SEGUNDA PARTE
LA DISPOSICIÓN CLÁSICA DE LA ICONOLOGÍA
EL ENTORNO DE WARBURG Y SU CONTINUIDAD
La principal aportación intelectual de Warburg es la continuidad de la dirección que Burckhardt había dado a los estudios histórico-artísticos, tanto mediante su objetivo, como mediante su proceder. En cuanto su objetivo, éste no era otro que la Historia cultural, y en cuanto a su proceder, primordialmente se caracteriza por la importancia que adquiere la consulta de documentos históricos. En manos de Warburg, «la investigación histórico-artística se acercaba cada vez más a la investigación histórica propiamente dicha, porque anclaba sus temas en el contexto del método historiográfico a través del estudio meticuloso de las fuentes escritas»1. Aby Warburg había sido un hombre de pensamiento, de proyectos y no tanto de publicación de libros. Sus publicaciones, como observa Forster «eran siempre el fruto de precisas observaciones, frecuentemente verificadas con puntilloso ingenio», y en su proceder general entraba en los más mínimos detalles de las cosas que iba observando, encaminando siempre su discurso hacia las cuestiones fundamentales de la Historia del arte «aunque a menudo no fue más allá de observaciones fragmentarias». Su minucioso método de estudio se tradujo en una serie de artículos publicados, y una gran cantidad de apuntes y fragmentos sobre ideas y proyectos no culminados. Una primera selección de sus obras fue llevada a la prensa en 1932, al cuidado de Fritz Saxl y Gertrud Bing con el título Gesammelte Schriften —Escritos seleccionados—, en dos volúmenes. Este proyecto tenía continuidad en una organización sistematizada de reagrupamiento de sus escritos, pero el traslado de su biblioteca a Londres en 1933 dificultó la labor. Sólo recientemente ha sido retomado el proyecto desde la Akademie Verlag de Berlín2.
Warburg dejó en herencia una cantera donde trabajar y una dirección, pero no pudo dejar en herencia una mentalidad. Su universo conceptual abrió vías de estudio, dentro de las cuales sus continuadores ahondaron en direcciones concretas y recondujeron sus principios. Esto es esencial para entender la iconología, una expresión que probablemente nunca a Warburg se le debió ocurrir para denominar la clase de estudios por él iniciada. Pero no cabe duda que la orientación iconográfica de los seguidores de Warburg ha dado grandes frutos en el terreno de la Historia del arte y de la cultura.
La obra más importante dejada en herencia fue la Biblioteca Warburg, que juntamente con el atlas Mnemosyne, constituyen los proyectos más significativos de la especulación warburguiana. Éstos no podrían comprenderse completamente si no fuera por la intervención de los sucesores de Warburg, en especial de Fritz Saxl. Sobre el atlas Mnemosyne, que como se ha explicado más arriba, era un montaje de fotografías que debía de ser el exponente visual de un discurso, dijo Saxl que «recogido y compuesto como un mosaico, nos permitirá, sin duda entender aquello que Warburg tenía en mente»3. Era en realidad un mosaico según parámetros de historia cultural que sin duda ninguna era inseparable de la palabra de Warburg, que no cabe duda debió ser muy brillante y evocadora. Pero vamos a centrarnos en el principal instrumento de su herencia, la biblioteca, así como de las personalidades más importantes de su entorno intelectual: el Warburg-Kreis, en donde debemos destacar, en primer lugar a Friz Saxl, a Gertrud Bing, al filósofo Ernst Cassirer y a Erwin Panofsky. Los dos últimos fueron profesores de la recién fundada Universidad de Hamburgo que se sintieron atraídos por el universo de la figura de Warburg y de su biblioteca hasta el punto de reorientar las propias trayectorias intelectuales. De la Biblioteca Warburg, y de Salx nos vamos a ocupar inmediatamente, así como también de Gertrud Bing. Ernst Cassirer y Erwin Panofsky son figuras con una trayectoria intelectual muy específica que merecen un capítulo propio cada uno.
La Biblioteca Warburg
Aby Warburg se había acercado a la producción artística con la mentalidad de un etnógrafo, según ha señalado Forster4. En su consideración tuvieron lugar tanto las obras de arte grandiosas como los objetos cotidianos. En el fondo, la Historia del arte era para él solamente el camino disciplinar que debía conducirle a la Ciencia de la cultura. Mientras su mentor, Burckhardt, había abierto el camino que llevaba a una definición genérica de Historia de la cultura, Warburg se puso en marcha para convertir esta disciplina en ciencia, la cual debía ser anclada con los métodos de la Psicología y de la Antropología. La estancia del estudioso con los indios de Nuevo Méjico es un buen ejemplo de la influencia que tienen en su pensamiento los problemas de los estudios etnográficos de su tiempo. En su lugar hemos destacado la importancia de esta experiencia americana como aquello que no solamente le permitió superar su crisis psicológica en el sanatorio, sino también ordenar todo lo que a lo largo de su vida tuvo como inconexo.
Seguramente este aspecto tan central de la personalidad intelectual de Warburg, en donde lo etnográfico y lo psicológico se complementan, sea lo que más se echa en falta en la evolución posterior de la moderna iconología, probablemente debido a las orientaciones generales que han predominado en el seno de la Historia del arte practicada a lo largo de todo el siglo XX. Quizás sea esto una de las claves que permiten entender el renovado interés que una personalidad como la de Warburg despierta en nuestros días. La figura del maestro de Hamburgo, a decir de G. Bing, quedó como el pozo central de una mina en donde se cruzan galerías a derecha e izquierda y a niveles diversos, siendo cada una de las cuales una vena diferente de la misma substancia. «Debemos retornar al pozo de origen para descubrir los puntos en los cuales la excavación se ha demostrado tan fecunda»5.
Las claves de su pensamiento, centradas como hemos visto, en su teoría de la memoria, se vieron reflejadas en el rumbo que tomó su biblioteca. En los anteriores capítulos nos hemos ido refiriendo a la Biblioteca Warburg de un modo un tanto circunstancial, y ahora conviene que nos centremos en ella dando cuenta de su sentido, principalmente por ser donde se concentra lo esencial de la herencia del pensamiento del estudioso de Hamburgo, y de la cual fue justamente Fritz Saxl su gestor y su primer intérprete6.
Desde los primeros años del siglo, Aby Warburg había procedido a adquirir libros según un criterio personal, apartado de los aspectos técnicos típicos de la biblioteconomía, o de las clasificaciones de los historiadores del arte de su tiempo. Saxl aduce que desde los 20 años, Warburg tuvo interés en formar una biblioteca, empezando a comprar libros de forma sistemática, y que con el tiempo llegó a admitir que las compras debían ir más allá de las necesidades de su propia obra, a fin de que sirvieran a sus discípulos y sucesores. Comprendió también que el modelo pensado para su biblioteca no lo ofrecían las instancias públicas oficiales. En Estrasburgo, cuando preparaba su tesis, las bibliotecas estaban muy especializadas y su investigación consistió en un peregrinar desde el arte a la religión, desde ésta a la literatura, a la filosofía... etc. Es decir, no encajaba en las bibliotecas oficiales, que sólo conocían dos categorías: la pequeña biblioteca especializada o el gran almacén universal de libros. Por otro lado, constató la eficiencia de la iniciativa privada en las bibliotecas americanas e inglesas y que Hamburgo, ciudad de fuerte influjo inglés, era el terreno ideal para una fundación privada de esta índole.
F. Saxl llegó a la biblioteca por primera vez en 1911, que en aquella época contaba con 15.000 volúmenes. Le sorprendió la gran colección de bibliografías así como colecciones detalladas sobre temas, llamándole la atención los de astrología. Pero lo más sorprendente fue la organización de los libros, y que resultara «particularmente extraño que Warburg nunca se cansara de cambiarlos de sitio una y otra vez». En efecto, la ordenación de los libros variaba en función de cada cambio producido en su método de investigación: «Warburg no cesaba de remodelarla para que, de este modo, pudiera expresar mejor sus ideas sobre la historia de la humanidad. (...) Los libros eran para Warburg algo más que instrumentos de investigación. Reunidos y agrupados, expresaban el pensamiento de la humanidad en sus aspectos constantes y en los cambiantes»7. El carácter de laboratorio de esta biblioteca fue también subrayado por G. Bing, quien puso énfasis en evidenciar que no se trataba de una simple colección de libros, sino de un órgano sistematizado destinado a promover investigaciones de acuerdo con determinados criterios intelectuales8. F. Saxl afirma que sus contemporáneos admiraban el instinto con que Warburg seleccionaba la compra de libros y su rapidez en captar lo esencial y lo desechable, opinión que matiza del siguiente modo: «En el sistema de valores de Warburg el instinto no figuraba entre los primeros lugares; él valoraba, más bien, la experiencia conseguida a través de un trabajo difícil, como era, por ejemplo el hacer innumerables notas, escribirlas y ordenarlas sistemáticamente»9. Saxl, desde octubre de 1913, trabajó como asistente de investigación en esta biblioteca, junto con el Dr. W. Printz; este último con un carácter más bien técnico. De este modo Fritz Saxl se convertiría, con el tiempo, en el discípulo inseparable de Warburg. Mas tarde, se unirá también Gertrud Bing, pero eso será ya en 1920. Este año fue crucial, ya que el ayuntamiento de Hamburgo, tras el desastre de la guerra y el entusiasmo por las obras de paz, promovió finalmente la creación de la universidad y en tal panorama, la situación de la biblioteca cambiaría. Estas circunstancias coinciden también con la enfermedad de Warburg y su internamiento. Saxl, ayudado de G. Bing, se encargan del mantenimiento de la biblioteca:
«Así pues, parecía que la tarea primera, y más urgente para estabilizar la biblioteca era ‘normalizar’ el sistema de Warburg según se encontraba en 1920, ampliándolo en algunos aspectos y reduciéndolo en otros. El sistema de clasificación vigente no se podía aplicar porque era una biblioteca destinada al estudio de la historia de la civilización desde un ángulo específico. Debía, empero, contar con todos los materiales esenciales y presentarlos en las subdivisiones que guiasen al estudiante hacia los libros e ideas con que no estaba familiarizado. Creímos que sería peligroso llevar a cabo esta tarea de una forma demasiado rígida, y, en colaboración con Miss Bing, la nueva ayudante, se eligió una forma que parecía tan flexible que podría permitir un cambio en el sistema en cualquier momento —al menos en secciones menores— sin originar excesivas dificultades»10.
La recién creada universidad tuvo sus consecuencias para la biblioteca. Algunos de los recién nombrados profesores se mostraron deseosos de colaborar, entre ellos Ernst Cassirer y Erwin Panofsky, por citar sólo a los que terminarían siendo más afectos, y los estudiantes la frecuentaban. La biblioteca quedó transformada en un instituto, un proyecto que, en realidad, ya Warburg y Saxl habían planeado anteriormente. La creación de Warburg, pues, siguió a cargo de hombres en su mayor parte de una generación más joven. Los resultados quedaron reflejados en dos series de publicaciones: Conferencias y Estudios, lo que contribuyó también a hacer más populares las ideas de Warburg. Los Vorträge eran realmente una revista en la que principalmente se publicaban conferencias o artículos; los Studien eran monografías. El primer número de los Vorträge se abre con el ensayo de Fritz Saxl Die Bibliothek Warburg und ihr Ziel; eran los tiempos en que fue publicado también el primer estudio de Ernst Cassirer sobre el concepto de las formas simbólicas en la construcción de las ciencias históricas, y la conferencia sobre «el concepto en el pensamiento mítico» de este filósofo neo-kantiano en Hamburgo, con el título Die Begriffsform im mytischen Denken, veía la luz como el primero de los volúmenes de los Studien de la Biblioteca Warburg11. Los vínculos entre el instituto y la universidad llegaron a ser muy estrechos. Panofsky, por ejemplo, hacía sus seminarios junto con Saxl en la biblioteca. No obstante, estos vínculos nunca llegaron a tener un reconocimiento oficial.
Ya hemos tratado lo referente a la curación de Warburg y su retorno en 1924 desde la clínica psiquiátrica de Kreuzlingen. Este hecho supone también un hito fundamental, pues para resolver el problema de espacio, se aprovechó un solar anejo a la casa que había sido adquirido en 1909. Entre 1925 y 1926 confió al arquitecto Gerhard Langmaack el proyecto de una biblioteca bien equipada, que una vez concluida llegó a poseer los más modernos dispositivos tecnológicos: teléfonos, cintas de transporte, ascensores, etc. [figs. 37 y 38]. La sala de lectura oval podía ser convertida en sala de conferencias con proyectores para diapositivas y otros equipamientos. Al propio tiempo, Warburg también cambió el concepto inicial, pues siendo una biblioteca orientada en principio para trabajar bajo su pauta, aprendió a diferenciar lo que eran sus preocupaciones de lo que era un bien cultural destinado a otros. Confesó a su hermano Paul: «He aprendido, en los años que he pasado lejos, a tratarme a mí mismo y al trabajo que produzco como dos entidades separadas en las cuales la conexión construida por mi persona es el elemento transitorio mientras que el instituto es el elemento permanente. Por eso asumo sin falta este empeño [la construcción de la biblioteca]»12.
En efecto, la biblioteca, transformada en instituto, va a ser algo que quedará en manos de sus sucesores, aunque la impronta de Warburg sea fundamental. Saxl, al respecto, tras describir la nueva disposición de la biblioteca, comenta que «la lucha incesante de Warburg, a menudo caótica y desesperada, por comprender las expresiones de la mente, su naturaleza, historia e interrelación, desembocó en la creación de un sistema bibliotecario que parecía tan natural como si hubiera sido no el resultado, sino el punto de partida de sus actividades»13. A la entrada de la biblioteca campeaba significativamente el rótulo con la palabra Mnemosyne como motto. A Saxl corresponde también la primera publicación sobre la biblioteca, en el Hamburger Universitäts Zeitung, órgano de la nueva universidad14, en donde aprovechó para explicar la orientación de las investigaciones warburguianas. En esta publicación, F. Saxl pone de relieve lo que él entiende como el problema central de las preocupaciones de Warburg: la pervivencia de lo antiguo, por medio del cual toman sentido los dos aspectos fundamentales de su búsqueda: la expresión y la orientación. Saxl habla de la última etapa de Warburg en los siguientes términos:
«Tenía la sensación —que contagió a los demás— de ser un soldado que regresaba a casa tras una batalla victoriosa, la batalla por la vida contra las fuerzas de la oscuridad y del invierno. De su persona emanaba una fuerza que casi infundía temor. Vivió y trabajó convencido de que el erudito no elige su vocación; lo único que hace es obedecer una orden superior. Ninguno de los que vivieron y trabajaron con él en estos años pudo resistirse a su magnetismo. Todo el que visitaba el Instituto sentía algo de esa atmósfera, sentía la magia de este hombre que había dejado de llevar una existencia normal, que vivía en un mundo de ideas que se extendían desde el aspecto más elevado al más minucioso de la investigación histórica. Warburg educó a sus alumnos y sucesores para que supieran toda su existencia de una manera absoluta e incondicional a las exigencias del saber»15.
Tras su muerte, continuó la vida del instituto. La familia siguió apoyando económicamente la institución, pero la crisis económica de ese mismo año se dejó sentir en una reducción fuerte del presupuesto. Pero lo peor fue la tormenta política que se iba formando. Saxl comenta que en los primeros meses de 1933 resultó evidente que su labor en Alemania había llegado a su fin. Las sucesivas vicisitudes del instituto fueron dramáticas. R. Klibansky, horrorizado con lo que vio en la Universidad de Heidelberg, de cuyo claustro era miembro, llegó a proponer la necesidad de continuar con la labor investigadora fuera de Alemania. ¿Pero a donde emigrar? Edgar Wind comenzó a hacer gestiones en Inglaterra, en cuyas universidades había una especial sensibilización por lo que ocurría en Alemania. Diferentes trámites realizados por sir Denison Ross permitieron trasladar el instituto a Londres, acontecimiento calificado por Saxl como excepcional. El traslado se realizó en el momento justo, ya que en Alemania, poco más tarde, todos los asuntos so...