Hegel en 90 minutos
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Hegel en 90 minutos

  1. 96 páginas
  2. Spanish
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  4. Disponible en iOS y Android
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Descripción del libro

La filosofía se puso realmente difícil con Hegel. Su método dialéctico produjo el más grandioso sistema metafísico que ha conocido el hombre. El propio Hegel admitió que "sólo existe un hombre que me entiende, y, en realidad, tampoco él". El sistema de Hegel abarca absolutamente todo, pero su elemento más vital es la dialéctica de tesis, antítesis y síntesis. El método se originó en la ambición de Hegel de superar las deficiencias de la lógica y ascendió hasta el Espíritu como realidad última. Su visión de la Historia como un proceso de autodesarrollo de la humanidad inspiró a Marx en su sintetización de la filosofía del materialismo dialéctico. En Hegel en 90 minutos, Paul Strathern presenta un recuento conciso y experto de la vida e ideas de Hegel, y explica su influencia en la lucha del hombre por comprender su existencia en el mundo. El libro incluye una selección de escritos de Hegel, una breve lista de lecturas sugeridas para aquellos que deseen profundizar en su pensamiento y cronología que sitúan a Hegel en su época y en una sinopsis más amplia de la filosofía.

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Información

Editorial
Siglo XXI
Año
2014
ISBN del libro electrónico
9788432316838
Edición
1
Categoría
Philosophy
Vida y obra de Hegel
«Hegel alcanzó tal audacia al servicio del disparate, y de extravagantes combinaciones de amasijos de palabras sin sentido, como solo se había conocido antes en los manicomios; se convirtió en el instrumento de la más descarada y generalizada mistificación nunca vista, con resultados que habían de parecer fantásticos a la posteridad y que quedarán como un monumento a la estupidez germana.» Esto lo escribió Schopenhauer, colega de Hegel en la Universidad de Berlín. Esta cita no tiene la intención de prejuzgar, sino de advertir. Con Hegel, la filosofía pasa a ser asunto de suma seriedad, de modo que será mejor que, desde un comienzo, dejemos de lado los chistes. Como dijo un fervoroso predicador inglés del periodo que comentamos, a una audiencia elegante y distraída y en un sermón lleno de amenazas con el fuego del infierno, «No hay esperanza para los que ríen».
La filosofía se volvió realmente difícil con Hegel, exigiendo la máxima concentración, de modo que parece como si Schopenhauer, a pesar de su sutilísimo intelecto, no se hubiera esforzado lo bastante. Por otra parte, el propio Hegel admitió que «solo existe un hombre que me entiende, y, en realidad, tampoco él». Algunos críticos piensan que Hegel exageraba. ¿Existió realmente ese hombre?
Georg Wilhelm Friedrich Hegel nació el 27 de agosto en Stuttgart, en una familia de generaciones de funcionarios; su padre trabajaba en la oficina de impuestos de Württemberg. Hegel mantuvo toda su vida el fuerte acento suabo de su infancia, al igual que la creencia en que la discreción es una de las virtudes cardinales de la verdadera cultura.
Fue un niño enfermizo y hubo de pasar varias enfermedades serias antes de alcanzar la edad adulta. A los seis años, enfermó tan gravemente de viruela que estuvo al borde de la muerte. Estuvo ciego durante más de una semana y su tez quedó muy picada. A los once años, sobrevivió a la fiebre que atacó a toda su familia y que se llevó a su madre. En sus años de estudiante tuvo que guardar cama durante meses por una infección de malaria.
Al tiempo que iba creciendo, leía vorazmente literatura, periódicos y tratados sobre casi todos los temas. Pero su método era sistemático ya desde edad temprana, y copiaba meticulosamente en su diario extractos de todo lo que leía. Este ejercicio minucioso de pedantería (el «molino extractor», como lo llamaba) contenía citas de todo, desde fisiognomía hasta filosofía, desde los hiperbóreos a la hipocondría. Los asuntos personales entraban en el diario solo si ilustraban algún principio abstracto, y en los días en que no encontraba nada lo bastante serio que reseñar, Hegel tomaba esto lo suficientemente en serio como para referir por qué ­había ocurrido hecho tan lamentable. Los estudiosos que se interesen por esta quincallería mental, pueden encontrar juntos un informe sobre un incendio en la localidad y la crítica de un concierto al que ha asistido, seguidos de la descripción y análisis del tiempo frío, un breve tratado sobre la homilía «El amor al dinero es la raíz de todo mal», y una lista de los méritos que ha encontrado en un diccionario de latín que acaba de recibir de regalo. Un profesor observa: «Compone una oración en latín, argumenta en contra de dictar un tema en alemán para ser transcrito al latín, anota su horario escolar al margen, dice que él y sus amigos han visto unas chicas bonitas, hace anotaciones sobre Virgilio y Demóstenes, expresa su curiosidad acerca de un reloj musical y un atlas de las estrellas, y el domingo estudia trigonometría».
Es inestimable la importancia de este «molino extractor», tanto como ejemplo de lo excepcional de sus conocimientos como de una prematura sequedad. Los enormes tomos que producirá Hegel posteriormente contienen referencias a una casi sobrehumana amplitud de saberes. Los errores de menor importancia en que incurre solo confirman el ámbito enciclopédico de la mente de Hegel. Eran casi siempre citas de memoria, pues Hegel no gustaba de interrumpir el hilo de sus pensamientos para buscar fuentes o verificar citas.
Según Caird, el primer biógrafo de Hegel, «su padre era hombre de costumbres ordenadas y del instinto conservador natural en su cargo». Este empleado arquetípico de la oficina provincial de impuestos parece haber sido un padre algo distante. El contacto más humano que tuvo Hegel durante ese periodo fue con su hermana Christiane, tres años menor que él. Los dos hermanos sin madre se apegaron fuertemente el uno al otro. Esta singular emoción personal hizo deducir a Hegel el principio abstracto de que el amor de una hermana por su hermano es la forma más elevada de amor, principio que ejemplificará en su filosofía posterior citando la Antígona de Sófocles, en donde la respetuosa Antígona se muestra dispuesta a enfrentarse con la muerte para enterrar el cadáver de su hermano, para quitarse la vida después, en un acto que desencadenaría suicidios ulteriores y desolación. Como veremos, la atmósfera cargada de esta tragedia griega reflejaba la verdad psicológica subyacente a la relación entre Hegel y su hermana. La impresionable Christiane se sentía abrumada por el hermano omnisciente, y su amor hacia él supuso, contra natura, un lazo tan fuerte que habría de traer consecuencias trá­gicas.
Hegel ingresó en el seminario teológico de la Universidad de Tubinga a los dieciocho años. A pesar de que demostraba tener todas las características de un funcionario de primera clase, sus padres deseaban que profesara en la iglesia. Los intereses de Hegel iban ya mucho más allá de la teología, pero solo empezó a ocuparse seriamente de la filosofía al entrar en la universidad. Este interés le puso en contacto con dos contemporáneos excepcionales en Tubinga. Uno era Hölderlin, un ardiente helenófilo que habría de ser uno de los extraordinarios poetas líricos de la lengua alemana; el otro era Schelling, cuya filosofía de la naturaleza, intensamente romántica, fue precursora de la reacción del siglo xix en contra de la gris constricción del racionalismo. En compañía tan impetuosa, Hegel se convirtió en un romántico revolucionario. Cuando estalló la Revolución francesa, él y Schelling se levantaron al alba para plantar en la plaza del mercado un «Árbol de la Libertad».
Hegel se interesó vivamente por la cultura griega antigua y por la nueva filosofía de Kant. La publicación en 1781, solo siete años antes, de la Crítica de la razón pura de Kant fue saludada por Hegel como «el acontecimiento más importante en toda la historia de la filosofía alemana».
Para apreciar la importancia de la filosofía de Kant, es preciso un esbozo de la historia de la filosofía anterior. A mediados del siglo xviii, el filósofo escocés Hume había reducido la certeza ­filosófica a su más mínima expresión. La experiencia, declaró, es la única fuente del conocimiento verdadero. El empirismo de Hume había demostrado la imposibilidad de crear nuevos sistemas filosóficos. Para construir un sistema, eran necesarios elementos tales como la causalidad (esto es, causa y efecto), pero Hume había mostrado que esta era una mera suposición. Nunca había experimentado nadie una causa y el efecto subsiguiente; todo lo que experimentamos realmente es que una cosa sigue a otra. Parecía que se había llegado al final de la filosofía.
No obstante, Kant se las había ingeniado para evitar esta catástrofe, afirmando que la causalidad es simplemente una de las maneras de aprehender el mundo, al igual que el espacio y el tiempo, el color, etc. Hume había tenido razón: el mundo no tenía dentro de sí la causalidad, sino que esta estaba en nosotros, en nuestra manera de percibir el mundo.
Sobre estas bases, Kant pudo construir por medio de la razón un sistema filosófico que abarcaba y explicaba todo. En una serie de obras casi impenetrables, Kant procedió a explicar su sistema al mundo. Comenzaba la gran época de la metafísica alemana, con toda su grandeza y prolijidad. Hegel quedó cautivado: había encontrado una mente tan enciclopédica (y tan prosaica) como la suya.
Hegel se sumergió asiduamente en Kant, complementándolo con incursiones por la cultura griega antigua y cosechando a la vez, por todas partes, para su «molino extractor». Ya en esos tempranos años era conocido entre sus compañeros de estudios como «el viejo», al parecer, tanto por su personalidad gris como por su obsesiva propensión al estudio. Para cuando Hegel llegó a terminar sus estudios en la universidad, en 1793, no tenía ninguna intención de profesar en la iglesia. Lo que de verdad anhelaba era una posición acad...

Índice

  1. Portada
  2. Portadilla
  3. Legal
  4. Introducción
  5. Vida y obra de Hegel
  6. Epílogo
  7. De los escritos de Hegel
  8. Cronología de fechas filosóficas importantes
  9. Cronología de la vida de Hegel
  10. Cronología de la época de Hegel
  11. Lecturas recomendadas
  12. Títulos publicados