Enemigo
eBook - ePub

Enemigo

  1. 224 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
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Descripción del libro

Esta obra representa un testimonio de vida. lejos de ser un alegato de un exagente secreto, capaz de adentrarnos en el mundo del espionaje e historias policiacas, en sus páginas verificamos una vez más el esfuerzo siempre fracasado de los Estados Unidos por dividir a la intelectualidad cubana y crear en ella una columna contrarrevolucionaria. Capote Fernández, identificado como el agente Daniel en los Órganos de la Seguridad del Estado cubano, fue reclutado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y durante siete años permaneció en sus filas registrado con el nombre de Pablo. La evidencia de su vínculo con la CIA aparece reflejada en el libro, dedicado a denunciar todo tipo de planes de subversión político-ideológica, en distintos sectores profesionales, para la joven intelectualidad, entendiendo "intelectualidad" en el sentido más amplio, y en general para los jóvenes cubanos.

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Información

Año
2015
ISBN del libro electrónico
9788496797833
Edición
1
Categoría
Historia
El Gran Amigo nos visita
Era el verano de 2008 y parecía una gira turística, salimos de La Habana con destino a Pinar del Río, visitamos la finca de Robaina, el célebre cosechero de tabaco, luego viajamos a Santa Clara, Sancti Spíritus, Cienfuegos. Pero no era una gira turística. René me hizo entrega de una cámara de vídeo Sony con la que tomamos vistas de los campos sembrados a todo lo largo del recorrido. La cámara se me entregó para que filmara, en unos pequeños DVD, imágenes de La Habana, tomas de gente caminando por las calles, tomas de las principales avenidas de la ciudad, edificios, parques, pero el principal interés eran las personas, querían tomas al natural en las calles, centros de trabajo, centros recreativos, playas, casas, pero fundamentalmente de personas caminando por la ciudad. Por cada disco DVD de media hora, recibiría 10 CUC.
En Pinar visitamos a Dagoberto Valdés, estuvimos unas dos horas en su casa, René le entregó dinero y una bolsa con ropa y utensilios de oficina. El objetivo principal de la visita fue coordinar la edición de un libro que recogiera todos los premios del Concurso Literario Vitral, ya extinto por decisión de la Iglesia católica en Pinar, uno de sus patrocinadores. El otro designio fue reunir información sobre la revista Convivencia, dirigida por Dagoberto, para ofrecerle financiamiento y apoyo en cuanto a difusión y tecnología. René anotó la información brindada por la dirección de la revista y prometió ofrecerle todo el soporte necesario.
Dagoberto le entregó varios CD con números de Convivencia y explicó el funcionamiento de la revista, sus objetivos y perspectivas, expuso el trabajo que actualmente realiza el antiguo equipo del Centro de Formación Cívica y Religiosa, centro que dejó de funcionar, al igual que la revista Vitral, al perder el sostén de la Iglesia, pero los antiguos miembros continúan haciendo su labor, porque la pérdida de uno de los patrocinadores no significó la pérdida de la mayor parte de los recursos que provienen de otras fuentes, más bien habían perdido los locales, las máquinas y medios que el obispado ponía al servicio de Dagoberto. Pero otra de las fuentes, la más importante, estaba esa mañana en Pinar, reunida con nosotros, representada por René.
El hecho de que Dagoberto rindiera cuentas de su trabajo y del uso que le había dado a los recursos recibidos de los Estados Unidos y en específico de la organización que representaba René, da buena idea de lo anteriormente afirmado, el hecho de que agradeciera el «gran apoyo» otorgado por René y su gente y solicitara más recursos para ampliar el trabajo, no sólo de Convivencia, sino también del antiguo equipo del Centro de Formación Cívica y Religiosa –equipo que, debo reconocer, es un team adiestrado por Dagoberto, que labora con eficiencia y mucho compromiso con su líder–, es una prueba palpable de quiénes están verdaderamente detrás de esos proyectos «independientes» y a qué intereses responden.
Debo aclarar que Vitral siguió saliendo, auspiciada por la Iglesia católica, pero con otro equipo de trabajo diferente y con un perfil distinto. La antigua directiva de Vitral, cesanteada por la Iglesia, pasó a trabajar en la revista Convivencia, creada siguiendo los cánones de la Vitral original, una revista bien hecha que servía a intereses bien lóbregos.
Raúl Castro fue un asunto que ocupó un lugar de honor en la conversación con Dagoberto. ¿Interés? El recurrente de sus posibilidades como gobernante, capacidad e interés en cambiar las cosas en Cuba, opiniones del pueblo. Relevo de los actuales dirigentes, quién despuntaba como posible sustituto, sobre todo entre los jóvenes dirigentes de la UJC y de la FEU.
De casa de Dagoberto salimos para visitar la del pintor Pedro Pablo Oliva, una visita que sólo tuvo por objetivo apreciar la magnífica obra del artista plástico, Premio Nacional de Artes Plásticas. René es un buen conocedor de la plástica cubana y siempre que va a Pinar pasa por la casa-galería de Oliva, donde no sólo exponen los cuadros de él, sino también de muchos destacados, conocidos y desconocidos pintores, sobre todo de Pinar del Río. Disfrutamos de El gran apagón, una obra en gran formato de Pedro Pablo, donde siempre que la ves encuentras cosas nuevas, la serie del Abuelo, la del Malecón y otras más en proceso de trabajo.
El siguiente punto del recorrido fue la finca de Robaina, un lugar paradisiaco. René tomó varias fotos de las siembras de tabaco y de la finca. Robaina nos atendió personalmente, a pesar de que llegamos tarde, y nos obsequió unos tabacos que degustamos, sentados junto a él, en un ranchón anexo a su casa.
Esa región de Pinar del Río es uno de los lugares más hermosos de Cuba, el contraste de la tierra oscura con las plantas verdes de tabaco, los extensos palmares que motean las tierras cultivadas, las casas de curar tabaco y un aire especial, límpido y terso completan el paisaje, pero lo más importante es su gente, hospitalaria y amable. Gente trabajadora apegada a la tierra, orgullosa de sus fincas y sembrados donde se cosecha el mejor tabaco del mundo. Antes de abandonar Pinar del Río, comimos en la que es posiblemente una de las peores paladares de Cuba.
Luego de un descanso en La Habana, partimos para Santa Clara. En la Ciudad del Che Guevara, René hizo una visita a un conocido, al que entregó un paquete. Después manifestó el deseo de visitar a Guillermo Fariñas, y me pidió que no lo acompañara para no comprometerme, pues consideraba que la casa del connotado contrarrevolucionario debía de estar estrechamente vigilada. Quedamos en vernos en el parque Vidal a las 6:00 p. m., debía esperar 30 minutos y en caso de que él no se presentara, partir de regreso hacia La Habana, evitando la terminal de ómnibus o la de trenes, preferiblemente en un auto particular.
Aproveché el tiempo para recorrer la ciudad, visité la biblioteca, el museo, caminé por sus calles, disfruté del parque Vidal, donde un grupo de niños patinaban guiados por un instructor, otro grupo discutía de pelota, viejitos tomaban el sol. El parque Vidal identifica a Santa Clara, es centro de reunión y fiesta, paseos y descanso bajo sus árboles frondosos, la gente conversa, se besan las parejas, juegan los niños. A las 6:00 p. m. bandadas de pájaros regresan a buscar refugio en los árboles y rompen la monotonía, el ritmo del parque con sus chillidos. Es impresionante, los santaclareños ni se inmutan, continúan como si nada, es la fuerza de la costumbre, pero el forastero no puede evitar el sobresalto causado por las bandadas de aves chillando en los árboles, todas a la vez, compitiendo entre sí. La calma regresa de golpe, como por arte de magia, y la fuerza del silencio se impone unos segundos hasta que los ruidos de la ciudad ponen las cosas en su lugar.
Compré algunos libros en la librería, pero no pude encontrar los míos. Santa Clara es una ciudad con una rica vida cultural, excelentes escritores, sobre todo poetas de gran nivel, músicos, artistas de la plástica, viven y enriquecen con su obra la localidad. Gente cultora de un arte revolucionario, atrevido y rico, artistas valientes. No es osado pensar que se encuentran a la vanguardia artística del país en muchos aspectos.
La urbe villareña tiene además un significado especial, íntimo. Aquí estuve vivo una vez, en una de esas dimensiones a las que no se llega con frecuencia. Caminar sus calles estrechas, visitar sus sitios más oscuros y hacer fiesta en los más claros. Besar una y mil veces a aquella muchacha de siglos atrás, esa mujer de un tiempo que se borró en la historia, pero que permanece en las calles, en las paredes de esa ciudad casi con la misma fuerza que en la piel. Siempre que llego, se hace presente, claro, con el sabor de las cosas perdidas, de lo que fue una vez, un presente que se extinguió con la misma fuerza que lo hiciera eterno en el instante en que fue. Suena enrevesado, pero lo es, mucho.
A las 6:00 René no había llegado al lugar del contacto; 6:20, nada. Di una vuelta por el parque, 6:30, nada. Era el momento de irse; «Algo habrá sucedido», pensé. Cuando ya salía del parque Vidal, apareció René, agitado; dijo: «No debí visitar a Guillermo». Al montar en el carro, volvió a repetir bajito: «No debí pasar por la casa de Guillermo», pero no quiso hacer ningún comentario al respecto.
Nos dirigimos a Sancti Spíritus, nos agarró la noche en la carretera y un gran aguacero típico del verano hizo del viaje una odisea, no se veía nada delante del auto, manejábamos casi a ciegas, pero René quería alejarse rápido de Santa Clara, así que viajamos atravesando aquella oscura pared de agua a expensas de sufrir un accidente. Estaba de mal genio, molesto y apenas conversó en el trayecto.
Recorríamos una zona rica en historia, esa zona de la antigua provincia de Las Villas fue escenario de uno de los hechos más extraordinarios de la Guerra de los Diez Años, esas planicies, esas montañas, esos campos fueron testigos de la odisea de miles de villareños, hombres, mujeres, ancianos y niños, lanzados a la manigua desde los primeros días del alzamiento contra España, desar­mados, hambrientos, perseguidos con saña por el ejército colonialista y por los traidores contraguerrilleros. Patriotas cubanos que, ante el fracaso de la expedición del buque El Salvador, que traía pertrechos para la guerra, prefirieron morir en la manigua a presentarse a los españoles, y protagonizaron la corajuda marcha desde Trinidad hasta Holguín, en busca de la Cuba libre, para unirse a las tropas mambisas. Espoleados por la leyenda que cobraba vida, día tras día, de hombres como Ignacio Agramonte y Antonio Maceo.
Ramón Roa narra esa marcha en su libro A pie y descalzo, a pie, hambrientos y descalzos, familias enteras caminaron esa enorme extensión. Muchos murieron y no faltaron los traidores, pero no se detuvieron hasta alcanzar su meta y sumarse a la lucha allá en Oriente, donde se peleaba a muerte por Cuba libre.
En Sancti Spíritus nos hospedamos en el hostal del Rijo, algo inusual porque René siempre prefería los particulares. Del Rijo es un bello hotel montado en una edificación colonial. Mi acompañante se hospedó en el mismo piso pero al otro extremo de donde estaba mi habitación, decía que era una sorpresa que me tenía preparada, pensaba que nunca había estado hospedado en un hotel. Acababan de eliminar esa prohibición y él consideraba un gran gesto lo que hacía, sacó decenas de fotos en el lugar. Posiblemente éramos los únicos huéspedes y el hotel, recién inaugurado, olía a pintura y a madera fresca.
Dejamos las cosas en la habitación y salimos a caminar por la ciudad, una de las cosas que más impresionó a René de Sancti Spíritus fue el hecho de que nadie prestaba atención a nuestra presencia, no había gente pendiente del turista para venderle cualquier cosa, no vimos una jinetera, ni un vendedor de tabacos o suvenires. A pesar del estilo que llevaba, a pesar de parecer un tipo de «allá» o del «más allá», nadie nos molestó.
Terminamos en la Casa de la Trova, uno de los mejores lugares de Cuba, donde usted goza de un ambiente sano y de alto nivel artístico. Sancti Spíritus es una fábrica de buena música y de excelentes intérpretes. Lo que más admiró a René fueron los espirituanos, orgullosos, altivos, seguros de sí mismos, generosos y hospitalarios como no encontramos a nadie más que se les igualara en el camino. La pasamos muy bien esa noche, compartimos con la gente que nos trataba de igual a igual, bebimos excelente ron de aquella tierra y escuchamos música cubana de la buena, era un deleite para los oídos y para el espíritu disfrutar de aquello. Guardo un grato recuerdo de esa ciudad orgullosa, limpia, bonita.
Al día siguiente, después de asistir a la misa en la parroquial mayor, partimos rumbo a Trinidad. En el camino, René habló de la necesidad de aumentar las medidas de seguridad en nuestro trabajo, dijo que él quería entrenarme en el uso de claves secretas para comunicarnos, porque confiaba más en las cosas viejas, podríamos utilizar un libro, «por ejemplo, al mandarte una numeración, eso puede ser el número de la página, el otro el número del párrafo, de la línea, el número de la palabra o su contrario, ése es el más simple, pero a veces lo más simple es lo más difícil de descubrir». Acordamos que el próximo visitante que él enviara debía mostrar al llegar a la casa una postal de la Virgen de Guadalupe, hablamos incluso de establecer una nueva contraseña, cosa que no llegamos a hacer.
Se extendió hablando del tema, luego contó de su experiencia de trabajo en la universidad en los años sesenta y de su lucha en contra de los estudiantes liberales, hizo varias anécdotas sobre sus vivencias en el campus, del trabajo que realizó en esos años y su conocimiento de los jóvenes, no lo dijo pero insinuó que había estado infiltrado en alguno de aquellos grupos antibélicos, pacifistas, que propugnaban un cambio en su país o al menos luchaban por la paz; pensé que, mientras los jóvenes estudiantes norteamericanos protestaban contra la Guerra de Vietnam, él servía a los ejecutores e ideólogos de aquella guerra.
Toda su explicación sirvió de preámbulo para instruirme sobre cómo trabajar con los jóvenes estudiantes cubanos. René consideraba que los estudiantes, por ser propensos al caos, por ser irresponsables e inmaduros, son fáciles de utilizar. «Ellos», afirmó, «de manera natural son contrarios al poder, a cualquier poder, así que sólo hay que darles un pequeño empujoncito en la dirección correcta. Hay que darles un símbolo, una motivación y ellos se encargan de lo demás». Sugirió que consiguiera la película alemana La ola. De no encontrarla en Cuba, me la haría llegar, aseguró haberla enviado con uno de los contactos que viajó a Cuba y no entendía por qué no la tenía. «Lo de siempre», le dije, «sabes que no siempre llegan las cosas que envías a mis manos». Fingió no haber escuchado y siguió perorando sobre el tema de los jóvenes, la experiencia de Europa del Este, los movimientos juveniles en la antigua Yugoslavia, las revoluciones de colores, y todo lo demás.
En el viaje a Trinidad, nos extraviamos. Primero fuimos a la Torre de Iznaga, el lugar es magnífico, junto a la torre se alzaban unas especies de tenderetes, donde se vendían telas bellamente trabajadas, eran obras de exquisito buen gusto, deshiladas y bordadas, combinaciones de colores que adornaban sábanas, manteles, camisas, blusas, faldas, guayaberas, verdaderas obras de arte. La tarde estaba nublada y era impresionante el juego de las nubes grises con las montañas. El lugar fue duramente golpeado por un huracán y aún se notaban las huellas dejadas por éste en las casas y en la vegetación.
Mientras recorríamos el lugar, nos sorprendió la tormenta. Matamos el tie...

Índice

  1. Cubierta
  2. Portadilla
  3. Legal
  4. Dedicatoria
  5. Prefacio
  6. Introito
  7. Cita
  8. Lúcida demencia
  9. Dicen que pasó de moda la locura
  10. La necedad de vivir sin tener precio
  11. En casa del enemigo
  12. Café y galletas bajo la mirada del águilae
  13. 4 de julio
  14. En casa de Kelly Keiderling
  15. Una tarde de recuento
  16. Diplomáticos
  17. Un checo muy amable
  18. Alexander Lee, el relevo
  19. Los visitantes
  20. Drew Blakeney, el nuevo jefe
  21. El levantamiento popular de Drew Blakeney
  22. La polémica intelectual
  23. El espaldarazo del imperio. Brindis
  24. Un apologista del imperio
  25. Un viaje complicado
  26. Un encuentro estilo película de James Bond
  27. Un encuentro estilo Misión imposible
  28. El Guajiro Cubano
  29. Francisco Eggler, un misterioso arquitecto
  30. Pablo informa
  31. Juego de espías
  32. Marc Wachtenheim viaja a La Habana
  33. El Gran Amigo nos visita
  34. El bueno, el sucio y el malo
  35. Comunication breakdown
  36. El último viaje del Gran Amigo
  37. Marc de nuevo en La Habana. Alan Gross, sonata y fuga
  38. Los últimos visitantes
  39. Estudiantes
  40. El necio
  41. En esta tierra y en este instante…
  42. Final