Comprender las clases sociales
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Erik Olin Wright

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Erik Olin Wright

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No hay concepto hoy por hoy, tanto en el ámbito de las ciencias sociales como a pie de calle, más controvertido que el de "clase social". No son pocos los teóricos, analistas y políticos que han decretado su muerte en la sociedad actual, mientras que otros insisten en su trascendencia y centralidad a la hora de comprender el capitalismo contemporáneo. Entre afirmar que su relevancia se limita a su uso para explicar las oportunidades económicas individuales y argumentar que es también una característica estructural de las relaciones de poder media un abismo.Erik Olin Wright lleva cuatro décadas indagando, en la teoría pero también de manera empírica, por qué la clase importa ­­–y mucho–. En Comprender las clases sociales, el destacado sociólogo estadounidense examina sus divergentes significados de cara a desarrollar un marco de estudio sólido y consistente.Partiendo de los análisis clásicos de Marx y Weber primero, de los estudios y trabajos de eminentes autores contemporáneos como Charles Tilly, Thomas Piketty o Guy Standing después, para examinar en un último bloque cómo la lucha de clases y el compromiso de clase se manifiestan en la sociedad hoy, este estudio definitivo proporciona una visión concluyente sobre cómo pensar la complejidad de las clases sociales en el mundo del capitalismo global.

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Información

Año
2018
ISBN
9788446045618
Categoría
Social Sciences
Categoría
Social Theory
XI
El poder de la clase obrera, los intereses de la clase capitalista y el compromiso de clase
El concepto de «compromiso de clase» evoca tres imágenes muy distintas. Según la primera, el compromiso de clase es una ilusión. Los dirigentes de las organizaciones de la clase obrera –especialmente sindicatos y partidos– llegan a acuerdos oportunistas con la clase capitalista que prometen beneficios genéricos para los trabajadores pero que, en realidad, están vacíos. En esencia, los compromisos de clases son capitulaciones unilaterales antes que acuerdos negociados recíprocos que impliquen concesiones mutuas[1].
En la segunda imagen, los compromisos de clases son como empates en un campo de batalla. Dos ejércitos, aproximadamente iguales, se enfrentan en lucha cerrada. Cada uno de ellos es capaz de infligir graves daños a otro, pero ninguno lo es de vencer definitivamente al oponente. En esta situación de empate, las fuerzas contendientes pueden acordar un «compromiso»: abstenerse de infligirse daño mutuo a cambio de concesiones por ambos lados. Las concesiones son reales, no ficticias, incluso aunque sean asimétricas. Aun así, no constituyen un proceso de cooperación real entre fuerzas de clases oponentes. Cabe llamar a este resultado un «compromiso negativo de clase».
En la tercera imagen, supone ver el compromiso de clase como una forma de cooperación mutua entre clases opuestas. No se trata, simplemente, de una situación de equilibrio de poder en la que el resultado del conflicto se encuentre en algún punto entre la victoria y la derrota totales para cada parte. Antes bien, se da aquí la posibilidad de un juego de suma no cero entre trabajadores y capitalistas, un juego en el que ambas partes pueden mejorar su posición mediante varias formas de cooperación mutua y activa. Podemos llamar a este resultado un «compromiso positivo de clase».
En este capítulo se investiga la lógica teórica de los compromisos positivos de clase y se propone un modelo general de las condiciones que conducen a ellos en las sociedades capitalistas desarrolladas. No pretendo hacer una investigación empírica sistemática, aunque empleo ilustraciones empíricas para aclarar los elementos del modelo. Mi premisa es que, en la medida en que el capitalismo es la única forma que hay de organizar, de un modo u otro, la economía, un compromiso positivo de clase –si puede conseguirse– supondrá, en general, el contexto más ventajoso para la mejora de los intereses materiales y las circunstancias vitales de la gente normal. Si uno se preocupa por favorecer esos intereses, por tanto, es importante entender las condiciones que facilitan u obstaculizan las perspectivas de los compromisos positivos de clase.
La idea central que sostengo es que las posibilidades de que haya un compromiso de clase positivo y estable generalmente dependen de la relación entre el poder asociativo de la clase trabajadora y los intereses materiales de los capitalistas. El saber convencional entre economistas neoclásicos y marxistas tradicionales es que, en general, hay una relación inversa entre estas dos variables, de forma que los incrementos de poder de los trabajadores afectan negativamente a los intereses de los capitalistas (véase gráfico 11.1). Para los estudiosos marxistas, la explicación de este punto de vista es clara: como sea que los beneficios de los capitalistas dependen estrechamente de la explotación de los trabajadores, los intereses materiales de los trabajadores y de los capitalistas son inherentemente antagónicos. Por lo tanto, todo lo que favorezca la capacidad de los trabajadores de luchar por sus intereses y realizarlos afecta negativamente a los intereses de los capitalistas. El razonamiento convencional de los economistas neoclásicos es algo menos claro, puesto que niegan que, en una situación de equilibrio competitivo, los trabajadores estén explotados por los capitalistas. No obstante, se considera que la fuerza asociativa de la clase trabajadora interfiere en el funcionamiento eficaz de los mercados de trabajo al dificultar el ajuste a la baja de los salarios cuando sea necesario, así como en la libertad de los empresarios de despedir a los trabajadores. Se considera que los sindicatos y otras organizaciones del poder de la clase trabajadora son formas de poder monopolista dentro de los mercados y, como sucede siempre con estas prácticas, producen rentas monopolistas y asignaciones ineficientes de recursos. Como resultado, los trabajadores sindicados pueden extraer una renta monopolista en forma de subidas salariales a expensas de los capitalistas y de los trabajadores no sindicados.
Gráfico 11.1. Punto de vista convencional sobre la relación entre el poder de la clase trabajadora y los intereses de la clase capitalista
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En este capítulo se indaga en una concepción diferente de la relación entre el poder de los trabajadores y los intereses de los capitalistas: en esta alternativa se postula una relación curvilínea en forma de J invertida antes que como una relación inversa (véase gráfico 11.2)[2]. Como sucede con el saber convencional, los intereses de la clase capitalista están mejor atendidos cuando la clase trabajadora está muy desorganizada, cuando los trabajadores compiten unos con otros de forma atomizada y carecen de formas significativas de fuerza asociativa. A medida que aumenta el poder de la clase trabajadora, los intereses de la clase capitalista se ven negativamente afectados en un principio. Sin embargo, una vez que el poder asociativo de aquella cruza cierto umbral, puede comenzar a tener efectos positivos en los intereses de los capitalistas. Como veremos con mayor detalle más adelante, estas condiciones permiten ganancias significativas en productividad y tasas de beneficios a causa de factores como altos niveles de cooperación negociada entre trabajadores y capitalistas, sistemas racionalizados de mejora de la cualificación y mejor formación profesional, mayor capacidad de resolver problemas macroeconómicos y mayor voluntad de los trabajadores de aceptar el cambio tecnológico debido a la relativa seguridad en el empleo que consiguen gracias a la protección de los sindicatos. En la parte ascendente de la curva, los aumentos en el poder de la clase obrera tienen efectos positivos en los intereses de la clase capitalista y se dan las condiciones para el compromiso positivo de clase. La finalidad de este capítulo, por tanto, es elaborar un modelo teórico general de los procesos causales que subyacen a la relación del gráfico 11.2.
Gráfico 11.2. Relación curvilínea entre el poder de la clase trabajadora y los intereses de la clase capitalista
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En la sección 1, se definen brevemente los conceptos esenciales empleados en el análisis y se plantea una serie de cuestiones metodológicas. En la sección 2 se sitúa el problema del compromiso positivo de clase en el marco de una teoría más amplia de cooperación entre clases, relaciones laborales y gobernanza económica. En la sección 3 se encuadra el problema del compromiso de clase en función de varios modelos posibles de teoría de juegos de las interacciones entre trabajadores y capitalistas. Sobre esta base de teoría de juegos, en la sección 4 se elabora un modelo teórico general y los correspondientes mecanismos subyacentes para el modelo de compromiso positivo de clase de la curva J invertida.
1. Conceptos esenciales y cuestiones metodológicas
Ninguno de los conceptos empleados en este análisis tiene significados transparentes. En especial, los conceptos de clase, intereses y poder son muy controvertidos. No intentaré aquí elaborar definiciones analíticas completas de estos conceptos, pero son precisas algunas breves aclaraciones.
Clase
La clase y sus conceptos conexos –estructura de clase, lucha de clases, formación de clase, compromiso de clase– se pueden analizar en diversos niveles de abstracción. Para ciertos fines, es importante manejar un concepto de clase muy definido que contenga un conjunto complejo de situaciones dentro de las estructuras de clases. Un ejemplo de este análisis podría ser mi trabajo sobre el problema de la «clase media» y las «situaciones contradictorias de clase dentro de las relaciones de clase»[3]. Para algunos problemas, no se pueden estudiar adecuadamente los procesos causales sin especificar una gama de diferencias y divisiones pormenorizadas dentro de las clases sobre la base de factores como el sector, el estatus, el género o la raza. Para otros propósitos, sin embargo, es suficiente con emplear un concepto de clase mucho más abstracto y simplificado, que gire en torno a la relación central polarizada del capitalismo: capitalistas y trabajadores. Este es el concepto de clase que empleo en este capítulo.
En un estilo típicamente marxista, defino a los capitalistas como aquellas personas que poseen y controlan el capital empleado en la producción, y a los trabajadores como todos los empleados excluidos de esa posesión y control. En este análisis abstracto de la estructura de clase, supongo que se trata de categorías mutuamente excluyentes. En consecuencia, no existe la clase media como tal. Ningún trabajador posee acciones. Los ejecutivos, gestores y profesionales en las empresas están comprendidos dentro de la clase capitalista en virtud de su propiedad de acciones o su mando en la producción, o bien son simplemente parte de la «clase obrera» en cuanto empleados. Ciertamente, esto no es realista. Mi pretensión, sin embargo, es que esta descripción abstracta y polarizada de las relaciones de clase en el capitalismo siga siendo útil para clarificar los mecanismos reales que encuentran los actores reales y, por tanto, sea un punto de partida adecuado para elaborar una teoría del compromiso de clase[4].
Intereses
A lo largo de este capítulo me centro en lo que se puede llamar estrictamente «intereses materiales» de la gente en función de su situación de clase o, más abreviadamente, «intereses de clase»[5]. Por regla general, acudo a dos presunciones radicalmente simplificadoras acerca de la naturaleza de dichos intereses: la primera es que los intereses de clase pueden reducirse a una sola dimensión cuantitativa de forma que es posible hablar acerca de hasta dónde se hayan realizado los intereses de los miembros de una clase; la segunda, que toda la gente en una localización dada de clase comparte los mismos intereses de clase. Ambas presunciones son problemáticas cuando estudiamos sociedades capitalistas concretas, pero, al igual que en la adopción de un concepto simple de estructura de clase polarizada, se trata de simplificaciones útiles para nuestros objetivos analíticos.
Poder
Al igual que el término «intereses», «poder» se utiliza de muchas formas en la teoría social. En el contexto del análisis de clases, se puede pensar en el poder como la capacidad de la personas y las organizaciones de realizar sus intereses de clase. En la medida en que los intereses de la gente en las diferentes clases –los trabajadores y los capitalistas en este análisis– se oponen mutuamente, la capacidad de los trabaj...

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