Un instante antes del alba
eBook - ePub

Un instante antes del alba

Crónicas de guerra y de esperanza desde Alepo

  1. 224 páginas
  2. Spanish
  3. ePUB (apto para móviles)
  4. Disponible en iOS y Android
eBook - ePub

Un instante antes del alba

Crónicas de guerra y de esperanza desde Alepo

Descripción del libro

El 22 de diciembre de 2016 los grupos militares que ocupaban el este de la ciudad de Alepo entregaron las armas, pasando a ser considerada como "ciudad segura" tras más de cuatro años de durísimos enfrentamientos entre el ejército y las milicias armadas.Este libro relata lo sucedido a lo largo de los últimos dos años de conflicto en la segunda ciudad más importante de Siria a través de los ojos del padre Ibrahim Alsabagh, fraile franciscano y párroco de la iglesia latina de San Francisco en Alepo, quien a finales de 2014 retornó a su país para poder estar con su gente. A través de sus breves notas, sus relatos, sus reflexiones incisivas --latidos de vida, gemidos y gritos que se vuelven oración-- se narra cómo se vive en Alepo la tragedia de la guerra, pero también cómo se alimenta la esperanza en un futuro y se encuentra sentido a la vida (y la muerte) en una situación en la que la violencia y el mal parecen tener la última palabra."Nos mandan la muerte y nosotros les devolvemos la vida. Nos lanzan el odio y nosotros ofrecemos a cambio el amor a través de esa caridad que se manifiesta en el perdón y en la oración por su conversión".

Preguntas frecuentes

Sí, puedes cancelar tu suscripción en cualquier momento desde la pestaña Suscripción en los ajustes de tu cuenta en el sitio web de Perlego. La suscripción seguirá activa hasta que finalice el periodo de facturación actual. Descubre cómo cancelar tu suscripción.
Por el momento, todos los libros ePub adaptables a dispositivos móviles se pueden descargar a través de la aplicación. La mayor parte de nuestros PDF también se puede descargar y ya estamos trabajando para que el resto también sea descargable. Obtén más información aquí.
Perlego ofrece dos planes: Esencial y Avanzado
  • Esencial es ideal para estudiantes y profesionales que disfrutan explorando una amplia variedad de materias. Accede a la Biblioteca Esencial con más de 800.000 títulos de confianza y best-sellers en negocios, crecimiento personal y humanidades. Incluye lectura ilimitada y voz estándar de lectura en voz alta.
  • Avanzado: Perfecto para estudiantes avanzados e investigadores que necesitan acceso completo e ilimitado. Desbloquea más de 1,4 millones de libros en cientos de materias, incluidos títulos académicos y especializados. El plan Avanzado también incluye funciones avanzadas como Premium Read Aloud y Research Assistant.
Ambos planes están disponibles con ciclos de facturación mensual, cada cuatro meses o anual.
Somos un servicio de suscripción de libros de texto en línea que te permite acceder a toda una biblioteca en línea por menos de lo que cuesta un libro al mes. Con más de un millón de libros sobre más de 1000 categorías, ¡tenemos todo lo que necesitas! Obtén más información aquí.
Busca el símbolo de lectura en voz alta en tu próximo libro para ver si puedes escucharlo. La herramienta de lectura en voz alta lee el texto en voz alta por ti, resaltando el texto a medida que se lee. Puedes pausarla, acelerarla y ralentizarla. Obtén más información aquí.
¡Sí! Puedes usar la app de Perlego tanto en dispositivos iOS como Android para leer en cualquier momento, en cualquier lugar, incluso sin conexión. Perfecto para desplazamientos o cuando estás en movimiento.
Ten en cuenta que no podemos dar soporte a dispositivos con iOS 13 o Android 7 o versiones anteriores. Aprende más sobre el uso de la app.
Sí, puedes acceder a Un instante antes del alba de Ibrahim Alsabagh en formato PDF o ePUB, así como a otros libros populares de Teología y religión y Ministerio cristiano. Tenemos más de un millón de libros disponibles en nuestro catálogo para que explores.

Información

Año
2017
ISBN del libro electrónico
9788490558362

ENTREVISTAS, ENCUENTROS, TESTIMONIOS

marzo de 2015-diciembre de 2016
«DESCUBRO CADA DÍA EN ALEPO MUCHÍSIMOS SIGNOS DE RESURRECCIÓN…»
(23 de agosto de 2015)
¿Cómo puede ser que uno diga que sí, en contra de todo lo razonable, cuando le piden que vaya a Alepo, una ciudad sometida a bombardeo constante? ¿Qué futuro puede haber para Siria después de tanta violencia? ¿Cómo se debe comportar un cristiano frente al enemigo? ¿Y dónde está la providencia cuando solo vemos la cruz?
En esta segunda parte se recogen las intervenciones públicas del padre Ibrahim, pronunciadas personalmente en Italia, en conexión por Skype desde Siria o con ocasión de entrevistas.
Son páginas que tienen un carácter distinto de las cartas de la primera parte: ante todo, no han sido escritas para el círculo restringido de sus amigos, sino para un público más amplio –desde el público del Meeting de Rímini hasta los fieles de muchas parroquias italianas– al que el padre Ibrahim no conoce directamente. Un público de oyentes curiosos pero también quizá poco informado sobre la situación de los cristianos de Siria, a los que es necesario explicar lo que está sucediendo en Alepo de forma sencilla y detallada.
Además estas intervenciones no han sido realizadas «en caliente», con la urgencia inmediata de contar la actualidad de la guerra, o como reacciones emotivas ante algún suceso dramático. Se trata por el contrario de exposiciones cuidadas en las que se releen los hechos de Alepo a la luz de la fe. Exposiciones que son, evidentemente, el fruto de muchos razonamientos, pensamientos y oraciones.
Aquí no encontramos únicamente la guerra y sus consecuencias sangrientas, sino sobre todo la búsqueda de un sentido cristiano a la cruz que el pueblo sirio está llevando. Búsqueda de sentido que el padre Ibrahim aplica sin rémoras a su propia vida recorriendo las etapas de su vocación, recordando con asombro sus encuentros con el Señor que al final le esperaba en el lugar más inimaginable: precisamente en Alepo.
14 de marzo de 2015 [32]
El comienzo de mi misión en Alepo
Siempre he tenido el deseo de estudiar, desde que era joven y desde que me hice fraile, pero el Señor, a través de la obediencia y de la necesidad, me ha llevado lejos del ámbito de los estudios. Después de terminar la licenciatura en teología dogmática en Roma me matriculé en el doctorado, pero antes de discutir la tesina de licenciatura los superiores me dijeron que me sería difícil continuar con el doctorado porque había mucha necesidad en la región de la Custodia de Tierra Santa, especialmente en Siria. Respondí que no tenía nada que decir: frente a la necesidad, no tenía nada que añadir. De este modo empecé a prepararme espiritual y físicamente, pero no sabía exactamente a dónde iría. Solo en un segundo momento empezaron a hablarme del destino.
Había distintas posibilidades, las necesidades eran muy numerosas: en todos los lugares en los que los frailes franciscanos estamos presentes en Siria hay mucha necesidad de una presencia. Faltan frailes, se necesitarían una decena para hacer frente a todas las exigencias, sobre todo en este momento difícil de sufrimiento. En ese periodo, desde la oración y el silencio, le hice dos peticiones al Señor: que me mandara a un lugar difícil a realizar lo que estuviera dentro de mis posibilidades, y que no me permitiera ver las necesidades sin poder afrontarlas.
Mis superiores me propusieron ir a Alepo. Me dijeron que la ciudad estaba devastada y que la población sufría enormemente. Después de años de tensión y de la presión de la guerra, el párroco estaba exhausto. Me pidieron mi opinión y respondí que no tenía ninguna inclinación especial: «Decidid vosotros y yo voy». No tuve ninguna reacción, solo recé. Después percibí poco a poco que la voluntad del Señor no era lo que yo pensaba incluso frente al Santísimo durante mis reflexiones y meditaciones, sino algo completamente distinto: el corazón del buen Pastor estaba dirigido hacia sus ovejas.
De este modo, con una obediencia sencilla pero muy profunda del corazón y de la razón, me «lancé» con toda mi persona a la realidad. Me matriculé de todos modos en el doctorado, se me ofreció incluso la posibilidad de seguir con los estudios a distancia, en caso de tener ocasión, pero después me dejé envolver completamente por la situación, agradeciendo, más aún, pidiendo al Señor por la gente a la que conocería en Alepo antes de conocerla. Pedí a todas las personas que conocía que rezaran: a las consagradas y los consagrados, pero también a los laicos, a mis padres y a mi familia. Después de menos de doce días, con una decisión firme y clara, me encontré aquí en Alepo, empezando una misión nueva.
El drama de la vida cotidiana
En estos días solo tenemos electricidad durante media hora al día. La semana pasada nos quedamos sin agua durante nueve días seguidos. A partir del cuarto día empezamos a encender el generador eléctrico grande para extraer el agua de nuestro pozo y abrir las puertas a la gente, que vino enseguida a sacarla con cubos para llevarla a sus casas. No tener agua significa no tener ni siquiera para comer. Es impresionante ver a los ancianos que no tienen a nadie, y a veces también a los niños, llevar cubos y recipientes pesados, a menudo junto a mujeres jóvenes y hombres; todos hacen cola para obtener algunos litros de agua.
Lo peor de todo son las bombas que caen sobre las casas. Nos hallamos a cuatrocientos cincuenta metros de algunas milicias armadas y estas, por venganza, por odio, lanzan bombonas de gas y misiles sobre las casas de la población inocente, desarmada, y también sobre las iglesias. Alrededor de nuestra iglesia han caído muchas bombas, casi como si estuviésemos en el punto de mira, y en verdad es así. Además de las personas que viven en las casas, matan a jóvenes, niños y personas que pasan por las calles.
Hay una oleada de sufrimiento, desesperación y amargura a causa de todas estas muertes. Durante algún tiempo la gente trata de evitar esta zona a toda costa; va a otras iglesias en otras zonas, aunque no sean siempre seguras, hasta que pasa esa oleada de tristeza. Después, lentamente, vuelve a la vida normal. Es lo que sucedió recientemente cuando una bombona cayó muy cerca de nuestra iglesia: una bombona de gas que rompió todos los cristales superiores del edificio, que cayeron sobre los fieles durante la misa vespertina. Murieron una joven y un hombre, ambos cristianos, que se hallaban comprando en una tienda cercana. Hemos vivido el dolor de los funerales, el llanto de muchas personas, la presencia de todo el clero de Alepo, pero después, con el paso de los días, el miedo se atenúa y la población trata de vivir con normalidad.
Algunos parroquianos nos plantean preguntas existenciales: «¿Hasta cuándo, padre, estaremos condenados a muerte, uno a uno? ¿Durante cuánto tiempo permaneceremos todavía aquí? ¿No podéis mandarnos a todos fuera de aquí? ¿No podéis hacer algo por nosotros, más de lo que ya estáis haciendo?».
Existe una gran inflación debida la caída de la lira siria con respecto al dólar y al euro, un aumento dramático de la pobreza y de aquellos que se aprovechan de esta situación [33]. Por ello todos acuden a nuestra asociación de beneficencia. Aquellos que en el pasado eran muy ricos, después de haber perdido oficinas, fábricas, tiendas y casas se han quedado casi sin nada. En cuatro años de guerra han consumido todos los bienes que poseían y han pasado de ricos a pobres. Sorprende mucho ver a las personas acomodadas, que se vestían de forma lujosa, venir con la misma ropa a llamar a la puerta de los pobres para pedir ayuda: siguen teniendo muebles, casa, pero no tienen comida, no tienen nada de lo que poder vivir. Incluso en los momentos difíciles de estos días sin agua ha sido muy impactante darse cuenta del mal olor de la gente: personas bien educadas, refinadas, llegaban hasta nosotros malolientes porque durante nueve días no habían podido ducharse. Ahora ayudamos a cerca de trescientas familias, y su número aumenta constantemente.
Están además las enfermedades: asistimos a distintos enfermos que tienen enfermedades especiales, por ejemplo del hígado, causadas por el aire saturado de microbios y virus. Este año también se ha difundido mucho la gripe y nos ha afectado a todos: solo se pasa después de un mes de tos bastante fuerte. El estado físico de la población se debilita también por la ausencia de medicinas; en la ciudad se producen de forma artesanal preparados para ayudar a los muchos enfermos.
Últimamente hemos descubierto también decenas de casas parcialmente destruidas en las que los habitantes siguen viviendo. Familias enteras con niños, al no tener un lugar donde refugiarse, permanecen bajo el fuego de misiles y de bombas en casas sin cristales, puertas, ventanas, o con el tejado agujereado, incluso sin alguna pared. En esos casos tratamos, aunque sea con recursos mínimos, de aliviar su sufrimiento y el de los enfermos: hay algunos que tienen enfermedades crónicas, también hay enfermos terminales de cáncer que no tienen a nadie, y en esos casos nosotros debemos estar cerca, como si fuésemos los padres o los familiares de esas personas. Nos ocupamos de estos casos completamente, en cada fase.
Los ojos de la fe y de la esperanza
No tenemos ninguna perspectiva para el futuro. Existe la propuesta de Staffan de Mistura para resolver el conflicto en Alepo, pero parece que las milicias no han aceptado el alto el fuego y unas condiciones entre ellos y las fuerzas gubernamentales y por tanto, si nos atenemos a lo que vemos, no percibimos el futuro con claridad [34]. Han transcurrido ya cuatro años de guerra: entraremos en el quinto, después en el sexto, en el séptimo… no se sabe hasta cuándo. Un gran número de jóvenes huye a Turquía y al Líbano; muchos universitarios y personas de gran valía se ven obligados a llevar a cabo trabajos de escaso prestigio, sin perspectivas. Se quedan con nosotros los ancianos, las mujeres jóvenes y los niños.
Sin embargo, con los ojos de la fe y de la esperanza advertimos siempre la certeza de que estamos viviendo los dolores del parto: son los sufrimientos que preparan un futuro mejor. Solo con los ojos de la fe conseguimos percibir algo bueno para el presente y para el futuro, nuestro y de nuestros parroquianos y conciudadanos de Alepo y de toda Siria.
La posición de los cristianos
Los cristianos no están preparados para entrar en el conflicto. No llegan, por ejemplo, a considerar la posibilidad de tomar las armas, también porque han visto lo que sucedió con los cristianos libaneses durante la guerra civil una vez que decidieron recorrer el camino de la violencia: al principio tomaron las armas para defenderse de los drusos y de los musulmanes, pero al final terminaron combatiendo unos contra otros y lo perdieron todo. Aquí la mayoría de los cristianos ha decidido en cambio padecer, tratando de ser levadura para un futuro mejor y, en donde es posible, un instrumento de paz entre las partes en conflicto. Los cristianos han tratado siempre de estar de acuerdo con todos, no han combatido contra nadie ni dado la razón solo a una parte. Además se han esforzado por instar a las fuerzas gubernamentales a trabajar en pro de una mejora de la situación, pero sin armas.
Es necesario cambiar algunas cosas en la política, pero no combatiendo los unos contra los otros. Las milicias están muy divididas, la mayoría de ellas proviene de países distintos y no están dispuestas a un diálogo. Parecen venir aquí solo para destruir: cuando pasan por una zona lo destruyen todo, incluso las fábricas de medicinas o de leche para niños. Como consecuencia, resulta verdaderamente difícil hablar de diálogo si no es en contextos muy limitados.
Por desgracia también se ha difundido entre nosotros la sospecha hacia los demás, porque sabemos que en muchos corazones de los que viven con nosotros están presentes algunas semillas de fundamentalismo.
Además los cristianos viven continuamente la hemorragia de la emigración. Cada día firmo muchísimas partidas de bautismo, de estado civil y de confirmación que la gente solicita para dejar el país. Son numerosos los jóvenes que huyen para escapar del servicio militar. No sabemos hasta cuándo conseguiremos aguantar este derrumbamiento de la sociedad que afecta al futuro de la Iglesia y del Estado. Nosotros, como Iglesia y como consagrados, con la fuerza de la oración y de la caridad, tratamos de detener este desmembramiento cotidiano de todas las formas posibles.
Una de las dificultades que tenemos que afrontar como parroquia es no tener ya una idea del número de familias: de muchas de ellas no sabemos nada. Nos esforzamos por ser fuertes, por reunir a nuestro...

Índice

  1. INTRODUCCIÓN
  2. UN LLAMAMIENTO DESDE SIRIA
  3. CARTAS DESDE ALEPO
  4. ENTREVISTAS, ENCUENTROS, TESTIMONIOS
  5. MAPAS Y FOTOS
  6. FICHAS