La Madre Teresa de Calcuta
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La Madre Teresa de Calcuta

Desde los orígenes hasta el reconocimiento

Lush Gjergji

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  1. 224 páginas
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La Madre Teresa de Calcuta

Desde los orígenes hasta el reconocimiento

Lush Gjergji

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Información del libro

Este libro, escrito por uno de sus paisanos cuando la ahora proclamada santa todavía estaba en vida, es uno de los principales textos de referencia sobre la Madre Teresa de Calcuta. Para llevarlo a cabo, el sacerdote kosovar Lush Gjergji, uno de sus principales biógrafos, recopiló numerosos testimonios directos y tuvo varias conversaciones con ella. En él se presta una especial atención al contexto familiar y social en el que tuvieron lugar su infancia y adolescencia, lo que permite descubrir el modo en el que maduró su personalidad cristiana, sobre la cual se sustentó su posterior decisión respecto de su vocación. "¿Por qué la Madre Teresa es tal como es? ¿Es casualidad que sea albanesa nacida en Skopje? ¿Qué queda de la pequeña Ganxhe en la actual Madre Teresa? ¿Qué importancia han tenido sus padres en su maduración espiritual e intelectual, en su misión? Estos interrogantes me impulsaron a profundizar en su vida y su obra", señala el autor en el prefacio. La propia santa le animó a llevar a cabo esta obra en un encuentro en Zagreb en 1979: "Escriba, escriba cuanto sea posible sobre mí y sobre lo que hago, no por mí, sino por Dios: si Dios quiere que se hable de mi pueblo a través mío yo, como siempre, estoy dispuesta a obedecerlo".

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Información

Año
2017
ISBN
9788490558140
Edición
2

1. LA NIÑEZ

La familia y los parientes

El fruto no cae lejos del árbol, suele decirse. Para entender la vida de alguien es necesario empezar por sus raíces, por el tocón a partir del cual se ha desarrollado. Mientras sea un brote pequeño y frágil, hasta que no se haya robustecido y tendido sus ramas hacia el cielo, pocos podrán descubrir la verdadera grandeza que, inesperadamente, esconde y encierra. A menudo lo único que se puede hacer es esperar con paciencia. Incluso los árboles más gigantescos crecen despacio, sin prisas ni sobresaltos, resistiendo con paciencia el viento, las tormentas, la helada, el granizo.
También el desarrollo de la vida de Ganxhe Agnes Bojaxhiu [2] demuestra la verdad de cuanto se acaba de decir. Su grandeza procede en buena medida de la sana raíz de la familia Bojaxhiu en la que nació el 27 de agosto de 1910.
¿Quiénes eran los Bojaxhiu? ¿Cuáles son sus orígenes? ¿Qué ha heredado de ellos la Madre Teresa?
Ante todo me informé sobre la familia Bojaxhiu (pron. Boiayu). El apellido de la Madre Teresa tiene, según la tradición, tres posibles orígenes:
a) Para unos procede de la palabra bojaxhi que significa enjabelgador, el que blanquea las casas.
b) Otros sostienen que la familia Bojaxhiu era una familia de luchadores y guerreros, y por ello «teñida» por la sangre derramada.
c) Algunos más dicen que eran mercaderes, y que entre sus mercancías vendían barnices y colores (boja: color, ndt. it.).
Las tres versiones son parcialmente exactas y se completan mutuamente.

Origen de la familia Bojaxhiu

Con el fin de reunir la mayor cantidad de información exacta sobre la familia de la Madre Teresa, así como sobre su vida y su niñez, permanecí durante algún tiempo en Palermo como huésped de su hermano Lázaro Bojaxhiu, el único miembro de la familia que vivía aún en la época de redacción de este libro. (Murió en mayo de 1981). He aquí lo que decía Lázaro sobre el origen de los Bojaxhiu.
«Ciertamente procedemos de Prizren. Sin embargo, cuando estuve en Skadar (Scutari, en Albania), encontré la “Ruta de los Bojaxhiu”, y en 1930 pregunté a la señora Kaçuljini, que entonces tenía setenta y cinco años, de dónde procedíamos. Ella me respondió: “La familia Bojaxhiu era una gran familia de mercaderes y sus negocios se extendían hasta Misir (Egipto). De hecho, algunos se instalaron allí, mientras que otros vinieron a Skadar. Unos pocos permanecieron en Prizren o se establecieron en diversas localidades como, por ejemplo, Skopje...”».
Se desconoce la verdadera razón por la cual esta numerosa familia se desplazó y dispersó tanto. Algunos aventuran motivos de negocios, en una búsqueda de ciudades más grandes y nuevos mercados, otros dicen que fueron las epidemias, especialmente el cólera, que diezmó la población de Prizren en los años 1850-1855 o las persecuciones turcas, sobre todo las que tuvieron lugar en la «Troš Mahala» (Ciudad Vieja) de Prizren (según los testimonios orales de Luka Vuçaj y otros).
En esa época Skopje era un conocido centro comercial. Lázaro seguía hablando: «Adža Tome —era nuestro párroco: los feligreses lo llamaban adža, es decir, tío, título honorífico procedente del período de dominación turca, con el mismo significado que ujak (tío, padrecito) empleado por los franciscanos de Bosnia— decía que nuestro padre compró una casa inmediatamente después de su llegada a Skopje. Nuestra abuela paterna Cecilia (Çila) era comerciante al igual que su marido, el abuelo Lázaro. La abuela Çila era muy despierta: eran muy ricos, tenían muchos operarios que les ayudaban, realizaban bordados y otros trabajos femeninos, mientras ella se ocupaba de la marcha de los negocios. Era, por consiguiente, una familia de antigua tradición mercantil».

Köle Bojaxhiu. El padre de la Madre Teresa

Köle (Nicolás) Bojaxhiu siguió la tradición familiar del comercio. Así habló de él su hijo Lázaro: «Mi padre Nicolás era un comerciante muy conocido. Al principio trabajó con el doctor Suškalović, que en esa época era uno de los médicos más conocidos en Skopje y que lo quería mucho. Quizá por este motivo muchos autores han escrito que mi padre era farmacéutico o droguero dado que trabajaba con un médico y vendía medicamentos. Pero era un comerciante y buen constructor. Junto con un amigo era titular de una empresa constructora muy floreciente, también en Skopje. Llegó a poseer varias casas y villas, en una de las cuales vivíamos nosotros. Hasta su muerte llevamos una vida agradable y tranquila. Era un hombre muy sociable, de modo que nuestra casa estaba siempre abierta a todo el mundo. Más tarde conoció a un comerciante italiano, un tal señor Morten, probablemente veneciano, muy rico, que se ocupaba de diferentes mercancías: productos alimenticios, aceite, azúcar, tejidos, pieles, en fin, los que se denominaban “productos coloniales”. Papá se asoció con él y empezó a viajar mucho, recorriendo toda Europa. Cuando regresaba nos quería tener a todos en torno suyo y nos contaba detalladamente lo que había visto. También nos traía muchas cosas pero, sobre todo, era divertido escuchar los relatos de sus viajes. Hablaba especialmente con Aga (la hija mayor, hermana mía y de Teresa) mientras que Nëna Loke (Mamá Nëna: loke es una palabra albanesa que se aplica a la madre o matriarca, y Lázaro llamaba así a su madre) hablaba de buena gana conmigo y con Gonxha.
»Papá era un hombre severo y esperaba mucho de nosotros. Recuerdo que cuando regresaba a casa al anochecer, me despertaba para preguntarme si me había portado bien durante el día, me preguntaba sobre la tabla pitagórica y sobre otras tareas escolares y siempre repetía: “¡No olvidéis de quién sois hijos!”. Recuerdo con placer la generosidad de mi padre. Entregaba a todos alimentos y dinero de forma discreta y sin vanagloriarse por ello. En ocasiones me enviaba con dinero, ropas y alimentos para los pobres... Venía a menudo una viejecita de ochenta años que se llamaba Markoni. Bebía café y aguardiente y comía con nosotros en el almuerzo y la cena. Mi padre nos decía: “¡Recibidla bien y con amor!”».
También la Madre Teresa recuerda a su padre: «Papá Köle me decía: “¡Hija mía, nunca aceptes un bocado que no vayas a compartir con los demás!”».
La casa de los Bojaxhiu estaba abierta a todos, especialmente a los pobres. Aquí la joven Gonxha aprendió el amor a la obra en función del sufrimiento. Para ella su primera lección, su primera escuela misionera fue su propia casa y la vida familiar. Debido a sus negocios, Köle Bojaxhiu había aprendido varias lenguas: hablaba albanés, serbocroata, turco, italiano y francés. Entre sus amistades no sólo había comerciantes, sino también patriotas. Lázaro recuerda: «El 28 de noviembre de 1912 se reunieron con nosotros los jefes de los clanes Berisha, Logoreci y Palucaj (éste era un intelectual, un maestro), con Naraci y otros ¡para celebrar la independencia de Albania! Estaban también Bajram Curri (famoso patriota que luchó contra los turcos), Hasan Prishtina, Sabri Qytezi y varios más. En el centro de la habitación habían colocado unas cajas de cerillas y las encendieron hasta el punto de que las llamas llegaron al techo. Yo tenía cuatro años. Durante toda la noche charlaron y cantaron los poemas de los héroes, acompañados por las melodías del çifteli (mandolina tradicional). Esto sucedía a menudo en nuestra casa: papá ayudaba económicamente a los patriotas y contrastaba con ellos consejos y opiniones. Teníamos muchas fotografías de aquellas personas. A mi padre le interesaba la política».
La familia Bojaxhiu mantenía estrechas relaciones con la Iglesia católica, a la que se sentían física y espiritualmente cercanos. Lázaro refiere: «Nuestra gente es católica desde hace muchas generaciones. La Iglesia nos mantenía unidos y nos ayudaba. Lazar Mjeda, arzobispo de Skopje y posteriormente de Skadar, era a menudo nuestro huésped, así como don Zef Ramaj, nuestro párroco. El arzobispo era un gran predicador y tenía una fuerte personalidad. Mi padre era amigo suyo y por esto ayudaba a la Iglesia todavía más. El arzobispo y el párroco solían decirle: “Köle, ¡que Dios te lo pague!”. A pesar de que mi padre siempre estaba viajando, creo que fue un fiel convencido y ligado a la Iglesia...».
La Madre Teresa describe así a su familia: «Éramos una familia feliz, llena de alegría, de amor y de niños serenos. Aunque asistí a una escuela laica, mi familia primero, y después la parroquia, me dieron una sana y profunda educación religiosa».
Köle Bojaxhiu fue estimado en toda la ciudad. Era un hombre de ideas progresistas: en aquella época difícil enviaba a sus hijos a la escuela y no sólo al varón, Lázaro, sino también a sus hijas Aga y Gonxha. Participaba activamente en la vida pública local y era consejero municipal. Un día fue con otros asesores a Belgrado para asistir a una reunión. Cuando regresó se sentía muy mal. Llegó a casa en un carruaje hacia las ocho o las nueve de la noche. Con él venía Tomë Baldini, secretario del consulado italiano. Lo llevaron enseguida al hospital y a la mañana siguiente fue operado, pero sin éxito. Murió de hemorragia un día después. Era el año 1919. Fue enterrado en Skopje. Al funeral asistió mucha gente, además de las delegaciones oficiales, ya que había sido consejero municipal, el único católico. También vinieron representantes de otras religiones. Todos los orfebres de la ciudad cerraron sus talleres para participar en el funeral. Se entregó un pañuelo simbólico a todos los alumnos de las escuelas de Skopje (era tradicional regalar esos pañuelos en los funerales: su número indicaba la riqueza de los difuntos y de sus familias).
«Fue una gran pérdida para todos nosotros: la casa quedó sin dueño, nuestra madre viuda, nosotros, los hijos —todos menores de edad— huérfanos. Con él desapareció un hombre ecléctico. Con Morten había proyectado, financiado parcialmente y construido el edificio del primer teatro de Skopje. Nosotros, niños aún, participábamos ya en la vida cultural de la ciudad».

Drana, la madre

Por consiguiente, todos los hijos eran pequeños cuando murió su padre: Aga, la mayor y brazo derecho del padre en sus actividades, tenía quince años; Lázaro tenía once, y Ganxhe ocho. Era una dura prueba para todos, especialmente para su mujer, Drana Bojaxhiu. Ahora recaía sobre ella el peso del trabajo, de la casa y de la educación de los hijos. Se ocupaba incansablemente de que los niños pudieran tener todavía una infancia tranquila. Su nombre de soltera era Bernaj, de Prizren. Los Bernaj procedían de Novo Selo, cerca de Djakovica, y también ellos formaban una familia numerosa y acomodada. «El marido de la abuela, nuestro abuelo, era comerciante y latifundista. Tenía grandes posesiones en Novo Selo. Don Shtjefën Kurti, párroco de Novo Selo, me preguntaba: ¿por qué no os preocupáis por esas propiedades? Pero mi madre Drana me decía que no poseía ningún documento relacionado con sus derechos sobre aquellas tierras. Por eso no las cuidaba».
Su preocupación principal era la manutención de su familia. Empezó a ocuparse de los tejidos cuando Morten interrumpió su colaboración comercial con nosotros. Bordaba y realizaba otros trabajos femeninos, cosía vestidos de novia y trajes para fiestas.
«Mi madre era una mujer fuerte, verdaderamente indestructible —refiere Lázaro— y, al mismo tiempo, dulce, amable, generosa y piadosa con los pobres. Y muy religiosa. Creo que Ganxhe se parece mucho a nuestra madre: siempre descubro en ella ciertas características y rasgos comunes en ambas. Era seria y tenía un gran sentido de la disciplina. Sabía mantener el orden en casa y nos educaba bien, con pocas palabras, pero con muchas acciones y ejemplos. No permitía que nada nos faltase. Recuerdo de forma especial su fe. Cada noche rezábamos juntos. En el mes de mayo íbamos a la iglesia para el rosario y la bendición».
Al igual que otras familias cristianas, veneraban a la Virgen del santuario de Letnice, situado en las pendientes del Crna Gora (Monte Negro) de Skopje. Los católicos de nuestra tierra se sienten ligados a Letnice por un amor infantil, lleno de pasión. También compartían estos sentimientos Ganxhe y su hermano quien, incluso cuando se encontraba en el extranjero, llevaba consigo los inolvidables recuerdos de la infancia. La peregrinación a Letnice era el acontecimiento del año y perduraba en los pensamientos de la mayoría de los fieles.
Lázaro sigue hablando: «Nuestra madre nos llevaba todos los años a Letnice. Ganxhe y Aga salían incluso un mes y medio antes. Ganxhe era enfermiza, padecía tos ferina y malaria. En Letnice se reponía por completo. Además íbamos de vacaciones a Vrnjačka Banja (localidad termal yugoslava, ndt. it.).
Mamá nos cuidaba mucho. Siempre nos decía: os daré todo. Pedid, exigid, pero yo también exigiré de vosotros que seáis buenos y un ejemplo para todos. Cada año se dirigía a Letnice, a pie, en peregrinación. La gente iba en grupos, rezando y cantando. Nosotros íbamos en un carro tira...

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