de Upton Sinclair, The Jungle (La jungla), sobre la pobreza, la miseria y las inhumanas condiciones de trabajo en Chicago, abrió aún más sus ojos a la difícil situación de los pobres. También leyó los relatos de la pobreza de Peter Kropotkin en Rusia. Así lo recuerda Dorothy:
Kropotkin me hizo comprender especialmente la penosa situación de los pobres, de los trabajadores; y aunque todo mi conocimiento de los desvalidos se debía a los libros, el hecho de que The Jungle estuviera ambientada en Chicago, donde yo vivía y cuyas calles recorría a diario, hizo que a partir de entonces tuviera la sensación de que mi vida estaba unida a la suya, que sus intereses iban a ser los míos; había recibido una llamada, una vocación, una dirección para mi vida.
Dorothy era buena estudiante, y cuando se graduó en la escuela secundaria a los dieciséis años, ganó una beca de trescientos dólares para ir a la Universidad de Illinois, en Urbana.
Etapa universitaria
Dorothy Day empezó la universidad en el otoño de 1914, justo después del estallido de la Primera Guerra Mundial. Dado que tenía que trabajar como niñera para costearse su habitación y conseguir algo de dinero para vivir, al principio no se mezclaba mucho con los otros estudiantes. Sentía una tremenda nostalgia, especialmente de su hermano John, catorce años menor que ella. Al no encontrar muy interesantes sus clases, no dedicó mucho tiempo a sus estudios; más bien, pasó el tiempo escribiendo y leyendo libros que seleccionaba ella misma. Entre los escritores que eligió se encuentran Jack London, Upton Sinclair y los rusos Turguéniev, Tolstoi y su favorito, Dostoievski. Se sintió atraída por sus relatos de las luchas de los pobres y la clase trabajadora.
Este primer año de universidad le llevó a cuestionar su idea de la fe religiosa.
Me parece que ya lo estaba desechando [el cristianismo] cuando un profesor a quien admiraba mucho afirmó en clase, siempre lo recordaré, que la religión era algo que había brindado un gran consuelo a las personas a lo largo de los siglos, por lo que no deberí...